(NCR/InfoCatólica) Los católicos suelen acudir a una iglesia para recibir los sacramentos. Al menos así sucede con el matrimonio, el bautismo, la misa y la confesión, pero la unción de enfermos es diferente. Si bien puede celebrarse en la iglesia, es más habitual que se administre en hospitales o a enfermos en sus casas. ¿Qué sucede, sin embargo, cuando hay un accidente o una situación de emergencia que requieren la unción de enfermos? ¿Avisan los policías y bomberos al sacerdote si saben que la persona es católica y puede estar en riesgo su vida? El portal norteamericano National Catholic Register señala que ya no es común, como antiguamente, llamar a un sacerdote ante estas situaciones trascendentales.
Para conseguir información sobre el tema, el portal habló con multitud de sacerdotes estadounidenses y les preguntó sobre su experiencia al respecto. «En mis 40 años como sacerdote, solo me han llamado a dos accidentes», dijo el padre Richard Roberge, de 68 años, párroco de Cristo Rey en Concord, New Hampshire, que fue ordenado en 1985. En ambos casos, según explicó, los agentes de policía eran católicos que conocían a las víctimas y sabían que ellas también eran de religión católica.
Hay que tener en cuenta que, en Estados Unidos, el porcentaje de protestantes es alto, por lo que, en caso de emergencia, puede ser útil llevar algo que identifique como católico. Al menos antiguamente, muchas personas portaban en sus coches o en el llavero un aviso diciendo que esa persona era católica y rogando que, en caso de accidente, se llamara a un presbítero católico. Esta práctica cada vez es menos común.
El padre Scott Bailey, párroco de Cristo Resucitado en Denver durante los últimos siete años y sacerdote desde hace doce, declaró al Register que nunca había recibido una llamada de los servicios de emergencia para acudir al lugar de un accidente: «supongo que la mayoría de los sacerdotes que vivimos en zonas metropolitanas tenemos la misma experiencia. No creo que nos llamen al lugar de un accidente muy a menudo, si es que nos llaman alguna vez. Es más probable que nos llamen al hospital poco después de que llegue el paciente o después de que salga de una cirugía de emergencia».
«Creo que los jóvenes no comprenden del todo el sacramento», dice el padre Roberge, que no culpa a la policía, sino que más bien señala los cambios que se han producido en Estados Unidos, donde las comunidades son más cambiantes, más diversas y menos apegadas a la religión que antes.
Ante esta situación, cabría preguntarse si los católicos tienen claro qué es la unción de enfermos y cuándo aplicarla. La antigua extremaunción, conocida como unción de los enfermos desde que San Pablo VI promulgó el documento Sacrosanctum Concilium del Concilio Vaticano II en 1963, es el séptimo de los siete sacramentos de la Iglesia.
En la Carta de Santiago encontramos una referencia a este sacramento: «¿está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los presbíteros de la iglesia para que oren por él y lo unjan con aceite en el nombre del Señor. La oración de fe sanará al enfermo, y el Señor lo levantará. Si ha cometido algún pecado, le será perdonado» (Santiago 5,14-15).
El Catecismo nos explica que el sacramento es «un don del Espíritu Santo» que brinda «fortaleza, paz y valor» a quienes padecen enfermedades graves o sufren «la fragilidad de la vejez» (1520). Si bien sirve como «preparación para el último viaje», «está destinado a conducir al enfermo a la sanación del alma, pero también del cuerpo si esa es la voluntad de Dios».
En España y Europa, los resultados podrían ser parecidos, aunque habría que diferenciar entre ciudades y zonas rurales o pueblos, cuya situación es muy distinta. En definitiva, parece que los católicos de hoy en día no tienen tan presente la importancia de una muerte santa o lo más santa posible.
Video promocional de vocaciones de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos
Un vídeo sobre vocaciones de 2007 producido para la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos recrea la escena de un accidente en el que un sacerdote atrapado en un coche por detrás coge su libro de oraciones y el óleo sagrado y corre hacia una víctima mortalmente herida, ungiéndola antes de que muera.







