(UCANews/InfoCatólica) El arzobispo Timothy P. Broglio informó el 17 de octubre de que el Ejército de Estados Unidos ha suspendido todos los contratos de apoyo religioso en las capillas militares, «incluidos los de educadores religiosos, administradores y músicos». Según explicó, esta decisión impone a los católicos «una restricción insalvable al libre ejercicio de la religión».
En una carta dirigida a los fieles de la Arquidiócesis para los Servicios Militares —que también será enviada a los miembros del Congreso—, el arzobispo señaló que, desde el domingo 5 de octubre de 2025, los asistentes a Misa han notado la ausencia de música y el cierre de oficinas de pastoral en las bases del Ejército.
Broglio aclaró que «estos cambios no se deben al cierre temporal del Gobierno», sino a un memorando emitido en marzo por el Mando de Gestión de Instalaciones del Ejército, que ordenó «la cancelación de todos los contratos de capellanía para coordinadores de educación religiosa, coordinadores de vida pastoral católica y músicos».
El arzobispo aseguró a los fieles que «buscará todas las vías legales posibles para corregir este grave error».
Un portavoz del Departamento de Defensa —que actualmente utiliza también la denominación «Departamento de la Guerra» con carácter ceremonial, por orden ejecutiva del presidente Donald Trump— remitió a los medios al propio Ejército para obtener comentarios. El Ejército no ha ofrecido aún respuesta oficial.
Broglio recordó que «durante décadas, los coordinadores de educación religiosa, los coordinadores de vida pastoral católica y los músicos contratados han servido a las comunidades de fe en las capillas militares». Subrayó que «su labor ha sido esencial para ayudar a los capellanes católicos en sus tareas y para sostener la vida espiritual de las comunidades».
«En los últimos meses —añadió— me he reunido con el secretario del Ejército y con el jefe del cuerpo de capellanes para expresarles el impacto negativo y grave que la cancelación de estos contratos tendrá sobre los soldados católicos y sus familias».
El arzobispo expresó su «profunda gratitud» hacia quienes han ejercido estas funciones y su «hondo pesar por las consecuencias que las decisiones del Ejército tienen sobre la práctica de la fe católica en las bases militares».
Actualmente, solo 137 capellanes católicos sirven en las ramas activa y de reserva del Ejército estadounidense, frente a más de 2.500 capellanes de otras confesiones. «Esto significa que menos del 5,5 % del cuerpo de capellanes es católico, aunque aproximadamente el 20 % de los soldados profesan la fe católica», explicó.
El arzobispo citó un informe de la fundación RAND que muestra «una proporción de seis capellanes protestantes por cada mil soldados protestantes, y solo un capellán católico por cada mil soldados católicos».
Por ello, advirtió, «la cancelación de los contratos de apoyo religioso perjudica de manera desproporcionada a los católicos». «En primer lugar —señaló— porque los capellanes católicos ya son escasos y muy demandados; y en segundo lugar, porque la fe católica requiere una formación continua y una preparación sacramental que solo puede ofrecer un personal pastoral cualificado».
«Los sacerdotes católicos que sirven como capellanes del Ejército ofrecen atención espiritual y pastoral a soldados de cualquier credo o incluso sin fe», recordó. «Pero dentro de la Iglesia católica atienden a un número de fieles seis veces superior al de los capellanes protestantes. La cantidad de soldados y familias católicas implica una responsabilidad pastoral y administrativa muy significativa».
El arzobispo destacó además que «los capellanes católicos suelen estar asignados a unidades operativas, como brigadas y batallones, cuyas exigencias —entrenamientos, despliegues y misiones— les impiden gestionar por sí solos los programas de capilla sin apoyo profesional».
«La cancelación de los contratos puede parecer una medida neutral que afecta por igual al ejercicio religioso de todos los soldados», afirmó. «Sin embargo, en la práctica, sobrecarga a los capellanes católicos, debilita las comunidades de fe y supone una grave restricción de la libertad religiosa de los católicos en el Ejército estadounidense».
El prelado concluyó su mensaje exhortando a los fieles de la arquidiócesis «a seguir participando en la vida de las capillas militares y a ofrecer sus dones y talentos para el bien de la Iglesia, especialmente en la preparación sacramental y la educación religiosa».