(InfoCatólica) En su primer encuentro oficial con el presidente de la República Italiana, Sergio Mattarella, el papa León XIV ha visitado este martes 14 de octubre el Palacio del Quirinal. En su intervención, el Pontífice destacó la «sincera amistad» y la «mutua colaboración» que caracterizan las relaciones bilaterales entre Italia y la Santa Sede, y subrayó el valor de esa cooperación «al servicio de la persona humana».
«Como Obispo de Roma y Primado de Italia, para mí es significativo renovar con esta visita el fuerte vínculo que une la Sede de Pedro al pueblo italiano», afirmó el Papa, quien al inicio de su discurso agradeció al presidente la invitación a un lugar «al que están tan vinculados la historia de la Iglesia católica y la memoria de numerosos pontífices».
León XIV expresó su «viva gratitud» por el compromiso de las autoridades italianas en los grandes acontecimientos eclesiales con centro en Roma y proyección internacional. Entre ellos, recordó de modo especial la implicación del Estado italiano tras la muerte del papa Francisco. «Su amor por la tierra y el pueblo italianos encontró en aquellos días una respuesta conmovedora y calurosa», dijo, evocando las palabras que el propio Francisco pronunció en ese mismo lugar en 2017: «Mis raíces están en este país».
El Papa agradeció asimismo el «gran y acertado esfuerzo» del país en la preparación y desarrollo del Año Jubilar, destacando aspectos como la logística, la seguridad, la gestión de infraestructuras y servicios, y la actitud de acogida a los peregrinos. «La bella sinergia y colaboración que estamos viviendo en estos días constituye ya un signo de esperanza para todos los que con fe vienen a cruzar la Puerta Santa», afirmó.
Apoyo a la familia y promoción de la natalidad
Uno de los temas centrales del discurso de León XIV fue el descenso de la natalidad en Europa, ante el cual pidió un compromiso sostenido en favor de la institución familiar. «Esto requiere promover decisiones a varios niveles en apoyo a la familia, respaldando sus esfuerzos, promoviendo sus valores, protegiendo sus necesidades y sus derechos», señaló.
El Papa destacó el valor cultural y humano de las relaciones familiares, especialmente en el contexto italiano: «‘Padre’, ‘madre’, ‘hijo’, ‘hija’, ‘abuelo’, ‘abuela’ son, en la tradición italiana, palabras que expresan y suscitan sentimientos de amor, respeto y dedicación, a veces heroica, al bien de la comunidad doméstica y, por tanto, al de toda la sociedad».
En este sentido, León XIV subrayó la importancia de garantizar «a todas las familias el apoyo indispensable de un trabajo digno, en condiciones justas y con atención a las necesidades vinculadas a la maternidad y la paternidad». Y concluyó: «Hagamos todo lo posible para dar confianza a las familias, especialmente a las jóvenes, para que puedan mirar al futuro con serenidad y crecer en armonía».
En un plano más amplio, el Papa insistió en «el respeto y la tutela de la vida en todas sus fases, desde la concepción hasta la vejez, hasta el momento de la muerte», así como en la necesidad de garantizar el acceso a la atención médica y a los medicamentos «según las necesidades de cada uno».
Paz, multilateralismo e integración
León XIV dedicó parte de su discurso a la situación internacional y, en particular, a los conflictos armados: «Son numerosas las guerras que devastan nuestro planeta», afirmó, tras evocar los llamamientos de Benedicto XV y Pío XII. En relación con la Franja de Gaza, expresó su «aprecio» por el trabajo del Gobierno italiano, especialmente en beneficio de los niños, «también en colaboración con el hospital Bambino Gesù».
A propósito del papel de Italia en la escena internacional, valoró la defensa del multilateralismo y consideró que «las complejas amenazas de nuestro tiempo exigen soluciones compartidas». Llamó a reforzar los mecanismos multilaterales «con objetivos centrados en la resolución de conflictos y en la promoción del desarrollo».
Sobre los fenómenos migratorios, elogió la acogida italiana y su compromiso contra la trata de personas, y animó a mantener vivo «el espíritu de apertura y solidaridad». No obstante, recordó que «una integración constructiva» exige también el reconocimiento mutuo de valores y tradiciones: «Cuanto más se reconoce y ama serenamente lo que uno es, más fácil es encontrarse e integrarse con el otro sin miedo y con el corazón abierto».
El Papa alertó además de la «tendencia a no apreciar suficientemente, en diversos niveles, los modelos y valores forjados a lo largo de los siglos» y denunció que se pretenda a veces «borrar su relevancia histórica y humana». En este contexto, advirtió contra los modelos «massificantes y fluidos», que ofrecen una «apariencia de libertad» y, en realidad, fomentan la dependencia de «formas de control» como «las modas del momento» o «las estrategias comerciales».
Cultura, memoria y futuro
De cara al centenario de los Pactos de Letrán, el Papa reiteró «la importancia de la distinción de ámbitos» entre Iglesia y Estado, y elogió la colaboración entre ambas instituciones «al servicio del bien común». Animó a que esta colaboración continúe desarrollándose «a la luz y en pleno respeto del Concordato de 1984».
También anunció que el próximo año se conmemorará el 800.º aniversario de la muerte de san Francisco de Asís, patrono de Italia, y consideró que esta efeméride constituye una ocasión para poner el acento en el cuidado de la «casa común». En este punto, evocó la figura del santo como modelo de respeto por la creación y recordó que Italia tiene una misión especial en la transmisión de una «cultura que reconoce la tierra como una hermana y una madre».
El Papa concluyó su intervención con un mensaje esperanzador al pueblo italiano: «Italia es un país de una riqueza inmensa, a menudo humilde y escondida, y que por eso necesita ser descubierta y redescubierta». E invitó a todos los italianos a lanzarse en esa «bella aventura» para «afrontar con confianza los desafíos presentes y futuros».







