(InfoCatólica) El Papa señala que la discusión sobre la ordenación de mujeres diáconos «ha sido una cuestión que se ha venido estudiando desde hace muchos años» y que aún requiere discernimiento. Subraya que antes de avanzar en este debate es necesario preguntarse por qué el propio diaconado permanente no se ha desarrollado adecuadamente en muchas partes del mundo.
También advierte contra una posible «clericalización» de la mujer como respuesta simplista a la desigualdad. «¿Simplemente queremos invitar a las mujeres a ser clericalizadas, y qué habría resuelto eso realmente?», se pregunta. En su opinión, hay aspectos estructurales y culturales que deben abordarse antes de poder plantear nuevas formas de participación ministerial.
Cabe destacar que el Santo Padre no se refiere en ningún momento a la posibilidad de ordenar mujeres como presbíteras.
Pregunta y respuesta:
«Dos de las cuestiones más delicadas que surgieron del Sínodo sobre la sinodalidad, en términos del debate que generaron, fueron el papel de la mujer en la Iglesia y el enfoque de la Iglesia hacia la comunidad LGBTQ+. ¿Qué opinó usted sobre el debate en torno a estos dos temas, y cómo piensa abordarlos ahora en su nuevo papel como Papa?»
«De forma sinodal. Para la mayoría de la gente, desde luego, existe la comprensión de que el papel de la mujer en la Iglesia debe seguir desarrollándose. Creo que, en ese sentido, hubo una respuesta positiva. Espero continuar siguiendo los pasos de Francisco, también en el nombramiento de mujeres para ciertos roles de liderazgo en distintos niveles de la vida de la Iglesia, reconociendo los dones que las mujeres tienen y que pueden contribuir a la vida eclesial de muchas maneras.
El tema se convierte en una cuestión delicada cuando se plantea específicamente la cuestión de la ordenación. De lo que habló concretamente el Sínodo fue de la posible ordenación de mujeres diáconos, una cuestión que se ha venido estudiando desde hace muchos años. Se han creado distintas comisiones por parte de distintos papas para preguntarse: ¿qué podemos hacer con esto? Creo que seguirá siendo un tema presente. Por el momento, no tengo la intención de cambiar la enseñanza de la Iglesia al respecto. Creo que antes hay algunas cuestiones previas que deben plantearse.
Solo un pequeño ejemplo. A principios de este año, cuando tuvo lugar el Jubileo para los diáconos permanentes —obviamente todos hombres—, sus esposas también estaban presentes. Tuve una catequesis un día con un grupo bastante numeroso de diáconos permanentes de habla inglesa. El grupo angloparlante es uno de los que están mejor representados, porque hay partes del mundo donde nunca se promovió realmente el diaconado permanente, y eso mismo se convirtió en una pregunta: ¿por qué hablar de ordenar a mujeres para el diaconado si el propio diaconado no se comprende, ni se ha desarrollado ni promovido adecuadamente dentro de la Iglesia? ¿Y cuáles son las razones de eso? Así que, aunque creo que hubo una inspiración significativa en la época del Concilio, cuando el diaconado permanente fue en efecto restituido, en muchas partes del mundo no ha llegado a ser lo que algunos pensaban que sería en su momento. Por tanto, creo que hay preguntas que deben plantearse en torno a este asunto.
También me pregunto —en relación con un comentario que hice en una de las ruedas de prensa en las que participé durante el Sínodo— sobre lo que a menudo se ha identificado como clericalismo en las estructuras actuales de la Iglesia. ¿Simplemente queremos invitar a las mujeres a ser clericalizadas, y qué habría resuelto eso realmente? Tal vez hay muchas cosas que deben examinarse y desarrollarse en este momento antes de poder llegar a plantear otras cuestiones.
Así es como veo las cosas ahora mismo. Ciertamente estoy dispuesto a seguir escuchando a las personas. Existen estos grupos de estudio; el Dicasterio para la Doctrina de la Fe, que tiene la responsabilidad sobre algunas de estas cuestiones, sigue examinando el trasfondo teológico e histórico de estos temas, y caminaremos con eso para ver qué surge.»







