(AICA/InfoCatólica) La Legión de María celebró el pasado 6 de septiembre su jubileo y el 104.º aniversario de su fundación. Bajo el lema «Peregrinos de Esperanza», los miembros participaron en una procesión por las calles del centro de Buenos Aires, que concluyó con la celebración de la Santa Misa en la catedral metropolitana. La Eucaristía fue presidida por el arzobispo de la ciudad, monseñor Jorge García Cuerva.
Durante su homilía, monseñor García Cuerva animó a los legionarios a perseverar en su labor misionera, difundiendo el amor de Dios y de la Virgen María. Subrayó el legado espiritual de la Legión, alentando a sus integrantes a ser auténticos peregrinos, con un corazón inquieto que desea llegar a todos, especialmente a quienes aún no conocen a Cristo.
Una obra laical al servicio de la Iglesia
La Legión de María es una asociación de fieles laicos de la Iglesia Católica que, en unión con la Santísima Virgen, se dedica a la oración, al crecimiento espiritual, al servicio al prójimo y al apoyo pastoral en las parroquias.
Fundada el 7 de septiembre de 1921 en Dublín, Irlanda, cuenta actualmente con millones de miembros activos y auxiliares en numerosos países. Su carisma ha sido valorado por los últimos pontífices y respaldado por el Concilio Vaticano II. El nombre de la organización expresa su finalidad: actuar con el espíritu de María, considerada la primera en presentar a Cristo a los hombres.
Abierta a toda persona dispuesta a servir, la Legión acoge a miembros de diferentes edades. Los legionarios activos participan en reuniones semanales que combinan la oración, la revisión del trabajo apostólico y la formación espiritual. Además, se comprometen a rezar diariamente una oración específica —la Catena—, a realizar semanalmente una acción apostólica acompañada y a guardar confidencialidad sobre lo tratado en las reuniones.
Entre sus principales actividades se incluyen las visitas a enfermos, la catequesis, la distribución de literatura religiosa, la colaboración en campañas formativas, la formación litúrgica y el acompañamiento espiritual a personas en situación de dificultad. Los grupos se estructuran por edades y están dirigidos por fieles laicos, con el acompañamiento de un sacerdote.







