(NCR/InfoCatólica) La campaña, promovida por la «Alianza de los Primeros Sábados de Fátima» —una federación mundial con sede en Francia—, busca dar a conocer la petición de la Virgen de practicar esta devoción y, en segundo lugar, «obtener la conversión del mundo», con la paz asociada al triunfo de su Inmaculado Corazón. Régis de Lassus, coordinador de Salve-Corde, la entidad que tutela la iniciativa, pidió unidad: «Mostremos a Dios que sabemos unirnos por una vez para obedecer esta petición esencial de Nuestra Señora».
La alianza invita a realizar la devoción de forma individual o a integrarse en un «Grupo de Primer Sábado» —o fundarlo—. En su web ofrece un mapa para localizar grupos cercanos, de momento centrado en Francia, y herramientas para crear nuevos. También facilita meditaciones mensuales.
Cuatro actos de devoción
Según explicó la Venerable Lúcia dos Santos, la Virgen pide cuatro actos el primer sábado durante cinco meses consecutivos: confesión con intención reparadora (aproximadamente dentro de los ocho días antes o después; algunos indican que durante este año jubilar puede ampliarse a 20), comunión —preferentemente ese día, admitiéndose dentro de la jornada siguiente si fuera necesario—, rezo de cinco decenas del rosario y, además, quince minutos de meditación sobre uno o varios misterios.
Estas indicaciones se remontan a 1925, en Pontevedra (España), ocho años después de Fátima, cuando la Virgen, con el Niño Jesús, se apareció a Lúcia, entonces postulante de las Doroteas. El Niño pidió «compasión del Corazón de tu santísima Madre, cubierto de espinas», y la Virgen añadió: «Prometo asistir en la hora de la muerte, con todas las gracias necesarias para la salvación, a quienes, durante cinco meses consecutivos, se confiesen, reciban la sagrada comunión, recen cinco decenas del rosario y me hagan compañía quince minutos, meditando los misterios del rosario, con intención de reparar».
La Virgen señaló dos condiciones para el fin de las guerras: el cumplimiento de los Primeros Sábados en toda la Iglesia y la consagración de Rusia a su Inmaculado Corazón, pedida posteriormente en Tuy (España) en 1929. De Lassus subrayó el 26 de agosto que la práctica de los Primeros Sábados «ha sido olvidada y debe cumplirse cuanto antes».
En una homilía el primer sábado de junio, en el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe (Wisconsin), el cardenal Burke destacó la importancia de la devoción y recordó una visión de Pontevedra en febrero de 1926: el Niño Jesús dijo a Lúcia que «muchas almas» habían comenzado la práctica, pero «pocas la terminan», y que le agradaba más «cinco decenas con fervor y con intención de reparar» que «quince en modo tibio». El purpurado indicó que no se trata de un acto aislado, sino de un «modo de vida».
Extensión internacional
De Lassus citó el apoyo de numerosos obispos y destacó el de la conferencia episcopal de Burundi, donde 10.000 fieles participaron en una celebración de Primer Sábado el 3 de mayo de este año, reuniéndose por primera vez en un país entero para responder a la invitación de la Virgen. Señaló además la acogida de monasterios, rectores de santuarios y otros responsables.
En agosto, la alianza organizó una novena para pedir que el papa León XIV practicase la devoción durante el «Jubileo de la Esperanza» de 2025. De cara al futuro, De Lassus indicó que el programa actual es «un paso» hacia la implantación permanente, y aludió a las «Ciudades de Primer Sábado» ya existentes, donde fieles de centenares de urbes realizan la práctica de forma coordinada.
Mirando al calendario, señaló que el 13 de junio de 2029 se cumplirá un siglo de la petición de consagración de Rusia, y concluyó: «Su triunfo bien podría tener lugar en estos tres años y medio que enmarcan ambos aniversarios. Depende de nosotros».
Qué es la devoción de los primeros sábados
La «devoción de los primeros sábados» es una práctica mariana orientada a la reparación por ofensas y blasfemias contra el Inmaculado Corazón de María —como negar su virginidad perpetua o la Inmaculada Concepción—. Nació en 1925 en Pontevedra (España) a partir de una aparición a Lúcia dos Santos. Consiste en cuatro actos el primer sábado durante cinco meses consecutivos: confesión con intención reparadora (en torno a ocho días antes o después), comunión preferentemente ese día, rezo de cinco decenas del rosario y quince minutos de meditación sobre uno o varios misterios. Según el mensaje transmitido, se prometen dos gracias a quienes la practican con verdadera devoción y arrepentimiento: asistencia de la Virgen en la hora de la muerte con las gracias necesarias para la salvación y paz en la tierra. Además, se señaló la difusión de esta práctica en toda la Iglesia —junto con la consagración de Rusia al Inmaculado Corazón— como condición vinculada al fin de las guerras.







