(InfoCatólica) En su carta, Cobo transmitió un saludo afectuoso y expresó su deseo de que el evento sirviera para disponerse a «entrar por la puerta santa» en este año jubilar, subrayando que ello contribuyera a un encuentro más profundo con Cristo, «quien acompaña y sostiene incondicionalmente nuestra vida».
El arzobispo pidió también que la asamblea produjera frutos abundantes en el anuncio del evangelio y rogó al Señor que concediera sabiduría y prudencia para promover una Iglesia de puertas abiertas, acogedora y fraterna. Señaló que la comunidad cristiana debía caminar desde el respeto, la compasión y la delicadeza, y recordó que Jesús en sus encuentros «sabía desvelar la humanidad de cada persona» y descubrir incluso las heridas y el sufrimiento.
Cobo afirmó que la centralidad de la persona y su dignidad debía ser normativa para todos los cristianos, con independencia de la complejidad de las situaciones o del mundo actual. En este sentido, animó a las comunidades cristianas a evitar todo tipo de discriminaciones y procesos que deshumanizan, fomentando una cultura del diálogo, el acompañamiento y la inclusión.
El cardenal explicó que se estaban abriendo puertas y actitudes pastorales que favorecieran el entendimiento y que ayudaran a los creyentes a sentirse «caminantes de esperanza». Concluyó su mensaje deseando una fecunda asamblea y un diálogo iluminado por el Espíritu Santo, al tiempo que envió un saludo cordial y su oración al «Dios Padre que nos abraza a todos».
Ni rastro de la enseñanza moral de la Iglesia
El arzbispo de Madrid no recordó la doctrina católica sobre las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo ni dijo nada sobre el peligro de condenación eterna de quienes viven en pecado sin intención de cambiar de vida.
Catecismo de la Iglesia Católica
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La homosexualidad designa las relaciones entre hombres o mujeres que experimentan una atracción sexual, exclusiva o predominante, hacia personas del mismo sexo. Revestida de formas muy variadas a través de los siglos y las culturas, su origen psíquico permanece en gran medida inexplicado. Apoyándose en la Sagrada Escritura, que los presenta como depravaciones graves (cf. Gn 19, 1-29; Rm 1, 24-27; 1 Co 6, 10; 1 Tm 1, 10), la Tradición ha declarado siempre que «los actos de homosexualidad son intrínsecamente desordenados». Son contrarios a la ley natural, cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. No pueden recibir aprobación en ningún caso.2358
Un número apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales profundamente arraigadas. Esta inclinación, objetivamente desordenada, constituye para la mayoría de ellos una prueba. Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta. Estas personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida y, si son cristianos, a unir al sacrificio de la cruz del Señor las dificultades que pueden encontrar a causa de su condición.2359
Las personas homosexuales están llamadas a la castidad. Mediante virtudes de dominio de sí mismo que eduquen la libertad interior, a veces con el apoyo de una amistad desinteresada, de la oración y la gracia sacramental, pueden y deben acercarse gradual y resueltamente a la perfección cristiana.
Carta del cardenal
Jose Cobo Cano
Cardenal arzobispo de Madrid
A quienes participáis en la asamblea de la Red Mundial de Católicos Arco Iris (GNRC)
Con motivo de la asamblea que se va a celebrar en Madrid del 22 al 26 de agosto de 2025, previa al jubileo de las personas con orientación sexual diversa y sus familiares que tendrá lugar en Roma, a principios de septiembre de este año, quiero haceros llegar un saludo afectuoso.
En el marco de este año jubilar, donde la Iglesia abre sus puertas a quienes se ponen a caminar juntos y en esperanza, deseo que este evento que habéis preparado os sirva para disponeros con intensidad para “entrar por la puerta santa”, y que ello redunde en un encuentro más profundo con Cristo. Él es el quien acompaña y sostiene incondicionalmente nuestra vida. Él nos conoce mucho mejor que nosotros mismos. A Él nos encomendamos y pido que esta asamblea regale frutos abundantes al servicio del anuncio de la alegría del evangelio en todos los contextos.
También pedimos al Señor que nos dé sabiduría y prudencia para propiciar una Iglesia donde nos escuchemos unos a otros, de puertas abiertas, acogedora y fraterna, capaz de caminar desde el respeto, la compasión y la delicadeza. Nunca haremos suficiente para alcanzar la calidad y la calidez de las acogidas de Jesús. En sus encuentros, Cristo sabía desvelar la humanidad de cada persona, descubría incluso las heridas y el sufrimiento, pasando a segundo plano cualquier otra consideración.
Con independencia de la complejidad de las situaciones y de nuestro mundo, la centralidad de la persona y su dignidad debería ser normativo para todos los cristianos.
Las comunidades cristianas, también en camino y deseosas de evitar todo tipo de discriminaciones injustas y procesos que nos deshumanizan, además de la acogida, debemos promover una cultura del diálogo, del acompañamiento y la efectiva inclusión de quien desea caminar en la Iglesia. Para eso estamos abriendo puertas nuevas y nuevas actitudes pastorales que posibiliten el entendimiento, y nos haga a todos sentirnos caminantes de esperanza.
Os deseo una fecunda asamblea y un diálogo iluminado por el Espíritu Santo.
Recibid un saludo cordial con mi oración al Dios Padre que nos abraza a todos.
Jose Cobo
Cardenal arzobispo de Madrid







