(InfoCatólica) El Papa León XIV envió el mes de mayo una carta al cardenal Robert Sarah en la que le nombra su enviado especial para las celebraciones del 400.º aniversario de las apariciones de Santa Ana en Sainte-Anne-d’Auray, en la Bretaña francesa. Los actos tendrán lugar los días 24 y 25 de julio en el santuario dedicado a la madre de la Virgen María, y se desarrollarán «en el rito correspondiente».
En su misiva en latín, el Pontífice subrayó que Sarah «presidirá en nombre del Papa y pronunciará palabras de aliento espiritual». Además, elogió al cardenal, a quien describió como «dotado de piedad y erudición, un trabajador diligente y fervoroso en la viña del Señor». Asimismo, León XIV animó a todos los participantes «a mantener viva la esperanza en el cumplimiento de las promesas de Dios», asegurando que este jubileo traerá «abundantes bendiciones espirituales y gracias de la bondad celestial».
La apariciones de Sainte-Anne-d’Auray
En el verano de 1623, el campesino bretón Yvo Nicolazic, analfabeto y conocido por su profunda fe, comenzó a vivir hechos no naturales en su campo, llamado Bocenno, cerca de Ker-Anna —«pueblo de Ana»—. En la noche del 25 al 26 de julio de 1624, víspera de la festividad de Santa Ana, Nicolazic afirmó haber visto a una mujer resplandeciente con una antorcha que le habló en bretón: «Me zo Anna, mamm Mari» («Soy Ana, madre de María»).
Al año siguiente, guiado por luces misteriosas y voces interiores, Nicolazic y varios vecinos hallaron en su campo una antigua estatua de madera de Santa Ana, oculta durante siglos tras la destrucción de una capilla en las guerras anteriores. Este descubrimiento reavivó la devoción popular.
En 1630, el obispo de Vannes autorizó la construcción de una capilla en el lugar, que pronto se convirtió en destino de peregrinos. El santuario, impulsado por la devoción popular y el respaldo de la realeza francesa, fue ampliándose hasta erigirse en basílica a finales del siglo XIX. Hoy es uno de los principales lugares de peregrinación en Francia, donde cada 26 de julio se celebra el «Grand Pardon».
El santuario de Sainte-Anne-d’Auray atrae especialmente a matrimonios con dificultades para concebir. Muchas parejas regresan tras el nacimiento de sus hijos para ofrecer como exvoto un pequeño calcetín de bebé. Santa Ana, considerada «abuela de los bretones», sigue siendo símbolo de vida y esperanza para miles de fieles.
Aunque la estatua original de Santa Ana desapareció durante la Revolución Francesa, el santuario sigue siendo un lugar de santificación y encuentro familiar, donde también se venera a los padres de María, Ana y Joaquín, y a sus supuestos abuelos apócrifos, Emerenciana y Stolanus.
Kenny, colaboradora del santuario, subraya: «Santa Ana, como madre y abuela, puede despertar en las mujeres el deseo de ser madres. En un mundo que promueve la muerte, ella es portadora de vida».