(Crux/InfoCatólica) El P. Moses Aondover Iorapuu, Vicario General Pastoral y Director de Comunicación de la diócesis de Makurdi, ha declarado que la situación podría desembocar en una respuesta armada por parte de los cristianos si el Gobierno no actúa con urgencia. «Llegará un momento en que los cristianos se verán obligados a tomar las armas para defender sus vidas y su fe», afirmó.
El ataque ocurrió el pasado domingo por la tarde y se prolongó durante dos horas, según explicó el P. Humphrey Boyo, párroco de San Patricio en Taraku, donde muchos supervivientes han encontrado refugio. «Durante este ataque, muchas personas perdieron la vida a manos de estos hombres malvados. Se trata de una guerra religiosa para conquistar el cristianismo», declaró.
Entre los afectados se encuentra la comunidad natal del obispo Wilfred Anagbe, quien en el pasado testificó ante el Congreso de los Estados Unidos y el Parlamento británico sobre la persecución de cristianos en Nigeria, especialmente en el estado de Benue. El P. Iorapuu ha insinuado que este ataque podría ser una represalia por esas declaraciones:
«Sospechábamos que habría consecuencias».
La Asociación Cristiana de Nigeria condenó enérgicamente los hechos en un comunicado:
«Nos duele profundamente la pérdida continua de vidas inocentes y el clima creciente de miedo. La violencia solo engendra más odio y heridas que pueden tardar generaciones en sanar».
El gobernador del estado de Benue, el sacerdote católico Hyacinth Alia, calificó los ataques como «atroces» y declaró que «estos criminales bárbaros, que se hacen pasar por pastores, muestran un desprecio flagrante por la vida humana».
Desde 2009, Nigeria ha sido escenario de una campaña sostenida de violencia islamista, comenzando con Boko Haram y continuando con grupos armados que actúan con impunidad. Según un informe de 2023 de la ONG católica Intersociety, al menos 52.250 cristianos nigerianos han sido asesinados en los últimos 14 años.
La persistente inacción gubernamental, sumada a la proximidad de instalaciones militares respecto a los lugares atacados, ha llevado a líderes locales como el P. Iorapuu a acusar al propio Gobierno de complicidad. «Todo el sistema está comprometido, y el ejército no es una excepción», denunció.
La tensión sigue en aumento, y la comunidad cristiana de Nigeria se enfrenta a un dilema cada vez más apremiante: resistir pasivamente o prepararse para la autodefensa.






