(Portaluz/InfoCatólica) El 8 de abril, la Misión Interministerial de Vigilancia y Lucha contra las Derivas Sectarias (MIVILUDES) —organismo oficial francés que monitorea las actividades sectarias— publicó su más reciente informe, abarcando las acciones ejecutadas entre 2022 y 2024. El documento no solo ofrece una panorámica de la situación del sectarismo en Francia, sino que también refleja dinámicas preocupantes con proyección internacional.
Uno de los datos más destacados es el tipo de denuncias recibidas en el periodo: las relacionadas con salud y bienestar (37 %) superaron por primera vez a las de carácter religioso o espiritual (35 %). En total, MIVILUDES recibió más de 13.000 solicitudes de información o advertencias en ese trienio, lo que revela un patrón en el que lo terapéutico adquiere un papel central. Tal como advierte el ministro François-Noël Buffet en el prólogo del informe: «las derivas sectarias, que solían limitarse a las esferas religiosa y espiritual, ahora afectan a áreas más amplias de nuestra vida cotidiana: salud, bienestar, formación, asesoramiento, etc.».
Otro aspecto alarmante que resalta el informe es el perfil de muchos de los individuos señalados por conductas potencialmente sectarias: cerca del 20 % pertenecían al ámbito de la salud mental y física, como psicólogos, psicoterapeutas o personal sanitario.
El informe también aborda la paradoja del contexto actual: a pesar del proceso de secularización, el deseo de espiritualidad permanece vigente. Como reconoce el equipo de MIVILUDES, «la secularización que está experimentando la sociedad francesa no ha extinguido el deseo individual de espiritualidad en todas sus formas, que se manifiesta en creencias religiosas o no religiosas y en diversas interacciones sociales». Esta búsqueda, explican, puede convertirse en terreno fértil para manipulaciones, ya que «las derivas sectarias no se caracterizan por la fe en sí misma, sino por su explotación con fines de manipulación».
Uno de los efectos colaterales de la crisis sanitaria reciente ha sido precisamente este resurgir de discursos espirituales alternativos. Tal como apunta el informe, «la reciente crisis sanitaria también ha tenido un impacto en las creencias en general, amplificando la retórica de carácter conspiratorio que cuestiona no sólo las instituciones públicas, sino también los datos obtenidos de la ciencia».
La nueva cara del fenómeno sectario: espiritualidades alternativas y pseudoterapias
La MIVILUDES pone el foco en una tendencia creciente: la expansión de creencias asociadas al universo New Age, alejadas de religiones organizadas pero centradas en prácticas como «brujería, magia (negra, blanca o verde), chamanismo, druidismo, “ciencias ocultas” (astrología, adivinación, lectura de manos, clarividencia, tarot, numerología...), activación de la energía, vibraciones o magnetismo». Estas propuestas, presentadas como caminos hacia «la búsqueda del yo, el bienestar y la felicidad inmediata», están lejos de ser inocuas.
Muchas de estas prácticas se vinculan directamente con técnicas esotéricas que prometen efectos físicos, incluso curativos, como «el reequilibrado de campos vibratorios o energéticos, la liberación de bloqueos internos, las constelaciones familiares, las terapias cuánticas, morfológicas o magnéticas». Este tipo de promesas puede implicar un riesgo real para la salud, sobre todo cuando sustituyen o interfieren con tratamientos médicos convencionales.
Pandemia, vulnerabilidad y auge de lo alternativo
El informe subraya el papel catalizador que tuvo la pandemia de COVID-19 en la expansión de terapias no convencionales. Las personas afectadas física o emocionalmente se han convertido en blanco fácil de ofertas «alternativas». El ministro Buffet lo señala sin rodeos: «en el ámbito de la atención sanitaria, las terapias alternativas y las prácticas no convencionales han aumentado debido a la gran vulnerabilidad de las personas que sufren enfermedades físicas o mentales». Además, alerta que «los menores son más susceptibles a los mensajes que circulan en las redes sociales».
Los efectos pueden ser devastadores. El informe advierte que «es común que la salud de los miembros de grupos que utilizan prácticas posiblemente sectarias se vea comprometida», al punto de que «algunas personas son alentadas e incluso obligadas a usar sustancias psicotrópicas, a veces clasificadas como narcóticos, para alcanzar “estados superiores” o “cambiar su conciencia”, a menudo bajo la cobertura de rituales chamánicos ancestrales».
A esto se suma el abandono de tratamientos médicos convencionales, un patrón reiterado por la MIVILUDES: «un adepto, por consejo de su “guía”, reemplazó los antipsicóticos por aceites esenciales y terminó teniendo que ser ingresado en un hospital psiquiátrico». En otros casos, decisiones similares han tenido consecuencias fatales: «varias mujeres con cáncer de mama murieron después de rechazar las intervenciones quirúrgicas necesarias por consejo del movimiento internacional de yoga al que pertenecían».
Derivas sanitarias: un riesgo extremo
El organismo advierte que, cuando el fenómeno sectario se entrelaza con el ámbito de la salud, el peligro se multiplica. Así lo recoge el documento: «a los riesgos habituales» de las sectas «de ruptura con la familia y los allegados, exigencias financieras exorbitantes y trastornos psicológicos causados por una relación de dominación», en el caso de las pseudoterapias «se añaden los riesgos de retraso en el diagnóstico y de pérdida de posibilidades de curación, o incluso corre peligro la supervivencia cuando la persona padece una enfermedad grave».
El proceso de captación suele ser progresivo: el supuesto terapeuta introduce poco a poco al paciente en un sistema cerrado, con cursos, talleres y retiros que fomentan una relación de dependencia. Dentro de las preocupaciones más serias, se destacan «los tratamientos alternativos contra el cáncer, los abusos de la naturopatía, los peligros del ayuno y los abusos en el campo de la salud mental».
Según la MIVILUDES, estas prácticas «pueden abrir la puerta a derivas sectarias», ya que los pacientes «se desvían de su tratamiento y se dirigen a médicos “autodeclarados” que poco a poco sustituirán a su médico». De hecho, alerta que «ahora es habitual encontrar sesiones de reiki, magnetismo y cuencos tibetanos en los establecimientos de salud pública», lo que plantea un problema ético y sanitario.
Víctimas vulnerables: niños, discapacitados y enfermos de cáncer
El informe expresa una preocupación particular por los menores y personas con discapacidad, quienes resultan especialmente vulnerables a las prácticas sectarias. Se cita el caso de un niño autista que fue encerrado en su habitación y privado de terapias esenciales como la logopedia, y se denuncia la difusión de etiquetas pseudocientíficas como la de los «Niños Índigo».
También se señala que las personas sordas, debido a su aislamiento y necesidad de vínculos sociales, pueden ser fácilmente captadas por estos grupos. En cuanto a los enfermos oncológicos, MIVILUDES advierte que son blancos frecuentes de pseudoterapeutas que sustituyen tratamientos médicos por prácticas sin base científica. Se han documentado casos graves, como la promoción de la orinoterapia y de la Nueva Medicina Germánica, esta última relacionada con múltiples fallecimientos, según testimonios de familiares. Varios de estos casos han sido remitidos a la fiscalía.
