(Lifenews/InfoCatólica) La nueva cláusula 11 del proyecto de ley de orden público fue aprobada por 297 votos a favor y 110 en contra. Creará las denominadas «zonas de seguridad» alrededor de los centros de aborto, y hará que sea ilegal interferir «con la decisión de cualquier persona de acceder, proporcionar o facilitar la prestación de servicios de aborto en esa zona de seguridad», un delito castigado con hasta 2 años de prisión.
La enmienda fue presentada originalmente por la diputada Rupa Huq, pero después de que fuera suspendida del partido laborista mientras se le investiga por el racismo contra el ex canciller Kwasi Kwarteng, la movió en su lugar la diputada laborista Stella Creasy.
«Un día negro para la democracia y las libertades civiles básicas»
Alithea Williams, responsable de políticas públicas del SPUC, dijo: «Este es un día negro para la democracia y las libertades civiles básicas. Ciudadanos normales y pacíficos se arriesgan ahora a ser encarcelados por el simple hecho de rezar en público y ofrecer ayuda a mujeres necesitadas. El Parlamento acaba de criminalizar literalmente la compasión.
«Y esa es la cuestión», continuó. «No se trata sólo de un ataque escandaloso a las libertades civiles, sino que elimina un verdadero salvavidas para las mujeres. Muchos niños están vivos hoy porque su madre recibió ayuda y apoyo de una persona compasiva pro-vida fuera de una clínica. Muchas mujeres sienten que tienen que elegir si quieren abortar, y las vigilancias provida les dan opciones. Ahora les han quitado sus opciones».
«Una sociedad solidaria no criminaliza a la gente por ofrecer ayuda a las madres vulnerables».
Los parlamentarios que hablaron en contra de la enmienda relataron las historias de mujeres que habían recibido ayuda de voluntarios fuera de las clínicas de aborto.
Sir Edward Leigh citó a Alina Dulgieriu, que recibió la ayuda que necesitaba para dar a luz a su hija Sara fuera de la clínica abortiva de Ealing. Dijo: «El día que me dirigí a la clínica abortiva es el más oscuro que ha conocido mi corazón. Lo único que necesitaba era ayuda hasta que diera a luz. Una señora y un folleto, eso fue todo lo que necesité. Allí mismo, en la escalinata del centro abortista, de toda esa oscuridad por fin sentí esperanza. Sentí por primera vez que mi hijo era deseado, no sólo por mí, sino también por completos desconocidos. Por primera vez sentí que no caminaba sola el día en que debía acabar con la vida que llevaba dentro, mi hijo.
No puedo expresar la alegría y lo plena que me he sentido como mujer, como madre, al tener la oportunidad de tener a mi hijo. Una sociedad justa y solidaria no criminaliza a la gente por ofrecer ayuda a las madres vulnerables».