Ceguera
Es triste verse privado de la vista, de ese sentido que nos permite percibir los objetos mediante la acción de la luz. Pero la ceguera puede consistir también en una alucinación, o en un afecto que ofusca la razón. Uno puede estar ciego a fuerza de confusión, trastornado no tanto por la imposibilidad física de ver sino por la resistencia a hacerlo.
Según Santo Tomás de Aquino la ceguera de la mente es uno de los vicios que se oponen al don de entendimiento: “Como la ceguera corporal es la privación de lo que es principio de visión corporal, así también la ceguera de la mente es privación de lo que es principio de la visión mental o intelectual” (STh II-II 15 1).
Sin una especie de ceguera no se podría entender un hecho tan grave como el recurso al aborto y, menos aun, la justificación intelectual, moral y legal de este hecho. No se trata de que la realidad no sea diáfana; se trata más bien de que nos negamos a verla, a reconocerla tal cual es, y a llamar a cada cosa por su nombre.