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23.10.23

La gracia eficaz, los condicionales y "El Principito"

Principito

Entre las diversas proposiciones que se estudian en la lógica se encuentran el condicional y el bicondicional, o como se dice también, el implicador y el doble implicador.

Ejemplo del primero es “Si se somete el agua a una temperatura de cien grados, entra en ebullición”, y ejemplo de lo segundo es “Pedro es capaz de reír si y sólo si es hombre”.

En el primer caso estamos diciendo que someter el agua a una temperatura de cien grados es condición suficiente para que el agua entre en ebullición, es decir, alcanza con ello para obtener ese resultado, el cual por tanto se sigue necesariamente de ese antecedente.

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22.03.23

Martín Lutero, el sentido compuesto y el sentido dividido

Trento

En “De Servo Arbitrio” (“Sobre el albedrío esclavo”) Lutero expone lo central de su pensamiento, consistente en la total pasividad del hombre en la obra divina de la salvación. Usualmente se piensa que esto se debe a la concepción luterana sobre la radical corrupción de la naturaleza humana luego el pecado original, pero el argumento que expone Lutero en esta obra, al menos, uno de ellos, hace pensar que esa idea tiene una causa más general y profunda, que es la imposibilidad en Lutero de conciliar la Omnipotencia divina con la libertad de las creaturas racionales. Sobre esta base, incluso antes del pecado original, o sin él, habría que reconocer igualmente que el ser humano carece de libre albedrío, porque, como subraya Lutero en esta obra, Dios es Inmutable y necesariamente Omnipotente.

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14.04.22

¿Es posible un mundo en el que todos se salven?

Coronación de MaríaEn un reciente video, nuestro talentoso compañero Dante Urbina plantea la pregunta sobre porqué Dios crea a personas que sabe que se condenarán.

Su respuesta es que una consecuencia inevitable de la creación de seres libres es la posibilidad de que algunos de ellos opten por rechazar el llamado de Dios y se condenen, y que la única forma en que ello podría evitarse es creando Dios seres que no fuesen libres y que obrasen determinísticamente el bien, que en ese caso, obviamente, ya no sería el bien, por lo mismo que no se haría libremente.

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2.07.21

Acerca de la gracia suficiente

Dado que Dios ha querido libremente ordenar a las creaturas racionales a un fin sobrenatural, que como tal no puede ser alcanzado mediante actos puramente naturales de estas creaturas, de donde éstas necesitan absolutamente de la gracia de Dios, que eleva los actos de estas creaturas al orden sobrenatural, para llegar a su fin último, y teniendo en cuenta que los mandamientos divinos se ordenan precisamente a conducir a las creaturas racionales hacia ese fin último sobrenatural, y que Dios no manda lo imposible, porque sería injusto que la creatura se condenara por no hacer lo que no podía hacer, o por hacer lo que no podía evitar hacer, se sigue de ello que Dios da la gracia que hace posible el cumplimiento de los mandamientos, y ésa es la que los teólogos llaman “gracia suficiente”. 

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27.04.17

Dios ama desigualmente a todos los hombres.

GratuidadDios no ama igualmente a todos los hombres, sino que ama a todos los hombres en forma desigual.

Retomamos aquí un tema tratado ya con mucho acierto por el P. Iraburu.

La explicación teológica, luminosa como siempre, la trae Santo Tomás en Ia, q. 20, a 3:

“Como amar es querer el bien para alguien, en un doble sentido puede decirse amar más o menos. 1) Uno, por parte del mismo acto de la voluntad, que puede ser más o menos intenso. En este sentido, Dios no ama a unos más que a otros, porque todo lo ama con un solo y simple acto de voluntad, que siempre tiene la misma intensidad. 2) Otro, por parte del mismo bien que alguien quiere para el amado. Y, en este sentido, decimos que alguien ama más a otro si el bien que se le desea es mayor, aun cuando no sea con una más intensa voluntad. Y en este sentido es en el que hay que decir que Dios ama a unos más que a otros. Pues como el amor de Dios es causa de la bondad de las cosas, como ya se dijo, una cosa no sería mejor que otra si Dios no quisiera para ella un mayor bien.”

Veamos ahora lo que dice el Magisterio de la Iglesia al respecto.

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