Esperanza, ¿cristiana o atea?

La esperanza cristiana, sin embargo, es la certeza de una realidad que se nos brinda como regalo de Dios y como plenitud humana. Y Dios cumple siempre sus promesas. Es una esperanza que nos lleva a amar de verdad, a Dios y a los hermanos, hasta el extremo de dar la vida.

El hombre no puede vivir sin esperanza. La esperanza es el motor de la vida humana. Depende de dónde ponga el hombre sus esperanzas, para que se sienta más o menos realizado, cuando alcanza lo que espera. O, por el contrario, se sienta defraudado cuando no se cumple aquello que esperaba.

La esperanza cristiana se apoya en Dios, que es fiel y cumple siempre. La esperanza cristiana es una virtud teologal, que tiene a Dios como origen porque es Él quien la infunde en nuestros corazones, es una virtud que nos lleva a fiarnos de Dios y a desear que cumpla en nosotros y en el mundo sus promesas. Dios Padre nos promete hacernos partícipes de su vida en plenitud y para siempre. Por medio de su Hijo Jesucristo nos ha redimido del pecado y nos ha hecho hijos suyos. Nos da constantemente el don de su Espíritu, que llena de esperanza nuestros corazones. Nos llama a vivir en comunidad en su Santa Iglesia, como familia de Dios que anticipa el cielo nuevo y la nueva tierra.

La esperanza cristiana ha transformado la historia de la humanidad. Ha llenado el corazón de muchos hombres y mujeres, moviéndoles a dar su vida por Cristo y por el Evangelio. Es una esperanza que la muerte no interrumpe, sino que precisamente en la muerte encuentra su cumplimiento, pues la muerte nos abre al encuentro definitivo y pleno con Dios para siempre en el cielo. Es una esperanza que nos lleva a amar de verdad, a Dios y a los hermanos, hasta el extremo de dar la vida.

Para los que no tienen a Dios, o porque no le conocen todavía o porque lo han rechazado, hay otra esperanza, que no tiene tanto alcance ni mucho menos. Es una esperanza de los bienes de este mundo, que aún siendo buenos son pasajeros. Esperar la salud, la prosperidad terrena de los míos. Esperar cosas de este mundo, que aún siendo buenas nunca sacian el corazón humano. En definitiva, cuando no es Dios el motor de nuestra esperanza, vivimos con las alas recortadas sin vuelos largos que entusiasman y llenan el corazón. Una esperanza sin Dios es una esperanza temerosa de perder incluso aquello poco que se tiene (y es mayor el temor de perderlo, si es mucho lo que se ha alcanzado). Dios es la única garantía que elimina todo temor, y nos hace vivir en el amor.

El marxismo ha predicado una esperanza, que al concretarse en la realidad histórica a lo largo del siglo XX, ha supuesto un rotundo fracaso. He ahí el progreso de los países socialistas del Este. Cuando en 1989 cayó el muro, pudimos constatar la pobreza inmensa de los que esperaban el “paraíso terrenal”, que nunca ha llegado. La esperanza marxista es el sueño de algo que no existe (utopía). Es una esperanza engañosa, porque pone en movimiento al hombre y a la sociedad, pero lo hace proyectando un espejismo, que nunca se realiza. Esta esperanza ha llevado al odio por sistema, a la lucha de clases, a la revolución e incluso al terrorismo.

La esperanza cristiana, sin embargo, es la certeza de una realidad que se nos brinda como regalo de Dios y como plenitud humana. Y Dios cumple siempre sus promesas. La esperanza cristiana brota de la certeza generada por la fe, no es una proyección del corazón humano que inventa lo que no tiene, soñando aunque sea mentira. Y lo que Dios nos promete ya existe, está preparado, lo veremos plenamente en el cielo, y lo vemos continuamente realizado por el amor en nuestras vidas. No es una utopía, sino una realidad futura, que se va haciendo presente en la medida en que esperamos y nos abrimos al don de Dios.

Que el tiempo de adviento nos haga crecer en la esperanza, de la buena. Esa esperanza que se apoya en Dios y no defrauda. Que este tiempo santo disipe tantos ídolos, que quizá nos llevan a esperar, pero con una esperanza que desaparece como el humo.

El corazón humano no puede vivir sin esperanza. Pongamos en Dios nuestra esperaza, y nunca seremos defraudados

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7 comentarios

vicente de valencia
esperanza cristiana porque sólo en Cristo hay esperanza.
13/12/10 10:27 AM
Ricardo de Argentina
¡Esto está para el bronce! ¡Qué claridad meridiana!
Creo que el único comentario que merece este artículo es una recomendación a releerlo y a recordarlo. Da unos argumentos excelentes para tenerlos a mano siempre.
13/12/10 1:51 PM
Liliana
Que alegria y cuanta esperanza ver al arbol-Iglesia como comienza a brotar.
En esta Navidad si que habra novedad.
Cantemos todos el nacimiento del Niño Dios en los corazones de los bautizados.
¡Aleluya!!!
14/12/10 12:49 AM
Puri
Es muy cierto lo que dice, el único que no nos falla -aunque a veces no lo entendemos - es DIOS, que nos AMA solo como ÉL puede hacerlo, siendo TODO. Y ese camino de Esperanza no lo podemos perder.
Aprovechemos para que en éste tiempo de Adviento, se note que celebraremos el Nacimiento del Niños Jesús, en nuestros actos, en nuestras obras y no sean unas fiestas solamente de vacaciones o de consumo innecesario. DIOS NOS REGALA A NUESTRO SALVADOR !!!
TIEMPO DE ESPERANZA !!!!
16/12/10 1:12 AM
María
Este artículo es maravilloso,hay q leerlo porque está lleno de ternura de amor de paz y de esperanza,el sentido del adviento
es avivar en los creyentes la espera del Señor.Busquemos lo q
favorece el bien común..nuestro corazón sea sensible para buscar lo mejor y no olvidar nunca a los más humildes.Señor
seamos en verdad la manifestación del Reino de Dios en nuestro mundo.""JESUS ES EL CAMINO LA VERDAD Y LA VIDA. Y ES ÉL QUE NO TE ABANDONA NUNCA""DIOS ES AMOR""
17/12/10 1:25 PM
alonso c
También a mi me ha parecido un excelente canto a la Esperanza este ensayo; a la única Esperanza de paz y felicidad que es el mensaje de salvación de Dios Todopopderoso Nuestro Señor.

Solo una pequeña puntualización. En mi opinión, no era necesario que cayese el muro de Berlin para que supieramos cual era la pesadilla de vivir las carencias vitales de libertad y persecución que se produjeron allí contra los católicos. En aquellos tiempos, los descreidos se reian de la promesa de la Virgen de Fatima sobre la conversión de Rusia. Yo mismo dudaba que el milagro ocurriera, pero se cumplió, y hoy las iglesias ortodoxas cristianas florecen entre fieles llenos de Fe en Nuestro Señor Jesucristo.
17/12/10 9:21 PM
Javier Pérez
La esperanza cristiana es aquella que cree en Jesús de Nazaret y su proyecto: "El Reino de Dios" y empieza hacerla realidad aquí entre nosotros, donde comencemos a vivir como iguales y un día esto que uno cree y ya ha empezado a realizarse aquí, será plena en la resurrección.
18/12/10 12:54 PM

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