«El papel de la mujer no nos divide», por Elena Zhosul

En la actualidad la mujer en la Iglesia rusa tiene todas las puertas abiertas, a excepción de las que llevan al altar. Sin embargo, a nadie se le ocurre reivindicar derechos particulares como el libre acceso de las mujeres al ministerio sacerdotal; la del sacerdocio femenino para nosotros es una categoría completamente impensable. Y, para apoyar esta postura, podríamos aducir muchísimos argumentos teológicos.

Las diferencias entre la ortodoxia y el catolicismo tienen muchos siglos de historia. Estas miradas diferentes con respecto a muchas cuestiones ofrecen la oportunidad para que reflexionen los historiadores de la iglesia, los teólogos y los diplomáticos, además de estimular el desarrollo del diálogo intereclesial, cuya importancia está muy presente tanto en la Iglesia ortodoxa rusa y la Iglesia católica romana. Las relaciones entre los ortodoxos y los católicos en la actualidad se desarrollan dinámicamente, los desafíos de la modernidad los han convertido en socios naturales, cuyas posturas ante una serie de cuestiones éticas coinciden perfectamente. Pero, ¿cómo van las cosas en relación con el papel de la mujer en la Iglesia y en la sociedad, cuestión que no ha perdido actualidad?

Algunos medios occidentales que se ocupan de información religiosa parecerían buscar pretextos para sembrar discordia entre las Iglesias hermanas, por ejemplo al etiquetar a la Iglesia ortodoxa rusa como «anti-feminista» y al contraponer la postura de Papa Francisco a la del Patriarca Kirill sobre el papel de las mujeres en la sociedad y en la Iglesia.

De esta manera existe el riesgo de sacar conclusiones apresuradas sobre las supuestas diferencias entre las posturas de Moscú y de Roma sobre el lugar de la mujer en la Iglesia, con base en poca información sobre el verdadero estado de la cuestión en la Iglesia ortodoxa rusa. Por ello trataré de ofrecer una breve explicación al respecto. Se trata de una explicación que podría ser considerada «de primera mano», puesto que proviene de una mujer, laica, hija de la Iglesia ortodoxa rusa, que trabaja en las estructuras educativas de la Iglesia y que conoce bien las diferentes posturas de los ambientes eclesiásticos, incluidas las de la «cuestión femenina».

Antes que nada, es necesario responder lo siguiente: ¿existe en la acutalidad esta famosa «cuestión femenina» en la Iglesia rusa? Y la respuesta adecuada, sin muchos titubeos, sería: no, este problema en la vida actual de la ortodoxia rusa no subsiste. La llamada «cuestión femenina» no forma parte del debate público eclesial y social en Rusia, simplemente porque no hay necesidad de plantearla. Y las posibles respuestas a la cuestión se saben de antemano.

En la actualidad no hay ninguna discusión particular en curso sobre el papel de la mujer en la Iglesia rusa. La cuestión, naturalmente, se puede discutir entre los ambientes de los medios ortodoxos y de vez en cuando puede llegar incluso a toda la Iglesia (por ejemplo durante el fórum anual de la Unión de las mujeres ortodoxas), puede también convertirse en objeto estudio entre algunos investigadores de algunas instituciones científicas y llegar a conformar monografías de algunos profesores de universidades y academias ortodoxas sobre el papel histórico de las mujeres en la Iglesia. Sin embargo, en estas discusiones no se replantea ningún «estatus» particular para la mujer en la Iglesia, ni se constata la insuficiencia de sus derechos u oportunidades, ni mucho menos se reivindica su función en la práctica litúrgica, más allá de la que ya tiene durante los servicios litúrgicos en el canto y las lecturas.

¿Por qué no se habla de ello? Simplemente porque no hay necesidad. Las mujeres ortodoxas en la actualidad no necesitan ningún rango particular ni derechos o poderes suplementarios en la Iglesia. En la actualidad, las mujeres en la Iglesia ortodoxa rusa tienen un amplio espectro de posibilidades, tanto a nivel espiritual como por el trabajo creativo, además de una plena realización social. El feminismo es, en cuanto fenómeno, ajeno a la población femenina ortodoxa rusa. No existe ninguna hostilidad, sino simplemente esta polémica no pertenece al área de nuestra vida. Gracias a Dios esta enfermedad no se ha difundido entre nosotros...

En la historia moderna y contemporánea de la ortodoxia rusa las mujeres han jugado un papel especial. En los años del ateísmo militante de estado en la URSS, las comunidades de las pocas parroquias ortodoxas consistían principalmente en mujeres laicas. Como se suele decir, en el siglo XX la fe en Rusia se salvó gracias a las abuelitas de Iglesia que, a pesar de la propaganda atea, continuaban yendo a misa, salvaban íconos y Biblias en sus baúles, bautizaban a escondidas a sus nietos... El Patriarca Kirill no deja pasar la ocasión para subrayar el heroísmo de estas mujeres y su fidelidad a Dios y a la Iglesia.

Hoy, en la vida de la iglesia rusa las mujeres tienen un papel activo. Muchos proyectos sociales, de beneficiencia, editoriales... son posibles gracias a las mujeres. Hay muchas jefas de redacción en un buen número de medios de comunicación ortodoxos, mujeres laicas con una muy buena educación. Y no hace mucho, algunas mujeres han empezado a ocupar responsabilidades en departamentos sinodales, las estructuras de gobierno de la Iglesia.

Las mujeres que han decidido dedicarse al estudio tienen libre acceso a las instituciones de educación, a las universidades ortodoxas, a la Escuela de Doctorado y a los altos estudios teológicos. Las que tienen las energías creativas de Marta, la hermana de Lázaro, encuentran formas de involucrarse en las obras de caridad y de beneficencia en muchos secotres de la vida de la Iglesia. Las que quieren seguir la vía de María, la hermana de Marta y de Lázaro, al elegir, como ella, la «mejor parte», encuentran con facilidad su camino, pues en la Iglesia rusa se abren constantemente nuevos monasterios femeninos y la vida monástica sigue creciendo.

Es decir, en la actualidad la mujer en la Iglesia rusa tiene todas las puertas abiertas, a excepción de las que llevan al altar. Sin embargo, a nadie se le ocurre reivindicar derechos particulares como el libre acceso de las mujeres al ministerio sacerdotal; la del sacerdocio femenino para nosotros es una categoría completamente impensable. Y, para apoyar esta postura, podríamos aducir muchísimos argumentos teológicos.

En resumen, en la Iglesia rusa no sentimos ninguna necesidad de «elevar» la condición de las mujeres, puesto que ya se encuentra muy elevada y corresponde a la medida misma de nuestras necesidades. Creo que el de los derechos de las hijas de Eva no es un argumento adecuado a la hora de tratar de crear oposiciones entre las dos grandes Iglesias de la cristiandad. Estas dos Iglesias actúan en la actualidad juntas para salvar, dentro de la civilización europea, los conceptos de una familia fuerte y de los papeles diferentes, y armoniosamente complementarios, de las mujeres y de los hombres en la Iglesia, en la sociedad y en el Estado.

 

Elena Zhosul, directora de la Cátedra de Periodismo y Relaciones Públicas de la Universidad Ortodoxa Rusa de Moscú.

Publicado originalmente en Vatican Insider

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