En defensa de la Conferencia Episcopal del Brasil

En defensa de la Conferencia Episcopal del Brasil

La Iglesia está al servicio del Reino de Dios, anunciando el Evangelio y sus valores, pero «no se confunde en modo alguno con la comunidad política ni está ligada a sistema político alguno» (Gaudium et spes, 76).

Últimamente se han escuchado muchas críticas e incluso ofensas e insultos a la Conferencia Episcopal del Brasil que requieren aclaraciones, porque desorientan a los católicos.

A LOS QUERIDÍSIMOS HERMANOS LAICOS, en cuyo año estamos (Año del Laicado en el Brasil), les recuerdo paternalmente que la Iglesia, como madre, los ama, quiere su bien y desea escucharlos también.

Sinceramente les digo que esos insultos a la Conferencia Episcopal me alcanzan también a mí de cierta manera, ya que formo parte de ella por ser obispo católico en plena comunión con la Iglesia, por la gracia de Dios. A los que piensan que la Conferencia es sólo una oficina central, una agencia o «casi un sindicato de los obispos», debo explicarles que la Conferencia es el conjunto de los obispos de Brasil, que ejercen colectivamente ciertas funciones pastorales en favor de los fieles de su territorio (Código de Derecho Canónico, 447). Como explicó San Juan Pablo II en la Carta Apostólica Apostolos suos, «es muy conveniente que en todo el mundo los obispos de la misma nación o región se reúnan en una asamblea, coincidiendo todos en fechas prefijadas, para que, comunicándose las perspectivas de la prudencia y de la experiencia y contrastando los pareceres, se constituya una santa conspiración de fuerzas para el bien común de las Iglesias». «La unión colegial del Episcopado manifiesta la naturaleza misma de la Iglesia [...] Así como la Iglesia es una y universal, así también el Episcopado es uno e indiviso [y] se extiende tanto como la realidad visible de la Iglesia, expresando su rica variedad. Principio y fundamento visible de tal unidad es el Romano Pontífice, cabeza del cuerpo episcopal». «El Espíritu Santo os ha constituido obispos para pastorear la Iglesia de Dios, que él adquirió con su propia sangre» (Hch 20, 28).

Pero conviene resaltar que la Conferencia Episcopal, que es una institución eclesiástica, no existe para anular el poder de los obispos, que son de institución divina. El Papa emérito Benedicto XVI, cuando era cardenal, habló sobre uno de los «efectos paradójicos del postconcilio»: «El decidido impulso a la misión del obispo (en el Concilio) se ha visto atenuado, e incluso corre el riesgo de quedar sofocado, por la inserción de los obispos en Conferencias Episcopales cada vez más organizadas, con estructuras burocráticas a menudo poco ágiles. No debemos olvidar que las Conferencias Episcopales [...] no forman parte de la estructura imprescindible de la Iglesia tal como la quiso Cristo; solamente tienen una función práctica concreta». Y continúa explicando que esto es precisamente lo que reafirma el Derecho Canónico, que fija los ámbitos de autoridad de las Conferencias, que «no pueden actuar en nombre de todos los obispos, a no ser que todos y cada uno hubieran dado su propio consentimiento» o se trate de «materias ya establecidas por el derecho común o por un mandato especial de la Sede Apostólica». Así lo recuerdan el Código y el Concilio: «el obispo es el auténtico doctor y maestro de la fe para los creyentes a él confiados». «Ninguna Conferencia Episcopal tiene, en cuanto tal, una misión de enseñanza; sus documentos no tienen un valor específico, sino el valor del consenso que les es atribuido por cada obispo» (Ratzinger, Informe sobre la Fe).

Dicho esto, recordamos que el espíritu de fe y el respeto que el católico debe a la jerarquía de la Iglesia le impiden tratar a la Iglesia como una sociedad cualquiera. Si la llamamos «santa Madre Iglesia», es porque la consideramos nuestra madre, merecedora de todo nuestro respeto y amor. Y no se exponen los defectos de la madre en público, sobre todo en las redes sociales. Pero ya que lo hicieron, hago aquí algunas aclaraciones.

La Iglesia, divina en su fundación, gracia, sacramentos y doctrina, pero humana, en los miembros que la componen, tiene, por eso mismo, debilidades y pecados en sus miembros.

«Creemos en la Iglesia una, santa, católica y apostólica [...]. Es, pues, santa, aunque abarque en su seno pecadores [...]. Por lo que se aflige y hace penitencia por aquellos pecados, teniendo poder de librar de ellos a sus hijos por la sangre de Cristo y el don del Espíritu Santo» (Credo del Pueblo de Dios). «La Iglesia encierra en su propio seno a pecadores, y siendo al mismo tiempo santa y necesitada de purificación [...] va peregrinando entre las persecuciones del mundo y los consuelos de Dios»
(Lumen Gentium, 8).

Nuestro Señor comparó su Reino a una red llena de peces, buenos y malos (Mt 13,47-50). La separación de unos y otros tendrá lugar al final de los tiempos. Quien quiera ahora una Iglesia compuesta únicamente de santos tendría que morir e ir al cielo, donde solo están los buenos. Así pues, no perdamos la fe al ver los errores de la parte humana de la Iglesia.

En el conjunto del episcopado brasileño, hay muchos obispos sabios y santos. Pero también hay obispos como yo. Y no por eso somos menos dignos de respeto.

Al combatir los errores que existen en la parte humana de la Iglesia, no podemos perder el respeto a las personas, sobre todo a las autoridades de la Iglesia, ni mucho menos desprestigiarlas, para alegría de sus enemigos, con ofensas, exageraciones, medias verdades e incluso mentiras, cayendo en otro error. Las medias verdades pueden ser peores que la mentira descarada.

Cualquier persona no católica que lea ciertos sitios y mensajes de algunos católicos críticos en los que se injuria a los obispos y las autoridades de la Iglesia, sin duda pensaría: «¡Es imposible que esas personas sean católicas, porque no se habla así de la propia familia!».

Por otro lado, A MIS QUERIDÍSIMOS HERMANOS EN EL EPISCOPADO les recuerdo humildemente que, incluso cuando exageran y sobrepasan los límites, los clamores de los fieles laicos pueden estar reflejando el «sensus fidelium», que debemos escuchar.

Es hora de recuperar el buen nombre de nuestra Conferencia Episcopal. No podemos tolerar pacíficamente tantos abusos doctrinales y litúrgicos que vemos en nuestras Iglesias y que tanto hacen sufrir a nuestros fieles. ¿No será que están cansados de tanto aguantar ciertas invenciones litúrgicas y aberraciones doctrinales? ¿No estará ocurriendo lo que San Juan Pablo II describió en su Encíclica Ecclesia de Eucharistia: «A esto se añaden, en diversos contextos eclesiales, ciertos abusos que contribuyen a oscurecer la recta fe y la doctrina católica sobre este admirable Sacramento. Se nota a veces una comprensión muy limitada del Misterio eucarístico. Privado de su valor sacrificial, se vive como si no tuviera otro significado y valor que el de un encuentro convival fraterno [...]» (n. 10). «Por desgracia, es de lamentar que, sobre todo a partir de los años de la reforma litúrgica postconciliar, por un malentendido sentido de creatividad y de adaptación, no hayan faltado abusos, que para muchos han sido causa de malestar [...]» (n. 52). «El Misterio eucarístico –sacrificio, presencia, banquete –no consiente reducciones ni instrumentalizaciones [...]» (n. 61)?

¿No estarán sintiendo nuestros laicos la necesidad de exclamar, como los hebreos: «Dios mío, los gentiles han entrado en tu heredad, han profanado tu santo templo» (Sal 79, 1)?

Es evidente que nuestros fieles quedan escandalizados cuando ven ministras no católicas en el altar, «concelebrando» la Santa Misa con nuestros obispos.

¿Por qué permitimos que se utilice en nuestros textos la terminología de «género», que transmite una ideología no ortodoxa?

Todos están invitados y son bienvenidos a nuestros encuentros. Pero ¿por qué dejamos que personas de mentalidad socialista e incluso comunista y miembros de partidos políticos de «izquierda» sean los protagonistas de nuestros encuentros eclesiales y nos instruyan en el análisis de la realidad?

Combatimos, con razón, los desmanes del capitalismo salvaje, del consumismo y del espíritu mercantilista, pero no podemos olvidar las enseñanzas del Magisterio sobre el socialismo: «considérese como doctrina, como hecho histórico o como ‘acción’ social, el socialismo, si sigue siendo verdadero socialismo, aun después de haber cedido a la verdad y a la justicia en los puntos indicados, es incompatible con los dogmas de la Iglesia católica, puesto que concibe la sociedad de una manera sumamente opuesta a la verdad cristiana [...] Aun cuando el socialismo, como todos los errores, tiene en sí algo de verdadero (cosa que jamás han negado los Sumos Pontífices), se funda sobre una doctrina de la sociedad humana propia suya, opuesta al verdadero cristianismo. Socialismo religioso, socialismo cristiano, implican términos contradictorios: nadie puede ser a la vez buen católico y verdadero socialista» (Pío XI, Encíclica Quadragesimo Anno, 116 y 120, 15 de mayo de 1931).

Debemos dejar bien claro que somos fieles a la doctrina social de la Iglesia y, por eso, nos ocupamos de las cuestiones sociales y de la política, como «una prudente solicitud por el bien común» (Juan Pablo II, Laborem exercens, 20). La Iglesia está al servicio del Reino de Dios, anunciando el Evangelio y sus valores, pero «no se confunde en modo alguno con la comunidad política ni está ligada a sistema político alguno» (Gaudium et spes, 76). Principalmente, «la Iglesia no puede promover, inspirar ni apoyar las iniciativas o movimientos de ocupación de tierras, ya sea mediante invasiones con uso de la fuerza o mediante el ingreso subrepticio en las propiedades agrícolas» (Juan Pablo II, Discurso a los Obispos de la Región Sur 1 de la Conferencia Episcopal del Brasil en su visita ad limina Apostolorum, marzo de 1995).

Además, es necesario que seamos claros al rendir cuentas de las colectas de la Campaña de la Fraternidad. Ante la sospechosa planteada de que las donaciones de los fieles estén yendo indirectamente a entidades que promueven el aborto y los movimientos revolucionarios, debemos dar explicaciones claras a los fieles: si, como es posible, se hubieran desviado sus donaciones, de ahora en adelante deberíamos ser más exigentes en la aplicación de nuestros valores y no permitir tales desviaciones. ¡Hay tantas entidades benéficas católicas que podrían recibir esas donaciones!

Que Dios nos bendiga, que María, Madre de la Iglesia, nos proteja y que San José, patrono de la Iglesia Católica, nos defienda del mal.

Dom Fernando Arêas Rifan, obispo de la Administración Apostólica Personal San Juan María Vianney

http://domfernandorifan.blogspot.com.br/

 

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16 comentarios

Néstor
Es una pena que los laicos hayan tenido que levantar tanto la voz para que por primera vez en décadas, que yo sepa, se haya dicho algo así. ¿Y si no hubiese protestado nadie, entonces la cosa habría seguido yendo a peor? ¿Y Mons. Rifan habría dicho algo? Capaz que sí, y capaz que ya lo ha hecho, pero no nos hemos enterado. ¿Hasta cuándo van a seguir los clérigos atacando la fe de los fieles en vez defenderla? ¿Y los Obispos? Bien por Mons. Rifan, que esta vez por lo menos habló de lo que es obvio, el escándalo inaudito que también ha sentado sus reales en la Iglesia en el Brasil. Pero ¿cuántos Obispos hay en el Brasil? ¿Dónde están y dónde han estado todos estos años? Sin duda que son de lamentar los insultos. ¿Pero callar durante años ante este tipo de cosas no es una forma de ganárselos?

Saludos cordiales.
6/03/18 9:05 PM
Ricardo de Argentina
Registro el dato: sólo reaccionan cuando se los insulta.
La reacción es buena y necesaria.
Pero los insultos son algo malo.
Menudo dilema tenemos los laicos.
6/03/18 11:50 PM
Francisco Javier
Al fin tengo una buena noticia en cuanto al catolicismo en Brasil.
7/03/18 6:23 AM
Alma
En la misma queja está la respuesta. Esa perdida de mesura en la respuesta de algunos laicos, viene basada en la ausencia de respuesta por parte de algunos pastores .....
7/03/18 10:31 AM
Juan Carlos de Argentina
San Juan Bautista no hablaban con tanto amaneramiento como nos piden: "Raza de víboras, ¿quién les enseñó a escapar de la ira de Dios que se acerca?" o el mismísimo Jesucristo: "¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que parecen sepulcros blanqueados: hermosos por fuera, pero por dentro llenos de huesos de muertos y de podredumbre!
7/03/18 4:27 PM
Néstor
Y con novedades, al menos para un servidor:

"la sospechosa planteada de que las donaciones de los fieles estén yendo indirectamente a entidades que promueven el aborto y los movimientos revolucionarios"

Casi nada, eh?

Sería bueno organizar un simposio pastoral acerca de porqué disminuye progresivamente el catolicismo en América Latina. Seguramente que la culpa la tienen los protestantes o los católicos "fundamentalistas".

Saludos cordiales.
7/03/18 6:45 PM
Rafa Rodríguez
¡Hoy estamos de suerte! ¡Por fin una autoridad ha hablado, dirigiéndose a los laicos, a quienes reprende, pero también a sus hermanos en el episcopado! Lo expone todo con una claridad meridiana y como un primer paso es algo estupendo. La pena es que haya sido necesaria la difusión del hecho que dio pie a las “quejas” de tantos; pero mejor, porque si no se hubiese difundido nadie de quienes mandan hubiese dicho nada. Por eso pienso que estamos todos de enhorabuena. ¡Qué cierto es lo del Profeta Isaías cuando alude a “perros mudos”!.
Pero no lo olvidemos, sobre todos los “laicos”: hemos de rezar mucho, mucho, por los sacerdotes y en ese grupo están incluidos desde el último ordenado hasta la cabeza visible de la Iglesia.
F E L I C I D A D E S !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
7/03/18 7:00 PM
Francisco Javier
Tiene razón Néstor. Y si yo como católico me enterara que mis contribuciones a la iglesia o a asociaciones católicas van a dar a grupos abortistas, LGTB, género o revolucionarios pues a partir de ese momento no vuelvo a darles ni 5 centavos. Y de paso ni me volviera a asomar a la parroquia o asociación catolica de ayuda donde le estan haciendo esa burla a la buena fe de los fieles.
7/03/18 7:56 PM
Manuel Caldas
PArabéns ao Bernardo Kuster!
7/03/18 11:54 PM
Thiago Soares Rodrigues
Parabéns ao Bernardo Pires kuster
8/03/18 4:41 PM
Daniel
Dom Fernando se muestra como un auténtico Pastor de la Iglesia Católica.
Reconoce que hay abusos litúrgicos y doctrinales impresentables, como la "concelebración" con obispas .... y mucho más. Esto no edifica la Iglesia, la destruye y desmoraliza a los fieles

Tambien dice algo muy importante: NO SON LAS CONFERENCIAS EPISCOPALES las que han recibido del Señor el don sagrado de la sucesión apostólica para pastorear a los fieles. Son los Obispos. Y las conferencias episcopales no se pueden utilizar al modo de los jesuitas, con sus provinciales, y un "papa negro" que controla desde Roma. Ni el gobierno de los jesuitas, ni la espiritualidad del jesuitismo tóxico (no la espiritualidad ignaciana) se pueden imponer a toda la Iglesia Católica.
Eso nunca traerá paz.
8/03/18 8:11 PM
Carlos Alberto Guedes Pereira
Como aceitar a vinculação da CNBB ao PT? Como aceitar a fraternidade do CNBB com o MST? Como aceitar a condenação do capitalismo e a divinização do socialismo comunista pela CNBB? Como aceitar toda a agenda esquerdista da ONU adotada pela CNBB, desde educação, questão ambiental, constituição da família, aborto, "gênero", GLBTXYK, etc.? Cristianismo é incompatível com comunismo, mas a CNBB não sabe disso, não sabe o que Pio XII e seus sucessores disseram a esse respeito. Graças ao Bernardo, os acomodados bispos foram espetados e nós, leigos, aguardamos EXPLICAÇÕES e não enrolação.
9/03/18 12:27 PM
jose de maria
Magnifico articulo, toco puntos medulares.
15/03/18 11:18 PM
Raquel D. catequista
Creo que es mayor el mal qu el bien que han traido las CE..." la Conferencia Episcopal, que es una institución eclesiástica, no existe para anular el poder de los obispos, que son de institución divina", y no deben DEMOCRATIZAR a la Iglesia. Oremos!
Qué buen artículo!!! Gracias, Señor!
17/03/18 5:35 AM
Piedad
A Mons. Arêas: Cada párrafo de este documento, con excepción de los referidos a los fundamentos y funciones de las Conferencias Episcopales, toca asuntos que resultan verdaderamente escandalosos para un laico “de a pie” como yo. No sé a qué se refiere cuando dice de insultos e irrespetos en el trato de los laicos hacia algunas autoridades jerárquicas. Pero, sinceramente, no podemos ignorar el enojo natural que puede llevar a un creyente a perder hasta la pulcritud para referirse a los directos responsables de que ocurran desafueros sin que nadie se tome el trabajo de amonestarlos o sancionarlos. Según entiendo de su texto, son los señores Obispos los únicos responsables de hacer las correcciones a tiempo, para darle seguridad y tranquilidad a la grey y confirmar con ello que la Iglesia es UNA, tal como hemos aprendido desde pequeños. Es increíble la condescendencia con el mal que se le hace a nuestra Iglesia por parte de los propios, especialmente en aquellos lugares donde están ocurriendo situaciones tan bochornosas y vergonzosas como son los atropellos a la Liturgia, esos sí verdaderamente irrespetuosos con la Doctrina y el Magisterio Bimilenario. Y, ¿qué tal estos asuntos que usted señala?, tales como:
“(...) Ante la sospecha planteada de que las donaciones de los fieles estén yendo indirectamente a entidades que promueven el aborto y los movimientos revolucionarios, debemos dar explicaciones claras a los fieles...”. No creo que una explicación o ser más cuidadosos la pró
23/03/18 9:24 PM
Piedad
Continúo...
... No creo que una explicación o ser más cuidadosos la próxima vez sea suficiente para una Comunidad comprometida con Dios y con su Iglesia. Por lo tanto, y de manera respetuosa, vuelvo y le pregunto:
¿Qué hacemos ante las evidencias, sospechas o serios indicios de que estos atropellos están ocurriendo? ¿a quién debemos ir para no “hablar mal de nuestra Madre? ¿Existen medios ágiles que faciliten el acceso a los Obispos? ¿Cómo podemos enterarnos de esos medios?
23/03/18 9:29 PM

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