La obediencia al romano pontífice en el contexto actual

Poner el grado supremo de obediencia en aquel ser movido el entendimiento por la devota voluntad en cuanto ésta pueda hacerlo, hace que sea más fácil explicar cuáles son los límites de la obediencia, que distinguen la verdadera y virtuosa de la falsa y viciosa

Hace algunos días, debido a que estábamos comentando los problemas que se derivan de la falta de claridad de la Amoris Laetitia y las interpretaciones que se están haciendo de ella, un compañero me preguntaba sobre mi comunión con el Romano Pontífice. Mi respuesta, sin pensarlo mucho fue, poco más o menos: «en esto no estoy en comunión con el Romano Pontífice, ni creo que tenga que estarlo». Evidentemente, la apreciación de mi compañero era en tono de crítica fraternal, y como me tomo las críticas muy en serio, he estado reflexionando estos días sobre ello.

A los que expresamos posiciones críticas con todo lo que está pasando últimamente en la Iglesia nos suelen recordar que debemos ser obedientes al Romano Pontífice, y los que lo hacen tienen razón. Pero, ¿en qué sentido hay que ser obediente? ¿es ciega la obediencia? ¿se debe obedecer contra el propio criterio? Siempre he sido defensor de la «obediencia ciega» en sentido ignaciano, por lo que he decidido repasar un poco lo que dice San Ignacio sobre esta obediencia, completando su reflexión con algunas cosillas de Santo Tomás, que me parece que están en consonancia.

Pero, antes de empezar, ¿se debe obediencia al Romano Pontífice? La respuesta evidente es que sí. De manera especialmente enérgica lo enseña Santa Catalina de Siena:

«Yo os digo que Dios lo quiere y así lo tiene mandado: que aunque los Pastores y el Cristo en la tierra fuesen demonios encarnados y no un padre bueno y benigno, nos conviene ser súbditos y obedientes a él, no por sí mismos, sino por obediencia a Dios, como Vicario de Cristo» (Sta. Catalina de Siena – Carta 407, I, 436).

Bonifacio VIII lo afirmaba como necesario a para la salvación:

«Así pues, declaramos, afirmamos, determinamos y proclamamos que es necesario a toda creatura para su salvación sujetarse a la autoridad del pontífice romano» (Bula Unam Sanctam).

Y de manera más reciente, el Concilio Vaticano II lo ha recordado así, refiriéndose a los laicos, pero de manera que vale para todos:

«Los laicos, como los demás fieles, siguiendo el ejemplo de Cristo, que con su obediencia hasta la muerte abrió a todos los hombres el dichoso camino de la libertad de los hijos de Dios, acepten con prontitud de obediencia cristiana aquello que los Pastores sagrados, en cuanto representantes de Cristo, establecen en la Iglesia en su calidad de maestros y gobernantes» (Lumen Gentium, 37).

Es evidente que si esta obediencia se debe a los Pastores en general, mucho más al Romano Pontífice, en comunión con el cual actúan los Pastores como maestros y gobernantes.

Algunos, ante esta obligación de la obediencia replican que la obediencia no debe ser ciega. No estoy de acuerdo. Es cierto que el nombre «obediencia ciega» no es el más afortunado para definir la que yo llamaría «obediencia perfecta», pero en esencia la obediencia puede perfectamente ser ciega, si esto se entiende correctamente. Para explicar esto echaremos mano de la famosa Carta de la obediencia, de San Ignacio de Loyola, que es una carta escrita en 1553 a los Padres de la Compañía de Portugal que, al parecer, tenían problemas para vivir esta virtud fundamental en la vida religiosa. No voy a comentar la carta completa, que conviene leer enteramente, sino resumir un poco su doctrina y aplicarla al caso que nos ocupa.

Doctrina de San Ignacio sobre la obediencia

Explica San Ignacio que existen tres grados de obediencia:

  1. Obediencia de simple ejecución. Consiste en hacer lo mandado. No se puede decir que sea verdadera obediencia.
  2. Obediencia de voluntad. Consiste en que haya, además de ejecución de lo mandado, «conformidad en el afecto con un mismo querer y no querer» con el superior. Es importante señalar que se debe hacer lo mandado, porque no faltan los que se olvidan de esa parte.
  3. Suspensión del juicio u «obediencia ciega». San Ignacio indica que no basta entregar la voluntad, sino que hay que llegar al punto en el que se suspenda el juicio sobre la materia en que se obedece. San Ignacio lo expresa así: «Pero quien pretende hacer entera y perfecta oblación de sí mismo, ultra de la voluntad es menester que ofrezca el entendimiento (que es otro grado y supremo de obediencia), no solamente teniendo un querer, pero teniendo un sentir mismo con su Superior, sujetando el propio juicio al suyo, en cuanto la devota voluntad puede inclinar el entendimiento». Se trata, por tanto, de ofrecer no sólo la voluntad sino también el entendimiento, de tal manera que, aunque uno juzgue intelectualmente de forma distinta al superior sobre la cosa mandada, se acepte intelectualmente el juicio del superior por la moción de la voluntad. Se basa esta obediencia en la fe en la Providencia divina, que dispone un superior concreto con un juicio concreto. Es decir, no se pretende que el superior tenga razón, sino que en cuanto que Dios permite que sea superior, incluso cuando se equivoca está mandando lo que Dios quiere que mande.

San Ignacio presenta este tipo de obediencia como la perfección de la obediencia sobre el segundo grado, que es ya obediencia verdadera. Es decir, quizá no se pueda decir que este tercer tipo de obediencia sea exigible, pero desde luego no se puede decir que esté mal obedecer ciegamente. Es más, San Ignacio presentará la conveniencia de este tercer grado de obediencia, diciendo que «si no hay obediencia de juicio, es imposible que la obediencia de voluntad y ejecución sea cual conviene».

No es necesario extendernos en este punto, pues se ve claramente lo violento que es someter la voluntad propia a la voluntad del superior teniendo el juicio propio en contra. A la larga, explica San Ignacio, esto hará que, si se sigue manteniendo la obediencia de ejecución, aparezcan las quejas, las murmuraciones, etc. En el último párrafo de la carta vienen señaladas dos precisiones importantes que complementan la doctrina anterior:

  • Este tercer tipo de obediencia debe ser buscado, «donde pecado no se viese manifiestamente».
  • Si el súbdito ve claramente algo diferente a como lo ve el Superior, puede manifestárselo, estando en indiferencia sobre ello antes y después de hacerlo. Algunos, esto no lo dice San Ignacio, señalan que esta «representación» sería casi una obligación para el súbdito, que no obraría con recta intención si, a sabiendas, permite al superior equivocarse.

Algunas precisiones desde Santo Tomás

Es evidente que la presentación que hace San Ignacio del tema no es exhaustiva, sino que son precisiones sobre una doctrina común sobre la obediencia tal como es entendida en su época. Además, está hablando en concreto de la obediencia en la vida religiosa, que, por la fuerza del voto, adquiere una dimensión particular, no extensible en algunos aspectos al resto de fieles. Me parece interesante, sin embargo, la referencia a la inteligencia, aunque sea, para disgusto de muchos, para decir que ha de ser suspendida. Si San Ignacio hubiera estado poseído del espíritu nominalista de la época, esta precisión hubiera sido innecesaria, pues el nominalismo no tiene tan claro como el tomismo que la voluntad ha de seguir a la razón.

Lo que hace San Ignacio es apelar a la visión sobrenatural. Nosotros no podemos conocer de manera absoluta la razón por la que Dios hace las cosas, por lo que en aquello sometido a la obediencia nuestra inteligencia queda en cierta indiferencia frente a las diversas opciones respecto a lo que hacer. Es ahí donde hay un espacio para que la voluntad pueda mover a la inteligencia (un movimiento similar a aquel en que consiste el acto de fe) a aceptar como válido el juicio del superior, dado que Dios providencialmente ha permitido que ese juicio se nos presente a través de la obediencia.

Ahora bien, es imposible que la voluntad mueva al entendimiento si éste no se encuentra en cierta «libertad» respecto a su objeto. Santo Tomás precisa esto respecto de la fe, enseñando cómo no se puede tener fe de aquello que es evidente, puesto que en la fe es necesario que la voluntad mueva al entendimiento a asentir con certeza y sin temor a una verdad que no mueve suficientemente al objeto (cf. STh II-II, q. 1, a. 4, co.). En el caso de la fe, esto es así porque la verdad de fe es superior a la razón; en el caso de la obediencia sucedería así porque en la materia sobre la que se obedece uno no puede saber con evidencia cuál es la voluntad de Dios.

Ayudados de esto, por tanto, presentamos dos salvedades para el principio de la obediencia ciega de San Ignacio:

1ª) La primera salvedad, contemplada por él en la carta, sería que es imposible obedecer cuando lo mandado es un pecado. No sólo es que no se deba obedecer, sino que la obediencia es imposible, porque aunque no podemos conocer la voluntad de Dios de manera suficientemente clara en los preceptos positivos (qué hay que hacer), sí podemos conocerla en los negativos (qué no se debe hacer). Si a uno le mandan, por ejemplo, matar, es evidente que esa no es la voluntad de Dios, por lo que jamás podría la voluntad mover al entendimiento para considerar que la voluntad de Dios es que mate por obediencia.

2ª) La segunda salvedad es semejante, solo que, en lugar de entender la evidencia en el orden práctico, como en el caso anterior, se trata de la evidencia en el orden especulativo. Es decir, la obediencia puede suponer la suspensión de juicio en las materias sujetas a la opinión, es decir, en las que, como hemos dicho, el objeto no mueve suficientemente al entendimiento, sin estar ya puesto con certeza en él por la fe. Mas no puede suspenderse el juicio en las cuestiones evidentes en el orden teórico. Es decir, es imposible aceptar, tanto por obediencia como por fe, que dos y dos puedan ser cinco, como en aquel tweet del P. Spadaro que citaba Bruno Moreno en este estupendo artículo.

Hay que señalar que esta segunda salvedad es negada textualmente por San Ignacio en un famoso lugar, al final de los Ejercicios Espirituales. En las reglas para sentir con la Iglesia dice:

«La terdécima. Debemos siempre tener, para en todo acertar, que lo blanco que yo veo creer que es negro, si la Iglesia jerárquica así lo determina; creyendo que entre Cristo nuestro Señor, esposo, y la Iglesia, su esposa, es el mismo espíritu que nos gobierna y rige para la salud de nuestras ánimas, porque por el mismo Espíritu y señor nuestro que dio los diez mandamientos es regida y gobernada nuestra santa madre Iglesia».

Es difícil encontrar salida a este texto, pues el ejemplo dado por San Ignacio presenta una evidencia sensible, comparable con la lógica del dos y dos son cuatro, que sería incompatible con la obediencia tal como la explicamos. Yo creo que en este caso San Ignacio usa un ejemplo desafortunado para referirse a materias en las que puede haber una opinión bien formada, pero nunca una evidencia racional o sensible. Y creo válida esta interpretación por el texto de la Carta de la obediencia en la que, como hemos citado, dice que la suspensión del juicio debe hacerse «sujetando el propio juicio al suyo, en cuanto la devota voluntad puede inclinar el entendimiento».

Pues bien, la voluntad no puede inclinar el entendimiento a decir que dos y dos hacen cinco, o que lo blanco que yo veo es negro. Y si en esta materia no puede darse la obediencia perfecta, quiere decir que no puede darse obediencia alguna.

Otra precisión importante que podemos hacer desde la doctrina tomista es la que se refiere a la materia de la obediencia. Santo Tomás presenta la virtud de la obediencia en la cuestión 104 de la II-II de la Suma Teológica, en la que no se refiere únicamente a la obediencia religiosa o en el marco de la Iglesia, sino a la obediencia de los súbditos a los superiores en todos los órdenes. Cuando se refiere a los religiosos, señala que éstos están obligados a obedecer en lo que corresponde a la vida regular. Si quieren obedecer más allá, lo podrán hacer en virtud de la búsqueda de una perfección mayor. Pero también admite Santo Tomás que habría un tipo de obediencia, que llama «indiscreta», que obedece incluso en las cosas ilícitas (cf. STh II-II, q. 104, a. 5, ad 3). En el orden natural, por ejemplo, el Angélico señala que:

«No están obligados ni los siervos a obedecer a sus señores ni los hijos a sus padres en lo tocante a contraer matrimonio o guardar virginidad y en otros asuntos semejantes. Pero en lo que se refiere a la disposición de los actos y asuntos humanos, el súbdito está obligado a obedecer a su superior según los distintos géneros de superioridad: y así, el soldado debe obedecer a su jefe en lo referente a la guerra; el siervo, a su señor en la ejecución de los trabajos serviles; el hijo, a su padre en lo que tiene que ver con su conducta y el gobierno de la casa; y lo mismo en otros casos» (STh II-II, q. 104, a. 5, co.).

Aplicación de lo dicho al caso de la obediencia al Romano Pontífice en la situación actual

Llegamos al punto en el que podemos tratar de aplicar lo dicho a la cuestión de la obediencia al Santo Padre, y de si caemos en desobediencia los que mantenemos una posición crítica a la interpretación que va siendo cada vez más oficial de la Amoris Laetitia, o los que pensamos que el Santo Padre debería contestar las dubia presentadas por algunos cardenales al respecto.

El primer problema que se debe aclarar es si se puede obedecer sin saber exactamente qué es lo que se manda. Hemos dicho que el primer grado de la voluntad es la «ejecución de lo mandado». Sólo a partir de este primer grado se puede ascender a los otros grados de obediencia hasta la obediencia ciega. Es decir, que la unión de la voluntad o la suspensión del juicio se realizan en virtud del cumplimiento del mandato concreto. Es evidente que, si no hay mandato concreto, la obediencia es simplemente imposible.

En esto nos puede ayudar la analogía que hemos presentado de la obediencia ignaciana con la fe como la entiende Santo Tomás. El acto de fe, para éste, tiene un objeto material y uno formal. El objeto material (per se) de la fe son los artículos de la fe, proposiciones concretas que se refieren a Dios, Verdad Primera, en cuanto puede ser conocido por nuestro intelecto de forma imperfecta y fragmentaria; el objeto formal es la razón por la que se creen esas verdades, que es porque son reveladas por Dios (cf. STh II-II q. 1, a. 1, co.; a. 6, ad 2). Sin el objeto material, esto es, sin las verdades concretas de la fe no se puede tener fe. Por eso mismo, sin conocimiento del mandato no se puede obedecer.

La concepción fiducial de la fe en el protestantismo entendería la fe como una confianza que no necesita de ese objeto material, pero esta no es la visión católica. Por lo mismo, tampoco se puede decir que uno obedece al Papa si no sabe qué es lo que el Papa manda en concreto. Uno puede mantener la disposición habitual de obedecer, pero esa disposición no se podrá actualizar si no consta con claridad el mandato. Ojo, esto no quiere decir que el mandato tenga que ser expreso. Santo Tomás dice que la obediencia es una virtud especial y «su objeto especial es el mandato tácito o expreso» (STh II-II q. 104, a. 2, co.). Pero una cosa es que el mandato sea tácito y haya de ser inferido por el súbdito y otra cosa es que no sea claro. Si el superior dice un día un cosa y después la contraria, no se puede hablar de un mandato tácito, sino de una ausencia de mandato.

Yendo a nuestro problema concreto, ¿quiere el Santo Padre que los sacerdotes demos la Sagrada Comunión a los que permanecen obstinadamente en un pecado objetivo? Si es así tendrá que decirlo claramente, porque, como ha señalado acertadamente el Card. Caffarra, eso no está claro en absoluto. De hecho, desde esta perspectiva, para poder obedecer al Papa resulta necesario que se aclare qué es lo que se manda en Amoris Laetitia, más allá de lo que quieran interpretar unos u otros sobre el tema, dado que a quién se obedece es al Papa o aquellos a los que él haya designado expresamente para ello (aquí estaría la analogía con el objeto formal de la fe).

En el mismo sentido parece expresarse el Concilio Vaticano II cuando, refiriéndose a la aceptación del Magisterio del Papa, dice que: «Este obsequio religioso de la voluntad y del entendimiento de modo particular ha de ser prestado al magisterio auténtico del Romano Pontífice aun cuando no hable ex cathedra; de tal manera que se reconozca con reverencia su magisterio supremo y con sinceridad se preste adhesión al parecer expresado por él, según su manifiesta mente y voluntad, que se colige principalmente ya sea por la índole de los documentos, ya sea por la frecuente proposición de la misma doctrina, ya sea por la forma de decirlo» (Lumen Gentium, 25).

Ahora bien, pongamos que uno pudiera tener una claridad suficiente como para afirmar que lo que el Papa está mandando es algo como lo que han escrito los dos obispos de Malta, y que ha sido publicado en la portada de L’Osservatore Romano, esto es, que los adúlteros que no se arrepienten pueden comulgar si «se sienten en paz con Dios». Éste sería un segundo problema. Aquí podríamos decir en primer lugar que uno no estaría obligado a «obedecer» al Santo Padre en esto, dado que existe una autoridad mayor que manda positivamente lo contrario. Esa autoridad es el Código de Derecho Canónico, que en su c. 915 manda que no se dé la comunión en esa situación. ¿Es mayor la autoridad del Derecho Canónico que la del Papa? El Código de Derecho Canónico recibe su autoridad de haber sido promulgado por el Santo Padre por medio de una Constitución Apostólica, que es un documento de altísimo rango magisterial, en un lenguaje claro e inequívoco. Es evidente que la sugerencia en sentido contrario en una nota al pie de una Exhortación Apostólica, aunque sea también del Santo Padre, no obliga por encima del Código. Además, de acuerdo con el Pontificio Consejo para la Interpretación de los textos legislativos, en documento aprobado también por el Papa, este canon responde al derecho divino, por lo que no podría ser modificado.

Además, como hemos observado, no se puede suspender el juicio en aquello en que la inteligencia ya está puesta en el objeto, bien sea por la evidencia del objeto mismo o por la fuerza de la fe. En esto no hay una evidencia racional, sino de fe. La evidencia es que el adulterio es pecado grave y que la dignidad del sacramento exige estar libre de pecado mortal para recibirlo. Ambas verdades son de fe, por lo que resultaría imposible que la inteligencia fuera movida por la voluntad para afirmar o que el adulterio podría no ser pecado (por ejemplo, dicen algunos, al tratar de evitar un mal que se considera mayor, como sería la inestabilidad de la unión adulterina en función del bien de la prole engendrada como consecuencia del adulterio), o que pueda recibirse la Eucaristía estando en pecado mortal. Sobre el argumento de la diferencia entre pecado grave y pecado mortal, ya presenté aquí mi respuesta.

Ante la hipotética existencia de este mandato al que, como se está mostrando, resultaría imposible obedecer, los cardenales han hecho lo que recomienda San Ignacio, que es presentar la dificultad a la autoridad superior. En este caso no se puede dar la indiferencia que pide San Ignacio, por las razones que hemos explicado anteriormente, dado que un mandato que fuera en la línea que han propuesto los obispos malteses simplemente sería imposible de obedecer.

Conclusión

Entiendo que a muchos les parezca poco conveniente la perspectiva de la obediencia ciega que propone San Ignacio a sus jesuitas. Es, en verdad, fácilmente caricaturizable como una obediencia que lleva a absurdos, como barrer las escaleras hacia arriba o regar un palo seco durante un año (ejemplo que presenta el mismo San Ignacio). Sin embargo, a mí me resulta muy sugerente la insistencia ignaciana de la necesidad de incorporar el juicio intelectual al acto de obediencia voluntaria, tal como la hemos querido mostrar en este artículo. Como hemos visto, poner el grado supremo de obediencia en aquel ser movido el entendimiento por la devota voluntad en cuanto ésta pueda hacerlo, hace que sea más fácil explicar cuáles son los límites de la obediencia, que distinguen la verdadera y virtuosa de la falsa y viciosa.

Para terminar, resulta importante considerar el contexto histórico de la Carta de la obediencia que hemos presentado. Se suele decir que San Ignacio se la mandó a los padres de la Compañía de Portugal por los problemas de disciplina que se estaban comenzando a dar. El problema no sólo venía, al parecer, por la rebeldía de los súbditos, sino por la falta de exigencia de los superiores. Pero ésta no es una carta de reprensión, sino de instrucción, en la que se explica a unos y a otros lo que es verdaderamente la obediencia, y la perfección hasta la que tiene que llegar. Y es que para que se dé la obediencia que da unidad y armonía al orden en el que se constituye el cuerpo Místico de la Iglesia no sólo es necesario que los súbditos sepan obedecer, sino también que los superiores sepan mandar, pues no pocas veces se da que es la comodidad y el deseo de ser estimados de estos lo que impide que los primeros puedan entregarse totalmente a Dios a través de la santa virtud de la obediencia.

Francisco José Delgado Martín, presbítero.

 

 

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48 comentarios

Ricardo de Argentina
¡Dios lo bendiga Padre!
Esto que ha escrito es valiosísimo y oportunísimo.
Y catoliquísimo.
Muchas gracias.
21/01/17 10:31 PM
Jaume C.
Sinceramente me parece todo un ejercicio intelectual bastante confuso. El Papa está al servicio de la fe y no la fe al servicio del Papa. En el caso concreto, la doctrina de Cristo y de la Iglesia es clara. El problema no está tanto en dar la comunión a los adúlteros. Nadie sabe si al momento de acercarse a comulgar han hecho un perfecto acto de contrición y se han confesado Además, en grandes comunidades ni siquiera son identificables. El problema es en el momento de dar o no la absolución en el sacramento de la Penitencia. Si no manifiestan contrición y propósito no puede darse. Sería un engaño. Por otra parte, de internis non iudicat Ecclesia, por lo tanto el confesor no puede ponerse nunca en el lugar de Dios. Francisco debe confirmar sus hermanos en la fe.
21/01/17 11:07 PM
carmelo
Lo que pasa es que el mas obediente dice que hay que leerlo en continuidad a la enseñanza de siempre, y lo que guarda un despropósito al final de fondo mas dañino para alcanzar la sujeción suya a la voluntad de Dios, porque AL capt VIII en lo que cae es en ruptura y discontinuidad.
"El fin no justifica los medios", y el amor de Dios es bueno siempre no a veces. La bondad no se oponen en sus extremos sino que siempre es buena hacia el medio porque crece en virtud. Los que estaban familiarizados con Jesús caen en ese extremo opuesto a la virtud, Marcos 3,21"su familia, vinieron a llevárselo, porque se decía que estaba fuera de sí." viendo La santa y divina obediencia no cae en el extremo de los familiares sino que se abandona hasta el fondo a la aventura "riesgosa “fuera de si" y "loca" de Jesús por hacer la voluntad de su Padre.
La obediencia es así deja uno de esta en si mismo por hacer la voluntad del otro, o sea lograr hacerla sobrenatural, la que requiere dejarlo todo “hasta quien no es su consorte” una vida casta una vida en pudor. Y esto lo hace en orden desde el bien y para el bien de todas las almas siempre. En ese orden aspirar una obediencia santa tiene que iré de la mano con lograr el bien a todas las almas no solo a la mía, lo que el fondo seria egoísmo si así no lo viera. Que caso seria perderlas todas y yo siendo obediente a aquello que se aleja al mandamiento de "amaras a Dios" y al prójimo como a ti mismo. AL 298 aboga circunstancialmente y pega con el látigo
21/01/17 11:07 PM
Rafael
Esto es plantear la cuestión en términos muy distintos de la dubia. Plantea con acierto que para poder obedecer hay que saber lo que manda el superior. La dubia hace todo lo contrario, pues pretende impedir al superior, el Papa, que explique lo que manda, “sin argumentación teológica” dice la dubia. Ni Santo Tomás ni San Ignacio podían imaginar tal delirante planteamiento modernista, por lo que supongo no lo estudiarían. Y avisar al superior con que se le va a corregir –incluso a deponer o a organizar un cisma- en caso de que no responda lo que se quiere traspasa todos los límites de la desobediencia. La dubia no es un caso de obediencia o desobediencia al mandato del superior, al Papa. Es un clamoroso estado de desobediencia previa para plantear un problema al superior con el que pretender “corregirle”.

Bien traído lo que dijo Santa Catalina de Siena, cuyo ejemplo se pretende usar, también delirantemente, para apoyar la dubia, cuando su ejemplo es todo lo contrario. Lo dijo para un caso extremo, que ni por asomo se da ahora: «Yo os digo que Dios lo quiere y así lo tiene mandado: que aunque los Pastores y el Cristo en la tierra fuesen demonios encarnados y no un padre bueno y benigno, nos conviene ser súbditos y obedientes a él, no por sí mismos, sino por obediencia a Dios, como Vicario de Cristo» Parece claro que no lo dijo como opinión personal sino por obediencia a Jesucristo: “Tu eres Pedro y sobre esta piedra edificare mi Iglesia”. Mandato del Evangelio que ninguno
22/01/17 12:17 AM
carmelo
Parte 2
Latigo de la "rigidez", “catalogadas o encerradas en afirmaciones demasiado rígidas sin dejar lugar a un adecuado discernimiento personal” AL298.
Viéndolo así como suguiere la lectura de AL captVIII, aquí nadie debe ser rígido y caemos en el libre examen, lo que es un sin razón de ser, o sea el otro extremo.
Ambos extremos no son frutos de la santa obediencia y no tienen en ella la caridad que infunde el evangelio de hoy que es dejarnos seducir por la aventura de Jesús que es opuesta a la propia voluntad y ese dejarse, es hasta el fondo. Es un signo de contradiccion como pudiendo salvar su vida decide optar por la virginidad la castidad, y por Jesus no desfayecer incluso ante el martirio (santa Ines). El mundo de hoy esta falto de encontrar una obediencia que le de sabor y sentido a la vida, una obediencia que de frutos y una vida virtuosa.
22/01/17 1:00 AM
Néstor
·Excelente, Padre, muchas gracias.

Saludos cordiales.
22/01/17 4:23 AM
Angel
Podemos opinar lo qur queramos, pero el Santo Padre, y quien tiene la potestad de aclarar que se puede dar la comunión a divorciados vueltos a casar, no dicen que se dé la comunión. Dice que se haga un camino de discernimiento. Se estudie si ese primer matrimonio existió.
Muchos sacerdotes aceptan al matrimonio a personas no preparadas, no les explican las concidiciones y propiedades esenciales; con dos tardes o cinco creemos que ya hemos preparado a los futuros esposos, y luego fracasa su matrimonio y ¿qué?. Y aquellos que acceden al matrimonio por no defraudar a la madre, padre o familia, aquello fracasa y tras un proceso de conversión ¿qué?/y una persona en peligro de muerte que pide ser reconciliada con la iglesia y esta en matrimonio posterior o en convivencia adúltera ¿podrá recibir los sacramentos?

Creo que detrás de este problema hay explicaciones sencillas a problemas complejos.
Creo que Jesús, a través de Santo Padre, nos está invitando a revisar nuestra forma de actuar. No a romper la fe, ni la tradición. Nos pide revisar y mirar a la gente que anda como oveja sin pastor. Nos pide salir y conocer a cada oveja por su nombre. Nos pide buscar la medicina adecuada para que todos vivamos la voluntad de Dios.

Rezamos para que no busquemos interpretaciones simples a problemas complejos. Y cuidemos, no sea que nos pase como a aquel párroco que negaba el bautismo al hijo de una pareja que no habían contraído matrimonio en su parroquia, y a las tres semanas estaba e
22/01/17 5:30 AM
davidp83
la obtusa papolatria de rafael le hace caer en falacias y verdades a medias que resultan ser las peores mentiras
22/01/17 7:54 AM
vicente
obediencia a Dios y al Papa.
22/01/17 9:50 AM
GKC
Hola. Yo creo que en lo de ver negro lo blanco no anduvo muy fino San Ignacio. En cualquier caso no se en que afecta el asunto a los laicos. No tengo ni idea de la última vez que un Papa ordeno algo a todos los cristianos, dogmas aparte. Que yo sepa nosotros tenemos que seguir el Credo y los dogmas, buscar vivir bajo la Ley de Dios y obedecer los mandamientos de la Iglesia. Y, como cuando nos relacionamos con otra institución, aceptar los procedimientos de la Iglesia a la hora de hacer lo que sea en ella. Respecto a lo de los adulteros la unica manera de que un laico tenga una orden que se cuestinone obedecer es que sea catequista y se ordene enseñar la comunion a los adulteros o que a algun obispo se le ocurra que en todas las misas se pida "porque los fariseos dejen de oponerse a la miserucordiosa doctrina de Francisco".
22/01/17 11:23 AM
jordi
San Ignacio empezaba a tener un instrumento muy clarificador de las cosas, Trento.

Se presupone, además, una formación en la excelencia jesuítica.

También la meditación diaria, correctora de errores.

Desde luego, jamás vio la estupidez del gulag soviético o de los campos nazis, regidos por la obediencia ciega.
22/01/17 11:49 AM
Chico
Yo ahora, me siento como que no tengo Papa. Me siento a la intemperie, desamparado.
22/01/17 1:09 PM
Juan Mariner
Estoy de acuerdo con Ángel.

Pero hay una serie de "pastoreadores" que han hecho de su capa un sayo y, por una parte, los contrarios a Francisco (no ortodoxos, desde luego, aunque no slo quieran pintar así no cuela) han hecho de AL su caballo de batalla cuando en sus diócesis han dejado mucho que desear en sentido contrario; por otra, la maldad de otros integrantes del progrerío eclesiástico que han visto en AL una puerta abierta para sus desvaríos de siempre.

Estoy con Francisco, pero no estoy con gran parte de la jerarquía de uno y otro sentido, abyecta donde las haya, a la que debemos la nefasta situación de nuestra Iglesia desde hace decenios.
22/01/17 1:12 PM
M. A. Labeo
Imprescindible, padre. Muchísimas gracias.

Una precisión: no creo que el CIC sea "autoridad mayor" que el Papa en ninguna circunstancia. Precisamente el c. 331 del mismo dice que el Romano Pontífice tiene potestad "suprema, plena, inmediata y universal... que puede siempre ejercer libremente."

Por contra y como bien apunta en su artículo, aquí simplemente no hay un ejercicio de dicha potestad papal. Todos podemos suponer cual es la preferencia del Papa, pero lo que ha hecho al emitirla en una mera nota de una exhortación en vez de mediante un instrumento normativo es precisamente eso, expresar su preferencia, no hacer un acto de potestad.

Por otra parte, la obediencia no se debe a Bergoglio, Ratzinger, Wojtyla,... sino al sucesor de Pedro: Francisco Y Benedicto XVI Y S. Juan Pablo II Y...

Como usted oportunísimamente señala, no se puede obedecer cuando se manda una cosa y la contraria pues no es posible saber qué es lo mandado. Por ello nunca será necesario obedecer una orden contraria al Magisterio papal precedente pues supondría desobeceder a otro sucesor de Pedro al que se debe idéntica obediencia. Si hay dudas habrá que obedecer una vez que se aclaren, y esa clarificación sólo será posible cuando se haya encontrado la forma de armonizar las enseñanzas.
22/01/17 1:29 PM
Las circunstancias" en la que la santa dijo eso eran que ya se sentían los vientos de desobediencia al Papa y su llamado a la disciplina sacramental, ya se sentian los aires de profunda division, y ella llamaba a ser humilde, y dejar hacer la voluntad de Dios en lugar de la nuestra y en la sociedad de entonces se veía ceder en un mundo embridado de soberbia y seducido por la pasión y dijo tambien: "Ay de mí no puedo callar. Gritemos con cien mil lenguas - escribe a un alto prelado -. Creo que, por callar, el mundo está corrompido, la esposa de Cristo ha empalidecido, ha perdido el color, porque le están chupando la propia sangre, es decir, la sangre de Cristo".
Dentro de la iglesia ya esas "corrientes " tomaban fuerza y buscaban dar paso libre a la voluntad del hombre por encima de la de Dios, buscando hacer ineficaz la cruz de Cristo
la palabra eterna “la única revelación”, nos habla de esa resistencia (decían que estaba fuera de si”) y que su fruto (de esa sobervia) es la infidelidad y muerte, es la desobediencia al plan de salvación ( la razon de la iglesia), que va a requerir asentimiento de toda la iglesia un desprendimiento a nuestras sensibilidades a el amorío mundano y alegre, va a requerir un deseo de: «Convertíos,porque está cerca el reino de los cielos»Mt4. Jesus predico la convercion siempre y en todo lugar a todas las personas.
22/01/17 2:02 PM
GKC: "Yo creo que en lo de ver negro lo blanco no anduvo muy fino San Ignacio..."

Yo sí, pero en el contexto de hasta mediados del siglo XX.

Incluso dijo, me parece, que se debía de dejar moldear como la cera, y obedecer como un cadáver.

La sociedad de los siglos XVI a mediados del XX carecía de la complejidad y de lo increible del Gulag-Lager.

Ni la Iglesia había caído en una situación tan dramática como en 1993, con los primeros casos publicitados de abusos.
22/01/17 2:44 PM
José Luis
La obediencia es importante, pero siempre que no lleve a ofender a Dios. Si lo que manda nuestros superiores, es ofender a Dios, pero ellos dicen que no, pero la Iglesia ya nos enseña que cosas son las ofensas, y nuestros pastores no son fieles al sentir de la Iglesia, pero nosotros sí, no debemos por obediencia ser cómplice del pecado ajeno.

Eso es lo que está pasando, al perderse la gravedad del sentido del pecado, tal persona, puede no creer que es un pecado, incluso cuando la Iglesia, en ese determinado tema, está diciendo claro, que sí es pecado. Ya hay bastantes "cristianos", que ven como algo insoportable las enseñanzas de la Iglesia Católica, y se inventan nuevas cosas, que no es conforme a la fe de la Iglesia Católica.

Todos nosotros debemos aumentar nuestro tiempo para la oración, dejarlo todo, y poner todo nuestros oídos, corazón, en lo que el Señor nos pide en la Sagrada Escritura, y bajo la guía segura y protección de la Santa Madre Iglesia Católica.
22/01/17 3:58 PM
Xaberri
Me gusta lo que dice Angel, pero lo del camino de discernimiento.. ja.
Discernimiento es algo más que una palabra que se soba entre los progres, una perla sobada por los cerdos, permítaseme la bíblica libre cita, como la palabra "espíritu" y muchas tras muy polisémicas para decir pagoladas. Los sacerdotes no tienen ni idea - los de mi diócesis en las parroquias- ni qué es discernimiento, ni salvación ("pero tú no sabes que hay que matizar mucho sobre esta palabra?") ni obediencia (alergia la tienen frente a "tu lo ves de una forma. Los demás y yo de otra", tú haces una interpretación de lo que dice la Iglesia, nosotros -los 'funcionarios' de la parroquia- y yo, de otra..).
El Papa Francisco habla para los que , como él, llevan un camino en el Espíritu ya bastante recorridito. Pero no ers así: los curas, los obispos, los cardenales..."...van muchos por el camino de la perdición y con ellos arrastran más almas..." (Garabandal).
Yo confío en Francisco, desee el principio. Pero son malos tiempos. Y no hay mucho discernimiento ni en los pocos confesionarios abiertos, ni entre los curitas y demás plenitud sacerdotal.
Además, insisto como en otros blogs.
Unas pareja en situación irregular, en la medida que huyen del sacrificio de la obediencia, siquiera de la paciencia de esperar lo que ahora ya es inmediato, cual es la nulidad dada por el obuispo, no pueden, sinceramente, pedir a Dios ninguna bendición sobre su..lo que sea. Yo creo que, aunque me de la razón a mi mismo, es
22/01/17 5:41 PM
Ricardo de Argentina
Angel, ¿qué dices hombre?
El problema de los matrimonios mal preparados o mal celebrados se resuelve con una buena preparación y celebrándolos sólo si corresponde.
Jamás se "resuelve" dando la comunión a los adúlteros.
Y encima creas otro problema terriblemente más grande: ofendes a Dios y se condenan los incursos.
22/01/17 5:59 PM
carmelo
Angel,
La idea de que el primer bautismo (sacramento) era valido o no porque venia de uno u otro y asi alcanzar nulidades inexistentes para dividir ya se veia en las comunidades que MURMURABAN y su fruto era divicion discordia confucion, ambiguedad y lo peor "hacer ineficaz la cruz" que era el fin de fondo!!.
san Pablo a los Corintios (1,10-13.17):
"hay discordias entre vosotros"..
Pues no me envió Cristo a bautizar, sino a anunciar el Evangelio, y no con sabiduría de palabras, para no hacer ineficaz la cruz de Cristo."
Hoy tambien andamos asi, desvirtuamos el poder del sacramento y hacemos juego de nulidades o circunstancialmente me hago inimputable a mi conveniencia, por ello es oportuno S. PABLO y exhorta a la comunidad a no hacer "Ineficaz la Cruz"
22/01/17 6:51 PM
Hermenegildo
D. Francisco José, creo que la cuestión es mucho más simple que como usted la plantea. Hay normas de Derecho Eclesiástico que el Papa puede cambiar justificadamente y normas de Derecho Divino que ni siquiera el Papa puede cambiar. La indisolubilidad del matrimonio o la imposibilidad de comulgar en pecado mortal son preceptos de Derecho Divino. Si el Papa ordenase algo contra estas normas de Derecho Divino no sólo no estaríamos obligados a obedecerle, sino que estaríamos obligados a desobecerle.

Concuerdo, no obstante, con usted en que primero hay que saber lo que el Papa ha querido decir en "Amoris laetitia"; de ahí la pertinencia de los Dubia.
22/01/17 7:17 PM
Javier Igea (sacerdote)
Quiero hacer varios comentarios críticos al autor. Empieza citando una respuesta que dio en una conversación a un amigo suyo, en la que decía lo siguiente: «en esto no estoy en comunión con el Romano Pontífice, ni creo que tenga que estarlo». Luego escribe un largo, y en mi opinión farragoso artículo, en el que creo que llega a la siguiente conclusión. la obediencia no me puede obligar a hacer un juicio contra algo que es objetivamente falso. Y para llegar a esta conclusión se basa en la distinción de los tres grados de obediencia propuesta por san Ignacio, la regla 13ª y una cita de santo Tomás. Con lo que creo que justifica su afirmación inicial de que en esto -¿se refiere a que el Papa le podría mandar dar la comunión a los divorciados?- no está en comunión con el santo Padre, por lo que, puedo concluir yo, el santo Padre está equivocado.
Que me perdone el autor, dado que provengo del mismo seminario en el que él estudió. En mis tiempos, a ninguno de los que d. Marcelo formó, nunca a ninguno se nos ocurriría decir una frase como esa. La considero muy imprudente, proveniendo de un sacerdote. D. Marcelo nunca la aprobaría.
Quiero hacerle una puntualización sobre la regla 13ª de san Ignacio. Y le recomiendo que estudie un poco más a san Ignacio; Allí dice san Ignacio, que lo blanco que yo veo ... Y el autor habla de una evidencia sensible; no es ésta la interpretación. San Ignacio habla de los que yo veo; esto es, me puedo equivocar (luego no se trata de e
22/01/17 9:14 PM
Panto Crator
Porque tanto brinco estando el suelo tan parejo. Que cosa tan sencilla es discernir lo dicho por Nuestro Señor Jesucristo: "Lo que Dios a unido que no lo separe el Hombre", y lo que dijo el Espíritu Santo por medio de San Pablo: "El que coma el Cuerpo del Señor indignamente se come su propia condenación", y también lo dicho por San Pedro: "Hay que obedecer primero a Dios que a los hombres". Todo lo que vaya en contra de esta doctrina viene de satanas, así de simple.
22/01/17 9:59 PM
clara
Xaberri, no has terminado tu comentario, y es interesante...
22/01/17 10:34 PM
A mi entender, no se debe hacer aquello que es manifiestamente pecado grave, no sólo cuando lo manda el superior sino ni siquiera cuando el superior lo permite o consiente o aprueba.

Un sacerdote que da de comulgar o da la absolución penitencial a quien sabe de cierto que tiene voluntad de cometer pecado grave, como el adulterio, aunque su Obispo o Papa se lo mande o simplemente se lo permita en ciertos casos, estaría cometiendo un sacrilegio al igual que el comulgante o penitente en ese estado.

Sacrilegios horribles son tanto el absolver en la penitencia como dar la comunión eucarística al que se sabe de cierto que tiene voluntad de pecar gravemente, que es precisamente el caso de los divorciados y vueltos a casar que reciben tales sacramentos con el propósito de convivir mores uxorio.

Además el Obispo o Papa que permite tal cosa a sus sacerdotes y fieles está también permitiendo que se cometan tales sacrilegios y por tanto es responsable pastoral y moralmente de los sacrilegios que se cometan en la Diócesis al amparo de dicha permisión.

Si, como dijo Cristo, "al árbol se le conoce por sus frutos," es claro que esos Obispos o Papa, al ser causa con esa permisión del pésimo fruto del sacrilegio penitencial y/o eucarístico, son malos árboles pues producen malísimos frutos de sacrilegio..

Por lo tanto, no sólo debemos oponernos a tales permisiones sacrílegas dadas por el Papa y algunos Obispos, sino que debemos pedirles humildemente que por su propio bien las re
22/01/17 10:39 PM
Francisco José Delgado
Considero que la reflexión que he planteado es susceptible a muchas críticas. Algunas de las que se han planteado son justas, y opinables. Otras vienen de una mala comprensión de lo que he escrito: tal vez, a pesar de intentar ser muy preciso, me he explicado mal.
A mi hermano Javier, que cree que D. Marcelo no aprobaría una frase como la mía, sí quisiera precisarle más lo que he dicho.
Mi postura sobre la posibilidad de que un adúltero que no se arrepiente reciba los sacramentos de la Eucaristía o de la Penitencia es simple: tal cosa es una herejía. Es un hecho que muchos interpretan que el Santo Padre tiene la voluntad de que se den estos sacramentos en esas condiciones; otros creen que el Santo Padre no quiere eso.
Entonces, aclaro mis premisas: 1) Al Santo Padre se le debe obediencia, más nosotros sacerdotes y más en esas materias; 2) Me parece que el concepto de obediencia ciega de San Ignacio (aunque no me guste el nombre) es a lo que tiene que llegar la obediencia; 3) Esa obediencia (y cualquiera) sólo se puede dar cuando el intelecto está libre ante las diversas posiblidades entre las cuales una es la mandada por el superior. 4) Es estrictamente necesario que conste un mandato concreto, aunque sea tácito.
22/01/17 11:45 PM
Francisco José Delgado
Mis conclusiones: 1) Mientras no esté claro el mandato en cuestión NO SE PUEDE obedecer; el que hiciera lo que dicen algunos que quiere el Santo Padre estaría actuando temerariamente y desde luego no obedecería; 2) Si constara un mandato claro en el sentido que han hablado los obispos de Buenos Aires o los de Malta sería imposible que la voluntad moviera al entendimiento a aceptar algo que evidentemente está en contra de la voluntad de Dios, por lo que tal mandato NO SE PUEDE obedecer.
Por tanto, si aceptamos como auténtica la interpretación de que la voluntad del Santo Padre es que se den estos sacramentos a los adúlteros impenitentes, entonces en eso no estoy en comunión con él, no por falta de voluntad, sino porque me resulta del todo imposible. Y ad impossibilia nemo tenetur.
En cuanto a la regla 13 no ha entrado el comentario entero, pero me imagino por donde va. Efectivamente, es otra forma de verlo y seria más a mi favor, porque refuerza la idea de que la obediencia sólo puede darse donde hay posibilidad de error. En la evidencia que suponen los primeros principios, como el de no contradicción, sería imposible. Lo mismo en la certeza de la fe: que el adulterio es pecado grave y que para recibir la Eucaristía se debe estar en gracia de Dios.
22/01/17 11:48 PM
Pues si, Ricardo, o existe o no existe matrimonio. Ahí no hay nada que discernir, solo decidir a quien corresponde.
Si, se pudre todo.
Y el final de mi comentario. Huir de la obediencia y pedir a Dios una bendición es como Saúl pidiendo algo a la hechicera y pensar que Dios se va a quedar tan pancho. Y decía una broma de la que no me acuerdo
23/01/17 12:31 AM
claudio
En principio no se debe obediencia si no existe una orden concreta. En el caso de AL el Papa no ha dicho que los casados sacramentalmente en forma válida y que se separan sin trámite alguno de nulidad del matrimonio y están en nueva relación y pareja pueden acceder al Sacramento de la Eucaristía. En rigor eso no no lo ha dicho nadie con esa claridad. Es decir que no se puede obedecer ni desobedecer lo que no se conoce. Esa indefinición esencial es la que motivó la "dubia". Y sigue sin tener respuesta. Lo que no se entiende es por qué si el Papa piensa eso y lo quiere, no lo dice y termina el tema. Por qué no lo hace ?, por qué el paso lo tienen que dar otros que carecen de autoridad para hacerlo ?, por que se pretende convertir a los confesores en "discernidores" si no saben lo que tienen que discernir ?. Creo que cualquier bautizado no se convierte en anti Papa si se niega a cumplir una orden que no existe. El CIC establececlaramente que 212 § 1. Los fieles, conscientes de su propia responsabilidad, están obligados a seguir, por obediencia cristiana, todo aquello que los Pastores sagrados, en cuanto representantes de Cristo, declaran como maestros de la fe o establecen como rectores de la Iglesia.
§ 2. Los fieles tienen derecho a manifestar a los Pastores de la Iglesia sus necesidades, principalmente las espirituales, y sus deseos.
§ 3. Tienen el derecho, y a veces incluso el deber, en razón de su propio conocimiento, competencia y prestigio, de manifestar a los Pa
23/01/17 12:49 AM
Longinos
Gracias, muy interesante.
23/01/17 2:24 AM
Virginia
Impecable, necesario, urgente y clarísimo.
Dios lo bendiga abundantemente por este artículo, padre, y a los fieles con su amplia difusión y comprensión.
23/01/17 6:14 AM
Maria
"El que por obediencia se somete al mal, está adherido a la rebelión contra Dios y no a la sumisión debida a Él." San Bernardo de Claraval

Nadie puede ni por obediencia obedecer algo que lo haga pecar..un Sacerdote que permite que un pecador mortal siga en su pecado mortal y le da la Comunión, esta pecando.. con o sin obediencia.
23/01/17 7:12 AM
otro toledano
Frasquito, con menos argumentos me conformo:
“No cometerás adulterio” (Ex 20,14)
“Oísteis que se dijo: No cometerás adulterio. Pero yo os digo: todo el que mira a una mujer deseándola, ya ha cometido adulterio en su corazón” (Mt 5, 27-28)
“De manera que el coma el pan o beba el vaso del Señor indignamente, será reo del cuerpo y la sangre del Señor. Examínese uno a sí mismo; y después coma del pan y beba del cáliz, pues el que come y bebe sin distinguir ese Cuerpo, come y bebe su propia condenación” (1Cor 11, 27-29)
“No es que haya otro evangelio; lo que pasa es que algunos os alarman y quieren deformar el Evangelio de Cristo. Pues bien, aunque nosotros mismos o un ángel del cielo os predicara un evangelio distinto del que os hemos predicado, sea anatema. Lo he dicho y lo repito: Si alguien os anuncia un evangelio diferente del que recibisteis, sea anatema. Cuando digo esto, ¿busco la aprobación de los hombres o la de Dios?, ¿o trato de agradar a los hombres? Si siguiera todavía agradando a los hombres, no sería siervo de Cristo”. (Gal 1, 7-10)
23/01/17 8:23 AM
Chimo Viñes
Buen artículo y excelente frase para concluirlo, padre.
"Y es que para que se dé la obediencia que da unidad y armonía al orden en el que se constituye el cuerpo Místico de la Iglesia no sólo es necesario que los súbditos sepan obedecer, sino también que los superiores sepan mandar, pues no pocas veces se da que es la comodidad y el deseo de ser estimados de estos lo que impide que los primeros puedan entregarse totalmente a Dios a través de la santa virtud de la obediencia ".
23/01/17 8:37 AM
Catholicus
El Santo Padre no ha querido ordenar nada en AL. Siguiendo la educación jesuita moderna recibida y su espiritualidad contagiada de pensamiento de activista astuto, ha dejado unos -errados- presupuestos pastorales para que la decisión caiga por sí sola para todos aquellos que quieran dar la comunión a los adúlteros. Que como sabemos son legión.

Así no es posible acusar de nada formal a AL, salvo de confusión. Aplicando la regla ignaciana de buscar siempre la mejor intención en el prójimo, habrá que suponer que el Santo Padre intenta mantener un bien superior manteniendo el mal menor de esa confusión generada: la unidad de la Iglesia.

También se puede suponer ignorancia invencible, pues la mala formación teológica moral (subjetivismo, personalismo, emocionalismo, psicologismo) que domina actualmente en toda la Compañía y én amplísimos territorios diocesanos (i.e.seminarios e instittutos religiosos), pueden hacer que el Santo Padre no consiga comprender la tradicional enseñanza de la Iglesia sobre el pecado mortal objetivo, los sacramentos, la conciencia rectamente formada, la extensión de la misma Ley Natural etc.

El santo Padre no es tanto el problema, como la consecuencia obligada de tantos años de permisión de esas venenosas y sutiles desviaciones morales que campan también muy a gusto entre los movimientos neocon incapaces de dar sólida formación doctrinal a unos seguidores que, aunque no lo quisiésemos, siguen viviendo en un mundo mediático asfixiante que contin
23/01/17 1:54 PM
Catholicus
El Santo Padre no ha querido ordenar nada en AL. Siguiendo la educación jesuita moderna recibida y su espiritualidad contagiada de pensamiento de activista astuto, ha dejado unos -errados- presupuestos pastorales para que la decisión caiga por sí sola para todos aquellos que quieran dar la comunión a los adúlteros. Que como sabemos son legión.

Así no es posible acusar de nada formal a AL, salvo de confusión. Aplicando la regla ignaciana de buscar siempre la mejor intención en el prójimo, habrá que suponer que el Santo Padre intenta mantener un bien superior manteniendo el mal menor de esa confusión generada: la unidad de la Iglesia.

También se puede suponer ignorancia invencible, pues la mala formación teológica moral (subjetivismo, personalismo, emocionalismo, psicologismo) que domina actualmente en toda la Compañía y én amplísimos territorios diocesanos (i.e.seminarios e instittutos religiosos), pueden hacer que el Santo Padre no consiga comprender la tradicional enseñanza de la Iglesia sobre el pecado mortal objetivo, los sacramentos, la conciencia rectamente formada, la extensión de la misma Ley Natural etc.

El santo Padre no es tanto el problema, como la consecuencia obligada de tantos años de permisión de esas venenosas y sutiles desviaciones morales que campan también muy a gusto entre los movimientos neocon incapaces de dar sólida formación doctrinal a unos seguidores que, aunque no lo quisiésemos, siguen viviendo en un mundo mediático asfixiante que contin
23/01/17 3:40 PM
Xaberri
Apoyo a Claudio.
23/01/17 3:43 PM
La verdad es que el Papa no ha mandado nada. Ha abierto la puerta para que aquel que considere que se puede comulgar (con ese pecado mortal) lo haga.
Los que no se separen de la Doctrina no caen en desobediencia alguna y los que decidan lo contrario tienen permiso Papal.
¿Desobedece a Dios quien bajo la autoridad de su confesor, y en este caso un Papa, se guía por el consejo o directriz de este?
Esta es mi pregunta y conste que no me gusta el famoso punto de AL, ni su redacción, ni su planteamiento, ni su desarrollo, pero pensando hay que reconocer que en no pocas ocasiones un confesor ha podido levantar la mano a alguien en concreto y por algo concreto. Ejemplos varios.
23/01/17 3:43 PM
Hermenegildo
Javier Igea: no puedo creer que D. Marcelo propugnara una obediencia idolátrica y, por tanto, herética, al Romano Pontífice. Porque idolátrico y herético sería propugnar la obediencia al Papa cuando ésta se opone a los mandatos de Dios.

La papolatría que con buena voluntad se ha cultivado en el catolicismo mucho tiempo ha provocado que muchos católicos se encuentren ahora perdidos ante un pontificado calamitoso.
23/01/17 4:13 PM
Almudena1
La verdad es que el Papa no ha mandado nada. Ha dado permiso para que aquel que considere oportuno dar la comunión (con ese pecado mortal) lo haga. Queda bajo su criterio y autoridad.
Aquellos que se mantengan en no hacerlo no caen en desobediencia alguna, pues no hay mandato.
La Doctrina no se mueve. Con permiso Papal los sacerdotes podrán bajo criterio actuar. Insisto, con permiso Papal.
Mi pregunta es: ¿tiene autoridad un Papa (o un confesor), para aconsejar o permitir en ciertos casos algo contrario a la Doctrina y el Magisterio? Casos a lo largo de la historia se han dado sobre este y otros asuntos.
Es evidente que en cientos de parroquias esto ya se estaba haciendo y se estaba haciendo mal, sin el consentimiento ni el permiso de la autoridad. Ahora la cosa ha cambiado, la autoridad del Papa lo permite.
Si el Papa no tiene autoridad para ello tampoco ningún confesor o director espiritual podría jamás nunca aconsejar o dar permiso en ningún caso y bajo ningún concepto a nada que fuera en contra de la Doctrina. Y esto señores, ha sido desde hace cientos de años el pan nuestro de cada día.
Conste que no me gusta el trajinado punto de AL, ni su planteamiento, ni su redacción.
23/01/17 4:42 PM
Francisco José Delgado
Por último estoy de acuerdo con Catholicus en que se puede aplicar el principio ignaciano de salvar la proposición del prójimo interpretando católicamente AL, es decir, entendiendo que el Papa NO dice que se pueda dar la comunión a un adúltero que no se arrepiente de sus pecados.
23/01/17 5:44 PM
Francisco José Delgado
Me gustaría hacer una puntualización a algo que se ha comentado y que ciertamente está mal expresado. Cuando hablo de la primacía del Código de Derecho Canónico sobre AL me refiero no a la potestad del Papa, que ciertamente es superior a la del Código, en cuanto puede modificarlo, sino a la categoría de ambos documentos. Creo que es claro que una nota al pie de una exhortación apostólica no puede usarse para justificar el incumplimiento de un canon. Si el Santo Padre quisiera cambiar el Código, lo haría de la forma adecuada.
Ahora bien, esto no haría que tal disposición quedara sujeta a obediencia, porque entonces fallaría por el otro capítulo que mencionaba, en cuanto que sería imposible que la voluntad moviera el entendimiento para aceptar algo que es evidentemente contrario a la fe (que los adúlteros impenitentes puedan recibir la Comunión). Si se quiere, también se podría apelar a una instancia mayor, que es lo que hace el documento de la P. C. de interpretación de los textos legislativos que cito en el texto y que dice que: "La prohibición establecida en ese canon, por su propia naturaleza, deriva de la ley divina y trasciende el ámbito de las leyes eclesiásticas positivas: éstas no pueden introducir cambios legislativos que se opongan a la doctrina de la Iglesia".
23/01/17 5:44 PM
"El Papa, en su afán de misericordiar, ha dado un permiso que cree evita el sacrilegio continuo. Yo no lo tengo claro. "
---

Almudena, no solamente tú no ves claro. Es lo que le han dicho en las "dubias", ¿porqué no las contesta?

Un sacrilegio es un hecho objetivo. No se puede ordenar que no lo sea, porque más que a un papa se le ocurra "dar permiso". Y ello por dos razones:
1. Porque por más permisos que dé, sigue habiendo sacrilegio, pues como ya te he dicho, se trata de un hecho real, objetivo.
2. Porque jamás un papa puede dar permisos para pecar.
23/01/17 7:48 PM
Rafael
davidp83, me parece que lo mínimo cuando se acusa de “caer en falacias y verdades a medias” es señalar cuales son. Y más si las “falacias y verdades a medias” citan al Evangelio y a Santa Catalina de Siena. Si no queda como un mero e irracional insulto, que obedece a no se sabe que …latría.
23/01/17 10:14 PM
Ricardo de Argentina
El comentario anónimo anterior es mío.
23/01/17 10:18 PM
La exhortación no dice que en pecado mortal se puede comulgar X o Y. Lo que hace la exhortación ALCaptVIII es reducir “la culpa en el sentimiento” por una imposibilidad de vivir en continencia cuando es DE “PLANO CONSENTIDO” (“muestra de fidelidad en la segunda relación”) con mente y razón sumida en el error ya NO tendría “subjetivamente en conciencia algo que le generaré nueva culpa”. se perdió el sentido del pecado en esos párrafos.
A inexistencia del pecado quien puede negar algo? - El documento esta cuadrado con 5 puntas y no lo ven.
Viéndolo así, La naturaleza del evangelio se simplifica al “sentimiento concreto presente y operante” del sujeto material lo que en si no genera culpa, el detalle es cuando es consentido y diluido casuísticamente.
Deja de aspirar aquello trascendente del Matrimonio Sacramental y hace del sacramento "Ineficaz". El problema ,as gra de todos es la burla del pecado, ya que al tiempo se burla del E.S.no es posible recibir perdon por ser inimputable, no seria ni necesario pedir perdon. esto es mucho mas grave de lo que pueden ver.
23/01/17 10:36 PM
carmelo
“la culpa no está en el sentimiento, sino en el consentimiento” (San Bernardo Claraval)
AL capt VIII abiertamente consiente la situación irregular reduciendo el adulterio (ahora un sentimiento de fragilidad) a un acto virtuoso.
AL 298” Existe el caso de una segunda unión consolidada en el tiempo, con nuevos hijos, con probada fidelidad, entrega generosa, compromiso cristiano, conocimiento de la irregularidad de su situación y gran dificultad para volver atrás sin sentir en conciencia que se cae en nuevas culpas”
una vez desaparece la idea de la culpa, no hay de que confesarse...
ESTO ES UN CUADRO DE 5 PUNTAS. desfigura la culpa, intenta burlar la atracción y por tanto arrepentimiento y confesión. Una pastoral así, se acabó todo.
23/01/17 11:13 PM
IGNATIUS
Muy buen artículo, sobretodo por incidir en qué para obedecer el mandato del superior, este ha de ser claro; y además ha de ser algo que no vaya ni contra lo evidente, ni contra una verdad de fe revelada, como es el no poder recibir la comunión el que vive en adulterio.
23/01/17 11:55 PM

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