¿Cuál es la diferencia entre «santo» y «hereje»?

Conclusión sencilla: ante cualquier reformador de la Iglesia, en su vida podrá verse si es un hereje o un santo (o al menos en camino de santidad)

Para responder a esa pregunta propongo usar el método del contraste llamativo, de forma que el SANTO sea representado por uno de las grandes figuras reformadoras de la Iglesia: San Francisco de Asís; y el HEREJE lo sea por uno de los mayores deformadores de la misma: Lutero. Veamos esos contrastes:

1º: San Francisco comenzó su conversión desde un profundo examen de SU conciencia. Y al constatar que su vida no era la que Dios quería, se dispuso a abandonarlo todo y quedarse pobre para así, sin adherencia material alguna, entregarse del todo a Cristo.

Lutero, a su vez, se centra en un profundo examen «AD EXTRA» (hacia fuera) de la situación de la Iglesia Católica del momento (siglo XVI). Y al constatar que algunos aspectos de la praxis eclesial divergían del auténtico sentido de Iglesia querido por Dios, se dispuso a abandonar la Iglesia para, sin esa comunión pastoral, entregarse del todo a la reforma de la cristiandad.

2º: San Francisco, una vez dado el primer paso en su conversión radical, se dio a la oración y al amor fraterno con preferencia a los más pobres y sufridos. De ese modo abrió su corazón, y su conciencia, a la escucha de la Voluntad de Dios para su vida.

Lutero, a su vez, luchaba por invertir sus escrúpulos de conciencia (causados por su voluntarista lucha contra las tentaciones de impureza en solitario) y buscarles una digna salida desde una nueva configuración de la moral cristiana. En vez de abrir su alma a la Voluntad de Dios, procuraba que esa voluntad divina se ajustara a su realidad personal, desde el aval de una nueva interpretación de la Palabra de Dios.,

3º: San Francisco, tras ir recorriendo un camino ascético y místico inundado de caridad, escucha el pedido de Dios: «ve y reforma mi Iglesia», y sigue caminando desde la obediencia y la humildad. Con una vida transformada en Cristo, y por Cristo, Francisco está en condiciones de acometer toda reforma sabiendo que es la reforma de Dios y no la suya personal.

Lutero, a su vez, mientras caminaba en la confusión de conciencia que le llevaba a desobedecer una y otra vez a la Iglesia, y, drogada ya su conciencia desde la seguridad de salvación por la sola Fe, se unía a una mujer (ex monja) para lograr el equilibrio de sus sentidos, impulsó un terrible cisma en la Iglesia Católica convirtiéndose él mismos en el líder de esa nueva Iglesia «reformada».

Entonces se ve con CLARIDAD la diferencia entre Santo y Hereje. Básicamente: ambos quieren reformar la Iglesia, pero el santo comienza por reformar su propia vida para luego, si de verdad Dios se lo pide, acometer reformas hacia fuera. Y el hereje, lejos de fijarse en su propia coherencia, se lanza a reformar hacia fuera lo que no ha querido constatar hacia dentro. El diablo consigue que el hereje haga converger toda su fuerza en luchar hacia fuera contra todo aquello que quizás esté vivo en su interior. El alma en Gracia de Dios, y que procura vivir en humildad y obediencia, no centrará su energía hacia fuera cuando sabe que ningún árbol malo da frutos buenos.

Proyectemos este contraste a la realidad de la Iglesia de HOY. Observemos cuantos «reformadores» de la Iglesia están empeñados en que la misma «vaya con los tiempos», «reformule los dogmas desde el diálogo con la modernidad», «elimine el Misterio de la Liturgia», «desista de formar las conciencias», «contemple los sacramentos como DERECHOS y no como DONES», «separe la misericordia de la verdad»....etc. Y a la vez constatemos los que ya afirmó Benedicto XVI (aún Cardenal Ratzinger) en el Vía Crucis del Coliseo Romano de 2005: «cuanta soberbia y cuanta autosuficiencia hay en la Iglesia, cuanta suciedad hay en la Iglesia de aquellos que por su sacerdocio debieran estar entregados a Cristo»...........

Conclusión sencilla: ante cualquier reformador de la Iglesia, en su vida podrá verse si es un hereje o un santo (o al menos en camino de santidad). Desde esa apreciación, sigamos solo a los que, al menos en el intento, procuran reformar primero su vida antes que reformar la Iglesia.

 

P. Santiago González, sacerdote

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10 comentarios

Luis López
Creo que la gran diferencia entre un santo y un hereje es la virtud de la humildad. La soberbia es el atributo por excelencia del demonio y de sus mejores agentes intelectuales, los herejes.

En efecto, fueron las horrible luchas interiores de Lutero las que le llevaron a querer arreglar la Iglesia, pero lo decisivo fue su soberbia. Soberbia que también atesoraba a espuertas Calvino, aunque éste fuese a diferencia de Lutero muy sobrio y ascético.
21/05/14 12:02 PM
VICENTE
gracias, padre Santiago.
21/05/14 8:53 PM
Palas Atenea
Sí, me parece que la cuestión está bien plantada y estoy de acuerdo tanto con el autor del artículo como con el comentarista que me precede.
Incluso en épocas en las que el Papado no era precisamente ejemplar hubo grandes santos.
Creo que la cuestión es la recta comprensión del mensaje de Jesús. No hay en los Evangelios ninguna llamada, que no sea la extensión del Evangelio, a hacer reformas por nuestra cuenta; más bien el mensaje se dirige a cada uno de nosotros y a la conversión personal.
Debemos enseñar lo que significa ser cristiano a través de nosotros mismos y de la fe y bondad que irradiamos, que es lo que hacen los santos.
Los herejes no están interesados en esto sino en atacar el dogma como si, de esa forma, arreglaran el mundo.
Hay quien considera que hasta el marxismo es una herejía cristiana, y pudiera serlo si enfocamos sólo la cuestión social; como Lutero echó toca la carga en la cuestión de la Fe. Pero ambas cosas ya están dentro de la Iglesia Católica y no hace falta salirse de ella, porque ha habido santos que han brillado por su Fe y otros por su Caridad.
Mucho antes de que el mundo supiera siquiera lo que era la sanidad pública San Juan de Dios ya se dedicaba a eso; mucho antes de que Lutero existiese tenemos mártires que dieron su vida por la Fe.
21/05/14 9:00 PM
Palas Atenea
Chesterton explica muy bien las herejías. Dice que dentro de la Iglesia Católica está todo, bien equilibrado y jerarquizado: las virtudes teologales, la alabanza a Dios...y que cada cual, según los dones que recibió cumple el Evangelio a su manera; en cambio, dice él, las herejías hacen de repente un "descubrimiento" que les parece trascendental y priorizan la parte sobre el todo, desequilibrando el mensaje de Jesús.
Los santos comprenden la totalidad del mensaje que, a través de la Iglesia, nos viene y unos son mendicantes, otros orantes, otros misericordiosos, otros sabios, esperando que la Comunión de los Santos se encargue de que lo individual se convierta en colectivo.
Perdón por la largura y la repetición pero esta es una cuestión en la que he pensado mucho y que me ha servido para amar a la Iglesia y ver la diversidad de opciones que nos da.
21/05/14 9:17 PM
chestertoniana
Estimado padre,
Me sorprende que no lo aplique Ud. también a aquellos que ponen el acento en la confusión imperante hoy en la Iglesia- muchas veces criticando sin escrúpulos, sin precisión y públicamente-, como si las crisis fueran un hecho sin precedentes en la historia de la Iglesia. Son aquellos que pretenden que todo aquello posterior al 65 necesita reforma, pero manifiestan muy poca finura en su vida espiritual. Muy "tradicionalistas" para condenar todo lo que ven en la Iglesia, pero muy poco en sus palabras, hábitos y prioridades.
22/05/14 10:30 PM
Jordi
Matizaría lo siguiente:

1. Lutero no crea herejías por sí mismo de la nada: Lutero es el anticristo que aparece después de haber habido previamente una apostasía general dentro del propio Pueblo de Dios (II Tesalonicenses).


2. Francisco por sí mismo haría entrar en colapso a la Iglesia si todos se hicieran pobres y célibes como él.

Pero sin Francisco la Iglesia también entraría en colapso, porque por su ejemplo, demostró que sí es posible cumplir el "niégate, véndelo todo y dáselo a los pobres, coge tu cruz y sígueme" de Jesús: lo hizo encarnado e histórico, veraz y vivo, fructificante y esplendoroso.
22/05/14 10:41 PM
JOSE
yo no puedo juzgar nada, pero en la conclusion dice: sigamos a los que,...procuran reformar su vida antes que la Iglesia.LA PALABRA DE DIOS NOS ENSEÑA A SER HUMILDES Y A SEGUIR A JESUS.. SIGAMOS A JESUS Y EL ES EL QUE NOS ENSEÑA....VENDE TODO Y DASELO ALOS POBRES Y SIGUEME, no soy Teologo pero siento que hay que seguir a JESUCRISTO PARA QUE REFORME LA IGLESIA QUE SOY YO.
23/05/14 12:01 AM
Juan Argento
Disculpe Padre Santiago González, pero el último párrafo, tal como está, es peligroso por lo que no dice:

"Conclusión sencilla: ante cualquier reformador de la Iglesia, en su vida podrá verse si es un hereje o un santo (o al menos en camino de santidad). Desde esa apreciación, sigamos solo a los que, al menos en el intento, procuran reformar primero su vida antes que reformar la Iglesia."

Porque bien podria ocurrir que alguien que personalmente es evidentemente un santo proponga reformas erroneas en la doctrina y/o la praxis de la Iglesia.

Los fieles debemos seguir ante todo al Magisterio infalible, por asistencia del Espíritu Santo, de los Concilios Ecumenicos, que son tales cuando son aprobados por el Papa, y de los Papas cuando hablan ex-Cathedra. Y luego al Magisterio ordinario de los Papas cuando no hablan ex-cathedra, jerarquizando sus distintas expresiones, porque no es lo mismo una enciclica que una homilia.

A partir de ahi, el primer criterio para evaluar un reformador, como por ejemplo San Francisco o Santa Teresa, es su fidelidad al Magisterio. Recien despues, su santidad personal.

Si la Reforma protestante hubiese sido de la autoria exclusiva de alguien austero y sobrio como Calvino, o alguien mucho mas virtuoso aun, y si la mayoria de los obispos del concilio de Trento hubiesen sido en su vida personal unos libertinos, nada cambiaria para nosotros.

Similarmente, para llegar a la conclusion de que la propuesta reciente del Cardenal Kasper de re
24/05/14 2:39 AM
José Luis
Es imposible desobedecer a la Iglesia Católica cuando el corazón se llena del amor de Dios. A pesar de las dificultades que hubo en la Iglesia en el tiempo de San Francisco de Asís, siempre estuvo bien dispuesto a la escucha como a la Santa Obediencia, la humildad de este santo crecía gracias a la Misericordia de Dios.

Por el contrario, Lutero no supo reaccionar conforme a la vida de Gracia, ¡qué mala cosa es la soberbia!, ¡cuántas malas pasadas provoca este pecado! La soberbia es madre de todos los vicios.

Nosotros tenemos que hacer una reforma interior, a ejemplo de San Francisco de Asís. Necesitamos renovarnos profundamente en nuestra vida espiritual.
27/05/14 3:54 PM
María
Gracias Padre es excelente su artículo, tiene usted toda la razón, pero desgraciadamente muchos católicos hoy en día confunden estos términos,llamándoles santos a los herejes y herejes a los santos.
Que Dios Nuestro Señor bendiga a usted y su familia ahora y siempre, y lo haga un verdadero santo.
30/05/14 6:39 AM

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