Primeras comuniones

Cuando el niño ha hecho la primera comunión, no termina todo. Comienza una nueva vida que hay que cuidar con esmero. Es más importante el año posterior a la primera comunión que el año anterior de preparación, porque durante el año posterior y los que siguen, el niño puede comulgar y ha de ser acompañado para aprender a tratar a Jesús

La primera comunión constituye un momento feliz de la vida. Marca la conciencia del niño/a para toda su existencia. Es una ocasión de gracia de Dios muy especial, porque el corazón de un niño no tiene barreras para Dios, y Dios entra de lleno dejando buen sabor en esa experiencia temprana. No debemos desaprovechar este momento, porque Jesús viene no sólo al alma de este niño, sino que de alguna manera entra en la vida de toda la familia. La primera comunión es un momento de gracia para todos. Abuelos y nietos, primos y hermanos, tíos y demás familia. Los padres se ven de pronto crecidos, al ver crecidos a sus hijos, y el amor primero del matrimonio se renueva ya más maduro y sereno.

Fue el Papa san Pio X el que introdujo la primera comunión en la infancia, a comienzos del siglo XX. El quería comulgar de niño y se lo dijo a su párroco, que le remitió al obispo. Cuando el obispo vino a la parroquia, Pepito, aquel monaguillo que quería comulgar, se dirigió al obispo haciéndole la petición. El obispo le hizo entender que la norma era de la Iglesia universal y él no podía cambiarla y terminó su explicación con una evasiva: «Cuando seas Papa podrás cambiarlo». Y aquel monaguillo, Pepito Sarto, cuando llegó a Papa con el nombre de Pio X, lo primero que hizo fue conceder a todos los niños del mundo poder acercarse a recibir a Jesús en la comunión, como él lo había deseado desde niño sin haber podido cumplir su deseo.

Lo que parece una simple anécdota tiene mucho trasfondo. La Iglesia que siempre ha estimado sobremanera la santa Eucaristía y que ha puesto muchas condiciones para acercarse a recibirla, por medio del Papa san Pio X universalizó la comunión diaria y la puso al alcance de los niños. Hay quienes piensan que todo el movimiento misionero que viene en las décadas siguientes tiene su origen en este acercamiento de los niños a Jesús Eucaristía.

La comunión de los niños lleva consigo todo un catecumenado de iniciación cristiana. El niño aprende a tratar con Jesús como un amigo, es introducido en la profundidad de los misterios de nuestra fe cristiana, y lo hace sin ninguna barrera. Sorprende a muchos catequistas constatar cómo los niños preguntan y se meten de lleno en el misterio de Dios, tratándole con una familiaridad que en muchos casos no volverá a repetirse en sus vidas. Es fundamental, por tanto, que en esta experiencia de fe infantil vayamos a lo esencial, sin perdernos en perifollos o montajes artificiales.

«Dejad que los niños se acerquen a mí, no se lo impidáis» (Lc 18,16). Por una parte, favorezcamos ese encuentro que tiene mucha más importancia de lo que parece, va a dejar una huella en el alma de esos niños, como una experiencia fundante de la relación con Dios, con un Dios tan cercano, que lo puedo comer y lo puedo tratar como amigo. Y por otra parte, no lo impidamos con nuestros planteamientos de «adultos». En torno a las primeras comuniones se ha montado un tinglado que desfigura la naturalidad de lo sobrenatural, que antepone lo vistoso a lo invisible, que monta la fiesta por fuera sin acompañar al niño en lo que está viviendo por dentro.

La primera comunión es una invitación ante todo a comulgar por parte de todos los asistentes. Quizá haya quienes no puedan acercarse. Pues, hagan comunión espiritual. Vivan lo más unidos posible a Dios para sintonizar con lo que el niño está viviendo. No aturdamos al niño con regalos que no son apropiados ni tiene capacidad de asimilar. El regalo por excelencia es Jesús y para no distraer, dejemos lo regalos para otro momento. No se trata de que el niño aparezca como el príncipe imaginario de los cuentos que lee, ni que la niña aparezca como una novia engalanada. Es todo mucho más sencillo. se trata de que el alma esté limpia y adornada para Jesús, con un vestido de fiesta sencillo que sirva para futuras ocasiones.

¡Ah! Y cuando el niño ha hecho la primera comunión, no termina todo. Comienza una nueva vida que hay que cuidar con esmero. Es más importante el año posterior a la primera comunión que el año anterior de preparación, porque durante el año posterior y los que siguen, el niño puede comulgar y ha de ser acompañado para aprender a tratar a Jesús y llevar esa experiencia de encuentro a la vida cotidiana del hogar, del cole, del juego, de toda su existencia. Jesús viene para hacerse amigo con una amistad que dure hasta la eternidad.

Recibid mi afecto y mi bendición:

 

+ Demetrio Fernández, obispo de Córdoba

 

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9 comentarios

Llanos de Alba
Gracias por el artículo. Un afectuoso saludo
15/05/14 9:27 PM
m
Señor es una gran maravilla contar con Obispos que hagan una catequesis sobre la 1ª comunión, tan sencilla y a la misma vez tan profunda DIOS le bendiga
Señor Obispo Don Demetrio,
obispo de Cordoba
15/05/14 10:00 PM
MARIA R R
SEÑOR: QUE MARAVILLA ESTA CATEQUESIS SOBRE LA 1ªCOMUNIÖN
A MI PERSONALMENTE ME HA ENCANTADO
ES GRANDE EN CONTENIDO,SENCILLA PARA QUE TODO EL MUNDO LA ENTIENDA
SEÑOR OBISPO QUE DIOS LE BENDIGA
GRACIAS POR EL BIEN QUE ME HA HECHO AL
LEERLA
15/05/14 10:16 PM
Roberto
Lo dicho sobre la primera comunión es estupendo, si nos movemos en el campo de la doctrina y la teología está todo muy claro, ahí todos de acuerdo........otra cosa es la práctica pastoral y la realidad pura y dura:

-Para el 60 0 70 por ciento de los niños va a ser prácticamente la primera y la última.

-Muchos padres no están preparados ni por asomo para educar a sus hijos en la fe, entre otras cosa porque no la tienen o es muy débil.

-No nos engañemos, no todos los niños están preparados para asumir este sacramento, aunque hayan recibido la misma catequesis. Pero todos pasan por el "aro" de cualquier manera. ¿no evalúan los catequistas junto al párroco que es lo que hay? Pero es más cómodo mirar a otro lado y no entrar en conflictos comprometidos.

-Para muchos no pasa de ser un acto socio-religioso con fiesta y regalos y poco más.


Me pregunto: ¿nos enteramos de estas realidades? Esto no es nuevo, sí es común año tras año, tras año. Y creo que va a seguir así porque cambios pastorales preveo pocos. Eso sí, quejas muchas.
16/05/14 2:23 PM
Alejandro Galván
En mi opinión, los sacramentos de iniciación cristiana forman un conjunto inseparable. La comunión debe de ser dada al niño que, bautizado, con la Gracia divina infundida en su alma, tenga la instrucción en la fe suficiente para entender en qué consiste la Sagrada Eucaristía. Y lo mismo con la Confirmación, idealmente no separada excesivamente de la Comunión.
Si no, lo que tenemos es a un cristiano que no ha recibido de la Iglesia los Sacramentos necesarios para desarrollar y fortificar su Fe.
El denegar o postergar la comunión/confirmación por motivo de una poco segura futura formación cristiana (no por una situación objetiva de pecado, que sería un caso distinto) recurriría en un situación circular: la Eucaristía no es un premio para una vida cristiana "bien vivida", sino la fuerza para poder llevar esta vida cristiana a su Final.
16/05/14 9:24 PM
Marta
Cuanto más difícil lo veamos, porque las familias no estén muy vinculadas a la parroquia, (lo que hay en su corazón no lo sabemos ni debemos juzgarlo), mayor debe ser la oración y el esfuerzo de los sacerdotes y catequistas hacia estos niños. Quizá sean su única referencia; en todo caso, lo nuestro es sembrar, la cosecha es del Sembrador. Quién sabe los caminos que Él tiene. Hay también muchas ocasiones en que los momentos en que los hijos reciben los sacramentos, acercan a los padres a la fe. No hay que desperdiciar tiempo ni energías es quejarse y pintar escenarios idílicos, sino amar y trabajar en la viña del Señor. Lo mejor que sepamos y donde nos encontremos.
17/05/14 8:14 PM
Uno de tantos
Cuánto vale y qué valiente es este obispo. Pena que en otras diócesis los obispos no digan nada claro para quedar bien con todos.
19/05/14 2:32 PM
Teófilo
Sí, Roberto, probablemente lleves razón y los porcentajes que usas sean indulgentes. Y desde luego que a veces es más cómodo mirar hacia otro lado (por algo dicen que la ignorancia da la felicidad); sin embargo añado que no hay receta para solución instantánea, sino que el equilibrio en ésta, como en tantas decisiones de la Iglesia, debe venir por la luz del Espíritu Santo en la prudencia, pues las normas canónicas objetivas que hay dadas son muy generales.

"Estos padres no tienen fe, ergo su hijo tampoco, ergo no debería hacer la primera comunión": ¿Quién decide, quién mide eso?
24/05/14 3:15 PM
Anonimo
Estoy leyendo este articulo de D. Demetrio, y me parece bastante bueno. Espero que todos lo sigamos.


Atte.
13/07/14 8:59 PM

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