¿Ha cambiado la cristología de Pagola?

En todo caso, mi juicio personal sobre esta obra de Pagola es este: si Cristo no fuera más que un creyente fiel, yo no sería cristiano.

En estos últimos meses se ha vuelto a replantear la cuestión de la antropología de J. A. Pagola en su obra Jesús. Aproximación histórica publicada en su primera edición en 2007. A propósito de ella escribí un artículo que se publicó en internet junto a los de otros teólogos, incluso el obispo de Tarazona (diciembre de 2007).

Siguiendo las indicaciones de la Congregación de la Doctrina de la Fe, la comisión episcopal de la Conferencia episcopal española elaboró una Nota de clarificación sobre el libro de J. A. Pagola «Jesús. Aproximación histórica» el 18 de junio de 2008, publicada con la autorización de la comisión permanente. Dicha nota se refería a la primera versión del libro, de modo que mantiene su valor permanente.

En 2008 se publica la novena edición del libro que aparece esta vez con el imprimatur de Mons. Uriarte. La Congregación de la Doctrina de la Fe dispuso que la Conferencia episcopal española revisase esta nueva edición renovada, aunque el libro haya recibido el imprimatur de Mons. Uriarte. En todo caso, fue la misma CDF la que asumió la revisión y la obra fue retirada de las librerías (febrero de 2010). La Congregación siguió con el estudio de la obra y en su sesión plenaria del 19 de octubre de 2011 determinó lo siguiente, comunicado por carta al Presidente de la Conferencia episcopal por el Card. Prefecto: el libro, «aun no conteniendo proposiciones directamente contrarias a la fe, es peligroso a causa de sus omisiones y de su ambigüedad. Su enfoque metodológico ha de considerarse erróneo, por cuanto, separando el llamado Jesús histórico del Cristo de la fe en su reconstrucción histórica elimina preconcebidamente todo cuanto excede de una presentación de Jesús como profeta del Reino». La Congregación pedía entonces al nuevo obispo de San Sebastián propiciar un coloquio con el autor, junto con los expertos de la Comisión doctrinal de la Conferencia episcopal en orden a la revisión de la obra y a presentar una relación escrita.

El 19 de febrero de 2013 la Congregación escribe al obispo de San Sebastián que el autor ha respondido satisfactoriamente a las observaciones hechas por la Congregación y que se le debe exhortar a introducirlas en futuras ediciones de la obra, a la que no obstante no se le podrá dar el imprimatur.

Para comprobar los datos de esta introducción remitimos a la nota de la Conferencia episcopal española Decisiones sobre el libro Jesús. Aproximación histórica, de J. A. Pagola (8 de marzo de 2013). Documentos de la Conferencia episcopal española (www.conferenciaepiscopal.es/indexphp/notas/2013).

I. Las carencias de un método

Hay un texto en S. Juan en el que Jesús afirma: «antes de que Abrahán existiera, yo soy» (Jn 8,58). Y tomaron piedras para tirárselas. Los judíos apedrean cuando oyen una blasfemia. Y, en efecto, lo era, porque Yo soy es Yahvé, el nombre

que Dios se dio a sí mismo cuando se lo pidió Moisés (Ex 3,14). Y era un nombre que los cristianos no lo utilizaron nunca para designar a Jesús, al que llamaban Señor, Hijo de Dios, Mesías y Príncipe de la paz. Si aplicamos los criterios de historicidad con rigor, veremos que la escena no la pudo inventar la comunidad primitiva porque nunca pronunciaba ese nombre para designar a Jesús. Lo reservaba solo para el Dios de Israel. Pero el caso es que Yo soy aparece en otras tres ocasiones: «cuando hayáis levantado al Hijo del hombre (en la cruz y en la resurrección) entonces sabréis que Yo soy» (Jn 8,28). «Porque si no creéis que Yo soy, moriréis en vuestros pecados» (Jn 8,24). Y lo mismo leemos en Jn 13,19.

¿Por qué entonces Pagola no cita estos textos que están avalados por la crítica histórica? Solo hay una respuesta: porque no acepta que Cristo es Dios, como veremos. Pagola siempre oculta lo que no le gusta, aunque sea lo más importante del Evangelio.

Y, en este sentido, Pagola no cita tampoco el hecho de que a Cristo se le acusa seis veces de blasfemo: Lc 20,72; Jn 5,18; Jn 19,7; Jn 8,58; Jn 10,33 y Mc 2,7 (volveremos sobre este texto). El silencio de Pagola sobre este punto tiene también una explicación: si aceptara que a Jesús se le ha acusado seis veces de blasfemo, tendría que aceptar que él ha confesado que era Dios.

Hay también otro hecho que llama poderosamente la atención y es que no ha estudiado el título de Hijo del hombre, cuando este fue el título más usado por Cristo. No vamos a entrar a exponer el contenido de este título que he estudiado en mis obras Teología fundamental (Edicep 20094), Señor y Cristo (Palabra 2005, ed. 2007, p. 206). Solo me limito a dar algunos datos: aparece catorce veces en Mc (fuente de la triple tradición), diez veces en la Quelle, siete veces en textos exclusivos de Mt y otras siete en fuentes exclusivas de Lc. Y trece veces en el Evangelio tardío de S. Juan. Solo por el criterio de múltiple fuente, ya tendríamos que decir que este título es histórico. Pero también lo apoya el criterio de discontinuidad porque la comunidad primitiva no lo utilizó nunca para designar a Jesús. Después de veinte siglos de cristianismo, todavía no tenemos una oración litúrgica en que nos dirigimos a Cristo llamándole Hijo del hombre. ¿Por qué, entonces, el silencio de Pagola? ¿Porque el Hijo del hombre tiene prerrogativas divinas como dueño del sábado (Mc 2,28) y poseer el poder de perdonar los pecados (Mc 2,10)? ¿O es porque viene del cielo y retorna al cielo, de donde bajó? «Nadie sube al cielo, sino el que ha bajado, el Hijo del hombre» (Jn 3,13).

Pero es que, además, si comparamos los cambios que sobre Mc 2,5 ha introducido la nueva edición, veremos algo que resulta increíble. Al estudiar en la primera edición este título decía de forma arbitraria que, posiblemente, no era histórico (Ed. 2007, p. 206). Pero la nueva edición ha realizado un cambio profundo, defendiendo que efectivamente Jesús se arrogó la potestad de perdonar los pecados en su nombre. Oigamos a Pagola:

Esta actuación de Jesús resultaba escandalosa y blasfema para la mentalidad judía. Se entiende bien la acusación de los escribas: «Está blasfemando: ¿quién puede perdonar los pecados sino solo Dios?» La respuesta de Jesús es firme y clara: «Para que sepáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados –dice al paralítico-: «A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa». Jesús no actúa como un profeta o un sacerdote que, en nombre o representación de Dios, declara que el pecador ha sido perdonado, sino como «Hijo del hombre» que tiene en la tierra poder para perdonar pecados (p. 215).

Dice, pues, que confesar que el Hijo del hombre tiene poder de perdonar los pecados resultaba escandaloso y blasfemo. Pero, si nos fijamos bien, de ahí no deduce que Jesucristo es Dios. ¿Por qué? Porque eso contradiría la tesis fundamental de su obra: que Jesús fue un «creyente fiel», que es el título del capítulo once.

Pero otra observación sobre el método. Pagola no utiliza un método que hoy en día se ha mostrado muy eficaz a la hora de estudiar la divinidad de Cristo: la cristología implícita. Cristo, de forma implícita, se presenta como Dios constantemente. Cuando se pone como centro de la fe y la salvación en logia como: «el que busque su vida la perderá, el que la pierda por mí la encontrará» (Mt 10,39). «Y seréis aborrecidos todos por causa de mi nombre; el que persevere hasta el final, se salvará» (Mt 10,18-22). Guardini, en La esencia del cristianismo (Madrid 1984) ha hecho una reflexión profunda sobre todos estos logia destacando que Jesucristo hace lo que ningún otro fundador de religión se atrevió a hacer: ponerse como centro de la vida religiosa y pedir para sí mismo la misma fe que solo Dios puede pedir. J. Ratzinger en su libro Jesús de Nazaret I (Madrid 2007), recuerda la historia del rabino J. Neusner que cuenta a otro rabino que Jesús mantiene la ley, que no ha quitado de ella ningún precepto, pero que se ha colocado como centro, por encima de la ley. Jesús, dice, tiene exigencias para mí que solo Dios las puede tener. Esto es lo que me impide ser cristiano.

Que me perdone Pagola si afirmo que, a mí, el rabino Neusner me ayuda a ser cristiano, mientras que en sus escritos no paso de Jesús como un creyente fiel.

Pero Jesucristo se mostró incluso superior a las grandes instituciones religiosas de su pueblo: la ley, el sábado y el templo, con lo cual está diciendo implícitamente que es Dios. La ley no la podía tocar ningún profeta, porque era la hija de Dios; Cristo no la elimina (al menos, en sus preceptos fundamentales) pero se atreve a reformarla, perfeccionándola: «hasta ahora se ha dicho…, pero yo os digo…» (Mt 5). «El que mira a una mujer deseándola en su corazón, ya ha cometido adulterio» (Mt 5,28). Hace milagros y exorcismos en sábado (Mc 1) con el fin de liberar de la posesión pero también con el fin de afirmar que el Hijo del hombre es dueño del sábado (Mc 2,28). Y también dice que es mayor que el templo (Mt 12,6), cuando el templo era la Shekinah Yahvé. Es curioso que se le ha escapado un texto único en su valor: Cristo comentó que iba a destruir el templo y que lo reconstruiría en tres días (Jn 2,19). Él hablaba del santuario de su cuerpo, anota S. Juan (Jn 2,21). Y efectivamente el templo fue destruido en el año 70 por los romanos; pero ahora el templo está allí donde está el santuario de su cuerpo: la eucaristía.

¿Por qué realmente Pagola no acepta la divinidad de Cristo? Porque no quiere ir más allá de la afirmación de que Cristo es un creyente fiel, expresión con la que titula el capítulo quince. El caso es que yo no he encontrado ni una sola vez un solo texto en todo el NT en el que se afirme que Cristo tenía fe en Dios o que creía en él. En muchos casos, no se lee la Biblia. En la Biblia se dice que Cristo ve al Padre y que da testimonio de lo que ve (Jn 1,18; 6,46; 3,11): «en verdad, en verdad os digo: nosotros hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero vosotros no aceptáis nuestro testimonio» (Jn 3,11).

Es verdad que Jesús llama Abba a su padre, expresión que demuestra la confianza total que tiene en Dios. Y es aquí donde Pagola, en la nueva edición, introduce un párrafo nuevo en el que afirma que Jesús se tenía por el Hijo enviado de Dios, y llega incluso a decir que es el «Hijo», usando una expresión absoluta. Oigámosle:

Esta conciencia de una intimidad filial con Dios, su Padre, no es equiparable con la que puedan tener otros hijos e hijas de Dios. Jesús habla sintiéndose el Hijo enviado por Dios: «El que me recibe a mí… recibe al que me ha enviado»; «El que me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado». Este modo de expresarse muestra la conciencia que tiene Jesús de su misión y de su vinculación única con Dios, su Padre. Hemos de recordar también un dicho muy significativo de Jesús en el que se emplea el término absoluto de «el Hijo», y donde se expresa la relación singular y única entre Jesús, el Hijo, y Dios, su Padre: «Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce bien al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce bien nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar». Para no pocos investigadores, este dicho, de tono propiamente joánico, es el testimonio más primitivo, dentro de la tradición sinóptica, de la clara conciencia que tiene Jesús de su filiación divina (p. 321).

Pero si nos damos cuenta, no dice que el Hijo es Dios ni tampoco que ve a Dios. Lo que afirmará siempre es que cree en Dios.

II. El reino de Dios

Tenemos que entender lo que es el reino en la mentalidad de Pagola. Jesús es un profeta itinerante, que recorría los caminos de Galilea (p. 49) e invitaba a todos a una nueva experiencia de Dios. Jesús no es un teólogo ni un sabio, solo sabe hablar de la vida. No fue ningún maestro de la ley. Era un artesano que vivió el celibato. Tenía las costumbres de su pueblo: rezaba la shemá dos veces al día e iba a la sinagoga los sábados. No fue discípulo de ningún maestro de la ley. Pero se dedicó a algo que se iría apoderando poco a poco de su corazón. Él lo llamaba reino de Dios. Su obsesión era anunciar la buena noticia de Dios (p. 69), la noticia de un Dios como padre bondadoso. Todo comenzó con la experiencia religiosa que tuvo con ocasión del bautismo que recibió del Bautista.

Cuando Jesús sale de su entorno de Nazaret va a al encuentro de Juan Bautista que había comenzado un movimiento de conversión y penitencia en el desierto. Todo el pueblo ha de convertirse a Dios. El Bautista, dada la imagen de Dios como juez que intenta convertir a su pueblo del pecado y de la rebeldía contra Dios, llama a volver a la Alianza. Y en ese ambiente espera un personaje que ha de venir y que bautizará con fuego (Mc 1,7). Jesús acudió allí y se hizo bautizar por el Bautista. Pero fue en ese momento cuando experimentó un giro total en su vida, allí fue donde tuvo la experiencia de Dios que marcaría su predicación. Experimentó la irrupción definitiva de Dios en la historia; no es el Dios del juicio, sino el Dios de la salvación. Dios viene como Padre a dar una vida digna a todos los hombres. Ese es el Reino de Dios que ha llegado.

Pagola se rebela contra los que hacen del Reino de Dios algo privado y espiritual que se produce en lo íntimo de la persona cuando se abre al amor de Dios (p. 105). No, el Reino es una fuerza liberadora que trata de curar el sufrimiento, la enfermedad y la pobreza. El enemigo a combatir es el mal que reina en el mundo. Jesús proclama la salvación de Dios curando. Dios es amigo de la vida y quiere generar una sociedad más saludable: curar, liberar del mal, sacar del abatimiento, sanar la religión. Eso es el Reino (p. 111). Dios viene para suprimir la miseria, para que los hombres recuperen su dignidad. Dios no tolera el sufrimiento de los pobres. Y las cosas tienen que cambiar.

Recuerda Pagola que Dios acoge a publicanos y pecadores sin condición alguna (pp. 208-209). Jesús comparte mesa con ellos y se sienten acogidos por Dios y así se va despertando en ellos el sentido de su propia dignidad. Dios es un amigo que ofrece su amistad, y así poco a poco se despierta en el pecador el sentido de su dignidad. Los pecadores pueden abrirse al perdón de Dios y cambiar, pero no se da ninguna declaración, no les absuelve de sus pecados, sencillamente los acoge como amigo. Jesús enseña que Dios sale hacia el pecador no como juez que dicta sentencia, sino como un padre que busca recuperar a sus hijos perdidos. En el Antiguo Testamento se perdona a los que previamente se han arrepentido; Jesús no exige un arrepentimiento previo. Jesús acoge a los pecadores tal como son, pecadores. Se trata de un perdón no condicionado al arrepentimiento.

Este perdón que ofrece Jesús no tiene condiciones. Su actuación terapéutica no sigue los caminos de la ley: definir la culpa, llamar al arrepentimiento, lograr el cambio y ofrecer un perdón condicionado a una respuesta posterior positiva. Jesús sigue los caminos del Reino: ofrece acogida y amistad, regala el perdón de Dios y confía en su misericordia, que sabrá recuperar a sus hijos e hijas perdidos. Se acerca, les acoge e inicia con ellos un camino hacia Dios que solo se sostiene en su compasión infinita. Nadie ha realizado en esta tierra un signo más cargado de esperanza, un signo más gratuito y más absoluto del perdón de Dios.

Jesús sitúa a todos, pecadores y justos, ante el abismo insondable del perdón de Dios. Ya no hay justos con derechos frente a pecadores sin derechos. Desde la compasión de Dios, Jesús plantea todo de manera diferente: a todos se les ofrece el Reino de Dios; sólo quedan excluidos quienes no se acogen a su misericordia (p. 218) .

Si no entiendo mal, Pagola quiere decir que Dios perdona sin condiciones, sin el compromiso de una respuesta posterior positiva. A todos se les ofrece el Reino. Sólo se condena el que no se acoge a su misericordia. Por lo tanto cabe acogerse a su misericordia sin un compromiso de cambio. Pero ¿qué arrepentimiento es ese? ¿Cómo se puede acoger la misericordia de Dios sin arrepentirse y hacer el propósito de cambiar de vida? ¿Hay aquí un cierto sabor luterano? El hijo pródigo no volverá a hacer lo que hizo. Solo así el padre puede hacer fiesta. Si no, sería un autoengaño.

Es cierto que Jesús come con los pecadores y que les lleva el anuncio de que Dios Padre les sana. Pero es también cierto que a la adúltera le perdona Jesús y le dice: «vete y no peques más» (Jn 8,11). Al buen ladrón le perdona porque ha pedido perdón y le dice: «hoy estarás conmigo en el paraíso» (Lc 23,19). Pero eso no se lo dice al otro ladrón que no le pide perdón. Pagola escatima siempre la existencia del infierno y así olvida la parábola en la que uno de los últimos invitados fue echado fuera a las tinieblas porque no llevaba el traje de boda (la gracia) (Mt 23,13). Y no podemos olvidar que Jesús aparece en los Evangelios como juez. Hablando de la última hora dice Jesús: «ha llegado la hora en que todos los que estén en los sepulcros oirán su voz y los que hayan hecho el bien resucitarán para la vida, y los que hayan hecho el mal, para la condenación» (Jn 5,28-29). Entonces, Cristo vendrá «en su gloria acompañado de todos sus ángeles… Serán congregadas delante de él todas las naciones, y él separará a los unos de los otros, como el pastor separa a las ovejas de las cabras. Pondrá a las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda… E irán estos al castigo eterno y los justos a una vida eterna» (Mt 25,31.32.46).

El hijo pródigo viene arrepentido a la casa del padre. Y en la parábola del fariseo y el publicano, este salió justificado porque había pedido perdón (Lc 18,9-14).

Olvida Pagola que el Reino se identifica con la persona de Cristo, porque de admitirlo sería confesar la divinidad de Cristo. Y olvida también que el Reino nace en nosotros por la conversión a la persona de Cristo. Él dice que no se produce el Reino por una adhesión explícita a Jesús sino por ayudar a los necesitados (p. 203), de modo que no habla de la filiación adoptiva que produce el Espíritu en nosotros que nos hace exclamar: «¡Abba, Padre!» (Rom 8,15). Cristo ha dado su vida para que recibamos la filiación adoptiva (Gal 4,5). Pero ¿cómo Cristo puede divinizarnos si no es Dios? Pagola olvida en consecuencia la dimensión sobrenatural del Reino. Hablando del Reino, nunca habla de la gracia. Que el Reino tiene que cambiar la sociedad es algo de lo que nadie puede dudar, pero que el Reino se pueda reducir a eso es algo que nadie puede aceptar. Sería traicionar la esencia del cristianismo. Para hacer una revolución que busque la dignidad del hombre no es preciso ser cristiano. Cristo introduce la compasión, no la santidad de Dios (p. 206-207) .

Los milagros

Los milagros son también signos del Reino que ha llegado. Pero Pagola no habla de milagros, prefiere hablar de curaciones. Lo que a Dios le preocupa es el sufrimiento de la gente y así Jesús proclama el Reino de Dios curando. Además, la enfermedad suponía una exclusión de la sociedad, como en el caso de los leprosos. Se la suponía como un castigo de Dios por pecado o infidelidad.

Ahora bien, ¿en qué consisten sus curaciones? Cristo, con ellas, quiere mostrar el amor compasivo del Padre. También otros profetas como Eliseo y Elías las habían hecho, y Jesús las hace como signo de la llegada del Reino de Dios. En realidad lo que Cristo hace es curar por la fuerza de su palabra y los gestos de sus manos: toca y transmite confianza (p. 176) y así Cristo suscita la confianza en Dios, arranca a los enfermos del aislamiento y de la desesperanza y es esa confianza en Dios que Jesús transmite la que cura (p. 176-177). «Su poder para despertar energías desconocidas en el ser humano creaba las condiciones que hacían posible la recuperación de la salud» (p. 175). La fe pertenece, por tanto, al mismo proceso de curación. Cuando en un enfermo se despierta la confianza, se realiza la conversión. Es la fe la que despierta las posibilidades desconocidas. Jesús trabajaba en el corazón de los enfermos para que confiaran en Dios (p. 177) .

Pues bien, al parecer, Cristo no era otra cosa que un curandero de pueblo. Suele haber en los pueblos personas con cierta capacidad curativa, que mandan tomar hierbas y que, junto con la sugestión, pueden producir curaciones. Recuerdo un curandero famoso que existía en mi tierra. Pero el milagro es otra cosa. En el NT se le llama nifla-ôt (signo imposible para el hombre); algo que, insertado en un orden de gracia (como signo del Reino) excede la capacidad humana y se convierte en signo inequívoco de la revelación divina. Esta es la magnífica definición de milagro que nos daba el padre Dhanis en la Gregoriana (E. Dahnis, Qu'est-ce qu'un miracle: Greg. 40, 1959, 201-241); integrando así la dimensión salvífica con la apologética. En vano encontraremos milagros en el Corán, pues Mahoma confiesa siempre que no tiene poder para hacerlos. Remito aquí a mi estudio ya citado, Teología fundamental (Edicep 2009, 4ª ed. pp. 295-330) .

Sin los milagros, la fe perdería la racionabilidad y caeríamos en el fideísmo. Tendríamos que creer sin razones para creer. Pues bien, si me permite Pagola, recurriré a la Biblia y en la cual Jesús dice: «si no me creéis a mí por lo que yo os digo, creedme al menos por las obras que yo hago y sabréis que yo estoy en el Padre y el Padre en mí» (Jn 10,37-38). «Si yo no hubiera hecho obras que no ha hecho ningún otro, no tendrían pecado; pero ahora las han visto y nos odian a mí y a mi Padre» (Jn 15,24). Y Nicodemo dice a Jesús: «Maestro, sabemos que vienes de Dios porque nadie puede hacer las obras que tú haces» (Jn 3,2). Ahí está por tanto el sentido apologético de los milagros, como lo está en el sentido común del ciego de nacimiento: «jamás se ha oído decir que nadie le haya dado la vista a un ciego de nacimiento; por lo tanto, el que me ha curado viene de Dios» (Jn 9,32-33).

Personalmente nunca he encontrado una razón para dudar de la historicidad y del valor apologético de los milagros; lo que he encontrado han sido prejuicios que en último término vienen del protestantismo, el cual no sabe integrar la razón en el marco de la fe.

Por lo demás, la explicación de Pagola resulta ridícula. ¿Cómo pudo infundir confianza a la hija de la cananea a la que no vio y que se encontraba a muchos kilómetros? O, ¿cómo resucitar a la hija de Jairo o a Lázaro, que llevaba cuatro días muerto y olía, infundiéndoles confianza?

III. Sacrificio, muerte y resurrección

Hay un concepto al que Pagola tiene una particular aversión: el concepto de expiación.

Jesús contó con la posibilidad de un final violento. No era un ingenuo, dice. Conocía el peligro al que se exponía si continuaba hablando de un Dios que es puro amor, que no exige condiciones para el perdón y que rompía todos los moldes religiosos de aquella sociedad. Su experiencia de Dios fue central en este «creyente fiel».

La experiencia de Dios fue central y decisiva en la vida de Jesús. El profeta itinerante del reino, curador de enfermos y defensor de pobres, el poeta de la misericordia y maestro del amor, el creador de un movimiento nuevo al servicio del reino de Dios, no es un hombre disperso, atraído por diferentes intereses, sino una persona profundamente unificada en torno a una experiencia nuclear: Dios, el Padre de todos. Es el quien inspira su mensaje, unifica su intensa actividad y polariza sus energías. Dios está en el centro de esta vida. El mensaje y la actuación de Jesús no se explican sin esa vivencia radical de Dios. Si se olvida, todo pierde su autenticidad y contenido más hondo: la figura de Jesús queda desvirtuada, su mensaje debilitado, su actuación privada del sentido que le daba (p. 313) .

Es una experiencia que transformaba a Jesús y le hacía vivir buscando una vida más digna, amable y dichosa para todos. Jesús no pretende en ningún caso sustituir la doctrina tradicional de Dios por otra nueva. Su Dios es el Dios de Israel. Todos creen en un mismo Dios. Pero su experiencia de Dios rompe moldes, seguridades, leyes y crea conflictos. Y así terminó en la cruz.

Pagola continúa diciendo que Jesús termina en la cruz no por voluntad del Padre ni por realizar un sacrificio de expiación. Él no vino a reparar a un Dios ofendido por el pecado, sino a entregarse totalmente por el Reino de Dios (p. 362). Jesús murió como vivió. El Padre no exige una reparación. El Padre no quiere que maten a su Hijo querido y lo que hace es acompañarlo hasta la cruz. El Padre no busca la muerte ignominiosa de su Hijo, ni Jesús ofrece su sangre al Padre sabiendo que le será agradable. El Padre y el Hijo en la crucifixión están unidos enfrentándose juntos al mal hasta las últimas consecuencias, de modo que, en la Resurrección, Dios ha mostrado que estaba con el Crucificado. No se trata, pues, de un Dios justiciero que no perdona si no se le devuelve el honor ofendido. Nada de sacrificio de expiación. No podemos ver el pecado como una ofensa a Dios sino en la gente que está muriendo de hambre.

Y en la nueva edición, Pagola reacciona violentamente contra la idea de sacrificio de expiación: no se trata de un Dios que no puede amar a los hombres, si previamente no se le ofrece una reparación por los pecados (p. 450); un Dios que descarga sobre su Hijo la ira provocada por los pecados de los hombres (p. 451). No se trata de un Dios que exige sangre para poder perdonar. No, Dios acompaña a su Hijo durante la muerte. No se queda pasivo y en silencio ante lo que se hace con Jesús; le ha devuelto glorificada la vida que le fue arrebatada de manera injusta (p. 447). Los seguidores de Jesús ven en su resurrección la admirable respuesta de Dios al abuso que se ha cometido con él. Más allá de la muerte solo tiene poder el amor insondable de Dios. Y así los cristianos formularon: «Cristo ha muerto por nuestros pecados según las Escrituras» (1Cor 15,3). Más adelante veremos cómo explica la resurrección: fue una experiencia de los discípulos por la que creyeron que Jesús vivía.

Pero respondamos por partes: Cristo asume la figura del siervo de Yahvé, inocente, que ha entregado su vida en expiación de los muchos (Is 53). Pues bien, el Hijo del hombre, dice Cristo, ha venido no a ser servido sino a servir y dar su vida en rescate de muchos (Mc 10,45); algo que vemos también en la institución de la eucaristía: «esta es la sangre de la alianza que se derrama por muchos» (Mt 14,24). Cristo, por tanto, asume a expiación del siervo de Yahvé. No en vano, el rabino de Roma E. Zolli, en tiempos de Pío XII, se preguntaba constantemente sobre ese texto de Is y se hizo católico cuando leyó la pasión según san Mateo. Y era un hombre que, como judío, sabía perfectamente lo que significa la expiación.

Ocurre además que S. Pablo dice que Cristo es el propiciatorio (hylasterion) por su propia sangre para mostrar su justicia, habiendo pasado por alto los pecados cometidos anteriormente (Rm 3,25). En la fiesta del Yom kippur el sacerdote entraba en el templo con la sangre de animales para rociar el altar de los holocaustos y, sobre todo, el lugar más sagrado, el propiciatorio o cubierta del arca de la alianza. Y la rociaba haciendo un rito de expiación por el que se pedía el perdón de los pecados para que Dios devolviera la vida que se había perdido. Pero este rito, dice la carta a los hebreos, era inútil, porque se hacía con la sangre de animales en un santuario de la tierra. Y había que repetirlo todos los años en el mes de tishri. Pero Cristo ha entrado con su propia sangre, de una vez por todas (efapax), en el santuario del cielo, consiguiendo la redención eterna (Hb 9,12). Y así, la carta a los hebreos llama al sacrificio de Cristo: «sacrificio por el pecado». Así que olvidar todo esto significa destruir toda la carta a los hebreos. Pero también S. Juan habla de que Cristo ha sido enviado del Padre para darnos la vida mediante un sacrificio de propiciación (1Jn 2,10; 4,10).

Pero el caso es que la Escritura nos dice constantemente que fue voluntad del Padre que Cristo fuera a la cruz. Sólo citaré tres textos de los muchos que aparecen. Cristo pide al Padre en el huerto que le aparte el cáliz de la Pasión y añade: «pero no se haga mi voluntad sino la tuya» (Mt 26,39). En Jn 12,27 leemos: «Padre, líbrame de esta hora, pero para esto he llegado». Leemos también en Flp 2,6-8 que Cristo, aun siendo de condición divina, se rebajó obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz. Son muchos más los textos que podríamos haber citado.

El Catecismo de la Iglesia presenta el sacrificio de Cristo en la cruz como el sacrificio del Siervo de Yahvé que «se dio a sí mismo en expiación» y por el que satisface al Padre por nuestros pecados (n. 615). Tiene un valor de «reparación, expiación y satisfacción» (n. 616). Se trata de un sacrificio por el que se repara nuestra desobediencia (n. 614).

En este sentido, es significativo que el mismo Juan Pablo II haya enseñado que el pecado afecta personalmente al Padre aun cuando no le destruya en su ser perfectísimo, de modo que Cristo respondió por nosotros, reparando nuestra desobediencia (Dominum et vivificantem, n. 39). La Comisión Teológica Internacional también se hace eco de que la piedad popular cristiana siempre ha rechazado la idea de un Dios insensible y ha reconocido en él la compasión (CTI, Teología, Cristología, Antropología II, 13, 5.1). Por su parte, el Nuevo Catecismo habla también del pecado como de una ofensa personal a Dios (nn. 1.140, 1.850, 431, 397), algo que se dirige contra el amor de Dios hacia nosotros, una rebelión contra Dios, una desobediencia a Dios y una falta de confianza en su bondad (n. 397). Una «ruptura de la comunión con Dios» (n. 1.440). La reparación, por lo tanto, es corresponder al amor incorrespondido de Dios.

¿Que el pecado no es ofensa personal a Dios? Ya en el Antiguo Testamento hay un término para hablar del pecado como zanah (la infidelidad conyugal). Aparece en muchos textos pero sobre todo en una de las páginas más bellas del Antiguo Testamento (Ez 16,1 y ss.): el comportamiento de una muchacha abandonada en el campo, desnuda y repugnante, de la que se enamora un transeúnte (Dios), que la viste de seda y de joyas y se casa con ella. Pero ella, pagada de su belleza, se entregó después a la prostitución. Y es que el pueblo judío no sólo tiene una concepción del pecado en un sentido ético, sino en un sentido religioso, como ofensa a Dios. Dada la concepción que tiene de un Dios personal que ha hecho alianza con su pueblo, el pecado es ante todo una ofensa a ese Dios amigo y Padre.

Ahora bien, lo que tiene que hacer un teólogo no es eliminar los datos de la Escritura y la Tradición. Así no se hace Teología. Lo que tiene que hacer un teólogo es comprender, en la medida de lo posible, el misterio que en ellos se revela. Y en este caso suele ocurrir que, cuando se explica a nuestra gente desde la Teología cómo el pecado ofende a Dios, termina amándole más, maravillados por la grandeza de su amor. Un Dios insensible al pecado no es el Dios cristiano. Si Dios es sensible al pecado, es porque nos ama de verdad, porque busca nuestra correspondencia. Nuestro Dios no es un Dios abuelo que condesciende con todos los caprichos de sus nietos. Es el Padre que, precisamente, sufre porque ama. Sobre esto hemos hablado en nuestra cristología (Señor y Cristo).

Condenado por blasfemo

Hay una preocupación constante en Pagola que consiste en querer probar que Cristo no fue condenado por blasfemo, porque, de haber sido así, habría que admitir que se presentó como Hijo de Dios en un sentido trascendente. De este modo, trata de apelar al relato en el que Cristo realiza la purificación del templo (Mc 11,15-19), pues con ello, los escribas y fariseos buscaban cómo podrían matarle. Pero es el caso que el mismo Pagola reconoce que, para Pilato, la intervención de Jesús en el templo y las discusiones que pudiera tener su condición de verdadero o falso profeta, es un asunto interno de los judíos (p. 398). Y así, quiere insistir de nuevo en su idea primordial de que la predicación del Reino de Dios, tal como lo había hecho Cristo, ponía todo en cuestión (p. 398-399); algo que resulta difícil de aceptar porque un mero creyente que habla de Dios como Padre en un sentido adoptivo, no supone algo blasfemo en aquella sociedad.

La verdad es que resulta mucho más coherente la crucifixión por blasfemo. Pilato no le quería condenar, porque no encontraba delito alguno en él. Entonces los judíos le contestan: «nosotros tenemos una ley y según esa ley tiene que morir, porque se tiene por Hijo de Dios» (Jn 19,7). Y resulta chocante que Pagola no recuerde aquí que en eso consistió la condena de Caifás. La primera pregunta que le hace (Lc 22,70) es si es el Mesías. Y cuando Cristo responde que lo es, pero como Hijo del hombre que aparece sobre la nube, entonces le acusa de blasfemo. Cristo por lo tanto murió como un maldito de Dios, porque la Escritura dice «maldito el que cuelga del madero» (Gal 3,13). Y si murió como maldito de Dios, los apóstoles perdieron totalmente la fe, de modo que estaban ya preparados para volver a la pesca del Tiberíades. Si a Jesucristo no le ven y no le tocan, no habrían recuperado la fe y todo habría terminado donde comenzó: en la pesca del Tiberíades.

IV. La Resurrección

Lo primero que llama la atención cuando se lee a Pagola, que tanto interés tiene por la fidelidad histórica, se ve que cambia totalmente el orden histórico de los acontecimientos relativos a la Resurrección. Los evangelios presentan en primer lugar el hallazgo del sepulcro vacío que provoca perplejidad y miedo en las mujeres; y después hablan de las apariciones, que les confirman en la Resurrección. Pagola, por el contrario, parte de las apariciones para hablar después del sepulcro vacío. ¿Por qué? Porque él entiende que todo se reduce a una «experiencia» de fe (así interpreta las apariciones) y lo del sepulcro es una realidad de la que en el fondo se puede prescindir.

Pagola mantiene que la Resurrección es real pero no histórica, es decir, no ha tenido lugar en la historia, porque es una realidad que la trasciende (p. 430) . Estamos de acuerdo en que no se trata de una Resurrección como la de Lázaro que retorna a la vida terrena y a la muerte. La Resurrección de Cristo es trascendente porque con su cuerpo glorioso ha vencido definitivamente a la muerte. Pero ha dejado huellas en la historia: sepulcro vacío y apariciones. Eso es lo que dicen los textos. El verbo que se emplea para hablar de que Jesús se apareció es ophthé, aorísto pasivo que se traduce por «se dejó ver». Se usa este verbo porque es el que usa la traducción Vulgata al hablar de las apariciones de Dios en el Antiguo Testamento. Pero se usan también otros verbos como faino y faneroo que significan aparición visible. Y así mismo verbos como éste en meso autón: se puso en medio de ellos (Lc 24,36; Jn 20,19-26).

Pero puesto que Pagola no quiere reconocer que la Resurrección de Cristo es al mismo tiempo trascendente e histórica, se ve obligado a explicar que lo que ocurrió fue que los apóstoles tuvieron una «experiencia» de fe de que Jesús vivía, recurriendo a su fe en la fidelidad de Dios (p. 432). Y ellos atribuyeron esa «experiencia» a Dios. Sólo Dios les podía haber revelado algo tan grande e inesperado. Ellos conocían la doctrina de la Resurrección de los cuerpos que aparece en Dn 12,1-2 y quizás habían oído hablar de los siete mártires torturados por Antíoco Epifanes (2Mac 7,9-23), lo cual les ayudó a interpretar su «experiencia» de Jesús como vivo y resucitado.

Detengámonos un poco a meditar sobre todo esto. ¿Qué «experiencia» de fe podían tener los apóstoles tras la muerte de Jesús, cuando murió como mueren todos los crucificados, como maldito de Dios? Pues dice la Escritura (Gal 3,13) que el que muere en el madero es maldito de Dios. Y Jesús fue juzgado legítimamente por el Sanedrín y condenado como blasfemo. Ellos estaban escondidos para volver de nuevo a la pesca del Tiberíades. Cuando le dicen a Tomás que lo han visto, éste responde diciendo que, si no pone sus manos en las llagas, no cree (Jn 21,25). Por ello dice el Nuevo Catecismo que afirmar que la fe en la Resurrección había surgido de la fe no tiene consistencia alguna (n. 644), pues los apóstoles no habrían vuelto a la fe sin el encuentro sensible con Jesús (n. 643).

Un pequeño detalle: los discípulos de Emaús, como dicen algunos teólogos, reconocieron a Jesús sólo desde una «experiencia» de fe, pero el texto dice que, en medio de esa «experiencia», Jesús se hizo invisible ante ellos (afantos egeneto), lo cual demuestra que junto a la experiencia de fe había una manifestación visible que ahora desaparece. Por tanto, había una aparición visible que no se puede confundir con la «experiencia» de fe. En todo caso, si se hubiera querido hablar de una «experiencia» de fe, los discípulos tenían un término en griego horama (visión interior sobre todo) que podrían haber utilizado para ello. Y sin embargo no lo emplean ni una sola vez.

Además una Resurrección, aunque fuera la del Mesías en medio de la historia, era absolutamente inimaginable para los judíos. Los mártires macabeos esperaban la Resurrección, pero para el final de la historia. ¿Que al principio los de Emaús no le reconocieron? No olvidemos que el único que dispone de estas apariciones es Jesús, no le podía ver aquél que quería, como en el caso de Lázaro, sino aquél que Jesús quería. Él solo dispone de estas apariciones y se aparece a quien quiere, cuando quiere y como quiere. Si se me permite, podemos recordar las apariciones de Lourdes: solo Bernardette ve a la Virgen, mientras que los que la acompañaban no la veían. No somos los hombres los que disponemos de las apariciones de Cristo.

Es ridículo, por otro lado, acudir al argumento de que Pablo no habla del sepulcro vacío. Si no habla de él es porque no tuvo la experiencia de su hallazgo; pero lo menciona de forma implícita cuando recuerda que fue el sepultado el que resucitó (1Cor 15,3-5). Y tampoco se puede decir que lo de Pablo fuera una «experiencia». Él oyó una voz en la que Cristo se identificaba y le decía lo que tenía que hacer. Por cierto, dice que le habló en hebreo (Hch 26,14). S. Pablo se excusa siempre cuando habla de sus «visiones» y no lo hace nunca cuando habla del encuentro con Cristo que le hizo apóstol. Cuando Juan y Pedro se sienten conminados a no hablar de Jesús, responden diciendo que no pueden dejar de hablar de lo que han visto y oído (Hch 4,20), refiriéndose ante todo a la Resurrección (Hch 4,10).

Hablando Pagola sobre el sepulcro vacío dice: «no sabemos si (Jesús) terminó en una fosa común como tantos de los ajusticiados o si José de Arimatea pudo hacer algo para enterrarlo en un sepulcro de los alrededores» (p. 443). Pero el hallazgo del sepulcro vacío no es lo decisivo. Lo decisivo no es su hallazgo sino la revelación que se hace sobre él: «Jesús de Nazaret, el crucificado, ha sido resucitado por Dios» (p. 444) . Lo que importa fue que los discípulos de Jesús lo experimentaron como vivo desde la fe.

Un pequeño detalle: si nos vamos al hallazgo del sepulcro vacío por parte de Pedro y Juan, que acuden corriendo al sepulcro tras el aviso de Magdalena que lo ha encontrado vacío, leeremos que llegó primero Juan y vio las vendas en el suelo y lo mismo le ocurrió a Pedro. Pero el texto en griego no habla de las vendas en el suelo, sino de las vendas que estaban keimena, es decir, echadas, yacentes, sin el relieve del cadáver, como explica el P. Iglesias en su Nuevo Testamento (M. Iglesias, Madrid 2003, p. 477). Por eso dice Juan de sí mismo que «vio y creyó» (Jn 20,8), porque comprendió que, puesto que seguían atadas pero vacías, el cadáver no había sido robado. Para los discípulos, lo que les dio la fe fueron las apariciones; para Juan, la fe ya empezó con el sepulcro vacío, aunque confirmó después su fe por las apariciones.

Nadie niega por tanto que la Resurrección de Cristo sea trascendente (no fue como la de Lázaro); pero se falsifica la Resurrección cuando se la quiere desligar de la historia. ¿Es que acaso Cristo resucitado, que es Dios, no tiene poder para manifestarse de forma visible? ¿Quiénes somos nosotros para decirle a Dios lo que puede hacer o no? No se puede desligar la Resurrección de la dimensión histórica. El cristianismo no es una ideología ni una «experiencia» interior. El cristianismo se basa en la historia: en el ver y en el tocar al Verbo de la vida, como dice S. Juan (1Jn 1,1), el teólogo más trascendente y el más realista de los cuatro. Pero, ¿será que la teología de Pagola vuelve de nuevo al gnosticismo?

Conclusión

Antes de llegar a la conclusión, quiero recordar que en la obra de Pagola, a partir del cap. 15 (Ahondando en la identidad de Jesús) expone la fe de la Iglesia en él; fe que, efectivamente, tiene a Cristo como Señor e Hijo de Dios. Con eso, está haciendo una contraposición entre el Jesús de la historia, que no pasó de ser un profeta del Reino, y el Cristo de la fe, que era el Señor e Hijo de Dios. Es la ruptura que ya había realizado en 1892 M. Kähler en su obra Der sogennante historische Jesus und der geschichtliche, biblische Christus. Fue José Rico el que detectó esta ruptura entre el Jesús de la historia y el Cristo de la fe en Pagola: Un Jesús irreconocible. Reflexiones a propósito del libro de J. A. Pagola (Jesús. Aproximación histórica), publicado en el 2007.

En todo caso, mi juicio personal sobre esta obra de Pagola es este: si Cristo no fuera más que un creyente fiel, yo no sería cristiano. Ha habido cantidad de movimientos en la historia desde Reimarus para aquí, que no pasaban de eso. Pagola alardea de usar el método histórico-crítico, pero muchas veces lo utiliza de forma arbitraria. Como ya hemos visto, olvida que el que Jesús se llame Yo soy (Jn 5,58) es algo que la Iglesia primitiva no puede inventar, porque a Jesucristo no le llamó nunca así y ese nombre lo reservaba para el Dios del AT.

Yo aprendí el uso de los criterios de historicidad en clases con el padre R. Latourelle, profesor de la Gregoriana, que no tenía prejuicios. Y es lástima que en español solo tengamos un libro suyo (A Jesús, el Cristo, por los Evangelios: Salamanca 1982), libro que no trae Pagola en su larga bibliografía.

Sencillamente, la postura de Pagola se basa en una opción preconcebida: no aceptar lo que trasciende la experiencia humana sobre Dios, para quedarse en una pura fenomenología. Aceptar pruebas de la existencia de Dios o de su revelación es ya trascender la fenomenología, pero aquí todo queda reducido a una experiencia, y de ella quedamos prisioneros.

José Antonio Sayés

 

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51 comentarios

Jaime Fernández de Córdoba
La única información que tenemos de Jesús es la que nos transmiten los Evangelios; Pagola y otros reconocen esto, y sin embargo dicen que fue ajusticiado por sedicioso, nada menos ("todo el mundo sabe...", "es indudable..." que Jesús fue crucificado por sedición). Se manipula la información para adaptarla a ideas preconcebidas, para que sirva a una ideología (me voy dando cuenta de que esto mismo puede ocurrir incluso en disciplinas científicas como la biología o la física).
Bueno, he leído con mucho interés el artículo del padre Sayés.
Triste me parece, e incompresible, que quien no profesa el Credo pueda permanecer en la Iglesia.
18/12/13 11:27 AM
Pepito
Este estudio del Padre Sayés debiera ir incluído como separata obligatoria al libro del Padre Pagola, para advertencia de los serios peligros que tiene la teología pagoliana.

Así como todos tenemos un ángel de la guarda, los teólogos errados deberían tener un teólogo ortodoxo guardian asociado que no les dejase ni de noche ni de día, teologicamente hablando.
18/12/13 11:49 AM
abc
Francisco I dice que ser teólogo es un trabajo muy hermoso y muy peligroso. Peligroso, dice, porque fácilmente se puede caer en el pecado de orgullo. ¿ Será aquí, esto ?.
18/12/13 1:24 PM
vicente
Jesús es el Cristo, el Mesías, el Hijo de Dios.
18/12/13 1:27 PM
José María Iraburu
Un despiste tuyo, José Antonio, en el penúltimo párrafo. En español tenemos también (tú lo tienes) de Latourelle "Milagros de Jesús y teología del milagro" (Sígueme, Salamanca 1990, 382 pgs.)

Muy bueno el artículo.

Y sigue vendiéndose el JESÚS de Pagola en las librerías religiosas, también en muchas diocesanas. Décima edición.
18/12/13 1:28 PM
Ivan
Padre, muchas gracias por recordar estas verdades.

A mediados de este año, mientras participaba de unos ejercicios ignacianos, el instructor comenzó a recomendar este libro porque podíamos encontrar a un Jesús cercano, como si lo mas importante fuera resaltar únicamente el aspecto humano.
Como laico pregunto: porque hay veces que me siento desprotegido dentro de la Iglesia? Porque tantas veces uno debe mantener la guardia alta dentro de la casa de Dios?
Les pido por favor a las autoridades de esta santa Iglesia que nos protejan de este tipo de cosas
18/12/13 1:45 PM
Maga
Felicito al Padre Sayes por este magnífico artículo. Ha destruido la obra de Pagola y la ha desmontado, mostrándonos que es un hereje muy peligroso y escurridizo, que por desgracia ha hecho ya mucho daño espiritual a miles de personas.
18/12/13 2:57 PM
Maga
Padre Iraburu, en la librería de mi Diócesis se sigue vendiendo y le aseguro que probablemente es la Diócesis más Ortodoxa de Galicia y nuestro Obispo es, además, de la Frsternidad Sacerdotal de la Santa Cruz.
18/12/13 3:01 PM
Maga
La pregunta , Padre, de si Pagola vuelve al Gnosticismo, estimo que es afirmativa, el reducir la Resurrección del Señor a algo experimental y no Histórico es Docetismo. Vamos que Pagola niega la Resurrección del Señor, tal como la concibe la Iglesia, y es que es un Acontecimiento Histórico y no una experiencia subjetiva. Su concepto de realidad en este tema es Idealismo puro, así que, para él carece de interés el Sepulcro vacío, porque no le interesa la Resurrección del Cuerpo de Cristo. Se reduce todo a una experiencia subjetiva, algo muy gnostico y se sitúa en la senda de Bulmann, Schillebecxs, Crossan y Queiruga. En fin, es un auténtico enemigo de la Fe de la Iglesia y el daño que está haciendo con su obra es tremendo.
18/12/13 3:37 PM
Palas Atenea
Yo también estoy de acuerdo con el Padre Sayés, Pagola evita decir que Jesús es Dios y, evitándolo, la Trinidad es imposible. No estamos hablando, pues, de cosas de poca sustancia sino de algo muy grave, incluso la famosa partícula del Filioque-si el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo o el Hijo y el Espíritu Santo proceden del Padre,controversia eterna con los ortodoxos- es moco de pavo comparada con un Jesús confuso. "Que Dios confunda" es una antigua maldición hebrea y Pagola produce confusión.
18/12/13 3:38 PM
J.C. Polavieja
La obra de Pagola no me parece solamente un caso de "fenomenología anti-trascendente" sino, además, un ensayo cuidadoso de reducción del mensaje cristiano para adaptarlo a los esquemas sincretistas del N.O.M. tal como los preconizan varias organizaciones masónicas iluministas (el Parlamento de las religiones, la European Natwork Church on the Move, etc.)El vaciamiento de nuestra fe se está instruyendo delante nuestro, sobre todo, en la distorsión de la relación del orden de la gracia con el de la naturaleza, porque a partir de ahí se contaminan los sacramentos que defienden la Eucaristía. (Noto en falta un comentario del P. Sayés sobre el tratamiento de la Eucaristía -centro y baluarte de la vida cristiana- por Pagola). La deformación de la misericordia al negar la necesidad de arrepentimiento y de cambio de vida, se está produciendo en distintos lugares y registros. Creo que ya no conviene ver estas "teologías" reduccionistas sólo con ojos académicos sino, sobre todo, con perspectiva global y escatológica.
18/12/13 3:48 PM
InfoCatólica
Maga, no puede usted poner tres comentarios seguidos. Lo que tenga que decir, dígalo en uno. Téngalo en cuenta en el futuro.
18/12/13 4:09 PM
JMG
Muchas gracias al padre Sayes por este articulo tan aclaratorio.
Los cristianos de a pie que trabajamos en la industria y no tenemos tiempo para el estudio, vemos cada domingo en el periodiodico los comentarios al Evangelio del padre Pagola y vemos el ellos casi siempre un exceso de moralismo, una falta de Gracia y un cierto "tufillo" anti romano. Pero no sabemos poner el dedo en la llaga tal y como lo explica el padre Sayes, muy agradecido por sus aclaraciones que son extensibles a todo lo que escribe Pagola.
Que Dios le bendiga y que siga indagando en las entrañas de la Palabra para alimentar a los sedientos de verdad.
18/12/13 9:14 PM
últimas palabras
Naturalmente que lo que dice este papa está en la misma línea que lo que han dicho los papas anteriores. Quizás nadie pensaría cosas raras del Papa Francisco, si no fuera por las reticencias a reconocerle como Pedro por parte de algunos que presumen de ser el "no va más" de la catolicidad.
Francisco es "Pedro", indudablemente, si se me permite decirlo en este blog. Y por supuesto que todo lo que ha dicho es tan católico como todo lo que han dicho sus predecesores.
18/12/13 11:36 PM
JOSÉ LUIS
Me parece muy acertada la decisión de no conceder el imprimatur al libro de Pagola.Ya está bien de tanta hipocresia y ambiguedad en su libro. Primero dijo que rectifica a la Congregación doctrinal, y luego retoca algunas lineas y así parece otra cosa, pero claro está que sigue diciendo lo mismo con muchas carencias y errores.
El comentario de Sayés me parece acertadisimo porque pone el acento en lo mas importante de la Cristologia, que Pagola omite o interpreta a su manera. Asi mismo el p. Sayés a su vez nos abre los ojos ante estos libros que tanto se venden y que poco tienen que que ver con el Magisterio de la Iglesia, por mucho imprimatur que le de su obispo a las ediciones anteriores.
No le vendría mal leer o revisar los documentos de la comisión teologica internacional que tratan la Cristologia, para no desastabilizar la fe de la gente sencilla y con poca formación sobre lo anteriormente citado.
19/12/13 4:01 PM
últimas palabras
El comentario anterior era para otro blog. Aquí lo que quise decir es que, si bien la forma de hacer una aproximación histórica de Pagola es criticable -todas lo son- eso no tiene nada que ver con su fe en la divinidad.
De hecho Pagola afirma en el prólogo y el epílogo de su libro que él cree en la divinidad de Jesús. Pero no está haciendo una cristología, sino una aproximación histórica (con todas sus limitaciones) y por muy bien que se aplique el método histórico crítico no podrá nadie demostrar que Jesucristo es Dios ni que no lo es, porque eso es una cuestión de fe.
Pero la fe en Jesucristo como verdadero Dios y verdadero hombre no necesita la prueba de milagros ni la declaración explícita de Jesús de que él es Dios.
De modo que aunque me demostraran fehacientemente que Jesús no hizo milagros o que nunca dijo tales o cuales palabras -algo que no creo que me puedan demostrar- en cualquier caso, la fe no depende de ese tipo de "pruebas"
Y si yo afirmo que creo en Jesucristo como verdadero Dios y verdadero hombre, nadie tiene derecho a afirmar gratuitamente que yo miento, simplemente porque no necesito las mismas supuestas "pruebas" que necesita él para creer en la divinidad de Jesús.
Dejemos aparte los juicios de intenciones.
Saludos
19/12/13 4:54 PM
últimas palabras
Estaría de acuerdo con lo que dice Jose Luis si el libro de Pagola fuera una obra de cristología, pero como indica el título y como insiste en aclarar él mismo, no es una cristología, sino una aproximación histórica.
El problema está en no hacer la distinción entre ambas cosas. Hablar de Jesús como el verdadero hombre que fue no impide que se crea que ese hombre verdadero es verdaderamente Dios, pero esa afirmación de fe va más allá de lo que se puede estudiar con el método histórico. Es una afirmación DE FE. Y no tiene cabida ni en un libro de geometría ni en una aproximación historica.
19/12/13 5:09 PM
Leonardo
Los arrianos también creían en la divinidad de Cristo. Pero al modo arriano. Si uno cree que Jesucristo es Dios de forma diferente a como lo cree la Iglesia, no es católico, por mucho que diga creer en la divinidad del Señor.

Pagola no cree que se pueda identificar a Cristo con Yavé. Exactamente igual que los Testigos de Jehová.
19/12/13 5:10 PM
David
¿En qué cabeza católica cabe que como el libro pretende ser una aproximación histórica entonces no tiene que ser cristológicamente ortodoxo?

Eso es en sí mismo herético, pues pretende separar al Cristo de la historia del Cristo de la fe.
19/12/13 5:14 PM
últimas palabras
Cree en Dios tal como lo cree la Iglesia, al menos eso se deduce de todas sus homilías.
Lo que quiere decir Pagola, supongo que es lo mismo que diría yo: que el concepto que tienen los judíos de Dios al que llaman Yahvé es un concepto incompleto, limitado, porque no es trinitario. Yahvé es Dios, el único Dios, nuestro Dios, pero en el antiguo testamente no se ha revelado aún la imagen humana de Dios en Jesús.
Los cristianos creemos que Dios no es solamente Padre, sino también Hijo y Espíritu Santo. El Dios trinitario es el único Dios, es Yahvé. Pero la visión de Dios que los judíos llaman Yahvé es más limitada que la cristiana. Para nosotros Dios es un misterio trinitario.
Espero que se me entienda, hay un único Dios, aunque los musulmanes hablen de Alá y los judíos de Yahvé. Pero ese único Dios se conoce imperfectamente en el islam e incompletamente en el judaísmo.
Si el judaísmo hubiera aceptado la verdad de la encarnación su concepto de Yahvé sería el nuestro, pero no lo han hecho y por eso cuando hablan de Yahvé no quieren decir exactamente lo mismo que los cristianos cuando hablan de Dios. Naturalmente Dios es siempre el mismo, pero sin su revelación en Jesús el concepto que tenemos de Dios no es exactamente igual.
Espero haber conseguido explicarlo.
19/12/13 5:23 PM
Luis Fernando
A ver, úlimas palabras, por más que lleves repitiendo durante años la misma cantinela, lo cierto es que:

...Su enfoque metodológico ha de considerarse erróneo, por cuanto, separando el llamado Jesús histórico del Cristo de la fe...


Y punto final.
19/12/13 5:27 PM
David
Ultimas palabras, una cosa es reconocer que Dios no se ha revelado completamente en el Antiguo Testamento y otra negar, como hace Pagola, que Cristo es también el Dios del Antiguo Testamento.

Por eso se describe a San Juan el Bautista como aquel que prepara el camino de Yavé.

Tienes un cacao mental importante.
19/12/13 5:29 PM
últimas palabras
No he dicho que pueda ser cristológicamente heterodoxo, sino que no trata cuestiones cristológicas, que el silencio en cuestiones critológicas es lo propio de una aproximación histórica. Pero esa aproximación histórica no va en contra de la fe. La cristología más ortodoxa es compatible con diversas aproximaciones históricas, que por lo demás son perfectamente prescindibles. Pero una cosa es que un cristiano pueda perfectamente prescindir del estudio histórico crítico porque la fe no se basa en él y otra cosa que se pida a un estudio histórico que trate de asuntos que no entran dentro de su competencia.
Un estudio histórico siempre es una interpretación de unos pocos datos objetivos y un montón de hipótesis que se consideran más o menos posibles o probables. No separo nada, son diferentes enfoques sobre el mismo objeto. Jesús es uno pero el Jesús de la historia no es el verdadero Jesús, sino la interpretación que hace un historiador, siguiendo el método historico crítico, de unos pocos datos sobre un personaje, que son objetivamente incontrovertibles. más un montón de hipótesis discutibles.
Los que CREEMOS que ese personaje era Dios y que impactó de tal modo a los que le conocieron que guardaron sus palabras y sus recuerdos y los transmitieron de generación en generación no podemos probarlo.
Pero un historiador tendrá que diferenciar que hasta aquí es historia más o menos comprobable, y desde aquí es una interpretación más o menos razonable, pero que no se puede probar.
19/12/13 5:39 PM
Luis Fernando
Ultimas palabras:
Pero esa aproximación histórica no va en contra de la fe

Magisterio:
Su enfoque metodológico ha de considerarse erróneo, por cuanto, separando el llamado Jesús histórico del Cristo de la fe...

Sigue tapando el sol con un dedo. Vas bien.
19/12/13 5:46 PM
últimas palabras
LF,
No había visto tu comentario. Claro que repito lo que pienso siempre que sale el tema, porque sería conveniente que la gente se diera cuenta de que lo que se hace no es separar el Jesús histórico del Cristo de la fe, sino intentar dejar claro que el llamado "Jesús histórico" no es el Jesús real, sino un constructo mental limitado.
El Jesús de la fe es el Jesús real, el mismo que recorría Galilea predicando y que murió y resucitó. Pero no lo podemos probar con el método histórico-crítico.
El Jesús histórico no es el Jesús real, ni siquiera es UN Jesús histórico, es una pluralidad de constructos teóricos hipotéticos hechos de acuerdo con el método histórico-crítico, como intentaba explicar en mi comentario anterior.
Pero creo que lo mejor es remitir al prólogo de Benedicto XVI en su libro Jesús de Nazaret, cuando cita a John Meier y al mérito de haber sabido señalar los logros y las LIMITACIONES, del estudio del Jesús histórico.
Yo ya veo que no se me entiende.
Pero me da mucha lástima que le acusen de no tener fe en la divinidad de Jesucristo, cuando sí cree. Me pongo en su lugar y me siento fatal y no tengo más remedio que defenderle de esos juicios de intenciones.
Y yo no he visto además que Pagola diga en ningún sitio algo distinto de lo que he dicho yo sobre Yahvé.
Saludos cordiales y siento si he molestado intentando aclarar la verdad.
19/12/13 5:56 PM
Ricardo de Argentina
Y no tiene cabida ni en un libro de geometría ni en una aproximación historica.
--

Así es, Últimas, así es.
Por eso un libro que se titulase: "JESUS: APROXIMACIÓN DESDE LA GEOMETRÍA" sería tan absurdo como absurdo es lo de Pagola.

Que además se las trae, porque lo suyo no es un interés por la Historia, sino que que simplemente busca demoler la Fe que él no tiene, cosa que hace probablemente por despecho.

Te sugeriría que no te molestes en defender a Pagola, que todos los de su cuerda tiene quienes los apañan. Y muy bien por cierto, si no fíjate en lo siguiente:
A fines del año pasado Torres Queiruga intentó disertar en Rosario (Arg.), y el muy santo arzobispo de esa jurisdicción se lo prohibió. Entonces T.Q. se dirigió a la jurisdicción del Card. Bergoglio, adonde podo disertar sin inconvenientes.
Hoy la Arq. de Rosario está informalmente intervenida. Nada que ver con lo de T.Q., por supuesto, pero vamos, las señales son las señales. Y a buen entendedor...
19/12/13 5:59 PM
Luis Fernando
Paso. Es perder el tiempo.
19/12/13 6:40 PM
últimas palabras
Lo veo y doblo :)
En serio, siento no poderme hacer entender en lo que me parece tan obvio.
Pero también paso, y no lo digo por ti, lf, sino porque estoy hasta el gorro de que haya siempre quien quien aproveche que el Guadalhorce no pasa por Buenos Aires.
Despedida cordial a todos.
19/12/13 6:52 PM
Luis Fernando
No, si te explicas muy bien. Pero no tienes razón. Y llevamos años dando vueltas a esta noria.
19/12/13 7:01 PM
Pacote
Se confirma que Pagola es arriano. Se debería advertir esto en las librerías religiosas junto a su obra: AUTOR HEREJE.
19/12/13 7:45 PM
Palas Atenea
Últimas Palabras: No te entiendo. "Una aproximación histórica" no puede ser más que lo que dice ser, pero entonces no se pueden hacer interpretaciones que no sean históricas, como no las hace John P. Meier en su libro "Un judío marginal". En cambio Pagola hace un mix entre lo histórico y el Jesús de la Fe, de ahí la confusión. Todas sus especulaciones no son históricas y la obsesión-él sabrá porqué-en que no había zelotes en tiempo de Jesús es problemática: Benedicto XVI dice que sí, Alexandr Men dice que sí, la Enciclopedia judía también dice que sí (los hubo, dicen los judíos, desde el tiempo de los Macabeos). Así que el Jesús de Pagola es problemáticamente histórico y difícilmente aceptable como Hijo de Dios.
20/12/13 7:33 PM
JOSÉ LUIS
A mi me sucede lo contrario que a ultimas palabras.Si yo me quedara solo con la fe sentimiento sin poder fundamentarla en la razón estaria cayendo en una fe fideista,y a espensas de la moda de cada momento.
Pero es que nuestra fe se fundamenta en la razón por lo tanto diría a Ultimas que las principales credenciales del Jesús real al que tanto busca Pagola a su manera, son sus milagros y su resurrección. Los milagros trascienden las leyes de la naturaleza y por eso evita afirmar el valor apologetico de los milagros y solo admite lo que no se puede probar así habla de curaciones para omitir la divinidad de Jesús.Creo que a Ultimas le pasa lo mismo que a su representado, Entonces la exitencia de Dios tampoco es un hecho empirico y tampoco se puede probar,pero no quiere decir que no exista. Asimismo ocurre con el instante de la creación, y por eso no se duda de un ser superior que dio lugara ello. Ya comprendo porque omite el valor apologetico de los milagros. Una buena prueba de la existencia de Dios es la prueba del orden de Santo Tomas y tampoco se puede probar pero ahí está el sol todos los días luciendo con una precisión formidable. Desde el momento que Pagola afirma que Jesús es un creyente en Dios. está negando su divinidad de tal manera que dice Ultimas que Pagola cree en Dios tal como lo cree la Iglesia pues no nota nada en sus afirmaciones.
21/12/13 12:03 PM
Joaquín
Ultimas Palabras no ha entendido el libro de Pagola. Porque el gran problema que tiene ese libro es que no es en absoluto una aproximación histórica, sino que es una (mala) cristología disfrazada de historia. Sólo el capítulo 14, sobre la Resurrección, bastaría para calificarlo de heterodoxo. Porque niega la realidad de la Resurrección, que transforma en mera experiencia subjetiva, y niega la Redención.
21/12/13 12:58 PM
últimas palabras
No tenía intención de seguir comentando el tema, pero por alusiones me veo obligada a hacer varias aclaraciones.
Palas Atenea,
Desde luego que la aproximación histórica de Pagola es criticable, pero no estoy de acuerdo en que sea un mix con cristología. Estoy con vd en que no tiene nada que ver con la excelente obra de John Meier. Estoy de acuerdo en que Pagola no es propiamente un estudio histórico, sino una aproximación a diversos estudios históricos. De hecho en ocasiones ofrece varias hipótesis sobre algún hecho sin decantarse por ninguna.
Lo de que no existían aún los zelotes como la organización antiimperialista posterior, lo dicen muchos historiadores. Aunque desde luego existían los precedentes de "celo" religioso-político y habría personas a las que se les pudiera llamar así, pero no lo que fue el movimiento posterior.
Pero no veo la transcendencia de que existieran o no existieran -eso le importará a los brandonianos que quieren convertir a Jesús en un guerrillero zelota pero a los cristianos no nos afecta porque en todo caso, Jesús no lo era suponiendo que existieran.
Jose Luis,
Eso de que mi fe es fideista y se apoya en el sentimiento, lo dirá vd.
Mi fe en Dios y mi fe en Jesucristo son razonables y se apoyan en la razón. Desde luego no se apoyan en pruebas empíricas imposibles. Y no, mi razón no necesita milagros para creer en Dios, hay muchas razones para creer en el misterio de Dios trinitario y los signos no necesitan ser milagros para ser signos de
21/12/13 7:19 PM
últimas palabras
Resumiendo:
Considero que el libro de Pagola más que un estudio histórico es una introducción al estudio del Jesús histórico, pero desde luego no es una cristología
El problema es precisamente que se quiera convertir en una cristología, desde ambos extremos, detractores y admiradores de esa aproximación histórica.
Como estudio histórico me quedo con Meier, como dije más arriba. Y soy bastante consciente de los logros y las limitaciones del estudio histórico.
Lo cual no significa que no considere que el Jesús del evangelio es el Jesús real. Lo mismo que mi padre, tal como yo lo conozco, es una persona real, pero los estudiosos de la historia podrían discutir mis afirmaciones sobre él, alegando que son parciales porque soy su hija.
Asi que yo creo que el Jesús de los evangelios, el Jesús que nos transmite la tradición oral antes de escribirse los evangelios es el Jesús real, y no otro. No el de Brandon, no el de Montserrat, no el de Puente Ojea etc. Pero desde luego el enfoque se hace desde la fe -y la razón. Si sus discípulos creían en él, intentarían conservar sus gestos y palabras. Y yo creo en eso que me transmiten y me permite encontrarme con él y reconocer en él al Kijo amado del Padre al que hay que escuchar. Pero la fe y la razón se dan la mano y no exigen pruebas, porque no las hay y porque no hacen falta.
En cuanto a Pagola, si dice que cree q Dios se hizo un hombre de tantos = a todos menos en el pecado, yo le creo. Es algo q no tiene q probar en su "aproximaci
21/12/13 7:36 PM
últimas palabras
Espero que me publiquen mis contestaciones a lo que se me atribuye indebidamente, pues es de justicia que me dejen aclarar las falsas insinuaciones de que yo no creo en esto o lo otro.
Yo creo en la divinidad de Jesús y la he defendido a capa y espada en donde estaba mal visto hacerlo. Y como veo que están haciendo esos juicios de intenciones falsos sobre mí, creo que lo mismo le puede estar pasando a Pagola.
Repito que decir que la historia no puede probar la resurrección sino sólo que los discípulos creían en la resurrección no es más que la verdad. Pero reconocer esa verdad no impide que crea en la resurrección totalmente y que considere como Pablo que si Cristo no ha resucitado vana es nuestra fe. Y no veo por qué Pagola no va a creer lo mismo q yo en la resurrección si él afirma que lo cree, por mucho que no lo considere un tema que pueda ser objeto del estudio de la historia más que como fe de los discípulos.
Y me parece que si necesitamos menos pruebas que otros para creer porque nos parece que la razón y la fe se dan la mano armoniosamente en el cristianismo, sin necesidad de pruebas empíricas, pues mejor, no hacemos mal a nadie con nuestra fe "a prueba de falta de pruebas"
21/12/13 7:46 PM
Benigno Soto
últimas palabras
El concilio Vaticano II "afirma la historicidad [de los Evangelios] sin dudar, narran fielmente lo que Jesús, el Hijo de Dios, viviendo entre los hombres, hizo y enseñó realmente hasta el día de su ascensión" (Dei Verbum 19; y lo mismo en 11). Y Pagola niega la historicidad de casi todo lo que los Evangelios narran que Cristo dijo e hizo. Eso es lo que hay, últimas palabras. Es un espanto.

De todos modos, como últimas palabras está diciendo diez veces últimas palabras hasta quedarse solo con la última palabra, no quiero frustrarle. Qué fenómeno.
últimas palabras, últimas palabras, últimas palabras, últimas palabras, últimas palabras, últimas palabras, últimas palabras, últimas palabras. Ya.
21/12/13 8:41 PM
Jaime Fernández de Córdoba
Érase una vez una persona tan lista, tan lista, que decía que Dios se hizo hombre y nació de una Virgen, pero que no creía en los milagros.
21/12/13 9:52 PM
últimas palabras
Benigno Soto,
"últimas palabras" es evidentemente mi nick, y su gracieta es como si le dijera q vd presume de q todos sus comentarios son benignos sotos.
Y es evidente q si no quiere q intervenga más debería dejar de hacerme alusiones personales insultantes.
Yo he dicho que el Jesús de los Evangelios es el Jesús real (mal llamado histórico, pues como explica Meier el Jesús histórico, o mejor LOS constructos llamados Jesús históricos son hipótesis variadas producto de la interpretación del historiador que aplica el método histórico-crítico a unos datos) Si acaso diría el Jesús de la historia, pero es mucho más claro decir el Jesús real, el que se encarnó, vivió, murió y resucitó.
Que lo que dicen los evangelios es verdad está claro para el creyente, y estoy conforme con la Iglesia. Pero no está claro para quien aplica el método histórico-crítico que sólo puede dar como ciertos algunos datos y otros los considera meras hipótesis y son variadas.
En todo caso, la historicidad de los evangelios no significa que sean históricos TODOS sus detalles, ni falta q hace. Pero desde luego, como creyente, pienso q los discípulos tuvieron que transmitir lo más fielmente posible lo q Jesús dijo e hizo, así q no veo la discrepancia entre mi fe y la de la Iglesia.
Si lo q quiere es q diga q los historiadores llegan todos a esa conclusión, pues no. Se limitan a aceptar 4 datos incontrovertibles. Pero yo añado a esos datos todos los q me transmite la comunidad de fe.
21/12/13 10:08 PM
Ricardo de Argentina
De las múltiples herejías de Pagola, la que más grave me parece es su arrianismo. Pagola es un neo-arriano que sabe aderezar adecuadamente el veneno que destila.

Ahora bien, no se ve en Pagola ni en sus varios "compañeros de ruta" -muy famosos por cierto-, un carisma arrollador que los haga temibles y les gane partidarios incondicionales. La impunidad de la que gozan tiene más bien su origen en un problema interno de la Iglesia, que consiste en una ya crónica incapacidad de la jerarquía para condenar con energía y oportunidad los errores, conminar a la rectificación a los falsos maestros que los esparcen, y eventualmente escarmentar a los recalcitrantes.
21/12/13 11:10 PM
Chimo Vice
Ricardo de Argentina. No se ingenuo. La impunidad de la que gozan los herejes en la actualidad no tiene su origen en ningún "problema interno de la Iglesia", sino en la sociedad secularizada que necesita creer en ellos al haber dejado de tener fe en Dios.

Últimas palabras, no se ofusque defendiendo lo indefendible. Un hecho histórico lo es igual para el creyente que para el que no lo es. La diferencia es que la persona de fe no tiene prejuicios para aceptar la realidad sobrenatural si ese el último paso al que le conduce el uso recto de la razón, mientras que el ateo y agnóstico por no querer aceptar lo sobrenatural acaban negando a la misma razón. También se puede decir que, con el mal uso del método histórico-crítico que hace el agnóstico se pretende que aceptemos misterios más incomprensibles que el mismo Misterio que se pretende negar.
22/12/13 1:31 PM
Ricardo de Argentina
ChimoVice, es posible que sea ingenuo, como lo he sido al notificar unos comentarios más arríba, que la Arquidiócesis de Rosario estaba "informalmente intervenida". Como decimos por aquí "me comí un garrón", me engañaron las insidias de la prensa mundana, tan prestas a minar el terreno de la información convirténdolo en desinformación. Es casi una norma que en lo que hace a informaciones referidas a la Iglesia, lo que no está sesgado, descontextualizado o intencionadamente mutilado, es lisa y llanamente mentira.

Ahora bien, no veo ingenuidad en señalar la dejación de la Iglesia en condenar las herejías que pululan impunemente. Es obvio que esas condenas no harán mella en quienes han dejado de tener fe en Dios, sino que están dirigidas a confirmar la fe de quienes la conservamos por pura Gracia.
22/12/13 3:06 PM
Xaberri
Chimo Vice, sin entrar en que en una ocasión me dió por pensar que su alias estaba en inglés y ahora pienso en que quizá algún angloparlante que chapurree el español pueda pensarlo, le diré que su intervención me ha parecido luminosa: por negar se niega hasta la ciencia que no niega lo que desconoce.
Su comentario junto con el de Polavieja, la "fenomenología antitrascendente", la idea de que de llega a Dios desde el hombre ( a qué dios) y no al hombre desde Dios, y la reducción del mensaje cristiano para preparar un camino a NOM creo que son pensamientos necesarios para hacerse una idea de lo que pasa con Pagola y monaguillos.
Un saludo.
22/12/13 4:16 PM
últ palabras
Chimo Vice,
Le pediría a vd y a todos los q se dirigen a mí, que no se ofusquen vds, porque así no se enterarán jamás de lo que eh realidad digo y me achacarán cualquier otra cosa.
Ocurre también que no me han publicado parte de mi comentario en el que explicaba que yo no he dicho que no crea en los milagros, y reflexionaba sobre el concepto de milagro. Un milagro es un hecho no explicable, pero yo no sé si tiene una explicación natural aunque aún no se conozca, aunque no me importa. De todos modos creo q Dios interviene en nuestra vida y la fe mueve montañas. Pero creación, encarnación, redención, más q milagros sin explicación, son la última explicación del milagro q es la vida.
Claro q un hecho es un hecho para cualquier persona, lo q digo es q los hechos se pueden probar o no.
Yo puedo fiarme de lo q alguien dice sin pruebas, pero un historiador no tiene por qué hacerlo. El historiador diferencia los datos ciertos de los probables y los interpreta. Hay diversas hipótesis posibles, unas más probables que otras.
Y eso vale para todo, incluyendo la persona de Jesús, q no tiene por qué tratarla el historiador de un modo distinto q la de cualquier otro personaje de la historia.
Respecto a Jesús me fío de lo q transmitieron los q le amaron. Pienso que si creían en él, su testimonio intentaría ser fiel. Pero desde luego reconozco q hay otras hipótesis posibles aunque yo las rechace.
Me fío de Jesucristo por la gracia de Dios aunque me parezca razonable fiarme de él.
22/12/13 10:39 PM
últ palabras
Creo que no se entiende bien la última frase que puse.
Digo que yo creo en Jesucristo por la gracia de Dios. Pero niego que lo mío sea fideísmo, como dijo alguien al principio. Mi fe es razonable, tiene su primer apoyo en la razón, aunque la transcienda, porque la razón tiene sus límites.
Difícilmente puedo negar la transcendencia si creo en un Dios creador y redentor, misterio de amor trinitario.
Pero desde luego que no tengo pruebas empíricas ni las necesito. Mi fe no necesita milagros, que nunca constituirían una prueba, de todos modos, por muchas razones. Pero considero que es un milagro nuestra existencia y que la creación y la redención dan sentido a nuestras vidas.
Por lo q conozco de las homilías de Pagola, él sí cree en Dios según la Iglesia. Su aproximación no me gusta pero no es una cristología, el fallo está en que se preste a esa confusión. Le han hecho un juicio de intenciones, como me lo han hecho a mí injustamente.
Y no entiendo lo que dicen de NOM, monaguillos, compañeros de ruta y demás conspiranoia.
22/12/13 11:03 PM
Xaberri
U Pala, estoy convencido de que no lo entiende, porque sino no diría usted lo que dice.
24/12/13 12:20 AM
últ palabras
Desde luego que no entiendo la conspiranoia que les aqueja a vds. El libro de Pagola sí que lo entiendo, aunque no me aporte nada. Es una aproximación al estudio histórico de Jesús, de la que se puede prescindir perfectamente, pero no una cristología. Por tanto los juicios de intenciones a Pagola carecen de fundamento.
Eso sí, puesto que la confusión que tiene tanta gente entre aproximaciones históricas y cristología es peligrosa, se debería procurar que se entienda la diferencia. Especialmente debería tenerse en cuenta que Jesús histórico no significa Jesús real, que el Jesús real de la "historia" (entendida como realidad factual) no es el Jesús de la historia, entendida como "ciencia histórica" (pluralidad de Jesúses históricos a gusto del interpretador, con todas sus limitaciones)
26/12/13 7:16 PM
Xaberri
U pala, hable y explíquese, que aquí le dejan.
27/12/13 11:38 PM
JOSÉ LUIS
Sobre la aproximación historica de Pagola le han pegado un repaso José A.Sayes,el p. Iraburu y algunos obispos que no se como le han quedado ganas de seguir opinando sobre el tema,cuando ha quedado cuestionado su mensaje y su fe.desvirtuando la divinidad de la persona de Cristo y hablando del hombre solamente, y mal.
Si esto es lo que ha enseñado durante sus años de docencia a los futuros sacerdotes,debiera pedirles perdon y retractarse de sus palabras,que aunque diga que es una aproximación historica esto es lo que piensa en realidad, lo que origina es confusión, incertidumbre,y daño espiritual´porque no sabe decir mas que herejias.
Encima compran los libros por la difusión de marqueting que hacen de el y que tan buenos resultados les está dando para el bolsillo.
No se el cardenal Ravasi y alguno mas que ven en su libro por muy eruditos que sean y ya no digamos de su amigo Uriarte.Seamos serios que la gente no es tonta
y algun dia dara cuentas de las estupideces que dice
al DIOS que usted tanto cuestiona.
8/09/14 11:32 PM
Felix Barbero Ortuñez
Felicito al P.José A.Sayes por su comentario sobre la Cristologia de Pagola. Yo no soy ningún teologo ni tengo titulos pero la Divinidad de Cristo no me la quitara nadie. Jsús dice si no creeis que Yo Soy morireis en vuestros pecados.
Moisés escribe el Nombre con tres palabras Ehie Asher Ehie que es el Yo Soy o tetragrama pero si nos fijamos en la lalabra del centro tiene tres letras A de Abba, Shim deShar Shalon, Ishí o Shiloh al que le pertenece, Y Res de RuaJ Hacodesh. el centro esta la shim que significa deleite. Jesús esta en el corazón del Padre, en El tiene sus complacencias ahí esta la Trinidad. en el Nombre dado a Moises, Dios es uno Y es trinidad. Jesús es la la misma sustancia que el Padre Homoousios como definio el concilio de Nicea 325. Y si es el Dios verdader nada hay imposible para El. Gracias por su esposicion.
25/07/16 2:07 PM
Fran
Totalmente de acuerdo. El señor Pagola debería dedicarse a la novela y no a la teología.
10/12/17 1:53 PM

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