León XIV: Alegría y esperanza
Queridos lectores, como todos ustedes ya saben, la semana pasada tuvo lugar la elección de nuestro nuevo Papa, León XIV. Ruego me disculpen por no haber escrito antes sobre este estupendo tema, pero circunstancias personales me lo han impedido. No obstante, el hecho de que hayan pasado unos días también me ha permitido pensar, contemplar, escuchar y leer cosas varias y muy interesantes sobre el nuevo Papa. Ahora deseo pronunciarme yo al respecto.
Lo primero que debo decir es que comparto, plenamente, la alegría y esperanza generadas, en muchos católicos, por la elección del papa León XIV y por sus primeros gestos y palabras. Resulta claro que la Iglesia necesita al Romano Pontífice, por lo que siempre es una gran alegría que la Sede de San Pedro deje de estar vacante y los católicos tengamos nuevo Papa. Asimismo, también a mí me agradó mucho ver al nuevo Papa aparecer en el balcón de San Pedro revestido con muceta y estola, así como saber que ha tomado la decisión de residir en el Palacio Apostólico. Decisiones y gestos, todos ellos, que, para mí, tienen importancia y que me han parecido muy inteligentes. No es falta de humildad, sino todo lo contrario, que un Papa se revista adecuadamente como Papa y resida donde era ya tradición que residieran los Papas. El cargo es que el que es y, en mi opinión, conlleva todo ello y lo merece.
Asimismo, también a mí me llamó la atención el detalle de que el Papa hubiera preparado sus primeras palabras por escrito; algo que no me pareció nada mal, pues es un signo de prudencia el preparar lo que uno desea decir, antes de decirlo, a poco que resulte mínimamente largo. Y la prudencia a la hora de realizar declaraciones públicas (y privadas, si me apuran) es una virtud importantísima para un Papa. Respecto al contenido de ese primer discurso, me agradó mucho que Su Santidad hablara, ya desde el primer segundo, de Jesucristo y, también, su alusión final a la Santísima Virgen. También me llamaron la atención sus reiteradas invitaciones y llamamientos a la paz. No solamente a la paz como ausencia de guerras (tristemente, tan pertinente en nuestros días), sino, también, a la paz interior en todos nosotros. Sé, por lo que he leído sobre él, que León XIV es un hombre culto y preparado y considero que está demostrando mucha inteligencia y prudencia. Por ello, estoy bastante convencida de que el Papa, cuando redactó su discurso, era muy consciente del delicado momento que está atravesando la Iglesia, así como la propia institución del Papado y, de ahí, sus reiterados deseos y manifestaciones de paz, de la paz del Señor.
Por otro lado, León XIV, en su discurso, mencionó dos veces al papa Francisco, dándole las gracias. Algo que me parece normal, pues fue Francisco quien le llevó a Roma, situándole al frente de un Dicasterio muy importante y creándole, después, Cardenal. Si el nuevo Papa dio gracias a su antecesor, además, por otras cuestiones, eso ya, obviamente, yo no lo sé. Asimismo, en cierto momento de su discurso, León XIV aludió a la tan traída y llevada “sinodalidad”. Mentiría si dijera que me agradó oír esa palabra o que me resultó indiferente, ya que, hasta donde yo sé, no pertenece a la Tradición de la Iglesia y, en boca del anterior Romano Pontífice, no me inspiraba la menor confianza, perdónenme la sinceridad. Sin embargo, también es cierto que no sé qué significa exactamente ese término para León XIV, ni como piensa darle, a lo que parece, desarrollo. Ruego a Dios que, si se diera el caso, le ayude a hacerlo de la forma más acorde y favorable a los verdaderos intereses de Nuestro Señor Jesucristo y de la Iglesia. En todo caso, mi impresión general sobre su primer discurso y discursos posteriores es claramente positiva; pues, además de inteligente, me parece un hombre de gran amor hacia Nuestro Señor y la Iglesia y, además, sencillo y caritativo. Considero que transmite un sincero amor a Dios, a la Santísima Virgen y a los católicos. Solo esto ya me parece crucial y me da mucha paz.
Sobre las reacciones respecto al nuevo Papa, como ya he afirmado, creo ver a bastantes católicos ilusionados y esperanzados. Con cierta prudencia, si se quiere, ya que todavía hay muchas cosas importantes que no sabemos cómo serán abordadas por León XIV (lo cual es lógico, porque todavía ha transcurrido muy poquito tiempo, desde su elección). No obstante, hay alegría y esperanza y las hay, también, en mí. También he visto, reiteradamente, que hay quien manifiesta alivio… Nuevamente, no voy a mentirles: También yo me siento bastante aliviada, al menos hasta ahora, por la forma de actuar del nuevo Papa y doy muchas gracias a Dios por su elección y por lo que hemos visto y oído en estos pocos días de nuevo Pontificado que ya han transcurrido.
Por supuesto, no voy a dejar de pronunciarme sobre el nombre escogido por el nuevo Papa: León XIV. Me resultó, igualmente, sorprendente y llamativo desde el primer momento y no me desagradó en absoluto. Enseguida me acordé del papa León XIII, a quien León XIV ya ha manifestado que tuvo en mente cuando escogió su nombre de Papa. No hay duda de que León XIII fue un Papa especial. No solo por la encíclica “Rerum Novarum”, la primera sobre Doctrina Social de la Iglesia. En estos días, ha sido muy recordada la anécdota sobre la aterradora visión que León XIII tuvo sobre el futuro de la Iglesia. Asimismo, dicho Pontífice, en el año 1884, publicó su Encíclica “Humanum Genus”, sobre la masonería, cuya lectura recomiendo vivamente; no solo porque es magnífica, sino porque, cuando la lean, les parecerá a ustedes como si la hubieran escrito ayer mismo (dejo un enlace que no es a la versión de la Encíclica que figura en la página web de la Santa Sede, pues allí no se halla publicada en español, aunque sí en otros idiomas). En ella, encontrarán referidos muchos temas de rabiosa actualidad y algunos de ellos, muy lamentablemente, ya implantados en no pocos países de antigua tradición cristiana, como el divorcio, el “matrimonio” civil y la educación “laica”, tan impíamente deseados por la masonería. Algo ya denunciado y condenado por León XIII en 1884, insisto. Nos da la medida de cómo estamos en Occidente y cómo ha ido avanzando, en sus posiciones, la llamada “sinagoga de Satanás”, con gravísimo peligro para muchísimas almas. De los masones se podría decir lo que afirmó Nuestro Señor acerca de los escribas y fariseos de su época:
“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas, que cerráis a los hombres el Reino de los Cielos! Ni entráis vosotros ni permitís entrar a los que querrían entrar. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas, que recorréis mar y tierra para hacer un solo prosélito y, luego de hecho, le hacéis hijo de la gehenna dos veces más que vosotros!” (Mt 23, 13 - 15)
No, desde luego, resulta claro que León XIII no fue un Pontífice cualquiera y es muy de agradecer que contribuyera, de forma tan importante, a “arrancar a los masones su máscara”, como él mismo pidió que se hiciera en la ya citada Encíclica.
Así, pues, tal como sugiere Luis Fernando Pérez Bustamante,también yo ruego a Dios, Nuestro Señor, que, tal como hizo, tantas veces, con León XIII, ilumine a nuestro nuevo Papa y guíe sus pasos, para que la vida de la Iglesia se desarrolle en conformidad con la Voluntad de Dios, en un momento de la vida eclesial y del mundo no precisamente fácil. No creo sorprender mucho a nadie si digo que, en mi opinión, la herencia que ha recibido León XIV es bastante más dura y complicada que la que recibió su inmediato antecesor, el papa Francisco. Si hay algo, pues, que yo deseo vivamente y ruego, con humildad, al nuevo Papa (y me consta que otros católicos también) es que nos hable mucho de Jesucristo, situándole plenamente en el centro de la vida de la Iglesia y nos transmita, con caridad, claridad y firmeza, cómo cumplir la Voluntad de Dios; pues las palabras del mundo ya nos llegan a los católicos a través de múltiples altavoces. No es, sin embargo, misión de la Santa Iglesia buscar y transmitir a los católicos lo que el mundo quiere, sino lo que quiere Dios, Nuestro Señor; de tal modo que nuestros Pastores nos conduzcan hacia la salvación de nuestras almas, esto es, hacia la santidad y el Cielo.
Acompañemos y apoyemos, por tanto, a Su Santidad León XIV con nuestro cariño filial y nuestra oración continua, para que sea muy dócil a la acción del Espíritu Santo en Él y ame mucho y siga muy de cerca a Nuestro Señor, según la última indicación que los Evangelios recogen como dirigida por Cristo a San Pedro: “Sígueme” (Jn 21, 22). Que la Santísima Virgen cubra con su manto al nuevo Papa y le acompañe y proteja en todo momento; y, con Él, a la Santa Iglesia Católica y al mundo entero.
27 comentarios
Yo por mi parte me voy a dedicar a enviar email al dicasterio correspondiente para que hagan una reforma litúrgica del Vetus Ordo, y lo acomoden a cómo Cristo quiere la Liturgia:
- En un idioma entendible a aquellos que participan.
- Con plegaria universal de los fieles.
- Con rito de la paz
-Con concelebracion de sacerdotes.
El que está en contra de esto tacha de mentiroso a San Justino, Padre de la Iglesia cercanísimo a Cristo y desprecia el lex orandi lex credendi porque en la solemnidad del tercer domingo de pascua la liturgia providencialmente ha incorporado un texto de San Justino donde afirma sin ambages que fue Dios mismo quien en sus apariciones enseñó cómo teníamos que celebrar. Lo afirma en la ultima frase rotundamente. Y ademas ese mismo texto ha sido providencialmente incorporado al catecismo en el punto 1345.
https://www.corazones.org/biblia_y_liturgia/oficio_lectura/pascua/3_domingo_pascua.htm
Si recibo novedades al respecto las comunicaré a los presentes (con el permiso de la blogger), que estoy seguro querrán conocer lo que se afirma en la Santa Sede en este importantísimo asunto.
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L.V.: Gracias a usted nuevamente, JLuis. Sí, es verdad que repito mucho esa idea, ya me disculparán. Supongo que lo haré más veces, ya que, efectivamente, es central en nuestra fe y, que yo haya visto, no es una idea de la que se hable mucho en nuestros tiempos...
Porque,
Durante los cuarenta días en que Cristo resucitado se apareció a sus discípulos, resulta evidente —por puro sentido común y por profunda lógica teológica— que habló con ellos muchas cosas que no quedaron recogidas explícitamente en los Evangelios. Como bien recuerda el apóstol San Juan, “hay además otras muchas cosas que hizo Jesús; si se escribieran una por una, pienso que ni el mundo entero podría contener los libros que se escribieran” (Jn 21,25). Entre esas enseñanzas no escritas, pero sí transmitidas, ¿no sería razonable suponer que el Señor instruyó a los Apóstoles sobre la forma de celebrar los misterios eucarísticos, el memorial central de su Pascua?
San J.u.s.t.i.n.o Mártir, testigo privilegiado de la tradición viva del siglo II, no habla por su cuenta ni por invención personal: recoge una praxis ya establecida y venerada, afirmando con toda claridad —como se proclama en la Liturgia del Tercer Domingo de Pascua y en el punto 1.3.4.5 del Catecismo— que fue Cristo mismo quien enseñó cómo celebrar la Eucaristía.
La descripción que ofrece San J.u.s.t.i.n.o de la misa contiene tres elementos fundamentales que, providencialmente, fueron plenamente restaurados en el Novus Ordo Missae y que, lamentablemente, habían sido oscurecidos o suprimidos en el llamado "rito tridentino":
La plegaria universal o oración de los fieles,
El rito de la paz, del cual ya habla expresamente San Pablo,
Y la concelebración sacerdotal, como signo de comunión apostólica.
Estos no son "inventos modernos" ni "rupturas con la tradición", como acusan algunos sectores filolefebvristas, sino expresiones auténticas de una Tradición Apostólica viva, anterior incluso a las codificaciones medievales. Reivindicar el modelo litúrgico tridentino como el único legítimo y acusar de herejía o modernismo a todo lo posterior no sólo es una falta de fidelidad a la historia real de la Iglesia, sino una peligrosa cerrazón espiritual que tiende al cisma práctico.
San J.u.s.t.i.n.o no miente. La Iglesia tampoco. Quien sí miente es el espíritu de división que, en nombre de la "tradición", pretende arrancar del corazón de los fieles la obediencia al Papa, al Concilio y a la legítima reforma litúrgica. Contra ese error, combatimos no con odio, sino con la verdad, la caridad y la confianza plena en la Iglesia de Cristo.
Dios quiera que León XIV aclare todo lo anterior.
Yo asisto habitualmente a ambos ritos (Novus Ordo y Vetus Ordo) y creo que usted es miope, el tratamiento de esta cuestión no es exclusivo del mundo filolefevbriano, el propio Ratzinger escribió e hizo como Papa cosas importantes.
Su argumento es arqueologista: que algo sea más antiguo, no significa que sea lo mejor. Usted parece desconfiar de la tradición viva de la Iglesia.
Además, dato importante, la Misa tradicional no es inventada por Trento, viene desde muy lejos con San Gregorio Magno con muy pequeñas variaciones.
Por suerte, Ratzinger-Benedicto XVII y por lo que veo León XIV son un referente frente a las contraposiciones. Se habla mucho del rechazo lefevbriano que en muchos puntos es exagerado ciertamente, pero poco del odio al Vetus Ordo de los progre-arqueologistas.
Paz y bien
Nosotros queremos decirle al mundo, con humildad y alegría: ¡miren a Cristo! ¡Acérquense a Él! ¡Acojan su Palabra que ilumina y consuela! Escuchen su propuesta de amor para formar su única familia: en el único Cristo somos uno. [Hasta acá, perfecto, pero ahora viene la nota disonante] Y esta es la vía que hemos de recorrer juntos, unidos entre nosotros, pero también con las Iglesias cristianas hermanas, con quienes transitan otros caminos religiosos.Tristísimo; y por varias razones:
- No existen otras Iglesias cristianas hermanas; León XIV parece haber olvidado que Cristo fundó UNA SOLA IGLESIA: "...y sobre esta piedra edificaré MI IGLESIA". El Señor empleó el singular, no dijo "mis iglesias" sino "mi Iglesia". Lo que existen pues no son otras iglesias cristianas (y menos hermanas) sino sectas heréticas y cismáticas (ese es el nombre que les daban los padres de la Iglesia; se ve que aquí el Papa olvidó a San Agustín, pese a confesar ser agustiniano).
- León XIV también parece haber olvidado el dogma "Fuera de la Iglesia no hay salvación"; ningún camino se puede recorrer junto a herejes y cismáticos en su senda. Es más, el mayor acto de amor hacia ellos es atraerlos hacia el católicismo, no confirmarlos en el error acompañandolos en el mismo. Precisamente San Agustín enseñaba lo siguiente:
Fuera de la Iglesia católica se puede encontrar todo, menos la salvación. Se puede tener el sacramento, se puede cantar el alleluya, se puede tener y predicar la fe en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Pero en ningún otro sitio, fuera de la Iglesia católica, se puede encontrar la salvación.
- Por último, y lo más importante, ¡cómo puede decir un Papa que existen otros caminos religiosos! El único camino es Cristo: "Yo soy el camino, la verdad y la vida; NADIE viene al Padre sino por mí". No hay otros caminos religiosos, porque no son caminos que conducen a Dios. El mismo error (herejía) que cometió Francisco en Singapur.
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L.V.: Tengo para mí que la posición actual de la Iglesia respecto a otras confesiones, cristianas o no, procede del Concilio Vaticano II. No es una novedad de León XIV. Uno de los problemas que, en mi opinión, tiene el actual Pontífice es que el Pontificado anterior ha perjudicado bastante la institución del Papado y la confianza de los fieles en lo que diga el Romano Pontífice... Así que me temo que, ahora, la tendencia de no pocos católicos va a ser examinar con lupa cada cosa que diga el nuevo Papa... En fin, como usted dice, habrá que ir viendo los pasos que da León XIV. Yo aconsejo no acogerle, ya tan pronto, con resquemor y desconfianza, pues no lo tiene nada fácil. Recemos mucho por él.
Su argumento es arqueologista
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¿ pero cómo va a ser arqueologista decir que la plegaria universal, el rito de la paz y la concelebración eucarística, elementos que llevan en la liturgia 2000 años en el 98% de los ritos católicos excepto el vetus ordo ?
Prostituye usted la memoria del Papa que uso el término arquologismos.
Estimado Ferdy (hablemos claro!):
Llamar “arqueologismos” a la concelebración, al rito de la paz o a la oración de los fieles es, cuando menos, una simplificación gravemente injusta y una distorsión del verdadero sentido en que los Papas usaron ese término. La acusación de “arqueologismo litúrgico” fue efectivamente mencionada, en particular por Pío XII en la encíclica Mediator Dei (1947). Pero conviene leer con precisión lo que allí se denuncia, y no convertirlo en un cajón de sastre para todo lo que no gusta del Novus Ordo.
Cuando Pío XII condena el “arqueologismo”, se refiere específicamente a la pretensión errónea de que todo lo antiguo sea mejor por el solo hecho de serlo, y al intento de reinstaurar prácticas desechadas por legítima evolución de la liturgia sin criterio teológico. Pero en ningún momento condena el rescate de elementos esenciales del rito primitivo que no fueron abandonados por razones doctrinales, sino disciplinarias, prácticas o contextuales.
La plegaria universal de los fieles está documentada desde los primeros siglos (cf. Justiniano Mártir, Apología I, 67) y fue práctica común en la liturgia romana hasta que fue reducida en el tiempo medieval. El rito de la paz también tiene claros antecedentes patrísticos e incluso mención directa en las cartas de San Pablo (cf. Rm 16,16; 1Pe 5,14), además de estar presente en numerosos ritos orientales y occidentales hasta el día de hoy. Y la concelebración no es una novedad: ha sido y sigue siendo norma litúrgica en casi todos los ritos católicos orientales desde hace siglos —no como invención moderna, sino como expresión plena de la unidad sacerdotal en torno al único sacrificio eucarístico.
Si vamos al terreno comparativo, lo que sorprende es que el Vetus Ordo es, en realidad, el único de los grandes ritos católicos que suprimió o redujo al mínimo estas formas litúrgicas que según SAN JUSTINO FUERON ENSEÑADAS DIRECTAMENTE POR CRISTO, mientras que el Novus Ordo no hizo otra cosa que restaurarlas, según el principio de noble sencillez y continuidad viva que propone Sacrosanctum Concilium, el documento conciliar aprobado casi unánimemente por los Padres del Concilio Vaticano II (más del 95%).
Algunos de vosotros venderíais a vuestra propia madre con tal de que la liturgia fuera acorde a vuestros gustos subjetivos. San Justino y la liturgia no mienten ! Cristo enseñó cómo celebrar, y el vetus ordo está muy alejado de esa forma.
¿ De verdad está usted llamando arqueologismo a tres elementos esenciales de la Misa,tal y como se establece en el 1.3.4.5 del Catecismo, además de llamar mentiroso a San Justino cuando afirma que esos elementos son de origen DIVINO ?
¿ Usted no tiembla ante el hecho de que fue Cristo mismo quien estableció la forma de celebrar en sus lineas elementales ? ¿pone por encima su gusto propio ?
No se dan cuenta ustedes que si S Justino dice la verdad en esa ultima frase del texto litúrgico de la segunda lectura del oficio de lecturas de la solemnidad del III domingo de pascua estamos ante una forma de celebrar de origen divino ????
Eso lo cambia todo!
Estamos en el año de la Esperanza.
Dios colme de muchas bendiciones a nuestro nuevo Papa.
Se arroga usted el derecho de retorcer el termino "arqueologismo" para satisfacer su obsesión litúrgica y no es capaz de claudicar ante la contundente frase de san Justino al afirmar que Cristo enseñó a celebrar durante los 40 días de apariciones?
Tiene usted un grave problema y responderá ante Dios.
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L.V.: Haya paz, por favor.
Además el rito de la paz sí que está en el Vetus Ordo (recuerden el portavoz) y la concelebración en la Misa de los Neo sacerdotes en una ordenación.
El problema de fondo, es que la reforma litúrgica no fue una reforma, fue una sustitución y creación ex novo.
Yo no pretendo despreciar estos tres elementos que están en el Novus y que eran antiguos, sino su mentalidad dialéctica.
Porque el problema litúrgico no se resolverá con odios y contraposiciones, y hay que ser más ponderados.
Yo, por ejemplo, que asisto a ambas formas, percibo y valoro la riqueza bíblica del Nuevo Misal, pero no acepto sus condenas rotundas, ni la de 1500 años de Iglesia triunfante.
Simplemente ataco su mentalidad rupturista.
1) Hay una esencial continuidad entre Novus Ordo y Vetus Ordo, ambas son plenamente válidas y santificantes.
2) Hay una cierta discontinuidad en los ritos que plantea algún problema y debe ser abordado con cuidado por todas las partes. La mera existencia de uno junto a otro, implica que fue algo más que una mera reforma. Ratzinger lo explica en "Mi vida".
3) Si por la falta de estos tres elementos o atenuación, ustedes concluyen que hay una discontinuidad esencial, no estoy de acuerdo y me parece grave.
4) Si la ausencia o atenuación de esos elementos, implica la conveniencia de que se metiera en el Novus o se reformase en Vetus, me parece aceptable y pido disculpas si lo he malinterpretado.
5) No me parece arqueologista la recuperación de esos elementos, ni mala, me parece mala la conclusión de que porque estuvieran ausentes o atenuados, habría una discontinuidad "esencial", que podría afectar a su validez.
6) Me hizo ponerme a la defensiva que ante la crisis litúrgica que padecemos y los abusos que muchas veces parecen enquistados en muchas celebraciones de Novus Ordo, usted plantee como urgente y prioritario esto que decía. Creo que aquí deben ser más cuidadosos.
7) Esto me hizo juzgarles como "lefevbristas invertidos", es decir, que por algún elemento esté diluido o se exprese de otra forma, el rito es inválido. Ellos lo hacen con el ofertorio y me pareció entender que ustedes con estos tres elementos. No obstante, si juzgué mal, pido perdón.
8) Que algo esté oscurecido o se exprese de otra manera no significa que no esté: el rito de la paz está en el Vetus Ordo, en la época anterior a Saber Gregorio estaba junto a la plegaria universal y oración dípticos (ofertorio) y con San Gregorio se trasladó después del Padre Nuestro, y de ahí las apologias de la paz y gestos tales como primero el osculo luego el portapaz. No se puede decir que no esté.
Y respecto la oración universal de los fieles ciertamente desapareció, pero algunos liturgistas dicen que fue por profundizar en el rito sacrificial, por motivos prácticos (no alargar demasiado), porque las ofrendas eran como oraciones concretadas en don físico, porque los nombres recitados de vivos y difuntos en el canon (Memento).
9) Precisamente me apoyo en ese punto del Catecismo 1345 para decir que si "todas" las tradiciones litúrgicas mantuvieron los elementos esenciales, también por supuesto el Vetus Ordo. La Iglesia no estuvo equivocada 500-1500 años.
9) Dato: La plegaria de los fieles se puede omitir en el Novus Ordo. No seamos exagerados.
10) Consejo: hoy vale más centrar esfuerzos en convencer para que no haya abusos litúrgicos y se observe Redemptionis Sacramentum, que pensar en reformar el Vetus.
Un saludo afectuoso.
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L.V.: Se ruega brevedad en los comentarios, por favor.
No se dan cuenta ustedes que si S Justino dice la verdad en esa ultima frase del texto litúrgico de la segunda lectura del oficio de lecturas de la solemnidad del III domingo de pascua estamos ante una forma de celebrar de origen divino ????
Eso lo cambia todo!
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Exacto. En el momento en que se otorge la importancia que le es debida a esa afirmación de San Justino se acabaron las guerras litúrgicas, porque quedará patente que Dios quiere una liturgia con concelebracion (que el vetus eliminó), con rito de la paz (que el vetus eliminó) y con plegaria universal (que el vetus eliminó)
y yo me voy a encargar de darle un empujoncito al asunto con la Gracia de Dios.
Como dice la Plegaria Eucarística IV: Dios le tiende la mano a todos, para que lo encuentre el que lo busca.
Dios quiere que TODOS los hombres se salven, su Amor es infinito, sin límites, sin restricciones, sin condiciones previas; su Amor es perfecto y permanente, porque El es Dios y no se retracta de sus dones. No espera que seamos santos para amarnos, NOS AMA PARA QUE SEAMOS SANTOS y, aún, cuando se diera la desgracia de que no aceptemos su amor, CONTINUARA AMANDONOS POR SIEMPRE.
El peor tormento de los condenados radica en eso: en que eternamente resisten a quien eternamente los Ama.
y, aún, cuando se diera la desgracia de que no aceptemos su amor, CONTINUARA AMANDONOS POR SIEMPRE.Curioso. Con ese criterio, ¿sigue amando a Satanás? ¿Por qué no? Y si no lo ama, entonces ¿por qué ha de seguir amando a quienes hacen la obra del maligno y le sirven? Según tú es porque de esa manera es mayor el tormento de los condenados porque eternamente resisten a quien eternamente los Ama. Lo mismo se podría aplicar entonces a su Adversario.
En Mateo 7:21, el Señor nos dice que a los tales, jamás los conoció:
Y entonces les declararé: "¡Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad!"Ya ves, los llama agentes de iniquidad, esto es, al servicio del maligno. Además ¿se puede amar por siempre a quien no se conoce? Y en Mateo 25:41, Cristo los llama malditos y manda que se aparten de Él:
Entonces dirá también a los de su izquierda: "Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el Diablo y sus ángeles.Como dije, si Dios ama por siempre sin importar a quien, entonces debe seguir amando al innombrable; si no lo hace, entonces tampoco debe amar a sus agentes una vez condenados estos.
Ahora, ¿qué es amar para Dios? ¿Y cómo se manifiesta ese amor?
En Juan 14:23 el Señor nos dice:
Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él.Entonces, si el amor del Padre es una cosa dada, ¿por qué Cristo emplea el tiempo futuro "y mi Padre le amará"? Y lo pone condicional: "si alguno me ama". ¿Por qué dice eso el Señor si Dios ya nos ama? Lo dice porque aunque el amor de Dios sea infinito, no implica que nos ame infinitamente. De hecho, Dios no ama a todos por igual (es fácil ver que no amó de la misma manera a la Virgen María que a Judas), por ende, no ama infinitamente a todos. Ama sí, con la misma, única intensidad, pero no a todos confiere las mismas gracias. Por tanto, quien más gracias recibe, más es amado (así, la Virgen María, la llena de gracia, es y ha sido la criatura humana más amada por Dios). A mayores gracias, mayor amor. En este tiempo, Dios confiere como mínimo las gracias necesarias para que podamos ser salvos (de ahí que Dios nos ama). A otros (los elegidos, Dios sabe quienes son) les confiere mayores gracias, por tanto son más amados (y ahí dijiste bien, por ser más amados son más santos). Los condenados, como ya no pueden recibir ninguna gracia del Altísimo (y se les han quitado las que hubieran recibido -recuerda la parábola de los talentos), se puede decir que han dejado de ser amados (aunque la intensidad de los sentimientos de Dios no hayan variado; es más, no pueden variar, Dios es inmutable). Lee a Santo Tomás de Aquino que explica bien el punto (también hay un artículo aquí en Infocatólica del Padre Iraburu donde trata el tema).
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L.V.: Rubén, por favor, mensajes más breves. Ya se lo pedido otras veces...
"No se aceptan los comentarios ajenos al tema, sin sentido, repetidos..."
¿Qué parten no entiende algunos de esa norma?
Atila MASON Bugnini.
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Cómo se retrata usted al insultar al prójimo !!
por cierto, si usted está en contra de la reforma litúrgica habrá que decirle claro lo que sigue:
La liturgia «es el órgano más importante del Magisterio ordinario de la Iglesia» (Pío XI, al abad Capelle, 12-XII-1935; cf. Mediator Dei 1947,14). Se comprende por eso que en el Concilio de Trento fuera tan fuerte la reacción de la Iglesia frente a las terribles impugnaciones de Lutero contra de la Misa católica: «si alguno dijere que el Canon de la Misa contiene errores y que por esta causa se debe abrogar, sea anatema» (1562, Dz 1756, canon 6).
La liturgia es el modo máximo del Magisterio ordinario de la Iglesia. El Papa es bien consciente de que al entregar unos libros litúrgicos a 4.000 Obispos, cientos de miles de sacerdotes y mil millones de bautizados católicos, para que ateniéndose a ellos celebren los Divinos Misterios, compromete la infalibilidad de su Magisterio pontificio, pues lex orandi, lex credendi.
La Autoridad apostólica de la Iglesia goza de una asistencia prudencial infalible cuando promulga unos Ritos litúrgicos, que siempre son evoluciones homogéneas de Ritos precedentes.
En consecuencia, por ambas razones a la vez, la Liturgia renovada después del Concilio Vaticano II ha de ser «creída» –Credo in Ecclesiam– y ha de ser «aceptada» como santa y santificante, como exenta de todo error y como positivamente benéfica para el pueblo cristiano. No es perfecta, por supuesto, y admite perfeccionamientos ulteriores que, muy probablemente, la Providencia divina nos concederá a su tiempo.
Es, pues, objetivamente un grave pecado y un escándalo rechazar de plano la Misa del Novus Ordo, calificándola públicamente de «Misa bastarda», «Misa de Lutero», «Misa de Bugnini», etc. Y tal barbaridad no puede ser justificada en modo alguno aduciendo infiltraciones masónicas, reuniones con expertos protestantes, Bugninis y relatos verídicos de los Cardenales Antonelli y Stickler.
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L.V.: Concuerdo con que la Misa Novus Ordo es plenamente válida, mientras la máxima autoridad de la Iglesia no diga otra cosa. Pero, por favor, dejen ya el tema de la liturgia. Muchas gracias.
Saludos.
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L.V.: Como usted comprenderá, estimado señor, yo en mi blog escribo lo que me parece conveniente. Faltaría más que todo el mundo pueda opinar sobre liturgia en mi blog menos yo (que, además, solo he escrito línea y media). Hace usted bien en no continuar con el asunto, porque el asunto no va a continuar. Al menos, no respecto a este artículo. Muchas gracias.
También ha expresado su apoyo a las bendiciones de homosexuales.
Y mientras pronunciaba un sermón durante una misa en Carnaval, se puso un colorido sombrero de bufón de la corte.
La ordenación tendrá lugar el sábado 5 de julio de 2025.
https://www.lifesitenews.com/news/pope-leo-xiv-confirms-priest-who-supports-womens-ordination-as-new-bishop-of-st-gallen-switzerland/?utm_source=featured-news&utm_campaign=catholic
Y como quedó demostrado en un vídeo en tiempos pasados, procesionando con el Santísimo, con mascarilla, -seguro que también vacunado- y cerrojazo en la iglesia: un fiel obediente al Nuevo Orden Mundial.
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L.V.: Conozco esa noticia, sí. Es posterior a mi artículo. No se trata de un nuevo Obispo que León XIV haya escogido él mismo, sino que ha sido escogido por el capítulo catedralicio, como es tradición en dicha diócesis y el Papa ha confirmado, después, el nombramiento. No puedo decir que la noticia me haya alegrado lo más mínimo, francamente. Pero todavía no sabemos cómo serán los Obispos que el nuevo Papa escoja sin tradiciones de por medio, por así decir. En mi opinión, más importante que las tradiciones (no confundir con la Tradición, con mayúscula) es, ante todo, que las diócesis estén encabezadas por buenos Obispos (dicho sea con todo respeto al Santo Padre).
Su respuesta ha sido la acertada, la del Papa no y además trae consecuencias, es más de lo mismo pero con otro estilo, otro talante: otro mismo.
(Otro mismo:
Sobre el año 100 o antes: "Salieron de entre nosotros; pero no eran de los nuestros. Si hubiesen sido de los nuestros, habrían permanecido con nosotros": 1 Juan 2: 19.
Desde el año 100 al 200, tengo anotadas entre sectas y herejías 21, pero seguro que hubo unas pocas más.
Y desde el año 200 al 300, entre sectas y herejías 11.
La verdadera y definitiva unión solo se dará en el Cielo, con Dios. Aquí, ayer, hoy y mañana: unión, desunión, ni la una ni la otra, entradas, salidas, ni la unas ni las otras).
Titular: León XIV nombra arzobispo a Raúl Martín, conocido por humillar a monaguillos por arrodillarse
Titular: El Papa nombra a Mons. Renzo Pegoraro como presidente de la Pontificia Academia para la Vida
Otro estilo, otro talante... un globalista:
https://www-global--solutions--initiative-org.translate.goog/person/renzo-pegoraro
Es más, ninguno de los que comentan sobre su escrito ha dicho una palabra sobre esta encíclica, a pesar de la importancia y recomendación de su lectura.
Sería lógico pensar que, si los objetivos masónicos que León XIII denunciaba, se han conseguido tan ampliamente, es porque hay muchos masones o simpatizantes que prefieren no recordar esta encíclica.
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L.V.: "Humanum Genus" es una Encíclica, desde luego, para tener siempre muy presente. Especialmente, en una época como la nuestra en la que, como usted dice, la masonería ha alcanzado, muy tristemente y con gravísimo riesgo para las almas, muchos de sus objetivos.
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