Mañana a las ocho nos vamos a Jaén

- “Mañana a las ocho nos vamos a Valladolid…”
Que no…, que no me he equivocado en el título, un poco de paciencia y se entenderá. Sucedió hace años… Efectivamente eran otras épocas, pero aquel personaje se sobreponía a todos los tiempos. Y, por supuesto, estas cosas solo pueden ocurrir en una Facultad de Derecho. Repitamos y sigamos…
- “Mañana a las ocho nos vamos a Valladolid.”
Eso es lo que le dijo el catedrático al profesor ayudante de Historia del Derecho, que había acudido a su despacho, convocado por Lolita. Porque Don Conegundo, catedrático y académico de muchas campanillas, nunca llamaba a sus subordinados docentes directamente y siempre lo hacía a través de Lolita, que era su secretaria desde la época de los visigodos, en opinión del muy rufián y taimado colectivo de alumnos, porque la Historia del Derecho que enseñaba Don Conegundo empezaba y acababa con los visigodos.
Así es que si había que salir a las ocho para Valladolid, eso quería decir que el profesor ayudante se tenía que personar en el portal de la casa de Don Conegundo a las siete y media de la mañana. Y como era de esperar, Don Conegundo apareció a las ocho, pero a las ocho y cuarenta y cinco y con cara de sorpresa le preguntó al PNN (profesor no numerario), que es como toda la vida se ha llamado a los profesores de Universidad que todavía no han ganado una oposición.
- ¿Pero qué hace usted aquí a estas horas…?
- Como me dijo ayer “mañana a las ocho nos vamos a Valladolid…” Y no le dejó seguir.
- Claro que sí. Nos, la cátedra, nos vamos a Valladolid, pero usted se queda en Madrid dando clase…
Pues bien, yo que ni soy Don Conegundo ni hablo en plural mayestático quiero informar a mis lectores “que mañana a las ocho nos vamos a Jaén”. A esa hora he quedado con un colega, porque nos ha invitado la Facultad de Económicas de la Universidad de Jaén, para participar en un seminario sobre la Historia del empresariado español. Y, aprovechando el viaje, por la tarde en la sede del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Jaén doy una conferencia sobre el sentido histórico de las apariciones marianas en la Edad Contemporánea. ¿Y por qué cuento mis andanzas por tierras andaluzas? Pues naturalmente, con la intención de que los lectores de Infocatólica de Jaén se enteren y puedan asistir el próximo jueves día 14 a las ocho de la tarde.
Y en atención a que ni todos los lectores de Jaén ni, por supuesto, los que no viven en Jaén, podrán acudir y que hoy, día 13, es el día de la Virgen de Fátima, voy a anotar aquí algunas de las ideas que pienso desarrollar.

- Oye Lola, ¿tú hablas inglés?
Madrid y 26 de abril de 1837, la madre Patrocinio sale desterrada hacia el convento de las Concepcionistas Calzadas de Talavera de la Reina. Culminaba así la venganza de Salustiano Olózaga, líder del partido progresista. Frustradas sus intenciones de casarse con ella, Salustiano Olózaga cercó su convento el 7 de noviembre de 1835 con fuerza pública gracias a la colaboración del gobierno liberal; la raptó y la secuestró en la casa particular de Manuela Peirote, situada en el número 119 de la calle de la Almudena, a donde acudió el político para seducirla. Todo fue inútil. Pero las Concepcionistas Franciscanas del Convento de Caballero de Gracia, la comunidad a la que pertenecía Sor Patrocinio, fueron exclaustradas y poco después su convento fue demolido, para que no quedase ni rastro de aquel lugar bendecido por la presencia de María, aparición aprobada por el Papa, que concentraba la devoción de los madrileños por miles a la Virgen del Olvido, Triunfo y Misericordias. Sor Patrocinio fue internada en la cárcel de mujeres de Madrid, hasta que partió al destierro de Talavera.
Es impresionante el realismo con el que Llorente narra la Pasíón, en este libro que se titula La Primera Semana Santa de la Historia; es decir, los días 3, 4 y 5 de abril del año 33, desmenuzados hora a hora para contarnos la inmensidad que sufrió Jesús para redimirnos. Llorente que es un reconocido dentista de Madrid con muchos años de experiencia, confiesa en la solapa del libro no ser ni teólogo, ni escritor, ni profesor y pide disculpas por haberse atrevido a escribir un libro, sin ser consciente que de su pluma ha salido un espléndido y vibrante relato de la pasión de la Pasión. En honor a la verdad, hay que decir que ha dado a la luz un gran libro sustentado en este trípode: una rigurosa documentación, un estilo sencillo y un amor a Jesucristo de verdad, sin medias tintas. La edición está repleta de fotografías en color, de esquemas y planos. Y todo ello publicado con tipo de letra tan generoso, que permite leer hasta sin gafas.