InfoCatólica / Scriptorium / Archivos para: 2015

5.05.15

Del inglés sin esfuerzo a la santidad sin virtudes

     -  Oye Lola, ¿tú hablas inglés?

     -  ¡Ni Dios que lo consienta!, contestó al instante la artista y con un gesto en la cara mostró un rasgo de indignación, porque preguntar eso a Lola Flores era lo mismo que ofenderla en su españolidad.

Y en efecto, es que por entonces estudiar inglés no es que estuviera mal visto, es que ese aprendizaje no se veía por ninguna parte. Los chicos de Preu nos examinábamos todos de francés en la asignatura de idioma moderno. Pero como en aquellos años buena parte de las canciones de los guateques las importábamos de Inglaterra y Estados Unidos, empezamos a sentir la necesidad de comprender algo más, porque solo éramos capaces de descifrar lo de “I love”, y a partir de ahí todo era un  enigma. Y como siempre hay algún espabilado que no duda en hacer negocio con la ignorancia ajena, apareció en las librerías una publicación que se vendió como rosquillas, porque llevaba en su tapa un título que era todo un reclamo: “El inglés sin esfuerzo”. Y sucedió lo que tenía que suceder, que nos sacaron las pesetas y seguíamos estancados en la comprensión de aquellas dos palabras, “I love”, hasta que la necesidad profesional nos obligó a esforzarnos para aprender inglés, y entonces comprobamos que el avance era directamente proporcional al esfuerzo que íbamos poniendo, pero eso ya sucedió anteayer, cuando ya habíamos entrado en años.

Todavía no acierto a comprender como pudimos caer en  la trampa de lo del “inglés sin esfuerzo”, porque mi generación era la del continuo esfuerzo; nosotros teníamos que esforzarnos para portarnos bien hasta en el cine, donde los acomodadores tenían también sobre todo el encargo de vigilar el orden y la moralidad en la sala oscura, donde lo más que se solía hacerse eran “manitas”, y así y todo con mucho tiento porque te podían poner de patitas en la calle en lo mejor de la película, si es que sacabas los pies del tiesto.

Y si el esfuerzo era compañero inseparable de nuestros momentos de ocio, ni que decir tiene que ese esfuerzo se redoblaba cuando estábamos en el colegio. Al colegio íbamos a educarnos cristianamente, porque como todavía no se había impuesto la moda de la aconfesionalidad, hasta en los colegios públicos además de la clase de religión se rezaba el Rosario y se hacía el mes de mayo. Y en los colegios de frailes y monjas daban mucha más ración, porque tenían capilla y capellanes. Y se nos hablaba sin tapujos de la virtudes humanas y cristianas, a las que identificábamos con el esfuerzo, porque bien a las claras se nos explicaba que virtud era lo mismo que fuerza y esfuerzo. Y como nuestros educadores llamaban a las cosas por su nombre nos hablaban del cielo y del infierno, y nos advertían que solo de los que se esforzaban por entrar por la puerta estrecha llegaban a la meta celestial. Y como no nos traumábamos por escuchar las verdades fuertes, pues no nos tenían ni que llevar a los psicólogos, que ni los había ni falta que hacían. Y como es sabido que la cabra tira al monte y nuestros maestros nos consideraban como pequeños cabritillos, nos ponían ejemplos de niños santos, para que cuando estuviéramos fuera de su vigilancia supiéramos cómo debíamos portarnos.

Leer más... »

29.04.15

En el cumpleaños de la Madre Patrocinio

Madrid y 26 de abril de 1837, la madre Patrocinio sale desterrada hacia el convento de las Concepcionistas Calzadas de Talavera de la Reina. Culminaba así la venganza de Salustiano Olózaga, líder del partido progresista. Frustradas sus intenciones de casarse con ella, Salustiano Olózaga cercó su convento el 7 de noviembre de 1835 con fuerza pública gracias a la colaboración del gobierno liberal; la raptó y la secuestró en la casa particular de Manuela Peirote, situada en el número 119 de la calle de la Almudena, a donde acudió el político para seducirla. Todo fue inútil. Pero las Concepcionistas Franciscanas del Convento de Caballero de Gracia, la comunidad a la que pertenecía Sor Patrocinio, fueron exclaustradas y poco después su convento fue demolido, para que no quedase ni rastro de aquel lugar bendecido por la presencia de María, aparición aprobada por el Papa, que concentraba la devoción de los madrileños por miles a la Virgen del Olvido, Triunfo y Misericordias. Sor Patrocinio fue internada en la cárcel de mujeres de Madrid, hasta que partió al destierro de Talavera.

La monja estigmatizada, Sor Patrocinio, permaneció en Talavera dos años donde enfermó gravemente. Allí se manifestaron las secuelas de los malos tratos recibidos desde que los liberales la sacaran por la fuerza de su convento. Y a esto se unió el estado ruinoso del convento de Talavera, que tenía parte de sus estancias al descubierto. Y así fue como la salud de la madre Patrocinio empeoró, hasta el punto de que se le administraron los últimos sacramentos. Sin embargo, salió del trance, si bien se le paralizaron todos sus miembros sin que pudiera moverlos. Por todo ello intervinieron las autoridades eclesiásticas solicitando un traslado, a ver si con el cambio de clima mejoraba su salud. Por este motivo la llevaron al convento de las Concepcionistas Calzadas de Torrelaguna, para proseguir cumpliendo allí su pena de destierro. Y en Torrelaguna permaneció cinco años, hasta que el Gobierno le levantó el destierro el 24 de septiembre de 1844, autorizándola el traslado al convento de La Latina de Madrid, donde se encontraba su comunidad, de la que había permanecido separada nueve años.

Leer más... »