InfoCatólica / María Lourdes Quinn / Categoría: ........ - Tiempo ordinario

4.08.09

Respuestas fuertes a 5 excusas comunes de pecadores

En el Evangelio del XVIII Domingo de Tiempo Ordinario la gente le preguntaba al Señor: “¿qué obras tenemos que hacer para trabajar en lo que Dios quiere?” (Jn. 6, 28) No siempre queremos oír las respuestas. El Santo Cura de Ars, S. Juan María Vianney (1786-1859) logró que su parroquia pasara de ser una con muy pocos fieles a una con muy pocos incrédulos. Lo hizo con palabras fuertes en sus sermones, que duraba horas en preparar.

Pone en labios del Señor, por ejemplo, estas palabras a los que se emborrachan: “Vete, desdichado, a embriagarte de la hiel de mi cólera en los infiernos.” También era capaz de decir: “¡Oh, abismos de los infiernos! Abríos para engullir a esas muchedumbres de réprobos que no han vivido sino para ultrajar a su Dios y condenarse.” En su “Sermón sobre el juicio final”, de donde son esas citas, hace una lista de las excusas de los pecadores:

“En este mundo el pecador siempre encuentra excusas que alegar por todos los pecados que ha cometido; lleva su orgullo hasta el mismo tribunal de la penitencia, donde no debiera comparecer sino para acusarse y condenarse a sí mismo. Unas veces, la ignorancia; otras, las tentaciones demasiado violentas; otras, en fin, las ocasiones y los males ejemplos: tales son las razones que, todos los días, están dando los pecadores para encubrir la enormidad de sus crímenes.”


Estas son las respuestas que da a esas excusas:

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3.08.09

¿Por qué no debemos cogernos la mano al rezar el Padrenuestro en la Misa?

Santa Lidia (s. I) era una comerciante de púrpuras, una mujer rica que convirtió por la predicación de S. Pablo. Vivía en Filipos, donde insistió en hospedar a S. Pablo en su casa mientras estuviera el santo en la ciudad. (Hechos 16, 13-15) Pero, no era la proximidad física ni los gestos externos los que unían a las primeras comunidades cristianas a pesar de la hospitalidad que se mostraban. Aunque Sta. Lidia y S. Pablo no estuvieran siquiera en la misma ciudad, había algo que les unía fraternalmente aún más: la Eucaristía.

Como nos dice Jesús en el Evangelio del XVIII Domingo de Tiempo Ordinario: “Mi Padre es el que os da el verdadero pan del cielo” (Jn. 6, 32). Este Pan del Cielo es el mismo Cuerpo y Sangre de Jesucristo que compartimos los católicos en la Santa Misa, el que está verdaderamente presente en la Eucaristía tras la Consagración mientras se conserven las especies de pan y vino.

La siguiente traducción de un fragmento del programa “Web of Faitih” de los Padres Levis y Trigilio en EWTN (Episodio 2, desde 47:48, producido el 30.6.08) ayuda a comprender un poco mejor la importancia de la Eucaristía para los católicos.

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Carta de un oyente:

“Querido Padre Trigilio:

“En cada parroquia que he tenido, se pide a la gente que se cojan la mano al rezar el Padrenuestro. Conozco a muchos que obviamente están incómodos o son reacios a unirse a eso, pero lo hacen de todos modos. Soy uno de esos individuos. Cuando expreso mis sentimientos sobre eso, la gente me pregunta: “¿Por qué eres tan quisquilloso?” o “¿Por qué no puedes aceptarlo?” Me dicen que podría ser un abuso, pero que aún si lo fuera, no sería uno muy grande.

“Siendo un converso del protestantismo al catolicismo, tengo grandes deseos de atender una Misa que no tenga abusos. ¿Es esto un abuso? ¿Qué tal si yo y otra persona que estamos hartos de esto imprimimos un pequeño artículo sobre las razones por las cuales cogerse de las manos es un error y lo dejamos en la cesta de la colecta? ¿Sería una buena idea? [dice el P. Trigilio: “No.”] Gracias por su respuesta y la energía que pone en cada programa. Que Dios le bendiga, Bob.”

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2.08.09

Errores comunes sobre los ángeles de Dios

Se oye con frecuencia que los niños fallecidos son ya angelitos en el Cielo, lo cual no es cierto. Ni siquiera podría decir eso la Bta. Juana de Aza (1140?-1202), madre de Sto. Domingo de Guzmán. Su hijo no era un ángel sino un hombre santo, ni es un ángel en el Cielo, donde les excede como hijo de Dios.

La Ssma. Virgen María, la criatura más perfecta, no sólo excede a los ángeles en su dignidad como Madre de Dios, sino que también merece ser llamada “Nuestra Señora de los Ángeles”, como le es dedicada la iglesia de la Porciúncula que restauró S. Francisco de Asís. Este santo vio a una multitud de ángeles con el Señor y la Ssma. Virgen María cuando pidió al Señor una indulgencia plenaria para los que visitaran esa iglesia [indulgencia concedida por un día cada año por el Papa Honorario III el 2 de agosto de 1216 y extendida a todas las iglesias franciscanas hoy en día].

Los misioneros franciscanos llamaron a una zona que poblaron en el s. XVIII “El Pueblo de Nuestra Señora la Reina de los Ángeles”. En 1781 se autorizó por escrito el nombre “La Reina de Los Ángeles”, conocido popularmente como “Los Ángeles” (EE.UU.), donde se producen muchas películas de Hollywood que poco honran a la titular de la ciudad.

Que los ángeles existan es dogma de fe. Aparecen en las Sagradas Escrituras y muchos santos como S. Francisco de Asís les han visto. Pero, persisten bastantes nociones falsas sobre los ángeles (como las que se ven en muchos programas de televisión o películas que representan a ángeles).

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1.08.09

Engaños del demonio para hacernos pecar

En el Evangelio del XVII Domingo de Tiempo Ordinario Jesús les dijo a los apóstoles antes de multiplicar los panes y los peces: “Decid a la gente que se siente en el suelo” (Jn. 6, 10). Así indicó el Señor que por la obediencia y la humildad de abajarse uno hasta el mismo suelo por la voluntad de Dios se reciben los dones del Señor.

S. Alfonso María de Ligorio (1697-1787), Doctor de la Iglesia y fundador de los Redentoristas, sabía por experiencia que Dios humilla a los que ama para que crezcan en virtud porque fue tras perder como abogado el primer caso jurídico de su vida que se entregó por completo al Señor. Permaneció firme en su deseo de aceptar todo como voluntad de Dios, aunque le quedó en un momento sólo un miembro fiel a él en su Congregación, aunque tuvo que cerrar conventos por rumores y aunque le excluyeron de su Congregación injustamente en 1777.

Hacia el final de su vida escribiría “Preparación para la muerte” y sobre la “Conformidad con la voluntad de Dios”:

Si queremos vivir en continua paz, procuremos unirnos a la voluntad divina y decir siempre en todo lo que nos acaezca: «Señor, si así te agrada, hágase así» (Mt., 11, 26). A este fin debemos encaminar todas nuestras meditaciones, comuniones, oración y visitas al Señor Sacramentado, rogando continuamente a Dios que nos conceda esa preciosa conformidad con su voluntad divina. (Cap. 36, 2)”

En cambio, cuando pecamos, rechazamos la voluntad divina, lo cual agrada mucho al demonio, que por su soberbia fue derribado del Cielo y condenado. S. Alfonso María de Ligorio señala 6 engaños que el demonio usa para hacernos pecar:

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31.07.09

P. Hugo Massimino, CPCR: Cómo discernir la Voluntad de Dios en tiempos confusos

El Padre Hugo Massimino, CPCR, es Superior local de los Cooperadores Parroquiales de Cristo Rey, además de Director Espiritual externo en el Seminario Arquidiocesano de Rosario (Argentina). Por pedido de la Comisión Episcopal de Ministerios de la Conferencia Episcopal Argentina ofrece talleres muy bien atendidos sobre la dirección espiritual en general y de sacerdotes a sacerdotes. Guía además uno de los encuentros anuales de los Directores Espirituales de los seminarios de su país. Hace poco atendió un Congreso General de su Instituto en Francia, desde donde concedió esta entrevista.


- ¿Qué preocupaciones y desafíos enfrentan los seminaristas hoy en día?

- La mayoría de los seminaristas provienen de padres separados con las consiguientes heridas emocionales que eso provoca. Además, es notable la influencia de la cultura posmoderna con la llamada muerte del deseo, es decir, con falta de magnanimidad que provoca; también se percibe la dificultad de vivir los límites y de intregrar lo afectivo-sexual ante la contaminación de una sociedad permisiva y hedonista. Otra característica es el individualismo marcado.

Mi tarea me permite caer en la cuenta, maravillándome, de la acción del Espíritu Santo en las vidas de los llamados, comprobando cómo el corazón, poco a poco, se vuelve grande para amar a Dios y entregarse por el bien de sus hermanos, viendo cómo llegan a aceptar, integrar y ofrecer la cruz en la propia vida.

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