InfoCatólica / Sapientia christiana / Archivos para: Septiembre 2020

15.09.20

XC. María, Madre de Dios

1063. –Según el nestorianismo, los actos y pasiones humanas de Cristo sólo eran atribuibles a la persona humana, que es su sujeto, y, en cambio, las propiedades divinas, como la eternidad, la creación y su omnipotencia, debían atribuirse al sujeto o persona divina.

Creían que dada su infinita trascendencia y dignidad, Dios no podía rebajarse ante lo humano. No se podía afirmar de Dios que, para salvar a los hombres, su mismo Hijo se hubiera hecho verdaderamente hombre. Había, por tanto, que distinguir en Cristo entre el Verbo y el hombre, entre el Hijo de Dios y el hijo de María, entre dos sujetos o personas. El primero no se había hecho hombre, sino que había pasado a morar en el hombre, de manera semejante a como se dice que Dios habita en el alma del justo. Cristo sería, por tanto, un hombre, una persona humana, que era sólo portador de Dios, y la Virgen María sería madre del hombre (antropotókos) o de Cristo (xristotókos), pero no madre de Dios (Theotókos).

Sostenían así que había en Cristo, además de dos naturalezas, la divina y la humana, dos personas, cada una con sus atributos o propiedades propias, unas humanas y otras divinas. En cambió, enseñaba la fe católica, tal como se definió en el Concilio de Efeso (431), que la naturaleza íntima de la Encarnación, o el modo que se realizó la unión de las dos naturalezas en Cristo, fue en la persona divina del Verbo. Cristo no es más que una sola persona, que es la divina del Verbo. Sin embargo, ¿si Cristo es una sola persona, la divina, a quien deben atribuirse sus propiedades humanas?

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1.09.20

LXXXIX. Jesucristo, Dios y hombre

1050. –¿Se puede probar la racionalidad, o su no oposición a la razón humana, del misterio de la Encarnación?

–Después de exponer, en el capítulo 28 del libro IV de la Suma contra los gentiles, el misterio de la Encarnación según lo revela la Sagrada Escritura, Santo Tomás prueba su racionalidad de una manera indirecta, con la refutación de las herejías contrarias. La primera de la que se ocupa es la de los llamados fotinianos, que, como ya se ha dicho, en la exposición del misterio trinitario: «solo admitieron en Cristo la naturaleza humana, imaginando que en Él está la divinidad, no por naturaleza, sino por cierta excelente participación de la gloria divina que mereció por sus obras, según se dijo (IV, c. 4)».

Además de lo ya expuesto al refutar esta herejía, que afecta al misterio trinitario, se pueden rebatir otros argumentos en cuanto que también «ella destruye el misterio de la Encarnación». El primero es el siguiente: «Según esta posición, Dios no hubiese asumido la carne para hacerse hombre, sino que más bien el hombre carnal se hubiese hecho Dios. Y así no sería verdad lo que dice San Juan: «El verbo se hizo carne» (Jn 1, 14), sino lo contrario, «la carne se hizo Verbo» ».

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