Mayo y el procurador
El mes de mayo está aquí, muy cerca. Para los católicos es un mes muy especial, dedicado a María. En este mismo blog nació, hace ya años, un “Mayo virtual” que se plasmó en un libro “Treinta y un días de mayo” (CCS, Madrid 2010).
Sé, por testimonio directo, que esta iniciativa y este texto sirvió como instrumento para que alguna persona se acercase a la Santísima Virgen, al ayudarle a comprender el papel que Nuestra Señora desempeña en el misterio de la fe, en el plan de salvación.
Me decía esa persona, una mujer muy creyente, que le había ayudado la evocación que el librito hacía del concilio de Éfeso, en 431. Cuando los obispos reunidos en concilio proclamaron solemnemente la maternidad divina de María, el pueblo cristiano reaccionó con enorme entusiasmo. San Cirilo, que lo vivió, relata: “Nos llevaron en medio de antorchas a nuestras residencias. Era de noche. La alegría era general y toda la ciudad se iluminó. Las mujeres iban con incensarios delante de nosotros”.
Otra lectora, muy comprometida con la causa de la vida – y ¡qué necesario es no bajar la guardia en ese compromiso! –, me hizo saber que ella se identificaba con el monje-procurador de “Blanquerna”, obra de Ramón Llull. Este monje tenía un oficio: dirigir, tres veces al día, una salutación a Nuestra Señora en nombre de toda la creación y de toda la humanidad: “Todos ellos y muchos otros infieles te saludan por ministerio mío, cuyo procurador soy…”.
Otros me dicen que se aproxima mayo y que lo seguirán con la ayuda del librito. Cualquier cosa, por muy pequeña que sea, que se haga para acercar a las gentes a la Virgen siempre tiene recompensa.