Sobre un documento del Institut Borja de Bioética: ¿Cristiano?
He leído, a raíz del tema que trata Luis Fernando en su blog, una parte del número monográfico que la revista “Bioética&Debat” dedica a una serie de “Consideraciones sobre el embrión humano”. Esa publicación pertenece al “Institut Borja de Bioética”. El número al que hago referencia concluye con un “Posicionamiento del IBB”, firmado por diferentes especialistas, encabezados por Francesc Abel Frabre, s.j., presidente del Instituto.
Afirma ese “Posicionamiento” que “hay suficientes argumentos desde el punto de vista biológico, ético y jurídico para afirmar que, al embrión humano, hay que otorgarle un valor diferenciado”. Hasta aquí nada, o casi nada, que objetar. Pero, de modo inmediato, se establece una distinción entre la fase “previa” a la implantación y la fase “posterior” a la misma. Y esa diferenciación no es meramente descriptiva, sino que lleva consigo consecuencias éticas. Digo “casi” nada que objetar porque se habla de “otorgarle un valor diferenciado” al embrión humano. “Otorgar” es consentir en algo, conceder algo, o condescender en algo. ¿Cuál es, me pregunto, la misión de los científicos, de los especialistas en ética, de los legisladores: hacer merced de algo o limitarse a reconocer la realidad y la demanda ética que proviene de lo real? ¿Soy yo quien “otorgo” un valor al embrión humano o es el embrión humano, en tanto que humano, el que tiene derecho, por lo que es, a mi “reconocimiento”?