Esfuerzos y resultados
¿Se corresponde, en la vida pastoral, el esfuerzo con el resultado? ¿Hay una ecuación exacta que vincule el empleo enérgico de las propias capacidades con los efectos deseables de nuestros desvelos? Si existe esa ley, yo la desconozco. Ya sé que no faltará quien ponga ejemplos que, aparentemente, desmentirían mi sospecha. Que si unos religiosos son muy “observantes” - ¿qué es ser “observante”? – y tienen numerosísimas vocaciones; que si unas monjas llenan su noviciado a causa de la atracción que ejerce la pureza evangélica de sus vidas; que si tal párroco – es menos frecuente, por cierto, el elogio a los párrocos – “consigue” llenar la iglesia cada domingo.