4.01.10

Apuntes para la celebración de la Epifanía

En la tradición occidental, se asignó a la fiesta de la Epifanía la consideración de tres misterios de la vida de Cristo: la adoración de los magos, el bautismo de Jesús y las bodas de Caná.

Un aspecto domina sobre cualquier otro: la universalidad de la salvación realizada en Cristo. Todos los hombres – también los gentiles - están destinados a la salvación, a ser hijos adoptivos de Dios: “Hoy has revelado en Cristo – dice el prefacio de la Misa – el verdadero misterio de nuestra salvación; pues al manifestarse Cristo en nuestra carne mortal, nos hiciste partícipes de la gloria de su inmortalidad”.

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3.01.10

2.01.10

Un eco de la Navidad

Domingo II después de Navidad. Homilía.

El segundo domingo después de Navidad constituye un eco de la solemnidad del Nacimiento del Señor. El eco es la resonancia o la repercusión de una noticia o de un suceso. La noticia que resuena en este día es la Buena Noticia de la Encarnación del Hijo de Dios: “Un silencio sereno lo envolvía todo, y, al mediar la noche su carrera, tu Palabra todopoderosa, Señor, vino desde el trono real de los cielos” (cf Sab 18,14-15).

La Liturgia nos invita así a adentrarnos en lo invisible, en la profundidad del misterio de Dios hecho hombre. Cristo es la Sabiduría y la Palabra del Padre, enviado a plantar su tienda en medio de nosotros, para que podamos llegar a ser hijos de Dios. No sólo es la Sabiduría, imagen de la Ley de Moisés, sino una Persona, la Palabra que es “Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero”: “Esta persona divina se ha encarnado verdaderamente. De este modo, ahora disponemos, para orientar nuestra vida, no sólo de una ley, de una institución, sino de una persona que se ha encarnado y ha asumido una naturaleza como la nuestra” (A. Vanhoye).

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31.12.09

Santa María, Madre de Dios

Cada año nuevo comienza bajo la protección maternal de la Santísima Virgen: “concédenos – le pedimos a Dios en la Santa Misa – experimentar la intercesión de aquélla de quien hemos recibido a tu Hijo Jesucristo, el autor de la vida”. Dios da a todo bien principio y cumplimiento, en la historia de la salvación y en nuestra propia historia personal. Y un reflejo de ese principio y de ese cumplimiento lo tenemos en Santa María, la Inmaculada, la Madre de Dios, la Asunta en cuerpo y alma a los cielos.

San Pablo sintetiza en una frase la relación que vincula a María con Jesús: “nacido de una mujer” (Ga 4,4). El Hijo de Dios ha venido a la tierra en una humanidad como la nuestra; una humanidad que recibió de Dios a través de la Virgen. De Ella asumió el cuerpo sagrado dotado de un alma racional que, en la Encarnación, se unió perfectamente a la Persona divina de Cristo. Jesucristo es, a la vez, verdadero Dios y verdadero hombre.

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27.12.09