27.01.10

A los 25 años, sacerdote

En 1250, probablemente, Santo Tomás de Aquino, cuya fiesta celebramos el 28 de Enero, recibió, en Colonia, la ordenación sacerdotal. Tenía veinticinco años. A aquella ciudad alemana se había trasladado, a últimos de junio de 1248, con San Alberto Magno, en calidad de ayudante suyo.

El mérito de San Alberto radicaba en haber trazado el camino de integración de toda la ciencia en el pensamiento cristiano. En aquel año, 1248, se ponía la primera piedra de la catedral de Colonia, edificada para albergar las reliquias de los Reyes Magos.

El 14 de Septiembre comenzó el curso académico, y Santo Tomás asistió a las lecciones de San Alberto sobre “Los nombres divinos” de Dionisio Areopagita. Dicen que San Alberto, en su taller, construyó una cabeza parlante – un anticipo de la robótica, quizá - y la leyenda cuenta que, al descubrirla Santo Tomás, la destruyó a golpes, pensando que era obra del demonio. En todo caso, tanto para San Alberto como para Santo Tomás, toda ciencia lleva a Dios: “Nuestra intención es terminar en las ciencias de Dios”.

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26.01.10

El segundo número de “Telmus”

“Telmus” es el título del Anuario del Instituto Teológico San José/Seminario Mayor San José, de Vigo (ISSN 1889-0237). Se trata de una publicación dedicada a los Estudios Eclesiásticos.

Acaba de salir el número 2 (II/2009), de 262 páginas. Su director es el Prof. Ángel Marzoa, Dr. en Derecho Canónico y en Derecho Civil, y, además de Director de Publicaciones, Rector del Seminario Mayor de Vigo.

La revista está dividida en tres secciones: Estudios, comentarios y recensiones y reseñas. En la sección de “Estudios”, se presentan nueve artículos, que paso a citar: “El Seminario Mayor de Vigo. 50 años de Historia”, a cargo de Mons. Antonio Hernández Matías; “Un Sínodo en la Iglesia. La Palabra Encarnada”, texto de Mons. Alfonso Carrasco Rouco, Obispo de Lugo; “Palabra de Cristo”, de Uxío Nerga Menduíña; “El Sínodo de los Obispos sobre la ‘Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia’", de Salvador Pié-Ninot; “’Un sabroso saber’. El conocimiento de Dios en Santo Tomás”, de Guillermo Juan Morado. Además de los estudios de Avelino Bouzón Gallego (“La ‘Passio’ de San Bartolomé. Estudio de transcripción y traducción”); de José Ramón Portela Alonso (“Estudio sobre la religiosidad de ‘El Quijote’ ”); de Jorge Miras Pouso (“Un apunte sobre el Derecho Administrativo canónico”) y de Félix María Arocena (“A propósito del ‘Ars Celebrandi’ ”).

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25.01.10

10 razones a favor de una parroquia virtual

Basándose en el Mensaje del Papa para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, es muy fácil encontrar diez razones, como poco, para cuidar una “parroquia virtual”:

1.Porque el mundo digital ofrece a un sacerdote nuevas posibilidades de servir a la Palabra de Dios.

2.Porque, ante Internet, hay que decir, como San Pablo: “¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio!”.

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23.01.10

Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él

Jesús se presenta en la sinagoga de Nazaret como el Evangelio de Dios: “Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír” (Lc 4,21); se cumple la profecía que anunciaba la llegada del Señor para librar al pueblo de sus aflicciones. Jesús es el Ungido por el Espíritu Santo para evangelizar a los pobres, para anunciar la redención, para devolver la vista, para liberar a los oprimidos.

La palabra “evangelio” la empleaban los emperadores romanos, que se consideraban salvadores del mundo. Las proclamas que procedían del emperador se llamaban “evangelios”, mensajes de salvación que transformaban el mundo hacia el bien. Con Jesús acontece realmente lo que los emperadores, en vano, pretendían. Con Él Dios – el Dios verdadero – se hace presente en el mundo para salvarlo y transformarlo: “No son los emperadores los que pueden salvar al mundo, sino Dios” (Benedicto XVI).

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22.01.10

Una mirada de ira

Lo hemos leído hace poco: “Echando en torno una mirada de ira y dolido de su obstinación…”, dice el evangelista San Marcos, refiriéndose a Jesús (Mc 3, 5). El Señor se entristece y se indigna por la actitud hipócrita de fariseos y herodianos. Porque ambas cosas, tristeza y enojo, causa esa pasión del alma que llamamos “ira”.

La ira de Jesús es expresión humana de la ira, o de la cólera, de Dios, ya que “todo en la humanidad de Jesucristo debe ser atribuido a su persona divina como a su propio sujeto (Catecismo 468). Que Jesús, perfecto hombre y hombre perfecto, es “apasionado” es indudable. La pasión más fundamental es el amor, que causa el deseo del bien y la esperanza de obtenerlo. En cambio, la aprehensión del mal causa la ira. Somos, todos, razón y pasión, voluntad y afectos, sensibilidad y espíritu.

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