25.06.10

El joven San Pelayo

San Pelayo, mártirNacido en Albeos (Crecente, Pontevedra), en el año 911 o 912, Pelayo era sobrino del Obispo de Tui, Hermoigio – quien también es contado como santo -. Cuentan los hagiógrafos que en la escuela de la catedral aprendió gramática y se inició en la Liturgia, actuando como monaguillo.

España sentía sobre sí el peso de la dominación musulmana. El que se proclamaría, en 929, primer califa de Córdoba, Abderramán III, unificador del al-Andalus, venció en el 920 a los leoneses y navarros en la batalla de Valdejunquera.

Un éxito militar que repercutió directamente en la vida del joven Pelayo. Su tío, el obispo, fue apresado y llevado a Córdoba. Pelayo era su rescate. En un principio, se trataba de un rescate provisional: el niño, como rehén, ocuparía la plaza del anciano, mientras éste conseguiría el oro necesario para, a su vez, liberarlo. Pero esta liberación no tuvo lugar, ya que el obispo, enfermo, murió antes de lograr su propósito.

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24.06.10

San Guillermo, un peregrino

San Guillermo nació en Vercelli, de una noble familia, hacia el año 1085. A los quince años se dedicó a recorrer los principales santuarios de Europa; entre ellos, Santiago de Compostela. Intentó, también, ir a Tierra Santa, pero fue disuadido por San Juan de Matera y por otra razón aun más contundente: una paliza propinada por unos ladrones.

A raíz de ese desagradable incidente, se dirigió a Montevergine. Buscaba la soledad, y en ese lugar fundó, en 1128, la congregación benedictina de Montevergine. La regla que impuso a los monjes era muy austera: “en las comidas no se permitía el vino, la carne, la leche y sus productos y, durante tres días a la semana, no había otro alimento que verduras y pan seco”.

Pero no fue éste el último destino de su peregrinación. Los monjes se sublevaron ante tanto rigor y San Guillermo eligió a un prior que gobernara la comunidad. Y así vivió, posteriormente, en el Monte Cognato y en la llanura de Goleto, en cuyo monasterio murió el 24 de junio de 1142. En 1807, su cuerpo fue trasladado a Montevergine.

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23.06.10

La Natividad de San Juan Bautista

La Natividad de San Juan Bautista

La Iglesia sólo celebra lo santo. En realidad, celebra al Santo de los santos, a Dios nuestro Señor. Celebra su grandeza, su majestad, su gloria, que se manifiesta en las obras de la creación y de la salvación. Los santos son, igualmente, obras de Dios, signos luminosos de su presencia en lo que, sin ellos, sería la plena oscuridad de la historia.

Por esta razón sólo figuran tres natividades en el calendario litúrgico. La primera, la que causa mayor admiración y maravilla, es la de Jesucristo, el Verbo encarnado, el Hijo de Dios hecho hombre, el Emmanuel, el Dios con nosotros nacido de la Virgen.

Figura también la festividad de la Natividad de la Virgen María; la criatura que siempre fue santa. En Ella, por el misterio de su Concepción Inmaculada, no se pueden separar la santidad y el ser. Muestra así que no sólo el origen, sino también la plenitud del ser es Dios. María es, desde el comienzo, toda de Dios y para Dios.

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22.06.10

El adorable conocimiento de Cristo

La segunda lectura del Oficio de lectura del martes de la XII semana del tiempo ordinario está tomada de un tratado de San Gregorio de Nisa “sobre el perfecto modelo del cristiano”. Es un autor del siglo IV, Gregorio de Nisa - hermano de San Basilio y contemporáneo de otro de los grandes capadocios, San Gregorio Nacianceno – , de gran interés. W. Jaeger le dedica unas luminosas reflexiones en su breve, pero profundo ensayo, “Cristianismo primitivo y paideia griega”.

También Benedicto XVI ha hablado de San Gregorio de Nisa; en concreto, en la “Audiencia” del 29 de agosto de 2007. El Papa lo describía como un “hombre de carácter meditativo, con gran capacidad de reflexión y una inteligencia despierta, abierta a la cultura de su tiempo. Se convirtió así en un pensador original y profundo de la historia del cristianismo”.

Su vida fue la de un intelectual, un asceta y un pastor de la Iglesia. Apasionado por la filosofía y por la retórica, se dedicó a la enseñanza y contrajo matrimonio. Luego, se concentró en la vida ascética y, finalmente, fue elegido Obispo de Nisa. No se le ahorraron problemas en esa sede. En plena disputa con los herejes que negaban la divinidad del Espíritu Santo, fue acusado de malversación de fondos y tuvo, temporalmente, que abandonar su obispado.

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21.06.10

Hijos

He vivido dos experiencias que tienen que ver con el sentimiento de los padres hacia sus hijos. Una de ellas, alegre; la otra, a la vez triste y esperanzada.

La primera es la noticia del nacimiento de un niño. Sus padres son muy jóvenes, un matrimonio al que, en parte en broma, le dije alguna vez que, con su sola presencia en Misa, hacían bajar la media de edad de los 90 años a los 89.

La noticia me la ha dado el abuelo: “Mi hijo ya es padre”. Luego, he podido felicitar al hijo convertido en padre. Estaba radiante y venía ya, a los dos o tres días del nacimiento de su bebé, a concertar el día y la hora del Bautismo. Algo que me alegra, porque últimamente tienden, no sé por qué, a dilatar indebidamente la recepción de este sacramento. Ya han escogido el nombre, quiénes serán los padrinos… Todo. A la reciente madre no la he visto, pero sé que está bien.

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