El día 25 de noviembre se celebra la memoria de Santa Catalina de Alejandría, patrona de los filósofos. Santa Catalina ha contado con una gran veneración popular. Bossuet, uno de los más famosos predicadores del siglo XVII, le dedicó un encendido panegírico y, en toda Francia, era habitual encontrar su imagen en numerosas iglesias. También la catedral de Tui tiene una capilla dedicada a la santa, donde hoy se encuentra el museo catedralicio.
En otro museo, el Thyssen-Bornemisza de Madrid, se conserva el óleo sobre lienzo de Caravaggio que representa a la santa como una princesa, ricamente vestida, arrodillada sobre un cojín de damasco. Santa Catalina posa con los atributos tradicionales: la rueda dentada y quebrada, la espada con la que fue decapitada y la palma que alude a su martirio.
Su historia, adornada de leyenda, nos remite al siglo IV, a la época del emperador Maximino. Frente a un edicto imperial que imponía ofrecer sacrificios a los dioses, la joven Catalina interpeló públicamente al emperador, debatiendo filosóficamente con los mejores retóricos del momento, los cuales, declarándose vencidos, terminaron por pedir el bautismo. Un ángel la libró del tormento de la rueda y, por último, el emperador ordenó que fuese decapitada. La leyenda añade que cuatro ángeles trasladaron su cuerpo al Monte Sinaí.
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