La banalización del aborto

“Banalizar” una cosa es convertirla en trivial, en común, en insustancial. El Ministerio de Igualdad, secundando las prioridades del Gobierno, se ha empeñado, buscando el asesoramiento conveniente a sus propósitos, en banalizar el aborto. Abortar es fácil. Abortar es seguro. Abortar es sensato.

Tal perversión del lenguaje constituye un síntoma más de la corrupción no sólo de la política, sino de la misma sociedad. Un país donde un grupo de “especialistas” aconsejan permitir el aborto libre hasta la decimocuarta semana de gestación, o hasta la vigésimo segunda cuando la salud de la madre peligre o el feto presente anomalías, es un país enfermo. Y lo peor es querer revestir la dolencia con la máscara de la normalidad. Tan “normal” resulta interrumpir, de forma provocada, el desarrollo del feto durante el embarazo que el Gobierno se apresura a asegurar que, en ningún caso, habrá penas de prisión para quien aborte. O sea, aun practicado fuera de los supuestos que contemple la ley, el aborto será considerado como una infracción leve, en absoluto merecedor de una reprobación tan grave como la privación de libertad.

Si abortar no es tan malo, ni tan serio, ni tan disparatado, se comprende que pueda hacerlo una menor. Otra cosa sería conducir un coche sin carné, beberse un whisky o eliminar la grasa sobrante mediante una liposucción. Estas últimas sí son acciones trascendentales, cuyas posibles funestas consecuencias requieren el apoyo y el amparo preventivo de los padres, de las leyes y de la sociedad entera.

Al final, un feto no es más que un feto; un simple embrión de los mamíferos placentarios y marsupiales, desde que se implanta en el útero hasta el momento del parto. Que sea humano o no, es lo de menos. ¿Qué tienen los humanos que no tengan las demás especies? ¿Por qué habría que proteger a un embrión humano, si la especie a la que pertenece no amenaza extinción?

El Ministerio de Igualdad, y el Gobierno que lo respalda, no se hace preguntas. Hacerse preguntas es propio de fundamentalistas, de intransigentes, de personas no dignas de ser tomadas en cuenta. Tan poco dignas de aprecio como los cientos de miles de vidas humanas que, con el apoyo del Ministerio, del Gobierno, y de la “sensata, garantista y europea” sociedad de la que formamos parte, serán arrojadas, como un desperdicio inmundo, al cubo de la basura.

Guillermo Juan Morado.

6 comentarios

  
Ana
Si se pierde el respeto al acto que trae la vida, no es extraño que acabe perdiéndose el respeto por la vida, que en caso de producirse sería un error, un despiste etc
07/03/09 4:51 PM
  
Tomoteo
Lo que dice la Escritura Santa:

2271 Desde el siglo primero, la Iglesia ha afirmado la malicia moral de todo aborto provocado. Esta enseñanza no ha cambiado; permanece invariable. El aborto directo, es decir, querido como un fin o como un medio, es gravemente contrario a la ley moral.

No matarás el embrión mediante el aborto, no darás muerte al recién nacido. (Didajé, 2, 2; Bernabé, ep. 19, 5; Epístola a Diogneto 5, 5; Tertuliano, apol. 9).

Dios, Señor de la vida, ha confiado a los hombres la excelsa misión de conservar la vida, misión que deben cumplir de modo digno del hombre. Por consiguiente, se ha de proteger la vida con el máximo cuidado desde la concepción; tanto el aborto como el infanticidio son crímenes abominables (GS 51, 3).
2270 La vida humana debe ser respetada y protegida de manera absoluta desde el momento de la concepción. Desde el primer momento de su existencia, el ser humano debe ver reconocidos sus derechos de persona, entre los cuales está el derecho inviolable de todo ser inocente a la vida (cf CDF, instr. "Donum vitae" 1, 1).

Antes de haberte formado yo en el seno materno, te conocía, y antes que nacieses te tenía consagrado (Jr 1, 5; Jb 10, 8-12; Sal 22, 10-11).

Y mis huesos no se te ocultaban, cuando era yo hecho en lo secreto, tejido en las honduras de la tierra (Sal 139, 15).
2258 ‘La vida humana es sagrada, porque desde su inicio es fruto de la acción creadora de Dios y permanece siempre en una especial relación con el Creador, su único fin. Sólo Dios es Señor de la vida desde su comienzo hasta su término; nadie, en ninguna circunstancia, puede atribuirse el derecho de matar de modo directo a un ser humano inocente’ (CDF, instr. "Donum vitae" intr. 5).
2260 La alianza de Dios y de la humanidad está tejida de llamamientos a reconocer la vida humana como don divino y de la existencia de una violencia fratricida en el corazón del hombre:

Y yo os prometo reclamar vuestra propia sangre... Quien vertiere sangre de hombre, por otro hombre será su sangre vertida, porque a imagen de Dios hizo él al hombre (Gn 9, 5-6).

El Antiguo Testamento consideró siempre la sangre como un signo sagrado de la vida (cf Lv 17, 14). La validez de esta enseñanza es para todos los tiempos.

2261 La Escritura precisa lo que el quinto mandamiento prohíbe: ‘No quites la vida del inocente y justo’ (Ex 23, 7). El homicidio voluntario de un inocente es gravemente contrario a la dignidad del ser humano, a la regla de oro y a la santidad del Creador. La ley que lo proscribe posee una validez universal: obliga a todos y a cada uno, siempre y en todas partes.
07/03/09 6:28 PM
  
Silveri Garrell
Son muy oportunos para este tema recordar los versículos básicos evangélicos de cuando Maria de pocos dias que había concebido a Jesús y se va a visitar a su prima Isabel y luego el niño de Isabel salta en su seno al percibir "telepaticamente" la presencia de Jesús en el vientre de María. En el estado tan diminuto estos seres eran ya personas con un alma formada, de lo contrario no se hubieran comunicado sintiendo su presencia.
09/03/09 5:23 AM
  
pablo
Interesante observacion la de Silveri.
09/03/09 9:24 PM
  
pablo
Graxias tomoteo por tu comentario, me viene bien para argumentar con la escritura lo relacionado con el aborto.
09/03/09 9:31 PM
  
Blanca Guerrero
Me atrevo a pedirle, padre, que se "asome" a los artículos de los blogs del jesuita Masiá y de los laicos Juanjo Romero y Luis Fernando Pérez, y a los comentarios.

Mi pregunta es: ¿cómo es posible que haya religiosos y sacerdotes que no tienen claro que el magisterio de la Iglesia -y la ley natural que debe estar en la base de una ética universal- no reduce el derecho a la vida a los seres humanos autónomos? ¿y cómo es posible que continúen rebatiendo lo que la Donum Vitae o la Dignitas Personae afirman, no sólo a un nivel filosófico o teológico -bioética- especulativo, sino en los ámbitos de la formación y divulgación, sin que sean desautorizados públicamente? ¿por qué no se aplica por las autoridades competentes -obispos, superiores religiosos, quienes sean- los cánones aplicables?

1371 Debe ser castigado con una pena justa:
1 quien, fuera del caso que trata el ⇒ c. 1364 § 1 (apóstata, hereje, cismático), enseña una doctrina condenada por el Romano Pontífice o por un Concilio Ecuménico o rechaza pertinazmente la doctrina descrita en el ⇒ c. 752, y, amonestado por la Sede Apostólica o por el Ordinario, no se retracta;

752 Se ha de prestar un asentimiento religioso del entendimiento y de la voluntad, sin que llegue a ser de fe, a la doctrina que el Sumo Pontífice o el Colegio de los Obispos, en el ejercicio de su magisterio auténtico, enseñan acerca de la fe y de las costumbres, aunque no sea su intención proclamarla con un acto decisorio; por tanto, los fieles cuiden de evitar todo lo que no sea congruente con la misma.
10/03/09 11:03 AM

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