Creer e imaginar
La reflexión sobre la estructura sacramental de la fe cristiana nos ha llevado a considerar el sentido sacramental de todo lo cristiano y a ver reflejado este sentido, que asocia lo visible a lo invisible, en la relación que une los sentidos y la fe.
Jesucristo, el Verbo encarnado, se ha dejado ver, oír y tocar y la transmisión de la revelación en la Iglesia se lleva a cabo, de manera concreta, de persona a persona: “La fe se transmite, por así decirlo, por contacto, de persona a persona, como una llama enciende otra llama” (Lumen fidei, 37).
Nuestra exposición ha de recorrer un último tramo. Los sacramentos, celebrados en la liturgia de la Iglesia, que son el ámbito propio para la transmisión de la fe – ella misma sacramental - , tocan la imaginación a través de los sentidos corporales.

“Tocar con el corazón, esto es creer”, comenta San Agustín a propósito de la hemorroísa que toca a Jesús para curarse (cf Lc 8,45-46). Jesús distingue ese ser tocado del ser estrujado por la gente.
La fe es “escuchar", pero es también “ver” y hasta “tocar": “fides ex auditu, sed non sine visu”, la fe viene del oído pero no sin vista (San Cirilo de Jerusalén). La fe tiene una estructura sacramental - que se remonta de lo visible a lo invisible - porque se basa en la Encarnación del Verbo, en la presencia concreta del Hijo de Dios en medio de nosotros.
         





