InfoCatólica / La Puerta de Damasco / Categoría: General

3.10.08

La paz, la oración y la estima del mundo

Casi al final de la Carta a los Filipenses San Pablo exhorta a la perseverancia y a la alegría (cf Flp 4,6-9). Tres actitudes emergen como propias de un cristiano: la paz, la oración confiada en toda circunstancia y la valoración de lo auténticamente humano.

La primera actitud es la paz: “Nada os preocupe”, “la paz de Dios custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos”, “el Dios de la paz estará con vosotros”. El sosiego, la tranquilidad, no depende tanto de circunstancias externas como de una disposición interior. No es fácil que encontremos, en medio del trabajo y de las ocupaciones cotidianas, una paz que nos venga dada desde el exterior. Más bien hemos de hallar la paz dentro de nosotros mismos. Pero esa tranquilidad interior es don de Dios; un regalo que Él nos concede como resultado de la reconciliación con Él, como efecto de la vivencia de la caridad, como fruto de la acción del Espíritu Santo en nuestros corazones. La ansiedad que caracteriza en ocasiones nuestra vida puede ser un síntoma que nos empuje a volvernos a Dios, a convertirnos a Él, a enraizar en Él nuestras vidas.

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1.10.08

Biblia e Iglesia

La Biblia, el conjunto de los libros que conforman la Sagrada Escritura, sigue despertando en los hombres de hoy, como en los de otras épocas de la historia, un gran interés. Karl Jaspers afirmaba que mediante la Biblia se abren en nosotros las profundidades que nos permiten atisbar el fundamento de las cosas. ¿Quién no ha visto reflejadas las grandes experiencias de los hombres y de los pueblos en las páginas de la Escritura? ¿Cómo no pensar en Job a la hora de enfrentarse al problema del mal? ¿Cómo no evocar el Cantar de los Cantares para descifrar la indescifrable hondura de los multiformes rostros del amor? ¿Cómo no conmoverse ante los relatos de la Pasión de Cristo que nos ofrecen los Evangelios? ¿Cómo no hacer memoria del Éxodo cuando un pueblo pasa de la esclavitud a la libertad?

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29.09.08

¿Quienes son los “evangélicos”?

Para un católico no es fácil orientarse en el variado mundo del protestantismo. Son muchos y son, sobre todo, muy diferentes entre sí los que se autodefinen como “protestantes”. Si están adscritos a las grandes tradiciones, luterana o calvinista, resulta más sencillo saber de qué hablamos. Si no lo están, es casi imposible no perderse.

Algunos protestantes se denominan “evangélicos”. Lutero mismo empleaba esa expresión para referirse a quienes aceptaban la doctrina de la “sola gratia”. Muchas veces se emplea “evangélico” como equivalente a “luterano”, frente al “calvinista” o “reformado”. Pero no siempre es así

En los siglos XVIII y XIX, muchos de los resurgimientos religiosos que se dieron se asociaban al “evangelismo”. Insistían, estos movimientos, en la conversión, en la moral, en la piedad y en el compromiso social. En el siglo XX el acento se puso, más bien, en la iluminación personal y en la experiencia de salvación por medio de la fe.

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28.09.08

Protestantes

Un “protestante”, según la Real Academia Española, es alguien “perteneciente o relativo a alguna de las Iglesias cristianas formadas como consecuencia de la Reforma”.

En la Dieta Imperial de Spira en 1529 una minoría de príncipes “protestaron” contra la política del Emperador. El adjetivo – “protestantes” – que, en un primer momento, aglutinó a los seguidores de Lutero, se fue haciendo cada vez más amplio hasta cobijar bajo su paraguas a grupos muy diversos entre sí: anabaptistas, calvinistas, evangélicos, congregacionistas, luteranos, menonitas, presbiterianos, etc.

Ya al comienzo de la así llamada “Reforma” aparecieron dos grupos: el protestantismo de la línea principal y el protestantismo radical. El protestantismo clásico encuentra su expresión en los escritos de Calvino y de Lutero, con sus convicciones particulares sobre la salvación, la revelación y la Iglesia.

La salvación vendría de la justificación por la fe. Los hombres no pueden agradar a Dios. Sólo Cristo, por su cruz, establece la paz entre Dios y el hombre. Por los méritos de Cristo, Dios declara al hombre justo. Y esta justicia se acepta por medio de la fe. Para Calvino, Dios predestina: a la salvación, sí; pero también a la condenación.

La Biblia tiene toda la autoridad: “sola Scriptura”. Ni la Tradición ni la Iglesia tienen nada – definitivo - que decir. La palabra decisiva corresponde la Escritura; porque Dios es soberano y el hombre débil. La Iglesia es, a lo sumo, la comunidad de los que se salvan.

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26.09.08

Una Inmaculada de Zurbarán

Cuando uno escribe un libro, sea grande o pequeño, no tiene apenas posibilidad de elegir su portada. Las editoriales se ocupan de eso. También del tipo de letra, de la maquetación, del diseño y de los complejos campos que afectan a la edición de un texto. Un libro no sólo debe ser interesante. Debe ser – o ha de procurar serlo – bello.

Hoy estoy muy contento. La editorial CCS, en su colección “Mesa y Palabra”, nº 19, anuncia la próxima publicación de un texto que he escrito con devoción; es decir, con amor, con fervor y con veneración. Se trata de una “Novena a la Inmaculada”. Ya sé que algunos al leer “Novena” se reirán. Pero yo no comparto esa risa, si lo que mueve a reír es un sentimiento de burla. Hay muchas cosas que escribir: textos académicos, artículos periodísticos, colaboraciones en revistas y también - ¿por qué no? – opúsculos que estimulen la piedad, sin olvidar por ello la necesidad de la formación.

He de confesar que, en esta ocasión, se me ocurrió una pequeña trampa. Al enviar el texto a los editores puse una portada. Se trataba de una Inmaculada de Zurbarán. En ese cuadro, la Virgen aparece con una túnica rosada y con un manto azul, coronada con las doce estrellas. No pensé que la “sugerencia” llegase a más. Me imaginaba otro diseño - bello, cuidado – pero “otro” al fin y al cabo. Y, en efecto, se trata de otro diseño. Pero no muy alejado de mi propuesta encubierta. Han optado por una Inmaculada del mismo artista.

En el precioso cuadro, que sirve finalmente de portada, María aparece con una túnica blanca – elemento no muy frecuente en esa época - . También porta un manto azul. La Virgen joven, con cabellos sueltos sobre sus hombros y coronada por las doce estrellas, apoya sus pies sobre un cuarto de luna. Me parece un icono de gran belleza. Los atributos de la Letanía se mezclan con escenas de un paisaje sevillano: un barco que fondea, y además – ya no estrictamente Sevilla - una fuente, un pozo, un cedro… Entre las nubes del cielo, diversos símbolos que tienen su base en la Escritura y en la Tradición.

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