Fieles difuntos
A la iniciativa de San Odilón (s. X-XI), abad de Cluny, se debe la conmemoración de todos los fieles difuntos el día 2 de noviembre. Esta práctica fue introducida primeramente en Cluny y adoptada después en la Iglesia universal. En tiempos más cercanos, en concreto el 10 de agosto de 1915, el papa Benedicto XV promulgó una constitución apostólica en la que autorizaba a todo sacerdote a celebrar tres misas el 2 de noviembre. Pesaba sobre el ánimo del pontífice el drama de la I Guerra Mundial, cuando “vemos casi ante nuestros ojos a tantos hombres, en la flor de la vida, morir prematuramente en la batalla”.
Esta celebración religiosa, así como la visita a los cementerios, nos lleva a pensar no solo en los muertos, a quienes queremos acompañar con nuestra intercesión y recuerdo, sino en la misma realidad de la muerte, que es una sombra que se proyecta sobre cada uno de nosotros personalmente. Un teólogo muy reconocido, Karl Rahner, escribió que la muerte “oculta necesariamente en sí misma todos los misterios del hombre”. Es el punto en el que, de modo más intenso, el hombre se torna problema para sí mismo.
Así lo expresa igualmente el Concilio Vaticano II: “Ante la muerte, el enigma de la condición humana alcanza su culmen. El hombre no solo es atormentado por el dolor y la progresiva disolución del cuerpo, sino también, y aún más, por el temor de la extinción perpetua. Juzga certeramente por instinto de su corazón cuando aborrece y rechaza la ruina total y la desaparición definitiva de su persona”.
La muerte oscila entre el padecimiento y la acción, entre la impotencia y la plenitud. Nos llega inexorablemente desde fuera, sin pedirnos permiso, ya que no es voluntario u opcional el morir. No obstante, de modo paradójico, es asimismo lo último que hacemos en esta vida; la acción que sintetiza nuestra existencia, que resume de modo definitivo su peso y su valor. No es lo mismo morir como un santo, morir como un héroe o morir como un condenado.


Con ocasión del centenario del fallecimiento de Antonio Gaudí (Reus, 25.VI.1852 – Barcelona, 10.VI.1926) el próximo 2026 ha sido declarado “Año Gaudí”, dedicado a conmemorar el legado científico, técnico y patrimonial del famoso artista.












