Aborto: Firmeza y misericordia
Algunas personas juzgan que la Iglesia es exageradamente estricta cuando, en su legislación, prevé la pena (canónica) de excomunión contra el delito (canónico) de aborto. “Quien procura el aborto, si éste se produce, incurre en excomunión latae sententiae”, es decir, de modo que incurre ipso facto en ella quien comete el delito, en las condiciones previstas por el Derecho canónico. El mismo Derecho, en los cánones 1323-1324, establece las causas legales excusantes de incurrir en cualquier pena. Por eso, no es tan fácil decir, sin considerar las circunstancias del caso, quien de hecho queda excomulgado y quien no.
Pero, ¿no es demasiado duro? ¿Por qué la Iglesia se muestra tan exigente con los católicos – ya que la excomunión, obviamente, no afecta a quien no lo es -? ¿No puede un católico verse, legítimamente, involucrado en la cooperación formal a un aborto? ¿No puede llegar a ser responsable de este acto contrario a la vida alguien que busque evitar otro mal, o evitar algo que se juzga – quizá equivocadamente – que es un mal? ¿Qué hacer ante una situación dramática, extrema, como sería aquella en la que la vida de una joven madre corra peligro?