Mons. Pere Tena, RIP
Lo he sabido esta mañana, mientras estaba en Getafe, participando en una sesión de la Formación Permanente del Clero. El obispo auxiliar de esa Diócesis, Mons. José Rico Pavés, nos dio la noticia. Una noticia en parte esperada, porque Mons. Tena estaba gravemente enfermo, pero no por eso menos dolorosa.
Yo no puedo juzgar sobre la trayectoria completa de Mons. Tena. Solo puedo dar fe de lo que “ví y oí”. Y le escuché en varias ocasiones, en Roma y en Barcelona. La última vez, este verano en Montserrat, en un curso organizado por el Instituto Superior de Liturgia de Barcelona y por el Centro de Pastoral Litúrgica, también de Barcelona.
Mons. Tena, en esa ocasión, hizo un balance magistral sobre la renovación litúrgica promovida por el Concilio Vaticano II. Pere Tena era, ante todo, un teólogo. De una enorme profundidad de pensamiento y de una envidiable capacidad de expresión y de comunicación. Un auténtico maestro.
Además, las veces que he tenido el honor de tratarle, he podido atisbar su calidad humana, su extrema cortesía. Hablando con él, siempre tenía, Mons. Tena, una palabra amable, como si no él, sino su interlocutor, fuese la persona importante.
También le he visto celebrar, y he concelebrado con él. Vivía los divinos misterios con auténtica piedad y así lo transmitía en su predicación, brillante, y en su modo de celebrar, completamente devoto y convincente.

Homilía para el V Domingo del Tiempo ordinario (Ciclo A)
Yo creo que hay cosas que no se deben dejar pasar por alto, como si no tuviesen importancia. La agresión al cardenal Rouco, la de ayer, cuando él iba a celebrar Misa a una parroquia de Madrid, es una de ellas. Dirán, algunos, que no lo han matado. Dirán, otros, que solo le han tirado bragas manchadas de sangre - o de pintura roja -. Dirán que solo le han insultado; que, en suma, no le han pegado un tiro… Dirán. Pero es grave.
En un Sermón, a propósito de la Fiesta de la Presentación del Señor, San Sofronio, después de glosar los motivos principales de esta festividad, añade: “Esto es lo que vamos celebrando, año tras año, porque no queremos olvidarlo”.
Homilía para el Domingo III del Tiempo Ordinario






