Para Luis Fernando, todo mi apoyo
Los creyentes, en estos casos, nos sentimos muy limitados. La fuerza no viene de nosotros, sino de Dios. Y quienes hemos de dar ayuda, apoyo –creo que yo, un sacerdote, debo de hacerlo – nos sentimos muy fortalecidos cuando quienes más sufren nos piden menos.
No nos piden nada imposible; nos piden que recemos por ellos. Y eso, gracias a Dios, podemos hacerlo siempre.
Durante este tiempo he pensado, tantas veces, en la importancia de rezar la Liturgia de las Horas. La Iglesia nos pide, nos exige a los sacerdotes, que, ante todo, recemos por nuestros fieles. Y eso, rezar por ellos, podemos y debemos hacerlo.