InfoCatólica / La Puerta de Damasco / Archivos para: Agosto 2014

11.08.14

¿Qué podemos hacer por los cristianos de Iraq?

Ahora les toca a ellos. Mañana puede tocarnos a nosotros: la persecución y el destierro, la condena a muerte o a la miseria.

Creo que la primera llamada que nos llega de los cristianos de Iraq – de los que están unidos a la Iglesia Católica o de miembros de antiguas iglesias orientales sin plena comunión con Roma – es una llamada a la coherencia. Los cristianos solo somos fuertes – solo tendremos fortaleza – si nos apoyamos en Dios. Si vivimos de su gracia. Si procuramos que haya máxima coherencia entre profesión de la fe, vida moral, oración y culto. Sin eso, no somos nada. Estaríamos a merced de cualquier viento contrario. Y lo que azota Iraq no es una suave brisa, sino más bien un huracán.

Además, podemos intentar estar informados sobre qué les sucede a ellos. Yo creo que la mejor fuente de información es la palabra de los pastores de esas iglesias. Ha destacado, últimamente, la palabra del Patriarca Caldeo de Bagdad y Presidente de la Conferencia Episcopal Iraquí, Mar Louis Raphael I Sako. En Iraq existe una iglesia organizada, que está en comunión con la iglesia de Roma y con las demás iglesias católicas del mundo. Esto es una ventaja enorme de la que disfrutamos, por provisión divina, los católicos.

La palabra de los obispos católicos de Iraq nos resulta accesible a través de agencias informativas como AsiaNews.it, que me parece creíble. A parte de estar informados, podemos orar. Y orar no es una bagatela. Es una medida de primera importancia, porque orar es acudir a Cristo, que es la Cabeza de la Iglesia y el Señor del mundo. Ninguna oración sincera es en vano. Y, si todos los católicos nos unimos en una oración común, que se une a la intercesión de Cristo ante el Padre, en el Espíritu Santo, se desencadena una enorme fuerza capaz de cambiar los corazones y el aparente “destino” de la historia.

Tenemos también otro medio: La ayuda material y económica. Con destinatarios muy claros: los obispos de Iraq. Y podemos hacerles llegar, esa ayuda, a través de la Conferencia Episcopal Española, o directamente a través de la Santa Sede. O mediante instituciones de confianza, reconocidas por las autoridades de la Iglesia. El Patriarca Caldeo de Bagdad nos dice: “crece exponencialmente la necesidad de los bienes de primera necesidad: vivienda, alimentos, agua, medicinas y fondos; falta coordinación internacional que se está desacelerando y limitando la aplicación de la asistencia efectiva a las miles de personas que esperan un apoyo inmediato. Las iglesias, en la medida de sus posibilidades, están proporcionando todo lo que tienen”.

Leer más... »

9.08.14

Predestinación y esperanza

Dice el “Diccionario de la Real Academia Española” que la “predestinación” es la “ordenación de la voluntad divina con que ‘ab aeterno’ tiene elegidos a quienes por medio de su gracia han de lograr la gloria”.

Que Dios, antes de la creación del mundo, nos predestinó a la adopción filial en Cristo (Ef 1,5) es una verdad de fe que enseña la Sagrada Escritura. Dios es “eterna beatitud, vida inmortal, luz sin ocaso” (Catecismo 257). Y Dios no retiene para sí lo que Él es. Dios es amor y quiere comunicar libremente la gloria de su vida bienaventurada.

Prueba de este desbordamiento del amor divino es la creación, la historia de la salvación, las misiones del Hijo y del Espíritu Santo, así como la misión de la Iglesia.

En Dios no hay ni pasado ni futuro. Para Él “todos los momentos del tiempo están presentes en su actualidad” (Catecismo, 600). Su designio incluye la respuesta libre de cada hombre a su gracia y permite, aunque no los quiera, los actos que nacen de la ceguera de los hombres.

Frente a la eternidad de Dios, nosotros vivimos en el tiempo. Pero este vivir en el tiempo no nos impide pedir con insistencia que se realice plenamente en la tierra, como ya ocurre en el cielo, el designio de Dios, un designio de benevolencia.

La relación entre Dios y los hombres no puede ser pensada en clave de competencia. Dios no compite con nosotros. Dios nos permite ser. Él es la “causa prima” que no solo no elimina las “causae secundae” creadas, sino que las capacita para su actividad propia y específica.

Dejar que Dios sea Dios no es una amenaza para la libertad del hombre, sino una garantía para la misma. Somos más libres, somos auténticamente libres, cuando dejamos que Dios sea la meta y el horizonte hacia el que tiende nuestra vida.

La predestinación no elimina la libertad, sino que permite convertir la voluntad salvífica universal de Dios en el motor de nuestro propio camino, de nuestra propia tendencia a la culminación de lo que somos y de lo que, más allá de lo que somos, estamos llamados a ser.

La relación con Dios es siempre personal. Es una relación que no nos anula, sino que nos da alas para que podamos tender hacia la gracia, hacia Dios mismo, como hacia nuestra propia meta.

Leer más... »

La barca de Pedro

La barca de Pedro

La barca de Pedro simboliza a la Iglesia, azotada por el temporal y aparentemente abandonada por el Señor (cf Mt 14,22-23). Una situación que vivieron los primeros discípulos y, de un modo o de otro, los discípulos de todos los tiempos. En el Via Crucis del Viernes Santo de 2005, el entonces cardenal Ratzinger, comentando la IX estación, decía: “Señor, frecuentemente tu Iglesia nos parece una barca a punto de hundirse, que hace aguas por todas partes”.

Sí. La Iglesia parece a punto de hundirse por los pecados de quienes somos sus miembros pero, a un nivel más radical, por la falta de fe, por una especie de “cansancio de creer”. Cada día se hace más acuciante la pregunta de Jesús: “Cuando el Hijo del Hombre vuelva, ¿encontrará fe sobre la tierra?”(Lc 18,8). Solo la fe permite descubrir la presencia del Señor. Mientras la barca se aleja de la orilla Él ora. La intercesión de Jesús por los suyos no se ha agotado, es una intercesión constante.

En medio de la tormenta, el Señor se acerca andando sobre el agua e infunde ánimo a sus discípulos: “Soy yo, no tengáis miedo” (Mt 14,27). Son las mismas palabras que Jesús dirige a los suyos en la Transfiguración y en sus apariciones como Resucitado (cf Mt 17,7; 28,5). “Soy yo”: Jesús es el Emmanuel, el Dios con nosotros, el que promete estar con nosotros todos los días, hasta el fin del mundo (cf Mt 28,21).

Jesús es el Salvador que impide que Pedro se hunda en las aguas y que salva también a los demás discípulos que iban en la barca. En la actitud de Pedro, como muchas veces en la nuestra, se dan a la vez la confianza y la duda, la fe y el temor: “Ardía en su alma la fe, pero la fragilidad humana le arrastraba al abismo”, comenta San Jerónimo. En realidad, Pedro no tendría que dudar: por grande que fuese la tormenta mayor debería ser la certeza de la presencia del Señor. Pero Pedro, como nosotros, se muestra todavía como un hombre débil, como un creyente débil.

Leer más... »

5.08.14

Orar por Iraq

El patriarca católico caldeo de Bagdad, Raphael I Louis Sako, ha escrito al papa Francisco, a los patriarcas de Oriente y a los presidentes de las conferencias episcopales de todo el mundo. En esa carta pide dos cosas: una toma de conciencia de la comunidad internacional así como acciones concretas. Muy claramente, el patriarca dice que está en riesgo la supervivencia de la minoría cristiana. En esa situación, reclama una postura firme y hace una apelación a la ayuda y a la solidaridad.

La supervivencia de los cristianos, no solo en Iraq, sino también en Oriente Medio, está en riesgo. Ante esta realidad, la comunidad internacional - y ante todo, las grandes potencias - no puede permanecer indiferente.

La situación de los cristianos es cada vez más grave. Son obligados a huir de sus hogares: en Mosul, en otras ciudades del Norte, en la llanura de Nínive, en Sinjar, Telkef, Batnaya y Telleskuf.

Las milicias islamistas sunníes han impuesto un califato donde rige la “sharia”, que obliga a los cristianos a huir o a pagar una tasa. A mí me han dicho – y este extremo no puedo confirmarlo – que los llevan en camiones al desierto y los abandonan a su suerte, que no es otra que morir de hambre y de sed.

¿Qué ha de hacer Occidente? El Patriarca apunta certeramente a quienes apoyan a nivel económico y militar a los islamistas. Ese es el blanco que se debe abatir. Hay mucho dinero en juego. Mucho dinero que financia esa expansión del islamismo radical. No basta con combatir a los terroristas; hay que cortar la financiación de esas acciones si se quiere reducir de raíz las fuentes de la violencia y de la radicalización.

Leer más... »