InfoCatólica / La Puerta de Damasco / Archivos para: Julio 2014

12.07.14

La predicación de Jesús

Homilía para el Domingo XV del Tiempo Ordinario (ciclo A)

“Les habló muchas cosas en parábolas” (Mt 13,3), anota San Mateo refiriéndose a la predicación de Jesús. El Señor anuncia el reino de los cielos, que no es un territorio particular, sino que alude a la soberanía de Dios sobre la humanidad: “El reino de Dios está presente donde está presente la vida, la reconciliación, el gozo, la alabanza a Dios” (A. Amato).

El anuncio de Jesucristo, su predicación, es poderoso y eficaz porque procede de Dios, ya que Él es el Hijo de Dios hecho hombre. Como dice el profeta Isaías, la palabra que sale de la boca de Dios “no volverá a mí vacía, sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo” (Is 55,11).

No obstante, esta palabra no ejerce coacción sobre quien la escucha, no fuerza la libertad del receptor, sino que la respeta. De ahí que la aceptación que recibe el anuncio depende no solo de la potencia del mismo, sino también, y en gran medida, de la disposición personal de cada oyente. Jesús es el sembrador que esparce la buena semilla de la palabra de Dios y que percibe los diversos efectos que obtiene, según el tipo de acogida que se le presta.

¿Cómo es esta acogida? Es muy variada. Hay quien escucha superficialmente la palabra, pero no la acoge; no se esfuerza en comprenderla, y entonces “viene el Maligno y roba lo sembrado en su corazón”.

Hay quien la escucha en un determinado momento, pero carece de constancia y lo pierde todo. Es lo sembrado al borde del camino, en un terreno poco profundo, donde la planta brota enseguida pero, como no tiene raíces, se seca casi de inmediato.

Otros se ven abrumados por las preocupaciones y seducciones del mundo y de las riquezas. Llega a ellos la palabra, pero la buena semilla se ve ahogada por las zarzas.

Finalmente, está “la tierra buena”. La semilla que cae en este terreno bien dispuesto da mucho fruto.

La pregunta que debemos hacernos es qué tipo de terreno es cada uno de nosotros. ¿Cuál es nuestra disposición para escuchar la palabra, la predicación de Cristo, el anuncio del reino?

Jesús predica siguiendo un método característico: recurre a las parábolas, a relatos breves y sugerentes, con imágenes y comparaciones sacadas de la vida cotidiana, que pretenden hacer pensar a quien escucha y, sobre todo, que buscan convertir el corazón del oyente. Interpelan a la inteligencia, pero también a la libertad.

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11.07.14

En defensa del Decreto “Tametsi”

El concilio de Trento, como es sabido, tuvo que ocuparse del sacramento del matrimonio. Algunas enseñanzas de los reformadores protestantes, de Lutero y hasta de Melanchton, eran sospechosas de herejía.

El decreto “Tametsi” promulga unos cánones sobre una reforma del matrimonio. Básicamente, decreta la obligación de la “forma canónica” para el matrimonio entre los católicos.

Y esta obligación de la “forma canónica” no es, en absoluto, una imposición externa a la realidad del matrimonio, sino un modo de garantizar la verdad del mismo.

Cuando se dice “forma canónica” se está aludiendo a que no basta con casarse clandestinamente, sino que se han de observar, entre los católicos, una serie de formalidades: el matrimonio ha de celebrarse ante el párroco y ante dos o tres testigos.

La Iglesia Católica sabe que el matrimonio no es una institución eclesial. Se trata de una institución natural – o creacional - . No ha sido la Iglesia quien ha “inventado” el matrimonio. Ha sido Dios mismo.

El matrimonio se realiza cuando se da un consentimiento mutuo, del hombre y de la mujer, por el que se entregan el uno al otro como esposo y esposa hasta que la muerte los separe.

Jesucristo no alteró en nada esta gramática de la creación. Por el contrario, reconoció su vigencia y elevó esta realidad natural a la categoría de sacramento, de signo sensible de la gracia. El matrimonio sacramental, el matrimonio contraído entre bautizados, es una señal de la unión de Cristo con la Iglesia.

Durante muchos siglos bastaba con que el hombre y la mujer manifestasen el uno al otro su libre consentimiento. Y es que, realmente, es el consentimiento mutuo lo que hace el matrimonio.

¿Por qué la Iglesia, en el decreto “Tametsi”, obliga a los católicos a la forma canónica; es decir, a que el hombre y la mujer manifiesten el mutuo consentimiento ante el párroco y ante testigos? Por una razón muy sencilla: Para garantizar la verdad del matrimonio.

¿Qué pasaba para que la Iglesia tomase esta medida? Pues pasaban muchas cosas. Entre ellas, que las uniones clandestinas eran, a veces, una especie de cobertura para abusos y para burlas. Lo dice el mismo Decreto: “y considerando los graves pecados que de tales uniones clandestinas se originan, de aquellos señaladamente que, repudiada la primera mujer con la que contrajeron clandestinamente, contraen públicamente con otra, y con esta viven en perpetuo adulterio…”.

Como solo se habían casado “ante Dios” – sin ningún control por parte de la Iglesia – los que podían, y entonces solo podían los hombres, si querían, se casaban otra vez con otra mujer, y tan contentos. Nadie les podría recriminar nada, porque nadie – ni la Iglesia – podía acreditar nada. Ni siquiera la realidad del primer matrimonio.

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10.07.14

Judas de pacotilla

Algo de “pacotilla” es algo de inferior calidad, hecho sin esmero. Parece, eso he leído, que una asociación de no sé qué quiere justificar su propia existencia, la de la asociación en cuestión, realizando una campaña de pacotilla.

Se tratará, eso creo, de una estrategia publicitaria, sin más. Pero, tal como estamos, conviene estar atento a todo, hasta a las estrategias publicitarias, por de pacotilla que sean.

Judas, el traidor, tuvo su miseria y su grandeza. ¿Su miseria? Radica en haber caído bajo el dominio de otros poderes, no precisamente los del bien. Judas abrió sus puertas al poder del mal. La señal de esta esclavitud la registra San Juan: “Esto lo dijo [dar el dinero a los pobres] no porque le importasen los pobres, sino porque era un ladrón; y como tenía la bolsa, se llevaba de lo que iban echando”.

¿Su grandeza? Un primer paso hacia la conversión, tratando de salvar a Jesús y de devolver el dinero: “Entonces Judas, el traidor, viendo que lo habían condenado, se arrepintió y devolvió las treinta monedas de plata a los sumos sacerdotes y a los ancianos diciendo: ‘He pecado’” (Mt 27,3).

Lo peor de Judas, su “segunda tragedia”, como ha señalado Benedicto XVI, en el segundo volumen sobre “Jesús de Nazaret”, “es que ya no logra creer en el perdón”.

Hasta aquí Judas, el de verdad. Los de pacotilla no van tan lejos. Los de pacotilla no tienen “segunda tragedia”, ni primera. Se quedan en la bolsa, en la apetitosa tarea de llevarse “de lo que iban echando”. ¿De lo que iban echando dónde? Pues, según parece, siempre presuntamente, en las arcas públicas que, pese a la crisis, deben de ser más grandes que el arca de Noé, ya que parecen albergar, presuntamente siempre, todas las especies que pululan sobre la tierra.

¿Que uno se siente un “salvapatrias”? No hay problema. Funda su asociacioncita. Con las finalidades más peregrinas. Da lo mismo. Eso sí, arañando la bolsa, para llevar “de lo que iban echando”.

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7.07.14

El volumen 6 de “Telmus”

rightTelmus. Anuario del Instituto Teológico San José / Seminario Mayor San José, Vigo (6/2013), 254 páginas, ISSN: 1889-0237, 35 euros.

El Anuario Telmus, del Instituto Teológico de Vigo, se va consolidando y ve, a fecha de hoy, su sexto volumen publicado.

Nos encontramos con seis apartados: I. Año de la fe. II. Año Jubilar de Nuestra Señora de A Franqueira. III. Comentarios. IV. Otros estudios. V. Memoria del curso académico 2012-2013 y VI. Recensiones y reseñas.

Las tres primeras secciones dejan constancia de acontecimientos significativos en la vida de la Iglesia universal y diocesana. Se recoge, de este modo, la homilía pronunciada por el Obispo de Tui-Vigo, D. Luis Quinteiro Fiuza, con ocasión de la clausura del Año de la Fe.

Un año, 2013, que fue en Tui-Vigo “Año Jubilar de Nuestra Señora de A Franqueira”. La advocación mariana, y el santuario, más destacada de la Diócesis. Xabier Alonso Docampo traza “Un retazo da historia” del santuario. La Prof.ª Cendón Fernández titula su artículo “Una realización histórica y su materialización artística: el monasterio de Santa María de A Franqueira”. Finalmente, el Dr. Casás Otero completa esta sección con un estudio sobre la “Imagen de la Virgen de la Franqueira: devoción y belleza”.

La sección III, “Comentarios”, es, en cierto modo, evocativa. Así, el Porf. Pérez Gondar recuerda el “50º Aniversario de Ecclesiam Suam”, de Pablo VI. El artículo del Prof. Juan Morado, “Fe y caridad. De Porta fidei a Evangelii gaudium”, se hace eco de los documentos pontificios más recientes, subrayando el vínculo que en estos textos se establece entre fe y caridad.

El apartado IV, “Otros estudios”, recoge tres trabajos diferentes. Uno, a cargo de J.A. García Acuña, sobre “La mujer según los escritos antropológicos y pedagógicos de Edith Stein”. El siguiente, firmado por J.A. Montes Rajoy, se ocupa de “La nueva evangelización a la escucha de Verbum Domini” y, finalmente, el biólogo A. Guerra Sierra ofrece un estudio sobre “La información natural: relaciones entre la naturaleza y la acción divina”.

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5.07.14

Cualquier otra carga te oprime

Homilía para el XIV Domingo del tiempo ordinario (ciclo A)

Jesús ha venido a nosotros como un rey “justo y victorioso, modesto y cabalgando en un asno, en un pollino de borrica” (cf Za 9,910). En su humildad, Jesucristo es el Revelador y la Revelación del Padre; el Hijo que conoce al Padre y que nos lo da a conocer (cf Mt 11,25-30). El concilio Vaticano II enseña que Cristo es, a la vez, “mediador y plenitud de toda la Revelación” (Dei Verbum 3); es decir, Dios se manifiesta y se comunica a sí mismo a los hombres por medio de Jesucristo y en la misma persona de Jesucristo, el Verbo encarnado.

Si queremos saber cómo es Dios debemos escuchar lo que Dios nos dice a través de su Hijo; más aún, debemos contemplar a su Hijo, a Jesucristo. Él es la Verdad, la Verdad completa, que se ha aproximado a cada uno de nosotros para que, por la gracia, cada uno de nosotros participe del diálogo que, en la intimidad divina, sostienen, en el Espíritu Santo, el Padre y el Hijo. En la celebración de la Iglesia ese diálogo, que es alabanza y acción de gracias, se hace presente y actual. Junto a Cristo, toda la Iglesia, especialmente en la Santa Misa, se dirige al Padre para darle gracias “porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a la gente sencilla”.

¿Quiénes son “los sencillos”? Son aquellos que no ponen su confianza en sí mismos, o en sus saberes, sino en Dios. Los sencillos son los creyentes, aquellos que con docilidad a la gracia escuchan y se someten libremente a la revelación. Sin la humildad la fe resulta imposible. María, que “realiza de la manera más perfecta la obediencia de la fe” (Catecismo 148), se presenta, acogiendo el anuncio del ángel, como “la esclava del Señor”, dispuesta a que en ella se cumpla lo que la palabra del ángel manifiesta (cf Lc 1,38).

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