Profesión de fe: ¿No es válida para todos?
Fórmula a utilizar en los casos en que
el derecho prescribe la profesión de fe
“Yo, N., creo con fe firme y profeso todas y cada una de las cosas contenidas en el Símbolo de la fe, a saber:
Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible.
Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.
Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.

“Una vez obtenida la certeza moral de que la madurez del candidato ofrece suficientes garantías, estará él en situación de poder asumir la grave y suave obligación de la castidad sacerdotal, como donación total de sí al Señor y a su Iglesia.
No hay ninguna duda: a nadie se le puede obligar, en contra de su voluntad, a vivir el celibato. Tampoco a los sacerdotes. Un hombre, o una mujer, tiene derecho, si encuentra a un posible cónyuge, a contraer matrimonio. El matrimonio entra dentro del campo del derecho natural. Las normas de la Iglesia, o de los Estados, pueden aquilatar el cómo, las formalidades, pero el derecho está ahí, basado en el orden de la creación.
Homilía para el Domingo I de Adviento (ciclo B)
Una homilía dedicada a la patrona de los filósofos












