Juan Pablo II: Permitid a Cristo que hable al hombre
1. Introducción. Cristo y el hombre
Entre Cristo y el hombre no existe oposición ni, mucho menos, contradicción. No temer a Cristo; es más, servir a Cristo y, con su potestad, servir al hombre y a la humanidad entera configuran un mismo proyecto, de total coherencia: “¡No tengáis miedo! Cristo conoce ‘lo que hay dentro del hombre’. ¡Solo Él lo conoce!”, decía el beato Juan Pablo II en la homilía del inicio de su pontificado . La respuesta a la duda, a la inseguridad con respecto al sentido de la propia vida y a la amenaza de la desesperación, es la persona de Jesucristo: “Permitid, pues – os lo ruego, os lo imploro con humildad y con confianza – permitid que Cristo hable al hombre. ¡Solo Él tiene palabras de vida, sí, de vida eterna!”.
En síntesis, hallamos en estas frases de Juan Pablo II un programa de todo su ministerio petrino ; un programa que, como veremos, hunde sus raíces en la constitución pastoral Gaudium et spes del concilio Vaticano II, toma cuerpo en la primera encíclica del papa, Redemptor hominis, publicada el 4 de marzo de 1979, y se despliega en la totalidad de su pontificado .
2. La “Gaudium et spes”
La constitución pastoral “Gaudium et spes” sobre la Iglesia en el mundo contemporáneo fue promulgada el 7 de diciembre de 1965. Basándose en unos principios doctrinales, la constitución pretende exponer la actitud de la Iglesia en relación con el mundo y con los hombres. No podemos olvidar la significativa participación del entonces obispo Wojtyła en las cuestiones tratadas en esta constitución, especialmente en lo que atañe al problema del ateísmo.
En su primera parte (n. 11-45), la Iglesia desarrolla la doctrina sobre el hombre, sobre el mundo y sobre la relación Iglesia-mundo. En la segunda parte (n. 46-90), toma en consideración diversos aspectos de la vida y de la sociedad humanas . Como expresó en su día el papa Pablo VI, “la Iglesia del concilio se ha ocupado mucho no solo de sí misma y de las relaciones que la unen con Dios, sino también del hombre, tal como se presenta realmente hoy” (7 de diciembre de 1965).
En una aproximación fenomenológica, la “Gaudium et spes” intenta “conocer y comprender el mundo en el que vivimos, sus expectativas, sus aspiraciones y su índole muchas veces dramática” a fin de “responder a los perennes interrogantes de los hombres sobre el sentido de la vida presente y futura y sobre la relación mutua entre ambas” (GS 4). Pero esta fenomenología tiende a establecer una antropología inspirada en una versión del hombre en Jesucristo, el Hombre nuevo .
El concilio, a la luz de Cristo, Imagen de Dios invisible y primogénito de toda criatura, “pretende hablar a todos para iluminar el misterio del hombre y para cooperar en el descubrimiento de la solución de los principales problemas de nuestro tiempo” (GS 10). En términos que evocan los Pensamientos de Pascal, la “Gaudium et spes” expresa la paradoja miseria-grandeza constitutiva del hombre, que “se exalta a sí mismo como regla absoluta o se hunde hasta la desesperación” (GS 12).
En los números del 12 al 18, la constitución pastoral propone las líneas generales de la antropología cristiana: El hombre ha sido creado a imagen de Dios; se encuentra, de hecho, marcado por el pecado; y, uno en cuerpo y alma, está dotado de inteligencia, de conciencia moral y de libertad. En la muerte, “el enigma de la condición humana alcanza su cumbre” (GS 18).
Después de abordar la cuestión del ateísmo - aludiendo, entre otras cosas, al ateísmo de raíces humanistas de quienes “exaltan tanto al hombre, que la fe en Dios resulta debilitada, ya que les interesa más, según parece, la afirmación del hombre que la negación de Dios” (GS 19) - , la “Gaudium et spes” presenta en el n. 22 a Cristo, el Hombre nuevo, como la verdadera respuesta al misterio del hombre: “Realmente, el misterio del hombre solo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado […]. Cristo, el nuevo Adán, en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la grandeza de su vocación” (GS 22).