InfoCatólica / La Puerta de Damasco / Archivos para: Noviembre 2010

14.11.10

Iglesia perseguida (escrito por Koko)

Las lecturas de este domingo nos ofrecen varios temas de interés como pueden ser entre otros el final de los tiempos o la necesidad de trabajar.

En general parece que todas las lecturas están escritas en un sentido apocalíptico, como si fuese a acabar el mundo de una forma desastrosa. Pero en realidad, el Señor nos invita a no tener miedo y a vivir con esperanza la fe en medio de las dificultades y adversidades que encontraremos por el camino. Jesús no predice tanto una destrucción, sino más bien habla de una renovación, porque en un futuro surgirán un cielo y una tierra nuevos donde predominará totalmente la bondad, la paz y la justicia.

Incluso el Evangelio nos dice que seremos perseguidos. Esto de la persecución en tiempos de los primeros mártires se entendía en un contexto de odio hacia el cristianismo naciente, pero podemos plantearnos varias preguntas: ¿Cómo somos perseguidos los cristianos en la actualidad?, ¿es que acaso todavía la Iglesia es perseguida?

Lo cierto es que también hoy la Iglesia sufre persecución aunque sea de otra manera.

Cuentan que una vez en una audiencia dada a un colegio romano, preguntó el Papa San Pío X a un seminarista: ¿Cuántas y cuáles son las notas que distinguen a la verdadera Iglesia de Cristo?

- Cuatro, padre santo: es una, santa, católica y apostólica.
- ¿No tiene más que cuatro? – respondió el Papa.
- Y romana, añadió el seminarista.

Justo dijo el Papa, pero ¿cuál es la nota más evidente? Todos callaron. Pues bien, voy a decíroslo “perseguida”. Porque se lee en el Evangelio: “Me persiguieron a Mí y os perseguirán a vosotros”. La persecución es para los católicos el pan nuestro de cada día. Esta es la señal de que somos verdaderos discípulos de Cristo. La Iglesia es perseguida, pero nunca estará desprotegida, ya que Jesucristo dijo: “Yo estaré con vosotros hasta el fin del mundo”.

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13.11.10

Datos públicos, que el público desconoce (escrito por Norberto)

DATOS PÚBLICOS, QUE EL PÚBLICO DESCONOCE

Puesto que los datos ya los he puesto, entro en algunos considerandos de primera necesidad intelectual, en titulares:

Es falso de toda falsedad que la Iglesia Católica le cueste 1 € al Tesoro Público, sino que “…desde 2008, el sostenimiento de la Iglesia depende exclusivamente de los católicos y de todas aquellas personas que reconocen la labor que la Iglesia realiza. Quienes libremente quieran hacerlo, pueden marcar la casilla de la Iglesia católica en su Declaración de la Renta. Un 0,7 por ciento de sus impuestos se dedicarán así, sin coste adicional para el contribuyente, a la labor de desempeña la Iglesia… No supone pagar más impuestos, ni que Hacienda le devuelva menos al contribuyente. Además, es compatible con marcar también la casilla de “Otros fines sociales”. Es decir la Iglesia no “…es una garrapata de lujo” (Ridao, ERC, dixit), son los ciudadanos quienes lo deciden libremente, no solo el 73% de católicos declarados. ¿Cuántos?, pues 7´2 MM de declarantes a favor de la I. Católica, 237 M más que el año anterior, por lo que de este modo se pueden sufragar las actividades descritas.

Caritas, por su parte - con 60 M voluntarios y 4,7M profesionales de soporte y apoyo, durante 2009 gastó 230 MM€, en sus distintos programas, de los cuales 143 MM procedían de Fondos Privados y 87MM€ de Fondos Públicos, se entiende todo, ¿verdad?. Más aún se entenderá si desglosamos: a) Adm. Autonom. 39,5MM€, b) A.Local 21,2MM€ c) Adm. Central 8,45 MM€(sic), d) De IRPF, o sea “la casilla” 10,8MM€. De los 143 MM€ de F. Privados, los donativos, anónimos naturalmente, sumaron 92,7 MM€ (65%).

Doy las últimas cifras de Caritas: a) Acogida y asistencia (lo que yo hago todos los viernes atendiendo a familias pobrísimas) 31MM€, b) Mayores 30,3 MM€, c) Empleo e inserción socio-laboral 28,1 MM€, d) Personas sin hogar 20,2 MM€, no me olvido de e) SIDA 4,25 MM€.

“Fe sin obras es fe muerta”, pero podemos decir muy alto, con humildad pero con verdad, que en España, la Iglesia Católica, puede ser pecadora pero no debe ser denostada ni denigrada por ignorantes sin escrúpulos, no necesariamente por este orden, que mienten y falsean, a sabiendas de que nunca, jamás, la Iglesia usará el chantaje ni el chalaneo para seguir adelante en su labor, como cuentan que cada día cada uno en supuesto seguirá en su desempeño, tratan de ocultar lo que modestamente he tratado de mostrar: la Iglesia Católica merece, y mucho, la pena.

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Serenidad, testimonio, paciencia

Homilía para el Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario (Ciclo C)

Textos: Ml 3,19-20; Sal 97; 2 Ts 3,7-12; Lc 21,5-19.

El Señor instruye a sus discípulos sobre la destrucción del Templo, sobre las persecuciones que acompañarían el nacimiento de la Iglesia y sobre el final de los tiempos. Sus palabras constituyen una llamada a la serenidad, al testimonio y a la perseverancia en medio de las pruebas.

No sólo en los comienzos de la Iglesia, sino a lo largo de su historia, también en el presente, nunca han faltado las persecuciones: Las persecuciones crueles y sangrientas, el acoso del mundo que busca la condescendencia de los cristianos con el pecado y con el mal, o el engaño de los falsos mesías que prometen una salvación que no pueden dar. Todo, de algún modo, está previsto y todo cumple un papel en los caminos admirables de la Providencia de Dios.

¿Cómo comportarse en los momentos de prueba? La primera actitud que nos pide el Señor es la serenidad, que ha de excluir el pánico y que debe ir acompañada de la claridad de la mente para poder discernir lo verdadero de lo falso y lo bueno de lo malo. Sin dejarnos turbar por lo inmediato, debemos concentrar nuestra mirada en Jesucristo: El Señor es el templo definitivo, indestructible, edificado por Dios para morar entre nosotros y para hacernos posible el encuentro con Él. Mirando a Cristo descubriremos el criterio que nos permita separar lo que es conforme con el proyecto de Dios para nuestras vidas de lo que es disconforme y, en consecuencia, contrario a nuestro verdadero fin.

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12.11.10

La religión y lo público

Lo “público” es lo que pertenece a todo el pueblo. En este sentido, se contrapone a lo “privado”, a lo particular y personal de cada individuo. Pero entre una cosa y la otra, entre lo público y lo privado, no puede haber una separación tajante – ya que el hombre es un ser social - , salvo que se defienda una concepción totalitaria de lo público, en virtud de la cual los derechos del pueblo se transfiriesen al Estado y quedasen sometidos a los dictados de quienes, en cada momento, detentasen el poder.

Los conocimientos, las convicciones morales, los gustos estéticos son, en cierta medida, privados, particulares, pero, si se reconoce la libertad humana, pueden hacerse públicos; pueden expresarse en el ágora de la ciudad. Toda limitación a esta posibilidad de decir en voz alta – que no significa a gritos – lo que uno sabe, lo que uno estima, lo que uno valora, ha de restringirse a lo mínimo, a lo estrictamente necesario para salvaguardar los derechos de los demás y el orden social.

El ámbito religioso es, simultáneamente, privado y público. Es privado en la medida en que la fe anida en la conciencia, en esa facultad personal que nos permite reconocer la verdad y que constituye, como decía el beato Newman, el eslabón que une a la criatura con el Creador. Pero lo religioso no se reduce a la interioridad de la conciencia, porque el hombre, necesariamente, tiende a exteriorizar lo que cree, a proclamarlo con la palabra, a traducirlo en vida, a compartirlo con los demás.

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Cuando el diálogo es (casi) imposible

Dialogar no es fácil. El diálogo es una “discusión o trato en busca de avenencia”. Pero a veces la avenencia no se consigue. Puede tratarse de un diálogo de besugos o hasta de sordos. De besugos, cuando falta la coherencia lógica, y de sordos, cuando los interlocutores no se prestan atención.

De ambos modelos de diálogo no logrado tenemos ejemplos más que de sobra. Se debe dialogar, sí, pero con quien esté dispuesto a ello. Lo demás, es perder el tiempo. Con un fanático el diálogo es imposible. Da igual lo que se diga o cómo se diga. El fanático – religioso o político – va a lo suyo. Sólo a lo suyo.

Yo creo que, visto lo visto, cuando el diálogo es imposible, no hay que retroceder. Hay que esforzarse por mantener las propias posiciones, con respeto y con firmeza. ¿Por qué una persona, sin llegar a demostrar nada, logra imponerse por encima del parecer de muchas otras personas? ¿Por qué unos padres a quienes el Crucifijo les molesta – no se sabe por qué motivo – han de obligar a los demás padres – que son mayoría – a retirarlo de un aula?

No vale el diálogo. A la minoría muy minoritaria – uno o dos – no le van a convencer las razones. Da igual lo que se les diga. No quieren el Crucifijo y basta. Se les podría decir que la imagen del Crucificado es un símbolo de nuestra civilización, un símbolo de paz, una imagen de la alianza de Dios con los hombres. Les da lo mismo. Ellos, a lo suyo.

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