El ocaso del Cristianismo y sus presuntos culpables
Si nos atenemos a los datos sociológicos, e incluso a la simple observación de la realidad, el Cristianismo declina en gran parte de Europa. Cada día lo observamos en nuestras parroquias: Sigue viniendo bastante gente a las celebraciones litúrgicas, pero son una inmensa – o no ya tan inmensa – minoría. En gran parte, personas mayores, muy mayores. Y sí, aquí o allá, “el” joven, o “el” matrimonio recién casado, por lo general pertenecientes – el joven y los que componen el matrimonio – a algún nuevo movimiento o similar – y menos mal que existen, a pesar de los pesares, estos “movimientos” - .
En el año 2003, Juan Pablo II publicaba la exhortación apostólica “Ecclesia in Europa”. Un obispo me decía, al respecto: “el panorama trazado es apocalíptico”. En un primer momento, pensé para mí que no era para tanto. Pero sí lo es: “El Apocalipsis nos pone ante una palabra dirigida a las comunidades cristianas para que sepan interpretar y vivir su inserción en la historia, con sus interrogantes y sus penas, a la luz de la victoria definitiva del Cordero inmolado y resucitado”, explicaba Juan Pablo II (Ecclesia in Europa, 5).