InfoCatólica / La Puerta de Damasco / Archivos para: Noviembre 2009

7.11.09

Un excelente artículo: Qué Cruz

De vez en cuando uno se lleva sorpresas agradables revisando la sección de opinión de los periódicos. Hoy ha sido uno de esos días bienhadados. Me refiero a un artículo de Paco Sánchez publicado en “La Voz de Galicia", y que se titula “Qué Cruz”. Un ejemplo de sencillez y de ingenio. Me ha encantado.

Propongo, desde aquí, felicitar al periódico por ese texto.

Guillermo Juan Morado

Pobreza y generosidad

XXXII Domingo del TO (B)

La verdadera pobreza no tiene que ver con la mezquindad, con la tacañería, sino con el desprendimiento y la generosidad; en definitiva, con el amor. San Pablo, en 1 Cor 13,5 dice que la caridad “no es ambiciosa” y que “no busca lo suyo” y Benedicto XVI, en su primera encíclica, explica que, según la fe bíblica, “el amor es ocuparse del otro y preocuparse por el otro. Ya no se busca a sí mismo, sumirse en la embriaguez de la felicidad, sino que ansía más bien el bien del amado: se convierte en renuncia, está dispuesto al sacrificio, más aún, lo busca” (Deus caritas est, 6).

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6.11.09

115.812 vidas humanas

Es el balance del aborto en 2008: 158.812 niños que no han llegado a nacer, porque sus vidas han sido cruelmente segadas. La cifra se nos da a conocer con la frialdad de las estadísticas, con la “profesionalidad” de quien lleva el inventario de un campo de exterminio.

Todo muy triste. Esta batalla, la batalla de la abolición del aborto, está aún lejos de ser ganada. Pero hay que seguir. Por lo de pronto, rezando.

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5.11.09

Jubilarse

La jubilación es una realidad ambigua. Las múltiples acepciones de la palabra así lo ponen de manifiesto: puede significar “alegrarse o regocijarse” o, en el extremo contrario, “desechar algo por inútil”. En la Antigüedad, la jubilación se daba al cabo de cincuenta años de servicios, espacio de tiempo del “jubileo”. Hoy, las personas se jubilan normalmente al llegar a una cierta edad, cada vez más temprana, en la cual se les dispensa de seguir ejerciendo sus trabajos.

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4.11.09

Mascotas

No me gusta la palabra “mascota” para referirse a un animal de compañía. Es, casi, un término vejatorio. Nada que importe, por poco que sea, puede ser denominado, impunemente, como “mascota”.

A mí no me entusiasman los animales de compañía. No toco ni acaricio a los gatos o a los perros. Ellos están ahí y yo estoy aquí, a prudente distancia, libre de posibles contagios de quistes gatunos o perrunos. Y ya no hace falta añadir nada si la “mascota” es una pitón, una iguana o una “mustela furo”, que es el nombre con el que los ilustrados designan a los hurones.

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