Un mandamiento (de la Iglesia) muy importante: “Ayudar a la Iglesia en sus necesidades”.

¿Qué enuncia este quinto mandamiento de la Iglesia? “El quinto mandamiento («ayudar a la Iglesia en sus necesidades») enuncia que los fieles están obligados de ayudar, cada uno según su posibilidad, a las necesidades materiales de la Iglesia (cf CIC can. 222)” (Catecismo de la Iglesia Católica, 2403).

¿Qué dice ese canon del Código de Derecho Canónico? Dice, en su párrafo primero: “Los fieles tienen el deber de ayudar a la Iglesia en sus necesidades, de modo que disponga de lo necesario para el culto divino, las obras de apostolado y de caridad y el conveniente sustento de los ministros”.

Me parece que es un mandamiento un poco olvidado. Quizá por una especie de error eclesiológico, que, en paralelismo con tantos errores cristológicos, considere que la Iglesia no tenga necesidades “materiales”.

El Cristianismo es la religión de la Encarnación. El Verbo se hizo carne. Y la Iglesia no es una entidad puramente espiritual, apartada del mundo, sino que es signo e instrumento de la salvación universal. Es, a la vez, visible e invisible, presente en la tierra y, sin embargo, peregrina.

La Iglesia necesita medios temporales para cumplir su misión:

-         Garantizar el culto divino – que no es abstractamente espirtual, sino sacramental - , lo cual significa que necesita contar con medios materiales: un cirio pascual, el incienso, el vino y el agua, las partículas que serán consagradas, las flores, etc. - . Asimismo, los manteles han de ser lavados, el templo ha de ser limpiado… Habrá que pagar el suministro de electricidad, de gasóleo… Es la lógica de la Encarnación.

-         Las obras de apostolado y de caridad no son, tampoco, etéreas. Distribuir un libro – pongamos la Sagrada Biblia – supone comprar, antes, ese libro. Y lo que vale para lo más, vale para lo menos. Hasta proporcionar unas humildes fotocopias para seguir el canto, no resulta gratis. Y no digamos la caridad. Las personas no se alimentan, en un primer nivel, el más básico, solo con palabras. Y esas ayudas – alimentos y demás – cuestan dinero.

-         El conveniente sustento de los ministros. Es verdad que, los ministros de la Iglesia, podrían dedicarse a “otra cosa”. Pero, entonces, la atención a la Iglesia disminuiría. Y los ministros de la Iglesia desempeñan un trabajo, anegado, por el que merecen ser retribuidos. No se trata de que vivan en el lujo, sino de garantizar su independencia para poder dedicarse, a tiempo completo, a la atención a la Iglesia.

Los católicos, en España, tendremos que hacer un largo recorrido para comprender, en serio, lo que esto significa. No cabe pensar que el Estado vaya a subvencionar a la Iglesia. Ya no lo hace – de momento, destina a la Iglesia un pequeño porcentaje de los impuestos que pagamos, si marcamos la famosa “X” -.

Pero eso no va a seguir siendo así. Seremos los católicos los que, sin ayuda y sin mediación del Estado, tengamos que sostener directamente a nuestra Iglesia. Empezando por nuestra Parroquia. ¡Cuánto antes lo asimilemos, mejor!

Guillermo Juan Morado.

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