HABÍA ESTADO XVIII

(Escrito por Norberto)

- ¿Los pobres sus predilectos?, tengo que investigar eso

- Le brindo dos citas «Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el Reino de Dios», dijo Krystós. «Porque Yahveh en su pueblo se complace, adorna de salvación a los humildes» (Tehilim 149,4).

- Bien, la primera es un testimonio, la segunda está escrita; no obstante la identificación entre Yehoshúa Bariosef y Krystós – el Mashiaj- es algo que no me ha probado aún, pero sí, verdaderamente me atrae la figura de un ser divino que no usa sus poderes para aplastar al hombre sino que carga con sus culpas, eso es muy nuevo.

- Loukás, se trata de una Nueva Alianza sellada en el sacrificio de Krystós.

- ¿Acaso hubo una Antigua Alianza?, bien esto se pone interesante, un dios que firma alianzas no es algo corriente en mi mundo.

- Está todo en el Tanaj. Sin embargo, ha habido un precursor, Yohanan (el Señor da la gracia) Bar Zekjar•yáh (YHWH ha recordado), que ha dado testimonio del Mashiaj, fue engendrado de modoprovidencial pues su madre había rebasado la edad fértil, sin embargo… perdone le aburro con esto.

- En absoluto, lo investigaré, tengo colegas muy amigos en Yerushaláyim a los que preguntar, gracias por la información.

- Por cierto acepté su invitación a cenar sin tener en cuenta que mañana es el Šhabāt, ¿me lo cambia por el almuerzo?.

- Faltaría más, le espero a la hora sexta.

La charla había concluido, Saúl se retiró a su aposento dando gracias a YHWH por aquella entrevista, algo le decía que aquella no sería la única ni la última y que la misericordia de Dios se derramaría sobre aquel médico, extraordinario, en lo médico y en lo humano. Había notado una empatía desconocida con un pagano; “esto no es casual, la Providencia está empeñada a favor de Loukás, su mirada es sincera, su gesto noble, sin embargo… ¿qué le falta, cómo hacer que crea, qué debo hacer?”, e improvisó una callada plegaria por el médico que tan bien le había atendido y con el que había establecido una empatía inesperada.

El Šhabāt había llegado y el almuerzo convenido, tras los preceptivos reconocimientos médicos por parte del sanador, había dado paso a una sobremesa sosegada, en el que la conversación versaba acerca de los cuidados y precauciones que Saúl debía cumplir si no quería empeorar gravemente.

- Seguiré todo lo que me ha prescrito, pues no quiero faltar al 5º Mitzvá del dekalogos, pero le aseguro que no vivo yo, sino que es Krystós quien vive en mí; la vida que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del huios tou Theou (Hijo de Dios) que me amó y se entregó por mí. Algún día comprenderá lo que es vivir como le digo y no le miento; desde que le conocí todo lo que, hasta entonces, era más valioso, me parece basura comparado con la vida en Krystós.

- Le creo, su expresión es sincera y su lenguaje misterioso pero convencido, con persuasión propia sin afectación ni artificiosidad; bueno, espero que la carga que lleva, y eso es innegable, no le haga empeorar, en todo caso me tiene de su parte, escríbame cuando pueda y me cuenta cómo le va, le prometo responder.

- Solo nos diferencia la fe, solo eso, Loukás eres un buen hombre.

Se despidieron, teniendo ambos, la convicción de que era el inicio de algo imprevisible, inabarcable, inexplicable, pero muy real, sí, había expectación en ambos personajes. El médico no pudo evitar sentir un pellizco en el estómago cuando Saúl dijo ho huios tou Theou, pues en el trancuso de la mañana, pocas horas antes de atenderle, un paciente que presentaba síntomas de deshidratación, acudió a su consulta, estando allí una subida de fiebre le hizo delirar, Filius Dei, repetía en tono desasosegado.

Se trataba de un centurión, que dijo llamarse Rómulo de la V Legión (Macedónica) y acompañaba a Melitón, decurión que volvía a su tierra y había escogido Seleucia como punto de partida.

Norberto.