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6.07.17

¿O sea: que Jesús era contrario a la igualdad?

ultima cena

¿Alguien en su sano juicio -y con un mínimo de sentido moral y religioso: en católico, me refiero- puede pretender a estas alturas que Jesús era un discriminador de tomo y lomo? ¿Se puede ser más “cortito", por muy cardenal de la Iglesia Católica que se sea?

Por cierto: ya se ve -patet, que diría mi maestro- que lo de ser cardenal, arzobispo, obispo, sacerdote, religioso o asimilado… no aporta absolutamente nada a lo que natura non dat; la gracia presupone la naturaleza, y, por eso precisamente se asienta en ella como en su sujeto, pero no la sustituye: solo la mejora, si uno lucha por ser santo; en caso contrario, se hace uno más tonto de lo que ya es.

Por cierto: no solo es el caso del señor que nos ocupa, como si fuese algo raro o insólito; sino el de ya tantos y tantos reiterados, cansinos, enfermizos, bobalicones, ilógicos, cerriles y nada “eclesiales” miembros de la Jerarquía Católica, que “se dejan llevar por todo tipo de doctrinas” (cf. Ef 4, 14; Hbr 13, 9) menos por las que deben. Lo digo con dolor, porque soy sacerdote; pero, en conciencia, no puedo callar ante estas memeces que, se quieran o no, hacen daño a la misma Iglesia, y a sus mismos hijos.

Hablar, a estas alturas, de “sacerdocio exclusivamente masculino” -cuando es bien sabido que, hasta ayer mismo, la Iglesia como tal no se sentÍa autorizada ni legitimada para hacer algo distinto a lo que hizo Cristo, ni en este ni en ningún otro tema-, y presentarlo -consciente o incoscientemente- con toda la mala baba de que uno es capaz como algo “negativo", que “no está ayudando a la Iglesia a presentarse como una pionera de la igualdad de derechos"…, es pasarse por donde le da la gana -fruto también, pero no solo, de su cortedad manifiesta-, desde la misma institución del Sacerdocio por parte de Jesucristo, hasta todo el conjunto de la teología de siempre respecto al mismo, pisoteando la praxis de siempre y sin ningún “corte” o “laguna” desde su nacimiento; además de ningunear a san Juan Pablo II que dejó escrito y rubricado que la pretensión de un sacerdocio “femenino” era “un caso cerrado en la Iglesia Católica".

El tal Marx, card. Reinhard, se suma a la ya larguísima lista de miembros de la Jerarquía que, abducidos por las insanas ensoñaciones que producen los despachos eclesiales -les pasa lo mismo a cierto tipo de “teólogos"- cuando en ellos no se hace nada de lo que se debería hacer. Y se cumple lo que me decía mi madre, fruto de la sabiduría popular: “cuando el diablo no tiene que hacer, con el rabo mata moscas". Y es el caso.

En el seno de la Iglesia y por parte de bastantes de sus miembros, se está produciendo -con plena conciencia- todo un entramado de “opiniones", “praxis", “pastorales", “documentos", “declaraciones", “términos", “medias verdades", “afirmaciones sin fundamentar y sin explicar lo que quieren decir", “aperturas", etc., que tienen como intención y finalidad la presentación de la realidad de la Iglesia Católica hasta el día de hoy -bueno, exactamente hasta hace 4 años- como algo “superado” porque ya no comunica con la gente, con la mentalidad de las gentes, con los jóvenes, con los religiosos y estos con el personal, con los sacerdotes, con la sociedad…, con el mundo, en definitiva. Con esta premisa -falsa de toda falsedad; falta de Fe, de Esperanza, de Caridad, de Comunión y de Eclesialidad- se “motiva” entonces la “creación” de la “nueva Iglesia", empezando por “una nueva imagen” de la misma, como dice el sr. cardenal.

Se pretende asentar que "más que la religión nos debería preocupar la salud, la comida y las relaciones humanas": esto lo dice uno que se las da de teólogo -y durante años ha sido incluso referente para la jerarquía española-, presentando como verdadera y única misión de la Iglesia “humanizar el mundo". Es la “cultura” de la acogida, la de tender puentes, la que no juzga, la de la paz…:

Ahí tiene que estar la Iglesia, ése ha de ser su único horizonte; al precio, claro, de esconder todo signo visible de Dios, empezando por su misma Palabra -encarnada en Jesucristo, sí, pero del que ya no sabemos realmente nada cierto-, porque ésta -la Palabra, Jesús mismo, sus Sacramentos, su Salvación- ya “no sirve” al “hombre de hoy". Luego, tampoco sirve la Iglesia de hasta ayer mismo.

Si para eso se ha de acusar a la Iglesia de lo que nunca ha dicho ni hecho, y si se ha de tergiversar lo que siempre ha dicho y hecho…, pues se hace. Y “aquí paz y después gloria".

Amén.

2.07.17

¡Qué mala suerte: Charlie Gard no era musulmán!

charlie gard

Tengo en mi recuerdo la que se montó, mediáticamente, cuando apareció la foto de un niño -un poco más mayorcito que Charlie- varado y muerto en una playa. La barca en la que “viajaba” había naufragado y el mar lo había posado piadosamente en la arena.

Y se montó lo que no estaba escrito; y se aprovechó para escribir, apresurada y desmesuradamente, todo un recital de lágrimas de cocodrilo o de sentimentalina en vena. No recuerdo si hubo notificación desde el Vaticano, pero quizá sí; es más, me extrañaría si no la hubiese habido.

No cargo las tintas: no tiene sentido hacerlo porque todo el mundo lo recuerda; otra cosa es la valoración que haga cada uno del suceso y de las connotaciones que quiera derivar de él.

El tal niño ahogado tenía dos circunstancias que obraron a su favor, aparte la de ser una criaturita y de morir trágicamente, aunque el mar tiene estas cosas: la primera, que era musulmán y, para más inri, huía de la guerra pretendiendo refugiarse en Europa: esta era la segunda. Las dos obraron un cóctel que la prensa occidental no podía desaprovechar para cargar las tintas y arrimar el ascua a su sardina, aunque fuese de plástico. Por cierto: también la prensa afín a los yijadistas, y la prensa de los países musulmanes de tránsito de refugiados -nada libres en el ejercicio de su profesión-, también arrimaron sus sardinillas a su fuego, faltaría más.

Y entre todos convirtieron al tal niño en un icono, en el que derramar su compasión -tan miserablemente selectiva, por cierto-, y sacar toda la tajada posible, porque “hay que vivir que son dos días".

Y ahora viene lo verdaderamente miserable, cocido todo ello en el ámbito europeo, tan inhumana y cruelmente vomitivo.

Charlie Gard era -o es, porque quizá no haya muerto aún, aunque condenado sí está- un bebé de poquísimos meses, casi recién nacido. Para más señas, inglés de antes del brexit, o sea, europeo total. Y es lo que le ha perdido: a él y a sus amorosos y muy valientes padres. Es europeo, de una Europa tan “cilizada” que mata a sus ciudadanos tengan la edad que tengan y por el motivo que sea; motivos que van acotando los mandamases, ley tras ley, para que todo tenga cobertura “legal", incluso las inmoralidades más crueles; y, “a protestar, al maestro armero".

No es inmigrante o refugiado, sino europeo, se supone que con todos los derechos del estado de bienestar, que es lo que se lleva -dicen- en Europa. Por si no era suficiente tamaña desgracia, nació enfermo, con una enfermedad dura, con un tratamiento que no tiene asegurado el 100 x 100 de éxitos -como pasa con tantísimos otros tratamientos, y no por eso se dejan de aplicar-, y con unos padres-coraje que lucharon por conseguir el dinero para poder llevarlo a EEUU y que se le tratase allí, porque en Inglaterra les decían que no.

Apelaron a los jueces ingleses: les dijeron que no. Apelaron a los tribunales europeos…, y en el de “Derechos Humanos” -que tiene narices el tema, por escribir una palabra qe se pueda leer sin ofender a nadie-, les dijeron que no; y que, además, había que retirarle toda la ayuda médica para que se muriese como un perro: cosa que -todo hay que decirlo- por las leyes inglesas y europeas no se puede hacer con los perros. Para rematar su inhumana crueldad, ni siquiera han permitido a sus padres llevárselo a casa para que muera allí, en su cuna, con sus progenitores.

Destilan tanta hipocresía que los calificativos más gruesos no harían justicia a su postura: lo que no consienten -por ley- con los perros lo imperan con este niño, ciudadano inglés y ciudadano europeo.

Por eso decía que Charlie había tenido muy mala suerte: ni era musulmán, ni refugiado, ni huía de la guerra, ni se había ahogado… Era un niño, y un niño enfermo. Y no ha habido lugar en toda Europa para él. Mucho menos ha habido corazón y misericordia.

Tampoco sé si del Vaticano ha salido alguna nota al respecto… 

29.06.17

"No es el siervo más que su Señor" (Jn 15, 20)

jesus

Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a Mi antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero como no sois del mundo, sino que Yo os escogí del mundo, por eso el mundo os odia. Acordaos de la palabra que os dije: “No es el siervo más que su señor". Si a Mí me persiguieron, también a vosotros os perseguirán. Si guardaron mi Palabra, también guardarán la vuestra. […] Pero debía cumplirse la palabra escrita en su Ley: “Me odiaron sin motivo" (Jn 15, 18-25)

Así se expresa Jesús en la Última Cena, en su íntima, excelsa y pública oración sacerdotal ante su Padre y antes sus Apóstoles. Claramente les advierte que no esperen recibir un trato mejor que el que Él mismo -siendo verdadero Dios y verdadero Hombre- recibió. Es el “peaje” que necesariamente han de pagar “los suyos” por ser precisa y verdaderamente “suyos": “La Cruz es la señal del cristiano” enseña el Catecismo, y es un encuentro que no debemos ni podemos soslayar si queremos serle fieles. Quitar el hombro de la Cruz Salvadora es dejarle solo -abandonarle, como tantos y tantos- y renunciar a nuestra verdadera vida: la imitación de Cristo.

El título y el tema vienen a cuento de los mordiscos, de las pedradas, de los linchamientos públicos que emergen -rabiosos, violentos, descarados- desde los cuatro puntos cardinales, y que sufren, inmediatamente, todos los que pretenden seguir manteniendo -alta y visible- la Palabra de Dios, la Doctrina de la Iglesia y la Salvación de las almas. En especial, si los tales pertenecen a la Jerarquía Católica.

El caso del obispo norteamericano, Thomas Paprocki (Springfield. Illinois) al que han  bombardeado -nada menos que pidiendo su dimisión, dada su indignidad, claro- porque se ha atrevido a declarar públicamente en una carta pastoral -para ser leída en todas las Misas- entre otras cosas que los actos homosexuales son pecado -lo han sido siempre y lo siguen siendo y lo seguirán siendo-, de modo que todo aquel que, muribundo pero impenitente, pide sacramentos, no se le pueden administrar; y todo aquel homosexs del que consta que ha muerto impenitente, no se le puede “honrar” con pompas fúnebres, ni acoger y dar sepultura en camposanto. Todo normal según la tradición de la Iglesia Católica. Pero no para el mundo y los mundanos. Y menos aún para los “orgullosos", en la acepción más inaceptable, moralmente hablando. Y lo mismo pasa contra Munilla, o contra Reig, o contra los 4 cardenales…

Y NUNCA, NUNCA, NUNCA con tantísimos otros que, seguramente, están muy ocupados con los migrantes, con la amazonia, con el cambio climático, con los galápagos, con el independentismo…, y con vete tú a saber, y no tienen tiempo de entrar a los temas que destrozan la misma Iglesia desde dentro. Que seguro que es casualidad: no hay por qué pensar mal de nadie. Pero vamos: con nombres y apellidos. No digamos con los aplaudidos hasta con los pies por cargarse los Sacramentos, el Matrimonio, la dignidad de la persona, etc., etc.

Teniendo presentes las palabras de Jesús, es muy sencillo saber cómo tener criterio para poder discernir con “olfato católico” y, en consecuencia, para saber cómo debemos actuar, también “en católico".

¿Aplauden los mundanos? Ya están descalificados los aplaudidos y todo lo que han aplaudido. ¿Critican los mundanos? Buena señal para los criticados, y también para saber nosotros a quién escuchar y a quién seguir. ¿Odian a los leales? Amarles nosotros, rezar por ellos, arroparles, darles calor y cariño, también públicamente. ¿Persiguen y calumnian? Bienaventurados son ya los así perseguidos -y lo serán aún más después-, y los que así han padecido por el Señor, que es el mejor pagador.

Todos ellos -los perseguidores, los calumniadores, los insultadores, los escupidores- son “odiadores sin motivo": del mismo Señor en primerísimo lugar, y luego de todos los suyos. Pero los Pastores fieles, recibirán mayor premio. Los “perros mudos” -como los califica el mismo Jesús- y los “aplaudidos” ya han recibido aquí su paga. Y no tendrán otra, porque nadie puede pretender cobrar dos veces por lo mismo.

Bueno, excepto si eres político, sindicalista y/o asimilado. O personificas a Hacienda, claro.

23.06.17

Hay que reescribir la historia. ¿Por qué?

Desde que hemos empezado -a bombo y platillo, y desde una parte del mundillo “católico” que se ve que no quiere permanecer como mero espectador- con los 500 años de las proclamas luteranas, estamos asistiendo a toda una orquestación -nada inocente, por cierto, y, menos aún, inocua- de loa y alabanza -desaforada, gratuita, mendaz, antieclesial y antihistórica- del único protagonista por excelencia de todo el evento: el mismísimo Lutero, sin el cual lo de los 500 años ni existiría.

Y no creo que sea una apreciación mía, dadas las reiteradas manifestaciones -también públicas y también a bombo y platillo para no desentonar- que, acerca del tal sujeto, se están desgranando periódicamente con una constancia que, si no es “casual” tendrá que ser, forzosamente, “causal": no queda otra posibilidad.

Desde “medicina para la Iglesia", hasta “místico de la gracia” con una “abrumadora experiencia de la gracia", pasando por “testigo del Evangelio", para acabar poniéndolo al nivel de los grandes santos católicos… La verdad, como recorrido no está nada mal; pero que nada mal. Ni del padre Pío se han dicho semejantes cosas, y eso que estuvo un montón de años con estigmas, y constan además que hizo milagros en vida. Es lo único que todavía no ha dicho nadie de ese mundillo supuestamente “católico": que Lutero ha hecho milagros…; pero no tardará en caer esa breva, tal como vamos.

Lo que más impresiona -al menos a mí- de todo este “asunto” que en sí mismo sería irrelevante si no fi¡uera por las intencionalidades que lo impulsan, es que todos estos inciensos -más falsos que Judas, sin perdón- vienen del mundillo “catolico”: nadie del mundillo luterano se ha atrevido a tanto con Lutero, su padre y fundador. Lo que, en sí mismo, no deja de ser curioso. O sospechoso.

Porque todo esto es claro que no es “casual” sino “causal", como he dicho antes. Y ¿por qué lo digo y en qué me baso?

Los bienintencionados -que los hay: es su problema, no el mío- pueden pensar que detrás de todo este bien montado tinglado está la tan socorrida y anhelada “ansia ecuménica”. Por cierto y como inciso: no sé por qué se insiste en eso si el mayor pecado de los católicos es el “proselitismo"… ¿O será que el ecumenismo no es proselitista? Debe ser eso seguramente, claro. Perdón, porque no había caído. Debe ser que el ecumenismo es darle a la “sinhueso” para justificar unos cuantos sueldos y unos cuantos cargos; no porque nadie pretenda que los herejes se den cuenta de sus herejías y rectifiquen y vuelvan a su verdadera casa que no debían haber abandonado nunca.

Decía que los bienintencionados pueden pensar eso; y que la “unión” con los “hermanos separados” bien merece unas alabanzas -aunque sean mendaces y falsas- al causante de la escisión, ruptura y pérdida de la mitad de la Iglesia Católica en Europa. Y de la pérdida de las raíces cristianas de la misma Europa, a día de hoy; aunque esto último no es solo culpa de los luteranos: hay muchos católicos muy plingaos en tamaño desatino y en la consecución de semejante desastre, eclesiásticos y laicos, pero “católicos".

El ecumenismo bien puede ser un mero trampantojo, y el que se lo crea es su problema. No van por ahí los tiros últimos de toda esta “desmesura"; por decir algo misericordioso, que se lleva mucho ahora en la Iglesia.

¿Hay algo más allá del ecumenismo? Pues, en mi opinión, si. Y se le escapa -o no- al autor de la frasecilla “místico de la gracia” -un auténtico obispo católico, que fue profesor durante bastantes años de un seminario- cuando deja entre interrogantes al Concilio de Trento en una pregunta que puede parecer favorable al mismo…, pero que no lo es, por la pregunta que le precede.

Las preguntas son: “¿Quizás Lutero estaba en lo correcto al expresar su extática experiencia del amor divino de una manera tan distintiva? ¿Quizás el Concilio de Trento tenía derecho a ofrecer un claro correctivo teológico a la forma en que Lutero formulaba la relación entre la fe y las obras y entre la Biblia y la razón?". Y contesta “afirmativas las dos". Cosa que, evidentemente, no puede ser asumido por la fuerza de lo que contienen: si tiene razón Lutero, no puede tenerlo Trento. 

Y este es el quid: hay que entrarle ya a Trento. Hasta ahora, a nadie desde la misma Iglesia se le había ocurrido tal cosa. O quizá ocurrido sí, pero se había cuidado muy mucho de decirlo a los cuatro vientos, pública y visiblemente. Hay que entrarle a Trento: esta es la última “consigna” de ese submundo que está en la Iglesia, y ha salido de la Iglesia, pero que yo no es la Iglesia, como denuncia san Pablo.

¿Por qué? ¿Por qué hay que cargarse Trento? Porque Trento salvó a la mitad de la Iglesia; que siguió siendo CATÓLICA precisamente por el Concilio de Trento. La prueba es que en todos los sitios a donde Trento no pudo llegar se perdió la Fe y desapareció la Iglesia. Por esto molesta Trento. Y hay que darle. Y desprestigiarle. Porque Trento es la Fe y la Doctrina y la Disciplina de la Iglesia Católica.

¿La razón última de todo este desmadre? La razón última es muy fuerte. Y adelanto que es solo mi opinión, que puede estar perfectamente equivocada. Pero yo no pretendo ser el Credo, sino que estudio las cosas, intento comprenderlas y doy una explicación. Y a veces, como ahora, puedo aventurar lo que puede haber detrás.

¿Qué puede haber detrás? Dos cosas, una a corto y otra a largo plazo; y las dos con la Iglesia -la única que existe- como objetivo a batir. 

A corto: Trento impide este “ecumenismo” pret à porter que se quiere imponer deprisa y corriendo. Lo de Lund fue un anticipo,y un aviso a navegantes. De ahí las declaradas “canonizando” a Lutero, por ejemplo.

A largo: la misma Iglesia, que sinTrento se queda sin pilares: no se sostiene; como se ve día sí, día también con las burradas que se están haciendo -y no solo diciendo- públicamente. Y que nadie corrige, al menos públicamente. Y debería saberse, para bien de las almas, si ha sido así.

17.06.17

Lo que no debería ser nunca en la Iglesia... ¡es!

Y no es casualidad. Que podría ser…, pero no lo es. No. La reiteración de casos, uno tras otro, todos con el mismo “corte” y cogeando de la misma patita…: no puede ser casual. Máxime cuando tras la primera, no hubo ningún “aviso” declarando que no era correcto. Y luego vino otra; y tampoco una palabra desautorizando tal “praxis". Y luego otra. Y otra más. Y siempre con el mismo “sllencio” por parte de la “autoridad competente": “silencio administrativo", que parece significar: “muy bien".

Porque -y aquí viene lo “gordo": por usar una palabra coloquial, y no la que se merece el asunto; ya perdonarán-, cuando la situación ha sido a la inversa -que esto también lo ha habido, y públicamente-, es decir, cuando se ha dicho lo contrario a lo anteriormente expuesto, también ha habido “silencio administrativo", pero con un significado bien distinto: “a callar".   

O sea: para una misma cuestión con dos “soluciones” absolutamente contrarias y contradictorias, la “respuesta” de la cúpula ha sido prácticamente la misma: “silencio administrativo"; pero con un significado también contrario y contradictorio: aplauso y confirmación -público y generalizado- y, además, deprisita, para que no enfriara el tema y así lo pillara todo el mundo: es el caso de las propuestas pastorales de los obispos de la región de Buenos Aires, a la que respondió el mismo Papa aplaudiendo y confirmando; o poner en evidencia a los que se manifestaban en contra. No es de extrañar que se reiteren los casos “merecedores” de aplausos. Y empieza a haber ya una auténtica carrera: al parecer, al grito de "tonto el último".

¿A qué me refiero? Al tema de “la comunión a los católicos divorciados -por lo civil, claro- y arrenjutados “en coyunda marital", también por lo civil y, además -no hay que olvidarlo, porque es lo que pasa-, también “por sus pistolas”: lógico y de momento; porque tal como están las cosas, no me extrañaría que más pronto que tarde hubiese “segundas nupcias” por “lo religioso". Y hablo del ámbito católico, que es el único que me interesa, porque es en el que he nacido, vivido y, si Dios me da esa gracia, también morir.

Y no es casualidad. No lo puede ser.

¿Se pronuncian los obispos del area de Buenos Aires a favor del tema? Aplauso vaticano sin faltar ni un segundo.

¿Un obispo argentino monta lo que no está escrito: toda una “Misa solemne” en su catedral para dar la comuión a 30 “parejas” de “católicos divorciados y arrejuntados", tras un camino de acompañamiento y demás -bla, bla, bla-? No se ha oído la más mínima “pega” por parte de quienes deberían. Supongo, claro. Por cierto, la calificación moral de tal “misa", y más especialmente la referida al promotor del “evento", la dejo para los que no tienen miedo a juzgar, y a ser juzgados… Y no pongo la que a mí me merece, para no influenciar en los juicios ajenos.

¿Salen unas praxis pastorales de los obispos de Sicilia en la misma línea…? Silencio administrativo; o sea, “amén", de la misma autoridad.

Y antes los de Malta. Y así toda una cadena, que no es casualidad. No lo puede ser. Ni lo de los promotores, ni lo de la respuesta -o no- de la “autoridad competente", del ámbito y alcance que sea; que en cada caso puede no ser la misma, al menos en su recorrido corto.

Por supuesto que ha habido voces en contra, empezando por las “dubia” de cuatro cardenales: “silencio administrativo", con el significado neto de: “a callar". Los obispos polacos que también se han pronunciado en contra, y a los que nadie les va a entrar estando tan cerca el recuerdo -y la presencia- de Juan Pablo II. Y algún caso, más bien aislado que otra cosa, en la misma línea…

Y todo esto viene de una misma fuente: un “documento papal” -con fecha y firma-, que no ha pretendido nunca ser “magisterial” -lo escribe él mismo ahí explícitamente-, sino más bien como una reflexión personal, animando a plantearse con valentía las cuestiones de actualidad -que están ahí-, pensar soluciones…; y sugiere tmbién posibles planteamientos, dejando “abierto” el tema, pero apuntando una “solución” que es la que ha traído todo este maremagnum… Todo ha empezado aquí, haya escrito el Papa lo que haya escrito.

Y esto es lo que nunca debería haber pasado. Y es lo que nunca deberia haberse dejado que llegara hasta aquí.

Porque no estamos hablando “del uso del agua bendita para ciertas ocasiones". Estamos hablando del Sacramento del Matrimonio, del Sacramento de la Confesión, y sobre todo y por encima de todo: del Sacramento de la Eucaristía, hacia el que “miran", porque de él emanan o a él se dirigen, todos los Sacramentos de la Iglesia.

La Iglesia misma “vive de la Eucaristía” (Carta encíclica Ecclesia de Eucharistia. Juan Pablo II, 17 de abril de 2003). ¿Cómo puede entonces, desde la misma autoridad de la Iglesia, dejar hacer de un modo no solo divergente sino absolutamente contrario en tema tan profunda y esencialmente cristológico y eclesial? ¿Es que ya da lo mismo?

¿Alguien cree -en su sano juicio- que este tema se puede resolver en la Iglesia con la “tipología rajoy"?

Si la Iglesia se rompe en esto, se rompe del todo y en todo. Por eso he escrito este título: “Lo que no debería ser nunca en la Iglesia [ni debería haber sido nunca]…, ¡es!".

¡Hay que rezar hasta que se nos pelen los labios!