14.09.18

La corrupción es la mentira (por lo civil)

Estamos sepultados en corrupción. Toda la sociedad. Hablo de la española, en primer lugar, pero es extensible a todo el occidente: al primer mundo. Y no se salva ningún estamento, empezando por el político y sus miembros, a todos los niveles. Solo salvo a excepciones personales, o a personas excepcionales, que alguna debe quedar. Supongo.

Es como una lava que mana suavemente, pero que funde todo a su paso: no deja ni rastro, y nada queda en pie: solo cenizas: las del propio volcan al enfriarse sus ríos ardientes. Da lo mismo que hablemos de la política, de la judicatura, de la universidad -de tan demoledora y sintomática actualidad en estos últimos meses-, de la medicina, de la policía, del mundo empresarial, de la informacion o del mundo periodistico en todas sus manifestaciones, de lo que sea… TODO ESTÁ PODRIDO. Y, además, se busca corromper a cuantas más personas, mejor: porque la corrupción siempre es de las personas y, a partir de un cierto número de ellas, ya se habla de estamentos y de sistemas de corrupcion. Corrompidos y corruptores.

No he exagerado ni en una sola letra en lo que llevo escrito. Y si me pusiese a enumerar casos y cosas estaría un mes seguido escribiendo; y eso solo por contar desde el año 1982: por poner un año en cierto modo “simbólico” en España.

Aquí, en este país, todo el entramado de corrupción empezó con los sociatas en el poder. Antes de FG y AG -los siameses del psoe, marxistas de temporada- los políticos, ya en la misma transición y en sus inmediatos albores, fueron unos caballeros, en el sentido que antes tenía esta palabra. Por cierto, desde los “cien años de honradez” ya ni existe el vocablo; no digamos su contenido.

En cierto modo, no hubo “engaño” por su parte, porque hicieron toda una declaración de intenciones que, además, cumplieron al pie de la letra: “A España no la va a conocer ni la madre que la parió". El engaño o la mentira como sistema político estuvo más bien en los medios que emplearon, empezando por robar a manos llenas, por comprar a todo el que se vendía, y por mentir compulsivamente. ¿Conoce alguien a un político que, en el ejercicio de sus funciones, alguna vez haya dicho una verdad queriendo? ¡Me encantaría conocerlo, palabra!

Y de ahí se fue extendiendo, como una mancha de aceite usado -que ni merece la pena reciclar porque ya es imposible- por toda España. Se contagiaron los demás partidos -todos: cuánto más rojelios, más, claro-, se sumaron estamentos y, a dia de hoy, la política -y, con ella, la entera sociedad- solo es corrupción, podredumbre y mentira. Se corrompe hasta a los niños desde que son niños. O a la mujer, que es la que más vale. O los indicatos. O los jueces: siempre encontrarán a alguno que haga un “marlaska” cuando le convenga al gobierno o a quien pague más.

Lo último, de momento, lo de PS y su doctorado. Claro que, para eso, hizo falta que toda una universidad estuviese corrompida. Y para que una estuviese corrompida, tenían que estarlo todas las demás. Y lo están, porque vienen funcionando así desde hace más de cuarenta años; empezando por la endogamia y el dedazo: por señalar algo que va contra de la línea de flotación de la misma institución; y no hay entidad que lo resista durante mucho tiempo.

“Todo se ha politizado". lo que viene a significar que todo está corrompido o en vías de estarlo. 

¿Cómo ha sido posible tamaño desastre; de muy difícil reciclaje, por cierto? Todo nace y viene del IMPERIO de la MENTIRA. Y de su poder corruptor de las personas: si se admite, es como admitir la gangrena como síntoma de salud. Y en esto se está. En todos los temas.

¿Cuál es la “madre de todas las mentiras"? Viene de lejos. En concreto, de Diderot, que metió la “cuña publicitaria” -que alcanzó un éxtio de extrordinario recorrido- de que los gobiernos, las sociedades y, en último término -o en primer término- las personas, debían montarse la vida “ut si Deus non daretur" -entonces aún la gente que quería decir algo “culto” o que así le pareciera esribía en latín: ¡qué tiempos!-, es decir, “como si Dios no existiese". 

No hay mentira más gorda ni más destructiva, ni hay engaño mayor que enseñarle al hombre que Dios no existe. Por eso, Diderot, enclicopedista de postín y ateazo con pedigri, que se da cuenta de lo que está diciendo, lo pone en condicional: “como si…". ¡Es que ni se atreve a decirlo tal cual! Así eran los ateos entonces. Los de ahora son unos desvergonzados. Por ej., el R, el de C’s.

A partir de aqui cabe ya todo: desde que “el hombre es el dios para el hombre", hasta la ideología de género; desde la “interrupción voluntaria del embarazo” hasta liquidar a los viejetes o enfermos; desde el divorcio a llamar “matrimonio” al mero arrejuntamiento ambisex u homosex: ¿qué más dará, no?; desde sustituir la VERDAD por las “ideologías” -todas falsas y mentirosas-: hasta que un tío dice que es una tía, lo meten en una cárcel de mujeres y “se ventila” a unas cuantas, hasta que lo trincan -en Inglaterra, lógico-; desde usar los fetos abortados para abaratar o “llevarse” el dinerillo de la calefacción de los hospitales -también en Inglaterra- hasta llevar a la bancarrota a países enteros; desde cargarse la libertad de enseñanza hasta secuestrar la patria potestad de los padres respecto a sus hijos; desde los ERE a mentir en el curriculum vitae, desde que el problema de España es exhumar los huesos de Franco hasta que a una señora, a la que acababan de hacer ministra, engañó con el máster… ¡y la tildan de “valiente” por mentir primero y dimitir después!

Y así podríamos seguir días y días.

Con la mentira por delante y como bandera se puede hacer del hombre lo que se quiera y con total impunidad, porque no hay ante quien rendir cuentas: sin Dios, o sea, sin Vida Eterna, todo está “permitido". Los ciudadanos, a esas aluras, ya están todos convertidos en borregos, ¡y tan a gusto, oigan!

 De Dios nadie se burla. Mucho menos la ingente cantidad de imbéciles -nacidos así o hechos en laboratorio ideológico- que pretenden afirmar y afirman, como denuncia la Escritura Santa: Dixit insipiens in corde suo: non est Deus! (Y no lo pienso traducir, ¿vale?)

De la corrupción “por lo eclesiástico", en la próxima entrega.

Y recen por mí: se lo agradezco.

9.09.18

Antropología vs Teología.

Hace un par de semanas, preguntado sobre el aborto el Papa contestó que no era un problema religioso, sino que había que enfocarlo desde la “antropología", porque el aborto era “matar a un ser vivo". 

Realmente fue una respuesta que me llamó muchísimo la atención, por decirlo suavemente: le he dado muchas vueltas y no me cuadra nada. Bueno, nada sería mucho en este caso. Y por varias razones.

En primer lugar, la antropología no se limita a decir que el ser humano es “un ser vivo". Si dijera esto, lo del aborto sería, exactamente, “matar un ser vivo". Pero la antropología no se queda con que el hombre es una ameba, y no pasa de ahí. Muy al contrario: pasa de ahí, y por mucho. Luego para ese “reduccionismo” no se puede ni acudir a la antropología. Y hacerlo, no es más que lanzar una bomba de humo. ¿Por qué motivo? Eso solo lo puede saber el interesado: yo no, claro. Lo sabríamos si lo hubiese explicado, pero se quedó ahí y, además, como argumento de autoridad: de la autoridad antropologica de guardia, por supuesto

Sería lo mismo que un matemático que se precie, dijese un buen día que las matemáticas no pueden pasar de los diez dedos de las manos; con lo cual, contar hasta diez es lo máximo que se pueden permitir las matemáticas como tales. Hubiese sido el peor día de su vida, seguramente.

O un médico de renombre y con años de experiencia, un buen día se le ocurriese afirmar que la medicina no podía pasar del curanderismo o de la brujería. Realmente, sería un mal día para el médico. Fijo.

Qué duda cabe que la antropología, la medicina, la psiquiatría, la sociología, la estadística, etc., es decir, las “ciencias particulares” -que así se han llamado siempre porque es lo que son, y no van más allá; el problema surge cuando pretenden ser “todo” en la Ciencia-, pueden aportar lo suyo -unas más, otras menos- a la Religión: pero solo lo suyo como máximo, y siempre serán datos parciales y a su nivel.

Pero entre lo que puedan aportar todas ellas, por separado y/o conjuntamente, y lo que aporta la Religión, o sea la Revelación, hay un abismo. Y me explico.

Esto es lo segundo: la Revelación es la Palabra que Dios mismo ha dirigido a los hombres a través de personas cualificadas por una elección divina, como son los profetas, por ejemplo. O más tarde, los Apóstoles, con san Pablo como el último -como un abortivo, dirá expresamente- al que se le apareció el Señor para confiarle su Iglesia recién nacida.

Y la Palabra de Dios es, por definición -¡no puede ser de otra manera!- VERDAD. Por tanto, no necesitamos “comprobar" more mathematico absolutamente ni una sola de sus Palabras. Uno las podrá creer o las podrá rechazar: ¡allá cada cual!, porque el Señor ha querido correr el riesgo de nuestra libertad. Pero, como dice la Escritura de Dios nadie se burla; y como dice Jesús, corroborando que no hay libertad sin responsabilidad -nos pedirá cuentas, y tendremos que dárselas-: el que crea se salvará, el que no crea se condenará. Pero, eso sí: nadie en su sano juicio puede decir que son “mentira".

Por lo mismo, a la hora de saber del mundo, lo primero que hay que saber es que ES CREADO por Dios. Es lo primero y lo más importante. Luego vendrán las “ciencias particulares” a decirnos que si el big-bang o lo que quieran -por cierto: siempre y solo podrán hablar del segundo UNO de la historia del mundo, y nunca del CERO, que es el fundamental: este es precisamente el que nos revela Dios, y es lo único absolutamente cierto; lo demás son “teorías” que, como todas, acertarán o no. Claro que sin este dato esencial, los demás ¿para qué nos valen?

Con el hombre pues igual. Lo verdaderamente importante para cada uno de nosotros es que hemos salido de las manos de Dios -mejor: de su Corazón-, porque somos fruto de su Amor. No somos fruto ni del azar, ni del caos, ni de los peces, ni de la evolución, ni de los monos: de Dios y solo de Dios:  ¡hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza! Y si desconocemos -o rechazamos- esto nunca sabremos nada verdadero ni nada que merezca la pena de nosotros mismos ni de los demás; ni siquiera de Dios tampoco, porque nunca sabremos que Dios es Amor. Por cierto, los monos explican muy pocas cosas, y menos sobre estas cuestiones básicas. 

La antropología, o la psicología, o la medicina, o las leyes humanas -ideologizadas a tope-, podrán llegar hasta justificar que lo de “hombre” y “mujer” está ya más que superado. Pero siempre nos quedará la Palabra de Dios: Y los creó Dios: varón y hembra los creó. Y esto, como es VERDAD, no tiene vuelta de hoja, y “cura” todas las ideologías, los desvaríos o las gili… que a uno se le puedan ocurrir. Y que se nos ocurren, por supuesto.

Así podríamos seguir, punto por punto, todas las imbecilidades que, a día de hoy -aunque algunas son más viejas que el capitán Trueno-, pretenden tener y mantener -acríticamente, o sea, como borregos:: “corrección política” le llaman- su “carta de ciudadanía” en la cultura y en la sociedad, pero no aguantan ni un somero “encuentro” o contraste en relación con la realidad y la verdad. 

De ahí que, desde la Teología, desde la Religión Católica -la única verdadera, porque es la única que nos ha dado Dios-, no tenemos derecho a argumentar con las ciencias “menores". Mucho menos ponerlas como el único nivel de argumentacion, como si el único que no tiene derecho a decir nada, cuando lo ha dicho todo -todo lo verdaderamente importante de cara a la vida presente y a la Vida Etena de cada uno de nosotros-, es Dios.

¿Vamos ahora a taparle la boca a Dios? Todas las desgracias de la Iglesia -ayer y hoy- han tenido este falso fundamento: que calle Dios y que hablamos los hombres.

Es significativo a más no poder -cuasi proféticas como las de la burra de Balaam- las palabras que escribió Congar al finalizar el CV II. Congar, uno de los muñidores -a las claras y a las oscuras, en las sesiones y en las cloacas-, durante todo el Concilio junto a Küng, de Lubac, Cámara, Schillebeeck, Döfner, etc. Escribió en su Diario: Discurso del Papa [se refiere al discurso final de Pablo VI con el que se cerró el CV II]: muy ‘Ecclesiam suam’: una verdadera declaración de aceptación de base del hombre moderno y del primado de la antropología".

Y luego pasa lo de los abusos, la pederastia, la deserción, y la desertización. 

¡Toma antropología!

Estaba todo allí. En el Concilio. Y se nos ha vendido la burra de que no. Y así nos va: mirando a otra parte, y silbando por las aceras. Y algunos, hasta de orgías homosexs. Otros, orando “Por el Cuidado de la Creación y por el Aire que Compartimos” ¡Que ya hay que tener afición y estar más que motivado!

Rezad por mí.

28.08.18

Aborto :: "matar un ser vivo". O sea, matar un pollo.

Los viajes en avión dan para mucho. O para poco. Depende siempre de cómo se lo tome uno. Si se va dispuesto a no abrir la boca, todo es sencillo: se sienta uno al llegar a su sitio, y se levanta al aterrizar. Simple.

Pero si va dispuesto a hablar con todo el que se le cruce, con los que tiene más cerca, con los que le parecen más raros o exóticos, después de saludar cortesmente al personal que atiende al pasaje, como es natural y educado, pues no va a parar en todo el trayecto, por largo que sea. Y es cierto que, a veces, se hacen amistades que duran incluso años. O han dado pie para confesiones y hasta para conversiones (en sus inicios, al menos).

Personalmente, los viajes en avión me producen repelús; y me dan para ir rezando todo el rato, por largo que sea el trayecto. Y mi método no me cansa para nada. Incluso a veces ha dado para que algún que otro viajero me pregunten cosas personales mías o me hablen de las de ellos, al verme tan ” centradamente piadoso".

Al Papa los viajes en avión le pone parlanchín: se anima, y no hay trayecto en el que no salga a la palestra para dialogar, a micrófono abierto, con el personal que le ha acompañado, especialmente los periodistas que cubren el evento. Lógicamente, los diálogos son más jugosos en el avión de vuelta que en el de ida. Y este Papa nos tiene acostumbrados a no defraudar nunca.

En el de vuelta de Dublín, como ya es habitual, le preguntan muchas cosas: desde el mismo encuentro de las familias, hasta la declaración pública en su contra de mons. Viganó, pasando por el tema del aborto y otros más. A unos temas entró más que a otros…; lo cual es lógico y esperable.

Personalmente, lo que más me ha “chocado” del Santo Padre al contestar una pregunta sobre el aborto, han sido dos cosas.

Una, que el aborto es “matar” a “un ser vivo”; la segunda, que “el aborto no es un tema religioso, sino antropológico”: o sea, que no hay que entrarle desde el lado religioso, sino desde el lado “humano", por decirlo de algún modo. Y las dos cosas, repito, me han chocado sobremanera. Y me explico.

Obviamente, el aborto es “matar"; y solo se puede matar a “algo” -"un ser vivo", animal o planta como mínimo; además de a una persona, claro- que está “vivo": si el “ser vivo” o el “algo” está muerto no se le puede ni matar; como tampoco se puede matar una “cosa": a un botijo, por ejemplo.

Pero claro, en el tema del aborto “olvidarse” que estamos hablando en el contexto del EMF en el que claramente se refiere uno al aborto de un modo específico y unívoco: cuando una mujer está embarazada y, decidiendo no seguir adelante con el embarazo, se va a una “clínica” para que se lo maten. Y se lo matan: así están las “leyes". Y la mujer automáticamente deja de estar embarazada.

Eso sí, al precio de haberse cargado con otras cosas mucho peores. Que lo ha hecho: tanto si es consciente de ello como si no, lo admita o no, le remuerda la conciencia o no. Ella, la madre, con todos los que la han jaleado y ayudado para hacer tal cosa; que, si son católicos y sabían de la pena canónica correspondiente, quedan todos excomulgados, y no pueden acercarse a recibir ningún Sacramento, salvo en peligro de muerte, mientras no se les levante la excomunión.

En este contexto, “reducir” el aborto a “matar a un ser vivo"…, pues ¡qué quieren! Vamos, que es como decir que es matar un pollo o un conejo. Y no: para qué nos vamos a engañar.

Me ha traido el recuedo de aquella celebérrima ministra del simpar Zapatero -bueno, eso creía yo, pero el amigo Sánchez lo está dejando ridiculamente pequeñito-, que hablando de una señora que embarazada, afirmó que lleva en su seno “un ser vivo, sí", pero -añadió, y esto es lo que la ha hecho mundialmente famosa- “no es humano". ¡Toma ya nísperos! El Santo Padre no ha llegado a esto, pero da la impresión de que ha querido ser lo más políticamente correcto posible; y quizá lo haya conseguido… O no. Por cierto, este “lenguaje” o esta “semántica” es propia de todo el personal que está a favor del aborto por razones ideológicas. O de las personas que les han dejado a ellos el uso y abuso de la tal “semántica": “¡que inventen ellos!", o así.

Exquisitez que se le debió pasar por alto -desconozco el motivo-, con el tema de los niños inducidos a ser homosexs desde pequeñitos, que es como parece que todo es más fácil que arraigue -incluido el cambio de sexo, pues se está en ello también-; dado lo fácil que aceptan lo que se les dice sin discernir -vease el caso de los abusos homosexs obrados por eclesiásticos de pelaje arcoiris y/ asimilados-, y tuvo el “desliz” de nombrar con total naturalidad la palabra “psiquiatra": y se la han montado buena… no solo los del “mundillo” sino también los propios de su entorno; o él mismo.

Tan buena -y tal parece- que sus propios “portavoces” -si de común acuerdo con el Papa, o por imposición de éste, o por iniciativa personal de ellos o por qué- en la transcripción del texto oficial de su encuentro con los periodistas en el avión, han cortado por lo sano y le han quitado al Papa la “palabrita". Vamos: que le han cortado el micro y lo han dejado mudo. ¡Que ya hay que tener…!, o ser muy humilde y obediente. Pero la chapuza, por decirlo suavemente, es de órdago.

¡Lo que hay que hacer -y tragar- para ganarse el pan! ¡O lo que hay que mandar para deshacer un entuerto monumental, más falso que Judas, por otra parte, o clasificado intencionalmente como tal, porque no lo hay: a toda la gente de a pié -la gente normal y corriente no comprometida, claro, con la ideología multicolor-, le pareció tan acertada como necesaria la referencia.

Sigamos con la exposicón.

Lo segundo es mucho más grave, en mi opinión: ¡que no es un tema “religioso” en primer lugar, sino “antropológico"! Y aquí he de reconocer que me he perdido, y no lo he pillado ni a la de tres: ¡se me hace incomprensible que la Iglesia no pueda entrarle al tema como primera concernida por ser un tema ¡antropológico! Y como tal hay que tratarlo. Y punto. 

Y, ¿entonces? 

Entonces, las preguntas son muchas porque las incógnitas levantadas tan gratuitamente con tal afrimación son enormes.

En primer lugar: ¿el tema del calentamiento global, de la economía, de la inmigración, de la pobreza, del agua y otros tales sí son, en primer lugar y por lo directo, un problema “religioso” que sobrepasa con mucho cualquier connotación antropológica?

Si el aborto es un pecado gravísimo, tan grave que la misma Iglesia, que es Madre, impone la pena de excomunión a quien procura directamente un aborto, ¿lo hace primero para “defender la antropología” y ya luego entre desde lo religioso?

¿El mandato de Dios, “no matarás", hay que verlo después -y solo después- y en el horizonte de lo que dice “antes” la antropología? Mas parece que los Mandamientos de la Ley de Dios son más de veinte siglos anteriores al nacimiento de la antropología, por poner un poner; entonces, ¿cómo la Iglesia ha osado entrerle al tema del aborto sin esperar 2000 años a la antropología? ¡Y con pena de excomunión y todo! ¡Qué disparatón", ¿o no?

Así podría seguir, pero, ¿para qué? Creo que con esto hay más que suficiente, y el tema -que no la persona del Papa y sus intenciones- está bien servido..

Si en esas palabras faltó exqusitez verbal -o intencional- en el primer caso, en el segundo sobró por mucho. Pero lo dicho, dicho está, aunque se pueda borrar en las transcripciones; acto que demuestra que, como mínimo, algo se ha hecho muy mal, agrandado por la pretensión de taparlo con tan malas mañas y artimañas.

Pero, vamos: todo normal. Y ya nos vamos hasta “acostumbrarnos” o parecido. O no..

Rezad por mí.

Amén.

26.08.18

"La Jerarquía ha fracasado". Sí. ¿Y ahora, qué?

Lo ha dicho públicamente el Santo Padre, así que no creo que esta vez se me echen al cuello por decirlo yo: repito textualmente las mismas palabras que el Papa. Deberían, pues, algunos estar más que contentos al ver mi “conversión". Claro que nadie se contenta cuando no quiere contentarse. Como les pasa a los independentistas o a los terroristas o a los políticos o a los depredadores de todo signo; por ejemplo y por señalar.

La Jerarquía -las autoridades eclesiásticas- ha fracasado en un tema no menor, sino mayúsculo -lo sigue diciendo Francisco-, que va a la misma esencia de su ministerio y servicio, corrompiéndolo: prostituyéndolo, por usar un lenguaje propio de la Sagrada Escritura.

Unos cuantos de sus más encumbrados miembros -no todos, ni muchísimo menos; pero qué duda cabe que significativos por su “calidad” y su cantidad-, se han pegado el gran morrón en el interior de la Iglesia Católica; de la que eran sus “cabezas", sus “pastores", sus “legisladores", sus “maestros", y sus “padres", porque representaban a Cristo mismo. Y, con su pecaminoso hacer, han obrado contra Jesucristo, contra su misma Iglesia, y contra las almas todas. Amén sus pecados personales, por acción y por omisión, que hayan cometido. Y pecadores somos todos.

Copio del Romano Pontífice: “El fracaso de las autoridades eclesiásticas -obispos, superiores religiosos, sacerdotes y otros- al afrontar adecuadamente estos crímenes repugnantes ha suscitado justamente indignación y permanece como causa de sufrimiento y vergüenza para la comunidad católica". Que es casi lo mismo que dijeron, públicamente y en conjunto, los obispos chilenos. Y con la que cayó y sigue cayendo en EEUU, el Papa no ha tenido otro remedio que hacerse eco del asunto, y salir, al menos de palabra y como sobre ascuas, al paso del escándalo. Un escándalo que va in crescendo. Y ya no solo por lo que ha sucedido, sino por la nula respuesta práctica y de calado por parte de la misma Iglesia.

No se puede denunciar públicamente con mayor claridad. O sí: porque cabría mucha más precisión y mucha más concreción de cara a los autores en un primer plano de inmediatez -muchos de los nombres se saben desde hace tiempo-; pero, mucho más importante aún, de cara a los rmedios que hay que poner para sanar las raíces del problema: sin esta sanatio a radice, cualquier otro medio que se quiera poner va a ser papel mojado; o seco; pero mero papel.

A estas alturas de la peli, ya no estamos en la Iglesia para perder más tiempo, ni para que crezcan los enanos, ni para seguir apareciendo como incompetentes e impotentes, por no decir cómplices. Porque la mera denuncia, por muy estentórea que pueda parecer en el primer acto de la función, no va más allá, como también se ha constatado en estos últimos años: no vale para nada mientras no venga la pertinente toma de decisiones para confirmar la verdad de tal denuncia, y para llevar a la práctica y hacer visible y creíble su contenido.

Dicho lo que el Papa ha dicho, ¿qué queda entonces? Pues lo que salía en el titular: ¿Y ahora qué? Porque por dicho y redicho no ha quedado; es más, a muchos de esos jerarcas se les ha llenado la boca con lo de “tolerancia cero” -oficialismo de mannual-, y han seguido callando vergonzantemente y actuando como si nada. Luego ya se ve que, si uno se descuida, las proclamas son como los mítines de campaña de los políticos que, dicho por más de uno de ellos, están para mentir a la gente, que se lo cree todo. Como dicen por Aragón: ¡Animalicos…!

El arzobispo de Los Ángeles (California) -condiscípulo mío en Roma, por cierto-, ha dicho, visto lo visto, que “la fractura más profunda hoy en la Iglesia es moral y espiritual". Y tiene más razón que un santo.

Por tanto, después de aplicar la “tolerancia cero” a todos los niveles en los casos -muchos ya- que sea preciso, sin ningún miedo a que haya menos sacerdotes o religiosos, y menos obispos y demás, habrá luego que reconstruir los seminarios y las casas de formación; habrá que poner por obra lo que reiterada y encarecidamente escribió san Juan Pablo II para los “curriculum” de estudio de los seminaristas; habrá  que reconstruir la vida de piedad de los seminaristas y postulantes; habrá que vestirlos como lo que son; habrá que dejarse de experimentos litúrgicos y de cualquier otra índole que desdigan de su vocación; habrá que cerciorarse sobre su progreso espiritual y vocacional, sobre su madurez humana, intelectual y moral; y habrá que arrumbar, de una vez por todas, todo lo que ha traido esta corrupción de las raíces más profundas de la vida en el interior de la Iglesia.

Porque la explicación de la desaparición de enteros países de más que milenaria tradición católica, la explicación del vaciamiento de las homilías, de la desaparición de la frecuencia de Sacramentos, de la Adoración del Santísimo, de la piedad popular -que ya se ve que donde se ha conseguido arrinconarlas y arrancarlas han desaparecido hasta los mismos cátolicos: algo tendría que ver por tanto; y no por el folclore, precisamente-, está en estos árboles malos que solo pueden dar frutos malos. ¡Y vaya si los han dado!

Y tendrán que llevarlo a cabo aquellos pastores con mando en plaza que, sin respetos humanos y con todos los respetos divinos que haga falta -y les van a hacer mucha falta-, se decidan a poner blanco sobre negro el problema y actuar en consecuencia, frente al “oficialismo” que, o bien está en el ajo o deja que lo sigan estando los implicados en primer plano.

Siguiendo con el arzobispo de Los Ángels: lo primero que hizo al tomar posesión de su sede fue poner en un auténtico “arresto domicialiario” a su antecesor, por poner un ejemplo; y no lo hizo porque no usaba bonete. Antecesor que no ha dicho ni pio: por la cuenta que le tenía.

Por supuesto: seguir con el “conciliarismo” de las Conferencias Espiscopales, que vienen a ser a nivel jerárquico-eclesial como las “comunidades de base” de la jerarquía católica para plantarse “colectivamente” y, de este modo, pretendida y erroneamente disminuir sus obligaciones de obediencia frente a las disposiciones papales, es un auténtico suicidio colectivo de toda la cadena de mando de la Iglesia Católica. Con las excepciones que haya, que las hay, naturalmente.

Y el Papa, ¿qué va a hacer? Pues lo mismo que ha dicho y hecho hasta ahora al respecto: buenas palabras, casi poéticas algunas, algún gestito que quede bien, pero nada práctico ni efectivo. Sería un “milagrazo” que, a estas alturas, fuese a cambiar su trayectoria o su discurso. Y no lo hará. 

Me encantaría no acertar, equivocarme totalmente. Pero me remito a su trayectoria pública y publicada. Lo último, recién dicho y calentito aún, han sido sus declaraciones en el viaje de vuelta de Dublín a Roma. Pues eso.

Vamos a seguir rezando para que se acorte el tiempo de prueba, si es la Voluntad de Dios.

24.08.18

¿Como leprosos? ¡Muy ciertamente!

En Dublín, el “padre"… -vaya, no me sale ahora el nombre-, se ha despachado a gusto contra la Iglesia Católica -en este último EMF que ha organizado Ella; y, se supone, que a Ella pertenece el susodicho y más que famoso “padre", jesuita para más señas- afirmando, entre otras lindezas, que “la Iglesia trata a los del “mundillo” -del que el tal “padre” es pregonero y valedor-  como leprosos".

Y me he quedado de piedra, como si dejéramos. Porque me da que el tiro “le ha salido por la culata": sin animus señalandi, y sin pretender “mentar la soga en casa del ahorcado", por favor: nada de maliciosidades

Y me explico.

¿Alguien sabe qué Institución, desde que la lepra está presente en el mundo y desde que existe tal institución, ha atentido, desde sus fieles hijos, a los que padecían tal enfermedad: execrados, repudiados y abandonados hasta por sus mismas familias, que eran los primeros que los arrojaban a los estercoleros?

¿Alguien recuerda en el seno de qué Institución de rango mundial se crearon las primeras y únicas leproserías? A cuya sombra y bajo cuyo aliento se incentivó la investigación y el tratamiento que ha llevado a la casi extinción de tales hospitales, exclusivos para tales enfermos, por falta de inquilinos.

¿Alguien tiene aún memoria del santo Padre Damián, sacerdote belga él para más señas -de éste, curiosamente, sí recuerdo el nombre-, que se fue casi al último confín del mundo como misionero, para acabar dedicándose enseguida a ellos en exlusiva, hasta el punto de morir leproso él mismo?

O sea, y para despejar cualquIier incógnita: la única Institución, en este tema como en tantísimos otros, que acoge a los que la gente “tira", es LA IGLESIA CATÓLICA. Y los únicos que se han empeñado en tales tareas, los fieles que la hacen realidad: hombres y mujeres, entregados por Jesús a dar su vida por “los más desechados” y “los más bajos habitantes de las más míseras periferias”, por usar un lenguaje “eclesialmente moderno": que yo también me sé cuando me pongo a ello.

Con lo que al “padre” este, al jesuita -¿mira que no acordarme? ¡si tengo su nombre en la punta de la lengua!-, al “oráculo de Dublín” por más señas y para que no se pierdan, su “pasión” por el “mundillo arcoiris” le ha jugado una mala pasada: ¡Ha dicho una verdad como una catedral de grande!, aunque haya pretendido lo contrario, claro. Pero, “Dios escribe derecho con renglones torcidos"; ya se sabe. Y la “pasión” -del tipo que sea, que no vamos a señalar ahora: “¿quién soy yo para juzgar?,” ¿les suena?- tiene estas cosas tan inesperadas como sorprendentes.

Porque el tal “padre jesuita” -que nada, ni una letra- lo ha clavado: No hay nadie, ninguna Institución en todo el mundo, que trate a los del “mundillo” como “leprosos"… ¡excepto, naturalmente, la Iglesia Católica! Que por algo es la Iglesia.

¿Quién -por poner un ejemplo-, desde el mismo principio de la enfermedad y de los enfermos -de los que se huía como de la peste o de la lepra-, se ha hecho cargo de la atención de los infectados del SIDA -en un 95% provenientes, como no podía ser de otra manera, del “arcoiris"? Lo adivinan? La Iglesia Católica. 

¿Quién recoge y vela por los deseheradados, los pobres, los desamparados, los enfermos, los abandonados, los enfermos mentales, los que están solos, los disminuidos, los juguetes rotos por cualquier causa o motivo, y sin preguntar? La Iglesia Católica. Aunque no sean católicos, que esto es lo más de lo más.

Da lo mismo que sea por el ébola, por un maremoto, un terremoto, un tsunami, la devastación de la guerra; unos presos, los que quieren salir de las esclavitudes de todo tipo que crea el hombre egoísta y despiadado; lo mismo le da niños, jóvenes, adultos o ancianos, hombres y mujeres de cualquier país, de cualquier color, de cualquier religión… ¡Es la Iglesia Católica!

Por eso, el tal… -nada, no lo recuerdo; debe ser que la edad no perdona…-, no ha podido hacer mayor elogio de la Iglesia Católica que decir públicamente y delante de muchos componentes LGTBI+ que a este “personal” los trata como “a leprosos"; porque eso significa que los busca, los quiere, los cuida y los trata como lo que son, y no como lo que no son: personas que necesitan comprensión y ayuda; y en la Iglesia Católica la tienen sobreabundantentemente. y sin “condenarlos” a ser unos parias o unos apestados.

Ni ha podido decirles a los pululantes del LGTBI-smo [perdón por la construcción lingüística], que están en las mejores manos: las de nuestra Madre, la Iglesia Santa. Ahí tienen cobijo, ayuda y remedio: con todo cariño, que es lo que las madres dan más específicamente y sin pedir nada a cambio. Y sin echar nada en cara tampoco. Lo que siempre les dirá la Iglesia, a todo el mundo que quiera oirla, es la VERDAD que les regenera y les salva.

Porque las madres que lo son verdaderamente, si ven una herida en un hijo, automáticamente se preocupan y buscan poner remedio: primero los remedios caseros y, si estos no bastan, otros más extraordinarios. Pero nunca dejan vendidos a sus hijos, ni se dan por enteradas de que les pasa algo: mucho menos cuanto más gordo sea lo que les pasa.

¡Ésto es la Iglesia Católica, hasta con los que no son sus hijos “técnicamente” si es el caso, por no estar bautizados en Ella! Como hacen tambiénlos padres buenos y generosos, de grandísimo corazón -conozco a muchos así- que, teniendo hijos o no, adoptan a otros y los tratan como hijos, sin distingos de ninguna clase. ¡Esto es la Iglesia Católica!

¿Que también hay pederastas y gente no digna de estar en la Iglesia? Pues sí. Y ladrones, y asesinos, y mentirosos, y lujuriosos, y adúlteros, y arrejuntados, y travestidos, y bufones, y estafadores, y políticos y jerarcas corrompidos…, que lo reconocen -se reconocen así, y hacen suyas, contritos, las palabras de Simón a Jesús: Apártate de mí, Señor, que soy un pecador; y Éste, que no rechaza a nadie con esa real y eficaz contrición, fruto de ese reconocimiento, a Simón le hace “Pedro", “Piedra", “Roca", “Cabeza"-; y, todos, no conformándose con sus pecados, buscan cambiar, convertirse, confesarse, huir de las ocasiones… y volver a empezar tantas veces como sea necesario, porque Dios nos espera siempre.

Como hay cojos, y mancos, y paralíticos, y sordos, y mudos, y ricos y pobres, y de todos los colores…; y SANTOS: muchos SANTOS también: por eso la Iglesia puede hacer precisamente lo que ha hecho y lo que hace -y lo que hará, Dios mediante-, y que he descrito someramente más arriba: abrir sus brazos a todos.

¡Esto es la Iglesia Católica! ¡Gracias a Dios!

Y al “padre” ese tan mediático y multicolor -del que debería acordarme…, pero que sigo igual: ustedes perdonarán-, pues que le aproveche su “cruzada". “¡Hay gente pa’ too!” que diría el clásico; además, “al que Dios se la dé, san Pedro se la bendiga"; y ya puestos: “nunca es tarde si la dicha es buena"; finalmente: “infinito es el número de los imbéciles", como dice el AT: también “Palabra de Dios” que no mía; yo nunca me atrevería a decir tal cosa. Ni sé si Dios pensaba en este “padre” del que no recuerdo el nombre, cuando quiso que se escribiesen las susodichas y llegasen hasta hoy tal cual. 

Un último apunte, como pregunta que me inquieta últimamente: ¿se puede ser ‘padre’ siendo y ejerciendo de homosex? ¿Y ‘madre’? Lo digo en su genuino contenido semántico: sin subterfugios, subrogaciones, compras, inseminación artificial, clonaciones, etc.

¿Y “jesuita” estando a favor -pregonándolo a todo viento- del “mundillo arcoiris"?  ¿Y ejerciendo?

Pues eso.

Y recen por mí.

Amén